DA VINCI, EL EMISARIO DE LOS DIOSES
“Léeme lector, si mi lectura te agrada. Porque en contadas ocasiones retorno a este mundo…..” "La tierra es un astro, tal como la Luna. Para quién la contempla desde lejos, luce como una estrella" “Quién está ligado a una estrella, no puede volver atrás…”
Leonardo Da Vinci
La teoría de seres extra-terrestres visitando la tierra en el pasado y también en el presente nunca me ha sido indiferente, básicamente porque ninguna religión en boga puede explicar la existencia de un Dios. Digo, entregar una explicación lógica, asimilable por nuestra capacidad de raciocinio, acorde con el mejor criterio y el saber humano. Demostrable.
Lo único que hay, son importantes recopilaciones en diferentes lenguas y regiones de los prodigios que el hombre atribuye a sus distintas deidades, leyendas muchas veces casi calcadas una de la otra, a pesar de estar distanciadas en el tiempo y en el espacio por cientos sino miles de años.
Todas estas creencias, zanjan este nudo giordano haciendo del asunto una cuestión de fé o, señalando que los humanos no estamos preparados para concebir la deidad.
¿Si los humanos no estamos en ese estadio, cómo es que éstos voceros de las iglesias y credos pueden asegurar su existencia? Es básico que a ellos les afecta la misma regla. Ahora si les hacemos caso, ya vemos que el Dios resultante no es solo uno. Hay varios que disputan su preeminencia para ser considerados verdaderos, unigénitos y salvadores del género humano, como siempre ha sido por lo demás, desde el principio de los tiempos.
Pero este tema de la existencia o no existencia de un Dios es solo una disquisición. Decía que no soy indiferente a estas teorías de la presencia de seres inteligentes visitando en distintas épocas el planeta, a la luz de los mitos, señales y leyendas heredadas por la humanidad que sí tienen o esconden una verdad. O a lo menos, un trasfondo que podemos pesquisar aunque no siempre dilucidar. Y porque, a través de todas estas manifestaciones consideradas mágicas y consagradas y también esotéricas, queda en evidencia que todos los dioses que el hombre venera o ha venerado coinciden en un detalle fundamental. Vinieron del cielo, de lo alto, del espacio exterior, de las estrellas.
Y las pruebas de estos contactos de los llamados dioses con el hombre, están justamente en los libros llamados sagrados y en estos mitos y leyendas transmitidas a través de los tiempos, sea en forma escrita y testimonial, o con sofisticados caracteres y artilugios, que por su dificultad de interpretación o absoluto desconocimiento de sus materiales o técnicas de construcción, ajenas al conocimiento humano de esas épocas, se conocen a falta de mejores términos como misterios divinos, culturas misteriosas, jeroglíficos y últimamente oopars.
Y también, esta certeza de que no estamos solos en el universo, está dada por aquellas gigantescas construcciones, de una tecnología que hoy podría describirse como altamente especializada, que se erigen desafiantes desde hace miles de años en ignotos puntos del planeta, donde los asentamientos humanos allí existentes, particularmente en ese tiempo en que solo se vivía del pastoreo de bestias domésticas, hacen incomprensible su existencia.
Pero por sobre todas las cosas, me impresiona que en distintas fases de la historia de la humanidad, hayan aparecido sujetos prodigiosos, con inventos y sorprendentes conocimientos, que de ninguna manera correspondía al saber logrado o aceptado en ese entonces. Iluminados, que a contra corriente, soportando acusaciones y persecuciones de legos y fanáticos, enunciaron teorías y principios científicos contrarios a los aceptados como buenos y establecieron leyes físicas, matemáticas o astronómicas, que ni aún los científicos más reputados de nuestros días, con todos sus instrumentos de alta tecnología pueden en el presente desarrollar fácilmente y que constituyen la plataforma de todo el conocimiento y progreso que ahora exhibe la comunidad mundial.
Ahí están las pirámides de Egipto, cuya data más conservadora se calcula en más cinco mil años A. de C. y que constituyen una maravilla arquitectónica y astronómica sin precedentes. John Taylor, demostró que el perímetro de la Gran Pirámide, dividido entre el doble de su altura equivale a 3,1466, el número Pi. Eso resulta extraordinario si recordamos que este famoso número Pi fue descubierto por los griegos varios siglos más tarde. Extrañamente tampoco nadie sabe exactamente cuándo, cómo, por qué y para qué fueron creadas estas colosales construcciones. Solo se barajan teorías bastante incompletas.
¿Cómo es que en el siglo 25 antes de nuestra Era, el hombre pudiera sin el conocimiento de la rueda, sin poleas, guías ni maquinarias de ninguna naturaleza movilizar 2 millones de bloques de peso entre 2,5 y 60 toneladas solo para la pirámide más elevada?. ¿Cómo sin brújula, conocimiento astronómico o de cálculo, lograron orientar con precisión matemática sus cuatro paredes hacia los cuatro puntos cardinales?.¿Cómo sin hierro ni otro material similar agujerearon estos bloques cómo los perforaría a la fecha un taladro de alta perfomance, dejando en cada vuelta de torno señales y muescas en el granito hasta doscientas veces más profundas que uno moderno con punta de diamante ?. ¿Y quién hizo este irrepetible proyecto?...¿Dios?
