martes, 15 de febrero de 2011

De pan y de Circo. Parte 3.-

"La creencia en algún tipo de maldad sobrenatural no es necesaria. Los hombres por sí solos ya son capaces de cualquier maldad".
Joseph Conrad (1857-1924) Novelista británico de origen polaco
.

Cuando la invencible Roma era el faro del mundo y sus dioses emperadores vivían en palacios forrados de oro puro, no había en el planeta un anfiteatro más grande, famoso y bañado en sangre humana y de bestias salvajes venidas de todos los confines de la tierra que el formidable Coliseo Romano.

Fue el Emperador Vespasiano quien dispuso en el año I, la construcción de un anfiteatro gigantesco para contener y divertir a los cientos de miles de desocupados y descontentos que había en Roma luego del suicidio de Nerón, el que habiendo sido declarado por el Senado como “enemigo del imperio” por su nefasto reinado, tomó la drástica medida de autoeliminarse.
Faltándole valor para hacerlo de su propia mano, le pide a su ex esclavo Epafrodito, quien empuja la daga que cortó su garganta. Según Dión Casio sus últimas palabras fueron ¡Qué artista muere conmigo!

El pueblo, agobiado por los excesos del sátrapa y los injustos impuestos que soportaba quería cambios radicales, y esto fue percibido por el nuevo Emperador, quien a pesar que las arcas fiscales estaban exhaustas por los derroches y caprichos de Nerón, decidió usar para su costosa construcción los grandes tesoros del Templo de Jerusalén, saqueado y destruido en los ataques romanos a Judea en el año 70 comandados por su hijo Tito, que finalizó con la dispersión del pueblo judío derrotado ignominiosamente por las poderosas legiones romanas. Otra fuente importante de ingresos para financiar las obras, fue la venta como esclavos de los miles de prisioneros judíos en todo el imperio.

El anfiteatro Flavio como se bautizó en honor a Vespasiano, más conocido como Coliseo Romano por la gigantesca estatua de bronce o Coloso de Nerón, de 36 metros de altura que dominaba su frontis, la cual se decidió no destruir, se hizo en terrenos de la grandiosa Domus Aurea, un área privilegiada de la ciudad de la que Nerón se apropió para establecer el palacio donde vivía. Allí había construido una laguna artificial, la Stagnum Neronis, rodeada de fastuosos jardines, exóticos animales y artísticos pórticos, más su imagen en el Coloso de Nerón, ampliándose el ya existente acueducto de Aqua Claudia para que llegase a esta zona, que ahora Vespaciano decidió fuesen para gozo de la plebe.
Allí quedó y allí permanece todavía, desguazado pero heroico. Tras más de dos mil años de historia el Coliseo romano sigue siendo el edificio más conspicuo, hermoso y trascendente no tan solo de la capital italiana, sino de la cultura occidental.
Claramente esta estructura maravillosa, realizada con los mejores materiales existentes en esa época y que contó con el concurso de las mentes más brillantes disponibles que el dinero podía comprar, es además un claro referente para la conciencia mundial, para que jamás se olvide, que pese a ser programado como un centro macabro de muerte y diversión con el claro objetivo de manipulación política y de control social de la población, es también una obra monumental arquitectónica, producto del genio humano, representativa del alto nivel alcanzado por la cultura romana antigua.

El nombre de Amphitheatrum Colyseus, aparece por primera vez en el siglo XI d. de C. Antes era llamado Amphitheatrum Caesareum. Esta colosal estatua del megalómano Nerón, inspirada en el célebre Coloso de Rodas, fue realizada por el escultor Zenodoros y representaba al emperador de pie, constituyendo según cuenta Plinio El Viejo, la más grande estatua de bronce jamás realizada en el mundo antiguo, en simetría con los edificios del entorno, entre ellos el palacete donde residía Nerón que también era gigantesco, tanto, que esta estatua, podría haber entrado por una de sus grandes puertas principales.

Como lo describe en su relato Suetonio, esta área de edificaciones tenía tal amplitud que "incluía tres pórticos de una milla de largo y un estanque, mejor, casi un mar, rodeado de edificios grandes como ciudades. A sus espaldas, villas con campos, viñedos y pastos, bosques llenos de todo tipo de animales domésticos y salvajes..." La estatua de Nerón fue modificada varias veces y también cambiada de posición. Vespaciano ordenó transformarla en una representación radiada del Sol. Cómodo prefirió caracterizarla con los atributos de Hércules pero con rasgos de su propia fisonomía, pero cuando este emperador murió, el coloso se convirtió en la imagen del Dios Helios y así permaneció a lo menos hasta la época Severiana como lo confirman las monedas de ese tiempo que representan al Dios con la mano derecha apoyada sobre un timón y un globo en la izquierda.
Cuando Adriano decidió retirarla de esta ubicación, debido a que allí construía los templos de Venus y Roma, debió utilizar un carro reforzado con hierros capaz de resistir su peso, que solo pudo moverse por la fuerza conjunta de 24 elefantes entrenados.

