domingo, 24 de junio de 2007

Einstein, el tarado.



"Cuando me preguntaron sobre algún arma capaz de contrarrestar el poder de la bomba atómica , yo sugerí la mejor de todas: La paz".
Albert Einstein

En más de una oportunidad he escuchado con hastío cuando alguien tratando de consolar a una madre que tiene un hijo autista o con ciertos trastornos de conducta que hacen pensar que podría tener problemas mentales, le dice: “ No debe preocuparse señora, ésta es una enfermedad de la que no se conoce mucho, pero tenga en cuenta usted que Einstein fue un niño autista y también Newton y Bill Gates. Y ya ve usted. Einsten fue el creador de la teoría de la relatividad, Isaac Newton descubrió la gravitación universal y Bill Gates es un genio del internet además de ser el hombre más rico del mundo..."

También me empelota en grado sumo, escuchar en muchos ámbitos, especialmente en los escritos relacionados con Albert Einstein, el físico más importante que ha tenido la humanidad, que éste en su niñez fue disléxico, autista, inadaptado social, mal estudiante y tarado. Y que cuando viejo, un anacoreta antisocial, un cascarrabias aislado del resto del mundo.

He leído con gran atención la mayoría de sus biografías, he inquirido quiénes las hicieron y cuál es su nivel de credibilidad y me he percatado que en su conjunto, estos escribidores de su tiempo, fueron muy poco acuciosos para realizar una tarea delicada como es el análisis de la vida de una figura de la talla de Einstein.

Al punto que si bien es cierto detallan sus incuestionables logros matemáticos, descubrimientos científicos y teorías que asentaron una línea de conocimiento que aún sigue vigente, mostraron mucha debilidad en el seguimiento del quehacer de su intensísima vida afectiva, de sus relaciones interpersonales como todos las tenemos, que enriquecen en su roce diario, de su humanismo y de aquellos hechos que seguramente lo marcaron como individuo perteneciente a una época de rigidez conceptual, donde los institutos educacionales de secundaria de la época de Bismarck, de estricto corte militar, chocaban abiertamente con su personalidad analítica, atenta a cuestionar cualquier hecho donde no primara el razonamiento científico, la lógica o el sentido común.

Einstein odiaba por sobre toda otra cosa, el acatamiento y sumisión exigidos en reglamentos y regulaciones que tendían a uniformar la conducta de los estudiantes, rechazo que recogió de sus lecturas de la biblioteca familiar y en el colegio, donde devoraba material relacionado con la física, química, matemáticas y descubrimientos astronómicos. Contrariamente a lo que algunos detractores han señalado, a Einstein no le fue mal en el colegio, como se puede apreciar en su diploma de bachillerato.

Más aún, de sus lecturas primarias, nacería un constante cuestionamiento de las afirmaciones de la religión, un libre pensamiento decidido que fue asociado a otras formas de rechazo hacia el Estado y la autoridad, que le agenciaba detractores y críticos entre sus profesores y compañeros.

Sus biógrafos señalan que rara vez lo aceptaban en los juegos de sus compañeros, lo que no significa que haya sido un niño aislado o rechazado socialmente. Que era tímido y reservado, lo que tampoco señala que tuviese una conducta antisocial.

Con Einstein ocurría lo que sucede aún hoy en día con muchos mozalbetes que en la escuela no sobresalen del resto de la clase. No les gusta el estudio de los idiomas y de la mayoría de las otras asignaturas y no se sienten a gusto preparando sus lecciones. Sin embargo, inclusive de niño Alberto Einstein tenía una mente inquieta, inquisitiva para los temas que le interesaban.

A los cinco años de edad lo fascinó una brújula de su padre y acosaba a éste y a su tío Jacob con incesantes preguntas acerca de ella. Las respuestas sobre el magnetismo y la gravitación eran conceptos que lo tenían en vela durante las noches, cuando trataba de descifrar su significado.

El padre de Einstein, Hermann y su tío Jacob dirigían una compañía alemana que hacía cosas como dínamos, lámparas de arco, bombillas y teléfonos. Esa era una tecnología de vanguardia al principio del siglo, como lo es ahora la computación por lo que es facil colegir que el interés de Albert por la ciencia y la tecnología llegó de forma natural.

Einstein tenía una capacidad de concentración impresionante. Su hermana, Maja, recordaba " ...incluso cuando había mucho ruido, era capaz de tumbarse en el sofá, coger un bolígrafo y un papel, equilibrando precariamente un tintero en el respaldo y absorberse en un problema tanto que el ruido de fondo lo estimulaba más que le molestaba".

Su aprendizaje inicial se lo debió a su tío Jacob que lo instruyó en una serie de disciplinas y materias, entre ellas álgebra: "...cuando el animal que estamos cazando no puede ser apresado lo llamamos temporalmente "x" y continuamos la cacería hasta que lo echamos en nuestro morral", así le explicaba su tío, lo que le permitió llegar a temprana edad a dominar las matemáticas. Desde muy joven mostraba una curiosidad excepcional por la naturaleza y una capacidad notable para entender los conceptos matemáticos más complejos. A los doce años ya conocía la geometría de Euclides.

Más tarde sus conocimientos de matemáticas excedían en mucho a lo que sabían sus maestros en la escuela alemana. Eso sólo sirvió para aumentar sus dificultades en ella, pues le guardaban resentimiento. Por último, se le pidió que abandonará el colegio, debido a que no se apegaba a los reglamentos.

