sábado, 21 de julio de 2007

LAS ULTIMAS PALABRAS DE NERUDA

El poeta debe ser, parcialmente, el cronista de su propia vida". Pablo Neruda

Este 18 de septiembre se cumplirán 103 años del nacimiento de Ricardo Eliezer Neftalí Reyes Basoalto y 33 años y 11 meses de la muerte de Pablo Neruda, nombre que recononoció legalmente en 1945, quien yace en su amado jardín de Isla Negra enterrado junto al mar, frente al Océano Pacífico, según su expreso deseo.

El Golpe de Estado que derrocó al gobierno de Salvador Allende el 11 de septiembre de 1973, encontró al insigne poeta, premiado con el Nobel de Literatura poco antes, enfermo, entristecido, con su cuerpo debilitado por ese cáncer de próstata que lo mantenía postrado en su lecho de Isla Negra.

Pablo Neruda, sin radio ni periódicos en su habitación, iba enterándose poco a poco de algunos pocos hechos, ni siquiera los más trágicos, que sus más cercanos iban contándole, de la salvaje represión impuesta con mano de hierro a lo largo y ancho del territorio nacional por el mando militar castrense, que contaba con la complicidad golpista de las elites de las fuerzas de aire, mar y tierra de los aviadores, marinos, soldados y carabineros chilenos, pagados por el erario nacional para defender las fronteras y la seguridad interna del país e impulsados y financiados por la oligarquía nacional y sus juramentados enemigos del gobierno americano de entonces.

Su último proyecto autobiográfico, titulado “Confieso que he vivido”, editado póstumamente en 1974, estaba llegando a su fin y Neruda barajaba las últimas ideas y de no ser por su delicado estado de salud ya probablemente lo hubiese concluido. No obstante todo ésto, en los momentos de lucidez de su delicado estado y cuando la fiebre no entorpecía su raciocinio, Neruda dictaba a su mujer sus escritos y conclusiones.

El 14 de septiembre de 1973, fue uno de esos días buenos y Neruda dictaba a su esposa Matilde Urrutia sin descanso, las impresiones que estas noticias iban dejando en su ánimo. Tenía urgencia por registrar inmediatamente sus sentimientos, su impotencia, su angustia y su decepción. Después de ello ya no escribió más. Internado en la Clínica Santa María en Santiago, fallece a las 22:30 horas del día 23 de septiembre, de un ataque cardíaco.

He aquí lo que dictó:

"Mi pueblo ha sido el más traicionado de este tiempo.

De los desiertos del salitre, de las minas submarinas del carbón , de las alturas terribles donde yace el cobre y lo extraen con trabajos inhumanos las manos de mi pueblo, surgió un movimiento liberador de magnitud grandiosa. Ese movimiento llevó a la presidencia de Chile a un hombre llamado Salvador Allende, para que realizara reformas y medidas de justicia inaplazables, para que rescatara nuestras riquezas nacionales de las garras extranjeras.


Donde estuvo, en los países más lejanos, los pueblos admiraron al presidente Allende y elogiaron el extraordinario pluralismo de nuestro gobierno . Jamás en la historia de la sede de las Naciones Unidas, en New York, se escuchó una ovación como la que le brindaron al presidente de Chile los delegados de todo el mundo.

Aquí en Chile se estaba construyendo, entre inmensas dificultades, una sociedad verdaderamente justa, elevada sobre la base de nuestra soberanía, de nuestro orgullo nacional, del heroísmo de los mejores habitantes de Chile. De nuestro lado, del lado de la revolución chilena, estaban la Constitución y la ley, la democracia y la esperanza.


Del otro lado no faltaba nada. Tenían arlequines y polichinelas, payasos a granel, terroristas de pistola y cadena, monjes falsos y militares degradados. Unos u otros daban vueltas en el carrusel del despecho. Iban tomados de la mano el fascista Jarpa con sus sobrinos de "Patria y Libertad", dispuestos a romperles la cabeza y el alma a cuanto existe, con tal de recuperar la gran hacienda que ellos llamaban Chile. Junto con ellos, para amenizar la farándula, danzaba un gran banquero y bailarín , algo manchado de sangre; era el campeón de rumba González Videla, que rumbeando entregó hace tiempo su partido a los enemigos del pueblo.