¿Si no fué su obra, fué hecha entonces por los hombres de esas épocas? ¿Con qué tecnología..?
Como este ejemplo podríamos señalar varios más, pero éste nos basta para desembocar en la única respuesta lógica viable.
Más aún. En la construcción de estas tres pirámides de la meseta de Gaza, escalonadas en tamaño y distancia, como se ha podido establecer vía satelital, los constructores en un alarde de ingeniería dejaron ex profeso canales, pasadizos o miradores que atraviesan toda su masa constituida por estos gigantescos bloques de piedra, que se orientan exactamente hacia la posición en el espacio que en esos tiempos ocupaban estrellas como Sirio, Zeta, Orión o Alfa del Dragón, signos muy importantes dentro del contexto religioso egipcio. Ello, desde luego, en un momento de la humanidad en que no se soñaba todavía con instrumentos ópticos ni grandes conocimientos astronómicos.¿Para qué podría querer una civilización humana un monumento de esta naturaleza? ¿Cómo monumento mortuorio de reyes? ¡Pero si jamás se ha encontrado dentro de ellas un cadáver!.
Y de entre tantos visionarios, profetas, científicos y sabios presentes en todas las etapas que ha quemado el hombre, que mejor que la persona de Leonardo Da Vinci, sin duda el genio más universal que ha existido nunca, para sopesar, mensurar y tratar de entender un poco, a través del conocimiento de su vida y su vastísima obra, el real alcance y la profundidad de esta creencia en la existencia de otras civilizaciones, así como la visita y la asistencia de seres más inteligentes que el hombre, que se las ingeniaron para dejar pocas huellas de su paso, pero que indudablemente se involucraron entre nosotros poniendo en la mente de algunos elegidos la semilla de la duda científica o bien, iniciándolos en líneas de pensamiento y reflexión de la fenomenología ambiente, con técnicas y variables nunca antes exploradas.
Conclusión ésta, que solo aparece visible y viable solo hoy con la perspectiva de los tiempos modernos, con el avance y conocimiento de los vuelos espaciales, de la era satelital, de la utilización práctica de tecnologías logradas en la aventura espacial y bajo el conocimiento empírico que nos entregan las nuevas herramientas de rastreo del firmamento y de los puntos más lejanos del universo.
Solo ahora nos es dable entender las dificultades que tuvieron que vencer estos prohombres para levantar el velo de la ignorancia y la profunda desconfianza de los gobernantes, de la curia y sus dogmas oscurantistas para salir adelante con sus descubrimientos y señalar las sendas por donde ha debido caminar el hombre del siglo veintiuno. Y sobre todo explicarnos y hacernos comprender a la luz de la razón, cómo pudo llegar hasta ellos ese conocimiento avanzado, que les permitía saltarse etapas del conocimiento humano para dictar las leyes universales que asentaron las claves a seguir y cómo ellas fijaron nuevos rumbos a nuestra civilización.
De lo que resulta y resalta con más nitidez aún, en qué circunstancias, estos monumentales trabajos y acuciosos estudios realizados en el escondite de sus laboratorios medievales, carentes de literatura e instrumental, por aldeanos y artesanos que ni siquiera fueron a la escuela, pudieron cristalizarse como lo hicieron, adelantándose en cientos de años al conocimiento científico que en ese momento estaba en pañales.
Y también resulta muy claro, establecer los mecanismos con que el pueblo recibió y supo de estos semidioses en el pasado, de estos viajeros extraordinarios que les enseñaban las artes, develaban misterios y producían prodigios. Y cómo se ha traducido su recuerdo imborrable y la veneración de que fueron objeto. Ahí está la adoración de entidades, el culto a vírgenes, ángeles y enviados de los dioses, los templos y la construcción de monumentos y elevados torreones, de salmos y oraciones dirigidas a lo alto, para mantener viva la memoria histórica de estos seres celestiales que en distintas épocas vinieron a cooperar y a enmendar rumbos para que la raza humana no se sumergiese en el caos y la extinción.
Cabe entonces preguntarse con el máximo rigor posible, quién es o quién fue éste hombre extraordinario, iletrado, modesto, carente de medios, que inmerso en una sociedad medieval del 1452, que fue cuando nació en la Italia del siglo XV, que no fue precisamente un tiempo de lucidez de la humanidad en su escalada al Renacimiento, donde todas las artes, la industria, el comercio y la agricultura eran planos; que fue capaz con solo la fuerza de su poderoso ingenio, de proyectar todos los parámetros del conocimiento existentes hasta límites inconcebibles e inmensurables del futuro, produciendo un verdadero salto en el progreso humano, quizás de cientos de años, hasta de siglos, en los instantes mismos en que la raza humana, transitaba por la etapa mas oscura de su historia, donde todo signo de progreso y de cambio era considerado una herejía que se pagaba con la hoguera.