La madre de Einstein, Pauline, ayudó bastante a que se difundieran estas teorías sobre su supuesto retardo. Se había preocupado mucho porque la cabeza del bebe Einstein estaba caída de un lado. Cada vez que la entrevistaban para conocer detalles de la vida de su famoso hijo insistía en que ella siempre notó que tenía la cabeza ladeada. No obstante la abuela de Einstein, más sabia y querendona tenía otra opinión: "¡Muy gordo!" decía. Lo que pasa es que era muy gordito y por eso no podía sostener bien la cabeza…

Las ecuaciones y el violín fueron las primeras pasiones del pequeño Albert, quien comenzó sus estudios escolares alrededor del año 1886 en Munich. Recibió lecciones para tocar violín desde los seis y hasta los 13 años de edad y asimismo se le dió educación religiosa en casa en donde le fue impartido el judaísmo. Dos años más tarde se inscribió en el Luitpold Gymnasium en donde también recibió formación religiosa. Estudió matemáticas, en particular cálculo, comenzando alrededor de 1891.

Antes de cumplir dos años, su familia se trasladó a Munich, donde permaneció hasta 1895, período en el cual vió su vida trastornada cuando su familia se trasladó a Italia después del hundimiento de la firma eléctrica de su padre en Munich. Dejado en esta ciudad para que terminara el año escolar, Albert decidió abandonar el curso y reunirse con su familia, cuando aún le faltaban tres años para terminar su educación media.

El colegio no lo motivaba; era excelente en matemáticas y física pero no se interesaba por las otras materias. Así, a la edad de dieciséis años, Albert tuvo la oportunidad de conocer la gran tradición cultural italiana; admirar las obras de Miguel Ángel, que le impactaron profundamente, y recorrer Italia pensando y estudiando por su cuenta. Durante este período empezó a contemplar los efectos del movimiento a la velocidad de la luz, un rompecabezas cuya resolución cambiaría para siempre la física y la cosmología.

Con la graduación llegó el final de la asignación que le pasaba su familia y Einstein tuvo que buscar trabajo. Sin recomendaciones -más tarde recordó que "no estaba en buenas relaciones con ninguno de sus anteriores profesores"-, no pudo encontrar ningún trabajo permanente y tuvo que arreglárselas de maestro para dictar clases particulares a tiempo parcial.

Después de dos años de empleos esporádicos, Einstein se volvió a beneficiar de la amistad de Marcel Grossmann, su antiguo condiscípulo y amigo de sus tiempos de estudiantes del Instituto Politécnico de Zurich, el que por aquel entonces estaba enseñando matemáticas.

A través de sus contactos Grossmann consiguió para Einstein un puesto como experto técnico de tercera clase en la Oficina de Patentes suiza en Berna. Fueron malos tiempos para el joven Einstein. Llegó a conocer el hambre y la segregación académica por no ser suizo.

En 1898 conoció a Mileva Maric, una compañera de clase serbia de la que se enamoró. En 1900 Albert y Mileva se graduaron en el Politécnico de Zürich y en 1901 consiguió la ciudadanía suiza. Durante este período Einstein discutía sus ideas científicas con un grupo de amigos cercanos, incluyendo a Mileva. Estas reuniones solían ser animadas y ruidosas y duraban hasta altas horas de la noche ante la irritación de sus vecinos. Aunque Einstein era esencialmente un solitario, la oportunidad de desarrollar ideas y probarlas sobre los agudos intelectos de sus amigos le era valiosísima. Albert y Mileva tuvieron una hija en enero de 1902 llamada Liserl. El 6 de enero de 1903 la pareja se casó.

En mayo de 1904, Einstein y Mileva tuvieron un hijo de nombre Hans Albert Einstein. Poco después finalizó su doctorado presentando una tesis titulada "Una nueva determinación de las dimensiones moleculares".

En 1905 escribió cuatro artículos fundamentales sobre la física de pequeña y gran escala. En ellos explicaba el movimiento browniano, el efecto fotoeléctrico y desarrollaba la relatividad especial y la equivalencia masa-energía. El trabajo de Einstein sobre el efecto fotoeléctrico le haría merecedor del Premio Nobel de física en 1921. Estos artículos fueron enviados a la revista Annalen der Physik y son conocidos generalmente como los artículos del Annus Mirabilis, del latín, "Año maravilloso".

Ese era Alberto Einstein, el tarado, el retrasado, el antisocial.

Un joven brillante de un cerebro matemático privilegiado que a los 26 años de edad ya había vertido sobre el papel las teorías más revolucionarias que ha conocido el mundo de la física moderna cuya trascendencia continúa en grado ascendente dado que todavía no es posible determinar sus verdaderas dimensiones y aplicaciones en la astronomía, la física, la matemática, la química y los problemas derivados que tienen que ver con el mundo científico, espacial e incluso de la operaciones financieras.

Ojalá la humanidad siguiese produciendo más tarados como él, icono real de las generaciones comprometidas con el destino del mundo. ¡Qué diferencia con esos iconos de papel que idolatra parte de la gente y la juventud disipada de hoy día, cancioneteros y payasos marginales, saltimbanquis de la farándula y roqueros enucoides, peloteros y play boys de mala muerte!.

3 comentarios:

Vivianne dijo...

Buenísimo, te aseguro que jamás había leído una biografía de este calibre, suele suceder que son tediosas y muy técnicas a veces, ni idea de Einstein, sólo pinceladas por aquí y por allí, gracias cada vez supero mi precaria cultura con usted, felicitaciones!!!

Ricardo dijo...

Que maneraaaa, al igual que Viviane, me encanto el post.
Siempre vi a Einstein como el matematico, el genio, el carguita y nunca llegue a pensar en el como lo que fue, un ser humano que tuvo sus problemas como bien lo comentas.
Siempre me ha interesado muchisimo las teorias increibles que nos dejo, y ahora lo siento mas cerca de mi, como una criatura de este universo, muchisimas gracias....

jose cruz dijo...

excelente
nada mas te encargo en el tercer parrafo el "escribidores" por escritores