Ahora era Frei quien ofrecía su partido demócrata - cristiano a los mismos enemigos del pueblo, y bailaba además con el ex coronel Viaux, de cuya fechoría fue cómplice. Estos eran los principales artistas de la comedia. Tenían preparados los viveros del acaparamiento, los "miguelitos" , los garrotes y las mismas balas que ayer hicieron de muerte a nuestro pueblo en Iquique, en Ranquil, en Salvador, en Puerto Montt, en la José María Caro, en Frutillar, en Puente Alto y en tantos otros lugares. Los asesinos de Hernán Mery bailaban con naturalidad santurronamente. Se sentían ofendidos de que les reprocharan esos "pequeños detalles".

Chile tiene una larga historia civil con pocas revoluciones y muchos gobiernos estables, conservadores y mediocres. Muchos presidentes chicos y sólo dos presidentes grandes: Balmaceda y Allende. Es curioso que los dos provinieran del mismo medio, de la burguesía adinerada, que aquí se hace llamar aristocracia. Como hombres de principios, empeñados en engrandecer un país empequeñecido por la mediocre oligarquía, los dos fueron conducidos a la muerte de la misma manera.


Balmaceda fue llevado al suicidio por resistirse a entregar la riqueza salitrera a las compañías extranjeras. Allende fue asesinado por haber nacionalizado la otra riqueza del subsuelo chileno, el cobre. En ambos casos la oligarquía chilena organizó revoluciones sangrientas. En ambos casos los militares hicieron jauría. Las compañías inglesas en la ocasión de Balmaceda, las norteamericanas en la ocasión de Allende, fomentaron y sufragaron estos movimientos militares.
En ambos casos las casas de los presidentes fueron desvalijadas por órdenes de nuestros distinguidos "aristócratas". Los salones de Balmaceda fueron destruidos a hachazos. La casa de Allende, gracias al progreso del mundo, fue bombardeada desde el aire por nuestros heroicos aviadores.


Sin embargo, estos dos hombres fueron muy diferentes. Balmaceda fue un orador cautivante. Tenía una complexión imperiosa que lo acercaba más al mando unipersonal. Estaba seguro de la elevación de sus propósitos. En todo instante se vió rodeado de enemigos. Su superioridad sobre el medio en que vivía era tan grande, y tan grande su soledad, que concluyó por reconcentrarse en sí mismo. El pueblo que debía ayudarle no existía como fuerza, es decir, no estaba organizado.


Aquel presidente estaba condenado a conducirse como iluminado , como un soñador: un sueño de grandeza se quedó en sueño. Después de su asesinato, los rapaces mercaderes extranjeros y los parlamentarios criollos entraron en posesión del salitre: para los extranjeros, la propiedad y las concesiones ; para los criollos las coimas. Recibidos los treinta dinares todo volvió a su normalidad. La sangre de unos cuantos miles de hombres del pueblo se secó pronto en los campos de batalla. Los obreros más explotados del mundo, los de las regiones del norte de Chile, no cesaron de producir inmensas cantidades de libras esterlinas para la City de Londres.

Allende nunca fue un gran orador. Y como estadista era un gobernante que consultaba todas sus medidas. Fue el antidictador, el demócrata principista hasta en los detalles. Le tocó un país que ya no era el pueblo bisoño de Balmaceda; encontró una clase obrera poderosa que sabía de que se trataba. Allende era dirigente colectivo; un hombre que, sin salir de las clases populares, era un producto de la lucha de esas clases contra el estancamiento y la corrupción de sus explotadores. Por tales causas y razones, la obra que realizó en tan corto tiempo es superior a la de Balmaceda; más aún, es la más importante en la historia de Chile. Sólo la nacionalización del cobre fue una empresa titánica, y muchos objetivos más se cumplieron bajo su gobierno de esencia colectiva.


Las obras y los hechos de Allende, de imborrable valor nacional, enfurecieron a los enemigos de nuestra liberación. El simbolismo trágico de esta crisis se revela en el bombardeo del Palacio de Gobierno; uno evoca la Blitz Krieg de la aviación nazi contra indefensas ciudades extranjeras, españolas, inglesas, rusas; ahora sucedía el mismo crimen en Chile; pilotos chilenos atacaban en picada el palacio que durante siglos fue el centro de la vida civil del país.