¡Cómo fué que Da Vinci un siglo antes de Colón y del descubrimiento de un Nuevo Mundo hacía ya esquemas y enunciaba teorías de una nave submarina a años luz de Julio Verne, el escritor francés considerado el padre de la ciencia ficción que solo en 1869 publicaba su libro “20 mil Leguas de Viaje Submarino” donde su nave anfibia Nautilius maravilló al mundo!
Baste decir, que cuando Jules Gabriel Verne se daba a conocer como escritor a mediados del siglo XIX, siendo considerado después como un precursor de incalculable valor profético, Leonardo hacia ya varios siglos escribía en su “Codex Atlanticus”, una bitácora de sus reflexiones, “sobre cómo muchas personas pueden mantenerse bastante tiempo bajo agua. Sobre cómo y por qué no describo aquí mi propio método de mantenerme mucho tiempo bajo agua y no comer. Y no lo publico ni lo doy a conocer, debido a la maldad de la naturaleza del hombre, que en caso de conocerlo, comenzaría a matar en el fondo marino”.
Estaba describiendo un submarino de su invención nada más ni nada menos que en mitad del siglo VI.
Y no solo eso, sino que diseñó también un traje de buceo hecho de cuero, que se conectaba a una manga de aire fabricada con cañas y a una campana de su invención, que flotaba en la superficie y unos zapatos de buzo, cuyos principios siguen siendo los mismos.
Y qué me dicen de este otro boceto descubierto recientemente en uno de sus manuscritos. ¿No le encuentran un simil absoluto a un rocket, un proyectil de generación relativamente reciente, o mejor aún a un cohete de los usados por la Nasa?.¿ Pudo realmente el misterioso Leonardo, que solo alcanzó a conocer en la escuela las cuatro operaciones diseñar y comprender el principio de la propulsión y el uso de proyectiles sin ayuda de un viajero del tiempo, de un testigo de otra época, de alguien de una civilización más adelantada?
Da Vinci, que por supuesto sostenía puntos de vista que resultaban herejía para la iglesia católica, era un científico riguroso que anotaba todo aquello que le llamaba la atención, utilizando para evitar que intrusos conocieran sus ideas lo que se denomina escritura especular, que es una técnica de escribir de atrás hacia delante y al revés, tan solo descifrable mediante la utilización de un espejo. Como también era ambidiestro y zurdo, tenía igual facilidad para escribir al unísono con su mano derecha y su mano izquierda. Se sabe que Leonardo frecuentemente dibujaba con la mano derecha mientras escribía sus notas con la izquierda.
Sus biógrafos, aseguran que al momento de su fallecimiento en 1519, a los 67 años de edad, dejó a sus herederos alrededor de 15 mil páginas con sus escritos, la mayor parte con notas y abreviaciones especulares y que para copiar solamente los dibujos contenidos en estas hojas, se ocuparía a lo menos sesenta años de cualquier persona, que trabajase ininterrumpidamente ocho horas diarias de Lunes a Viernes. La mayor parte de estas notas, que permanecieron ocultas para el mundo durante doscientos cincuenta años se encuentran aún extraviadas o en manos de particulares. Se conservan en la actualidad en poder de museos y gobiernos solamente siete mil.
A la altura de nuestro siglo, Leonardo Da Vinci resulta todavía un personaje sorprendente y desconocido. Permanentemente algunos de sus dibujos y conceptos nos aclara que fue el precursor de cientos de descubrimientos que fueron apareciendo después de su muerte. En estos días en Roma en el Palacio Corsini, donde se exhiben las reproducciones de los inventos de Leonardo, se destaca una bicicleta, que al igual que el helicóptero, el tanque de guerra, el paracaidas e incluso el primer automóvil, que remeda a un carro de tres ruedas, similar a los usados por la NASA en sus exploraciones lunares, constituyen en sí los sueños de Da Vinci hechos realidad, ya que por extraordinario que parezca, en el tiempo que vivió éste, la mayor parte de estos inventos no pudo ser desarrollado por la inexistencia de materiales, conocimientos o infraestructura adecuada.
Sus dotes de visionario eran asombrosas. Por ejemplo, en el campo de la aviación, sus estudios sobre máquinas voladoras anticiparon el efecto de elevación y el de propulsión, la estabilidad y el equilibrio.. Las alas que esbozó se aplicaron en los primeros aeroplanos. Y su tornillo aéreo se considera antepasado teórico del helicóptero.
También un técnico de informática italiano Giovanni Maria Pala, asegura haber descubierto en la pintura de La Ultima Cena, mediante la superposición de un pentagrama sobre las manos y panes de Jesús y sus apóstoles una melodía, un himno a Dios de 40 segundos de duración. Esta música escondida la obtuvo leyendo las notas conseguidas de derecha a izquierda, con la técnica del espejo, a la usanza de todos los escritos de este fastuoso Leonardo entre otras cosas virtuoso de la lira.
Leonardo Da Vinci fue pintor, escultor, ingeniero, arquitecto, físico, biólogo, filósofo, geómetra, botánico, modisto, inventor de juegos de salón y de utensilios de cocina, cartógrafo, autor de tratados de óptica, diseñador de jardines, decorador de interiores, urbanista, fundidor. Diseñador de los cañones y otras armas mortíferas que hubieron en su tiempo; virtuoso de varios instrumentos musicales, era poseedor de una fuerza hercúlea pudiendo doblar con los dedos una herradura de caballo; ofició también de modelo cuando joven para “El David” de Verrochio y más tarde para “El Platón” de Rafael, su contemporáneo.
Leonardo Da Vinci
La teoría de seres extra-terrestres visitando la tierra en el pasado y también en el presente nunca me ha sido indiferente, básicamente porque ninguna religión en boga puede explicar la existencia de un Dios. Digo, entregar una explicación lógica, asimilable por nuestra capacidad de raciocinio, acorde con el mejor criterio y el saber humano. Demostrable.
Lo único que hay, son importantes recopilaciones en diferentes lenguas y regiones de los prodigios que el hombre atribuye a sus distintas deidades, leyendas muchas veces casi calcadas una de la otra, a pesar de estar distanciadas en el tiempo y en el espacio por cientos sino miles de años.
Todas estas creencias, zanjan este nudo giordano haciendo del asunto una cuestión de fé o, señalando que los humanos no estamos preparados para concebir la deidad.
¿Si los humanos no estamos en ese estadio, cómo es que éstos voceros de las iglesias y credos pueden asegurar su existencia? Es básico que a ellos les afecta la misma regla. Ahora si les hacemos caso, ya vemos que el Dios resultante no es solo uno. Hay varios que disputan su preeminencia para ser considerados verdaderos, unigénitos y salvadores del género humano, como siempre ha sido por lo demás, desde el principio de los tiempos.
Pero este tema de la existencia o no existencia de un Dios es solo una disquisición. Decía que no soy indiferente a estas teorías de la presencia de seres inteligentes visitando en distintas épocas el planeta, a la luz de los mitos, señales y leyendas heredadas por la humanidad que sí tienen o esconden una verdad. O a lo menos, un trasfondo que podemos pesquisar aunque no siempre dilucidar. Y porque, a través de todas estas manifestaciones consideradas mágicas y consagradas y también esotéricas, queda en evidencia que todos los dioses que el hombre venera o ha venerado coinciden en un detalle fundamental. Vinieron del cielo, de lo alto, del espacio exterior, de las estrellas.
Y las pruebas de estos contactos de los llamados dioses con el hombre, están justamente en los libros llamados sagrados y en estos mitos y leyendas transmitidas a través de los tiempos, sea en forma escrita y testimonial, o con sofisticados caracteres y artilugios, que por su dificultad de interpretación o absoluto desconocimiento de sus materiales o técnicas de construcción, ajenas al conocimiento humano de esas épocas, se conocen a falta de mejores términos como misterios divinos, culturas misteriosas, jeroglíficos y últimamente oopars.
Y también, esta certeza de que no estamos solos en el universo, está dada por aquellas gigantescas construcciones, de una tecnología que hoy podría describirse como altamente especializada, que se erigen desafiantes desde hace miles de años en ignotos puntos del planeta, donde los asentamientos humanos allí existentes, particularmente en ese tiempo en que solo se vivía del pastoreo de bestias domésticas, hacen incomprensible su existencia.
Pero por sobre todas las cosas, me impresiona que en distintas fases de la historia de la humanidad, hayan aparecido sujetos prodigiosos, con inventos y sorprendentes conocimientos, que de ninguna manera correspondía al saber logrado o aceptado en ese entonces. Iluminados, que a contra corriente, soportando acusaciones y persecuciones de legos y fanáticos, enunciaron teorías y principios científicos contrarios a los aceptados como buenos y establecieron leyes físicas, matemáticas o astronómicas, que ni aún los científicos más reputados de nuestros días, con todos sus instrumentos de alta tecnología pueden en el presente desarrollar fácilmente y que constituyen la plataforma de todo el conocimiento y progreso que ahora exhibe la comunidad mundial.
Ahí están las pirámides de Egipto, cuya data más conservadora se calcula en más cinco mil años A. de C. y que constituyen una maravilla arquitectónica y astronómica sin precedentes. John Taylor, demostró que el perímetro de la Gran Pirámide, dividido entre el doble de su altura equivale a 3,1466, el número Pi. Eso resulta extraordinario si recordamos que este famoso número Pi fue descubierto por los griegos varios siglos más tarde. Extrañamente tampoco nadie sabe exactamente cuándo, cómo, por qué y para qué fueron creadas estas colosales construcciones. Solo se barajan teorías bastante incompletas.