Escribo estas rápidas líneas para mis memorias a sólo tres días de los hechos incalificables que llevaron a la muerte de mi gran compañero el presidente Allende. Su asesinato se mantuvo en silencio; fue enterrado secretamente; sólo a su viuda le fue permitido acompañar aquel inmortal cadáver. La versión de los agresores es que hallaron su cuerpo inerte, con muestras de visible suicidio. La versión que ha sido publicada en el extranjero es diferente.

A reglón seguido del bombardeo aéreo entraron en acción los tanques , muchos tanques, a luchar intrépidamente contra un solo hombre: el Presidente de la Republica de Chile, Salvador Allende, que los esperaba en su gabinete, sin más compañía que su corazón , envuelto en humo y llamas.

Tenían que aprovechar una ocasión tan bella. Había que ametrallarlo porque nunca renunciaría a su cargo. Aquel cuerpo fue enterrado secretamente en un sitio cualquiera. Aquel cadáver que marchó a la sepultura acompañado por una sola mujer que llevaba en si misma todo el dolor del mundo, aquella gloriosa figura muerta iba acribillada y despedazada por las balas de las metralletas de los soldados de Chile, que otra vez habían traicionado a Chile."

Según palabras de su esposa que estuvo abnegadamente junto a él hasta el último minuto, el estado general del poeta sufre un agravamiento inesperado en la evolución de su enfermedad, achacable a la ansiedad de los acontecimientos políticos producto del sangriento Golpe Militar.

El poeta empieza con fiebre alta. Su medico por teléfono aconseja unas inyecciones y recomienda que no se entere de las noticias. Van a buscar una enfermera para que le cuide, pero primero tienen que conseguir un salvoconducto en la comisaría de El Quisco, que obtienen sin problemas. Una enfermera de El Tabo, Rosita, acude a Isla Negra para atender a Pablo.

El 14 de septiembre: Neruda parece restablecerse, llama a su mujer y le dicta el que sería el último capítulo de sus memorias. En ese momento llegan camiones militares para registrar la casa. Matilde esconde los papeles recién dictados por su esposo que consiguen ser salvados del registro. El 18 de septiembre, Día Nacional de Chile, Neruda vuelve a un estado febril. El médico de Pablo es localizado en Santiago y se encarga de mandar una ambulancia para el traslado a una clínica. El 19 de septiembre ingresa en la clínica Santa María. El embajador de México viene con un ofrecimiento del Presidente Echeverría para el exilio del poeta, poniendo un avión a su disposición. El poeta se niega a marchar de su país. El 20 de septiembre Matilde regresa a Isla Negra por unos libros que le ha pedido su marido. Cuando está allí es avisada de un empeoramiento de su estado de salud. El 22 de septiembre el cónsul de México y el de Suecia le cuentan los horrores de la represión política y Neruda entra en un estado febril de exaltación ante el conocimiento de todos los amigos suyos que habían muerto. Esa noche la enfermera le suministra un calmante ante su estado de agitación. Pasa toda la noche durmiendo plácidamente. El 23 de septiembre por la mañana sigue durmiendo, su mujer se alarma cuando transcurre toda la mañana y sigue sin despertar. A las 22.30 exhala el último suspiro. Parece ser que sus últimas palabras, dichas en un susurro fueron ¡los fusilan!” ¡Los fusilan a todos! "¡Los están fusilando!" ( Información sacada de las memorias de Matilde Urrutia "Mi vida junto a Pablo Neruda").

Pocos días antes el gobierno de Allende había sido violentamente derrocado por el golpe de Estado encabezado por el General Augusto Pinochet Ugarte, y la casa de Neruda en Santiago había sido saqueada y sus libros incendiados. Su funeral estuvo rodeado de soldados armados de ametralladoras. Sus restos descansan junto a los de su tercera esposa, Matilde en la casa de Isla negra. Esa casa y todas las demás que el poeta poseía fueron incautadas por la dictadura militar, pero ahora son museos administrados por la Fundación Neruda.

1 comentario:

Vivianne dijo...

Excelente como siempre, muy bien documentado maestro!!!!