¿Cómo es que en el siglo 25 antes de nuestra Era, el hombre pudiera sin el conocimiento de la rueda, sin poleas, guías ni maquinarias de ninguna naturaleza movilizar 2 millones de bloques de peso entre 2,5 y 60 toneladas solo para la pirámide más elevada?. ¿Cómo sin brújula, conocimiento astronómico o de cálculo, lograron orientar con precisión matemática sus cuatro paredes hacia los cuatro puntos cardinales?.¿Cómo sin hierro ni otro material similar agujerearon estos bloques cómo los perforaría a la fecha un taladro de alta perfomance, dejando en cada vuelta de torno señales y muescas en el granito hasta doscientas veces más profundas que uno moderno con punta de diamante ?. ¿Y quién hizo este irrepetible proyecto?...¿Dios?
¿Si no fué su obra, fué hecha entonces por los hombres de esas épocas? ¿Con qué tecnología..?
Como este ejemplo podríamos señalar varios más, pero éste nos basta para desembocar en la única respuesta lógica viable.
Más aún. En la construcción de estas tres pirámides de la meseta de Gaza, escalonadas en tamaño y distancia, como se ha podido establecer vía satelital, los constructores en un alarde de ingeniería dejaron ex profeso canales, pasadizos o miradores que atraviesan toda su masa constituida por estos gigantescos bloques de piedra, que se orientan exactamente hacia la posición en el espacio que en esos tiempos ocupaban estrellas como Sirio, Zeta, Orión o Alfa del Dragón, signos muy importantes dentro del contexto religioso egipcio. Ello, desde luego, en un momento de la humanidad en que no se soñaba todavía con instrumentos ópticos ni grandes conocimientos astronómicos.¿Para qué podría querer una civilización humana un monumento de esta naturaleza? ¿Cómo monumento mortuorio de reyes? ¡Pero si jamás se ha encontrado dentro de ellas un cadáver!.
Y de entre tantos visionarios, profetas, científicos y sabios presentes en todas las etapas que ha quemado el hombre, que mejor que la persona de Leonardo Da Vinci, sin duda el genio más universal que ha existido nunca, para sopesar, mensurar y tratar de entender un poco, a través del conocimiento de su vida y su vastísima obra, el real alcance y la profundidad de esta creencia en la existencia de otras civilizaciones, así como la visita y la asistencia de seres más inteligentes que el hombre, que se las ingeniaron para dejar pocas huellas de su paso, pero que indudablemente se involucraron entre nosotros poniendo en la mente de algunos elegidos la semilla de la duda científica o bien, iniciándolos en líneas de pensamiento y reflexión de la fenomenología ambiente, con técnicas y variables nunca antes exploradas.
Conclusión ésta, que solo aparece visible y viable solo hoy con la perspectiva de los tiempos modernos, con el avance y conocimiento de los vuelos espaciales, de la era satelital, de la utilización práctica de tecnologías logradas en la aventura espacial y bajo el conocimiento empírico que nos entregan las nuevas herramientas de rastreo del firmamento y de los puntos más lejanos del universo.
Solo ahora nos es dable entender las dificultades que tuvieron que vencer estos prohombres para levantar el velo de la ignorancia y la profunda desconfianza de los gobernantes, de la curia y sus dogmas oscurantistas para salir adelante con sus descubrimientos y señalar las sendas por donde ha debido caminar el hombre del siglo veintiuno. Y sobre todo explicarnos y hacernos comprender a la luz de la razón, cómo pudo llegar hasta ellos ese conocimiento avanzado, que les permitía saltarse etapas del conocimiento humano para dictar las leyes universales que asentaron las claves a seguir y cómo ellas fijaron nuevos rumbos a nuestra civilización.
De lo que resulta y resalta con más nitidez aún, en qué circunstancias, estos monumentales trabajos y acuciosos estudios realizados en el escondite de sus laboratorios medievales, carentes de literatura e instrumental, por aldeanos y artesanos que ni siquiera fueron a la escuela, pudieron cristalizarse como lo hicieron, adelantándose en cientos de años al conocimiento científico que en ese momento estaba en pañales.
Y también resulta muy claro, establecer los mecanismos con que el pueblo recibió y supo de estos semidioses en el pasado, de estos viajeros extraordinarios que les enseñaban las artes, develaban misterios y producían prodigios. Y cómo se ha traducido su recuerdo imborrable y la veneración de que fueron objeto. Ahí está la adoración de entidades, el culto a vírgenes, ángeles y enviados de los dioses, los templos y la construcción de monumentos y elevados torreones, de salmos y oraciones dirigidas a lo alto, para mantener viva la memoria histórica de estos seres celestiales que en distintas épocas vinieron a cooperar y a enmendar rumbos para que la raza humana no se sumergiese en el caos y la extinción.
Cabe entonces preguntarse con el máximo rigor posible, quién es o quién fue éste hombre extraordinario, iletrado, modesto, carente de medios, que inmerso en una sociedad medieval del 1452, que fue cuando nació en la Italia del siglo XV, que no fue precisamente un tiempo de lucidez de la humanidad en su escalada al Renacimiento, donde todas las artes, la industria, el comercio y la agricultura eran planos; que fue capaz con solo la fuerza de su poderoso ingenio, de proyectar todos los parámetros del conocimiento existentes hasta límites inconcebibles e inmensurables del futuro, produciendo un verdadero salto en el progreso humano, quizás de cientos de años, hasta de siglos, en los instantes mismos en que la raza humana, transitaba por la etapa mas oscura de su historia, donde todo signo de progreso y de cambio era considerado una herejía que se pagaba con la hoguera.
¡Cómo fué que Da Vinci un siglo antes de Colón y del descubrimiento de un Nuevo Mundo hacía ya esquemas y enunciaba teorías de una nave submarina a años luz de Julio Verne, el escritor francés considerado el padre de la ciencia ficción que solo en 1869 publicaba su libro “20 mil Leguas de Viaje Submarino” donde su nave anfibia Nautilius maravilló al mundo!
Baste decir, que cuando Jules Gabriel Verne se daba a conocer como escritor a mediados del siglo XIX, siendo considerado después como un precursor de incalculable valor profético, Leonardo hacia ya varios siglos escribía en su “Codex Atlanticus”, una bitácora de sus reflexiones, “sobre cómo muchas personas pueden mantenerse bastante tiempo bajo agua. Sobre cómo y por qué no describo aquí mi propio método de mantenerme mucho tiempo bajo agua y no comer. Y no lo publico ni lo doy a conocer, debido a la maldad de la naturaleza del hombre, que en caso de conocerlo, comenzaría a matar en el fondo marino”.
Estaba describiendo un submarino de su invención nada más ni nada menos que en mitad del siglo VI.
Y no solo eso, sino que diseñó también un traje de buceo hecho de cuero, que se conectaba a una manga de aire fabricada con cañas y a una campana de su invención, que flotaba en la superficie y unos zapatos de buzo, cuyos principios siguen siendo los mismos.
Y qué me dicen de este otro boceto descubierto recientemente en uno de sus manuscritos. ¿No le encuentran un simil absoluto a un rocket, un proyectil de generación relativamente reciente, o mejor aún a un cohete de los usados por la Nasa?.¿ Pudo realmente el misterioso Leonardo, que solo alcanzó a conocer en la escuela las cuatro operaciones diseñar y comprender el principio de la propulsión y el uso de proyectiles sin ayuda de un viajero del tiempo, de un testigo de otra época, de alguien de una civilización más adelantada?
Da Vinci, que por supuesto sostenía puntos de vista que resultaban herejía para la iglesia católica, era un científico riguroso que anotaba todo aquello que le llamaba la atención, utilizando para evitar que intrusos conocieran sus ideas lo que se denomina escritura especular, que es una técnica de escribir de atrás hacia delante y al revés, tan solo descifrable mediante la utilización de un espejo. Como también era ambidiestro y zurdo, tenía igual facilidad para escribir al unísono con su mano derecha y su mano izquierda. Se sabe que Leonardo frecuentemente dibujaba con la mano derecha mientras escribía sus notas con la izquierda.
Sus biógrafos, aseguran que al momento de su fallecimiento en 1519, a los 67 años de edad, dejó a sus herederos alrededor de 15 mil páginas con sus escritos, la mayor parte con notas y abreviaciones especulares y que para copiar solamente los dibujos contenidos en estas hojas, se ocuparía a lo menos sesenta años de cualquier persona, que trabajase ininterrumpidamente ocho horas diarias de Lunes a Viernes. La mayor parte de estas notas, que permanecieron ocultas para el mundo durante doscientos cincuenta años se encuentran aún extraviadas o en manos de particulares. Se conservan en la actualidad en poder de museos y gobiernos solamente siete mil.
A la altura de nuestro siglo, Leonardo Da Vinci resulta todavía un personaje sorprendente y desconocido. Permanentemente algunos de sus dibujos y conceptos nos aclara que fue el precursor de cientos de descubrimientos que fueron apareciendo después de su muerte. En estos días en Roma en el Palacio Corsini, donde se exhiben las reproducciones de los inventos de Leonardo, se destaca una bicicleta, que al igual que el helicóptero, el tanque de guerra, el paracaidas e incluso el primer automóvil, que remeda a un carro de tres ruedas, similar a los usados por la NASA en sus exploraciones lunares, constituyen en sí los sueños de Da Vinci hechos realidad, ya que por extraordinario que parezca, en el tiempo que vivió éste, la mayor parte de estos inventos no pudo ser desarrollado por la inexistencia de materiales, conocimientos o infraestructura adecuada.
Sus dotes de visionario eran asombrosas. Por ejemplo, en el campo de la aviación, sus estudios sobre máquinas voladoras anticiparon el efecto de elevación y el de propulsión, la estabilidad y el equilibrio.. Las alas que esbozó se aplicaron en los primeros aeroplanos. Y su tornillo aéreo se considera antepasado teórico del helicóptero.
También un técnico de informática italiano Giovanni Maria Pala, asegura haber descubierto en la pintura de La Ultima Cena, mediante la superposición de un pentagrama sobre las manos y panes de Jesús y sus apóstoles una melodía, un himno a Dios de 40 segundos de duración. Esta música escondida la obtuvo leyendo las notas conseguidas de derecha a izquierda, con la técnica del espejo, a la usanza de todos los escritos de este fastuoso Leonardo entre otras cosas virtuoso de la lira.
Leonardo Da Vinci fue pintor, escultor, ingeniero, arquitecto, físico, biólogo, filósofo, geómetra, botánico, modisto, inventor de juegos de salón y de utensilios de cocina, cartógrafo, autor de tratados de óptica, diseñador de jardines, decorador de interiores, urbanista, fundidor. Diseñador de los cañones y otras armas mortíferas que hubieron en su tiempo; virtuoso de varios instrumentos musicales, era poseedor de una fuerza hercúlea pudiendo doblar con los dedos una herradura de caballo; ofició también de modelo cuando joven para “El David” de Verrochio y más tarde para “El Platón” de Rafael, su contemporáneo.
Sorprendentemente Leonardo, posiblemente porque sus escritos nunca fueron descifrados o porque estuvieron tantos años desaparecidos, no fue conocido ni considerado en su capacidad de genio universal, sino solamente en relación a la Historia del Arte. La Gioconda es el cuadro más famoso que existe y si algún día fuese rematado, alcanzaría la cifra más alta de la historia. También es la pintura más visitada, contabilizándose más de seis millones de personas anuales que desfilan solo para verla. Los críticos de arte coinciden en que su mejor nivel se encuentra en la perspectiva aérea y la técnica del esfumato que consiguen esa estupenda y única sensación tridimensional y de profundidad, que se aprecia especialmente en las manos y en su enigmática sonrisa, con esa ilusión óptica de aparecer y desaparecer, dependiendo si uno mira fijamente los ojos o la boca. De esta famosa pintura, pocos saben que la peculiaridad del rostro de la Monalisa es que carece de cejas y pestañas, costumbre bastante común entre las damas florentinas de esa época.
Su Ultima Cena, tan controvertida y que ha dado pávulo a la reciente película El Código Da Vinci, es el fresco más famoso del maestro, es una pintura mural situada en una pared del refectorio del convento dominicano de Santa María delle Grazie en Milán, donde Leonardo ocupó diez años de su vida para terminarlo. La obra, realizada por encargo de Ludovico Sforza, Duque de Milán, refleja el momento de la última cena en que Jesús anuncia que entre sus discípulos hay un traidor. Leonardo, como hizo en otros cuadros, se retrata a si mismo, siendo el segundo de la izquierda.
Hay que decir, que la Obra de Leonardo no fue muy numerosa, pero nadie sabe si todos sus trabajos han salido a la luz. Otros cuadros famosos y repartidos en los más importantes museos del mundo son entre otros, Adoración de los Magos, Anunciación, Baco, Cabeza de Muchacha, Cabezas Grotescas,El Bautismo de Cristo, La Virgen de las Rocas, La Dama de Armiño , Leda y El Cisne, Retrato de un Músico, San Jerónimo, San Juan Bautista, Virgen del clavel.
Como hombre de ciencia y por lo tanto un filósofo que observaba atentamente los fenómenos de la naturaleza, Leonardo resulta un personaje difícil de clasificar o enrolar en alguna escuela o tendencia artística o científica, porque al revés de la mayoría de sus precursores y los hombres sabios que le precedieron, que tenían un claro nexo o eslabón distintivo entre maestros y aprendices, en él nada de ello ocurre, porque simplemente fue el gran maestro en todo aquello que le interesó, constituyéndose en el eslabón perdido de la cadena, o más bien, en el primer eslabón.
Fue también un verdadero símbolo del renacentismo. El mundo había cambiado. Dios ya no era el centro del mundo. El hombre, con su inteligencia natural se había hecho con las riendas de su propio destino.
Sus inventos hacen legión. Prácticamente se ocupa de todo lo que ocurre a su alrededor. Como astrónomo fue precursor del modelo de Copérnico. La teoría heliocéntrica de éste fue publicada veinticuatro años después de la muerte de Leonardo. Se le considera uno de los inventores de la hidráulica. En Florencia proyectó la construcción de un canal navegable que pasando por distintas localidades, une la ciudad con el mar Tirreno.
Probablemente descubrió el hidrómeno que él denominaba higroscopio. El mismo serviría para "ver cuando se descompone el tiempo", porque revelaría la mayor humedad del aire al aumentar el peso del algodón de la balanza. Estudió el movimiento de los proyectiles, la caída libre de los cuerpos, el choque y la percusión, tratando nociones tales como la fuerza y el tiempo, que consideraba infinitos y el peso, que concebía como finito. Una constante de su obra fueron los engranajes. Puede decirse que toda la mecánica actual, desde la relojería hasta las modernas cajas de cambios, está basada en los estudios de Leonardo sobre las ruedas dentadas. Realizó descubrimientos en meteorología y geología; conoció el efecto de la Luna sobre las mareas, anticipó las concepciones modernas sobre la formación de los continentes y conjeturó sobre el origen de las conchas fosilizadas. Se dió cuenta también de que los paisajes están esculpidos por fenómenos de erosión, que pueden ser de origen pluvial, fluvial o eólico. Estudió los fenómenos de la luz y logró comprender por qué la luz proyecta las imágenes invertidas en la "cámara oscura". También investigó los efectos de las lentes esféricas y emitió una teoría de la visión. Fue el primero en proponer el uso de lentes de contacto para corregir los defectos de la visión. Casi cuatro siglos después se fabricaban en Alemania las primeras lentes de contacto que recubrían toda la superficie del ojo. Inventó el barco propulsado por paletas. Este modelo está dotado con un mecanismo de ruedas con paletas, de unos 90 cm. de largo. Tal tipo de propulsión encontraría aplicación solo tres siglos después con la navegación a vapor. Diseñó lo que hoy se conoce como el gato hidráulico para levantar pesos. Un siglo antes que Galileo fuera acusado, Da Vinci escribió en sus cuadernos"El Sol no se mueve" y postuló tres siglos antes de Charles Lyell, que la geología terrestre es el resultado de lentísimos procesos. Y no nos extenderemos sobre su miríada de otros pequeños y grandes artilugios e ingenios como su bomba centrífuga, la mecanización del telar, las dragas y sierras, las prensas automáticas de imprenta, el tren de laminado, el uso de poleas y tornos, su máquina de picado de limas, inventada oficialmente doscientos años más tarde, las primeras correas de transmisión, los fusiles de cartucho, las granadas de mano, los obuses disparados a vapor, la máscara antigás...
En sus cuadernos hay anotaciones sorprendentes. "Un peso cae por el camino más directo en dirección al centro de la tierra".¿ Cómo podía Leonardo saber en aquellos tiempos que la tierra era redonda y que poseía por ende un centro?.
"El sol es un cuerpo ígneo que se mueve en torno a su propio eje, y dado que posee todas sus cualidades por si mismo, es capaz de regenerar también su fuerza". "Las estrellas alejadas aparecen pequeñas a la vista, pero sin embargo son más grandes que nuestra Tierra". ¡Como podía conocer ésto, si solo pensarlo era motivo cien años después de excomunión, tortura, acusación de brujería y arder en la hoguera inquisicional!
¡De qué estamos hablando entonces! ¿De un hombre común dotado de inteligencia y ayudado por mecenas del siglo XV, o de un hombre adelantado a su tiempo, sin oportunidad de probar sus teorías y dibujos geniales? ¿De un viajero del tiempo que no pudo encontrar los materiales para producir las máquinas que conoció en su vida en el futuro? ¿De un extraterrestre en misión de ayuda? ¿O de un contactado por seres de mayor inteligencia?
Es importante reflexionar sobre cosas como ésta. Desde luego es más facil dejarle la respuesta a un Dios que todo lo sabe y que vela por nosotros desde un mundo desconocido. Es más cómodo.
¡Pero es un imperativo de la inteligencia humana comprender cabalmente cuál ha sido y es el papel del género humano para explicarnos tantas cosas que hoy nos sorprenden y que escapan a la lógica más elemental!.
Y desde luego no son las castas sacerdotales, los administradores de los dogmas ni los curanderos y chamanes de la modernidad quienes pueden contestarnos.
El dos de mayo de 1519 Leonardo Da Vinci muere en los brazos del rey Francisco I de Francia, siendo enterrado en la iglesia de Saint Florentin en Amboise. Su sepulcro resultó destruido durante las guerras de la religión en ese país, pero se conserva la anotación en el registro de la iglesia que reza: “EN EL CLAUSTRO DE ESTA IGLESIA FUE ENTERRADO EL SEÑOR LEONARDO DA VINCI, UN GENTIL HOMBRE MILANES, PRIMER PINTOR, INGENIERO Y ARQUITECTO DEL REY."
"La Tierra es un astro, tal como la Luna. Para quien la contempla desde lejos, luce como una estrella".
Nadie que no hubiese contemplado la Tierra desde el espacio exterior podría haber aventurado una opinión como ésta el el siglo XV.
3 comentarios:
Interesante artículo sobre Leonardo.
Es sorprendente saber lo que un hombre del siglo XV fue capaz de diseñar y experimentar. Una vez más, la ciencia va por delante marcando el progreso de la humanidad. En este caso, también estamos hablando de un genio artístico sin demasiados precedentes.
Te has trabajado el artículo y ha servido para tener más conocimiento de la figura de Da Vinci.
Volveré a visitarte. Enhorabuena por tu blog.
Saludos de Mos desde Madrid (España).
Yeahhhhhh!!! acabadísimo este documental, cuánto detalle claramente ignorado por muchos, excelente amigo!!!!!
"Y porque, a través de todas estas manifestaciones consideradas mágicas y consagradas y también esotéricas, queda en evidencia que todos los dioses que el hombre venera o ha venerado coinciden en un detalle fundamental. Vinieron del cielo, de lo alto, del espacio exterior, de las estrellas."
Que no los mayas tenían Dioses que no provenían de "las alturas", digo recuerdo que veneraban a Dioses del inframundo...
Buenas historias, buen blog.
Publicar un comentario