A su vez, el anfiteatro Flavio precisó tres generaciones de tal dinastía para poder terminarse. Comenzado bajo el mandato de Vespaciano en el año 70, fue recién inaugurado por su sucesor e hijo Tito diez años después, siendo el Emperador Domiciano, su hermano menor, quien al agregar el último piso y terminar los sótanos el año 82, consiguió finalmente inaugurarlo.

Estos trabajos de los sótanos, consistentes en una sofisticada galería de túneles, contenía muy bien estructuradas las diferente divisiones que ameritaba el estilo especial de estos juegos circenses, donde interactuaban fieras salvajes, que debían salir por distintos puntos a la arena; túneles y pasadizos para el control de las celdas de seguridad de los prisioneros que estaban condenados a morir bajo las fauces de animales carnívoros; montacargas manuales para subir o bajar bestias y muertos; las mazmorras rodeadas de barrotes; las dependencias habilitadas para los gladiadadores sus ayudantes y sus armas; y otras áreas para depositar los cadáveres de bestias y luchadores y dar con ello continuidad al espectáculo.

En su inauguración oficial, el óvalo de 87 por 55 metros, presentó la novedad que todo su piso estaba constituido por una fuerte plataforma de madera, sobre la cual se esparcía la arena donde ocurrían estas luchas, modalidad que permitía renovar este material después de cada combate, donde por lo general gran parte de su superficie quedaba regada de cadáveres o trozos de cuerpos humanos destrozados por las fieras y por supuesto, teñida de abundante sangre que obligaba a extraer la arena y reemplazarla por otra seca.

Tal obra de ingeniería nos permite hoy establecer, que las versiones existentes de que también el Coliseo fue inundado con agua para espectáculos acuáticos y simulacros de combates marinos, solo pudieron ser posibles hasta antes de la colocación de esta plataforma de madera, pues de otra forma, esta se habría podrido por acción de la humedad y lo que es peor, las dependencias subterráneas quedarían inundadas e insevibles para su propósito.
Uno de los aspectos quizás más extraordinarios y puede que mayormente desconocidos de este increíble anfiteatro tomando en cuenta su data, es el impresionante Velatorio corredizo, que a la manera de los techos de los estadios deportivos modernos, tenía la capacidad, dependiendo de si hacía frío, llovía o azotaba el calor, de desplegarse a manera de una cubierta protectora para cubrir todo el Coliseo.
Los hallazgos que confirmaron su uso, establecen que se trataba de grandes trozos de tela de vela como el que usaban los barcos, o lino que era mas ligero y maniobrable, accionados de manera independiente por un complicado sistema de poleas del que poco se sabe, que podían merced a un entramado de cuerdas, dar más luz o proteger un sector deteminado, o bien, cerrar completamente por arriba el edificio, merced a un numeroso destacamento de marineros de la flota romana, expertos en este tipo de maniobras.

Para tal efecto, había una hilera de mástiles de madera alrededor de todo su diámetro en la parte superior, que tenían por finalidad soportar los cables, siendo 250 los huecos identificados donde se alojaban estos maderos. Se piensa que la tensión de estos cables o cordeles era tan poderosa,
que necesariamente debieron anclarse en el suelo, lo que explica el anillo concéntrico de piedras o cipos, existentes a 18 metros de la fachada y a todo su alrededor en la explanada exterior, donde estos cordeles se amarraban, construcción que servía a su vez para controlar al público y evitar aglomeraciones, estando la franja entre la fachada y estos cipos pavimentada con travertino.
En estos 20 siglos, el Coliseo no ha cesado de ser agredido por la naturaleza y por el hombre. Ha debido soportar múltiples terremotos, la violencia de dos guerras mundiales, el robo de hormiga de trozos de piedras, de estatuas, de columnas por parte de turistas y gentes que desean tener un recuerdo.
Como ocurrió en toda Europa, La Iglesia Católica, con ese desparpajo que la ha acompañado permanentemente, se apropió no solo de los cientos de estatuas monumentales que adornaban cada arco recubierto de mármol, que también desapareció de sus tres primeros pisos; retiró todas sus célebres columnas, bajorrelieves, terrazas y ornatos que la caracterizaban que fueron a parar a sus iglesias y sótanos bajo el Vaticano, sino que de forma inaudita se anexó todo el edificio.
Como gesto de pertenencia, en el siglo VI construyó una iglesia dentro de su estructura, en la que no consta que se hicieron muchos oficios religiosos, pero si se sabe que “en la arena”, ese ruedo donde se realizaban las luchas de los gladiadores y las matanzas de fieras, con gran sentido comercial se construyó un cementerio católico, muy caro y exclusivo; y que, para no desaprovechar un lugar tan privilegiado, se alquilaron los numerosos espacios entre las “arcadas”, a pequeñas fábricas y otras industrias, negocio que le duró a ese credo hasta el siglo XII, es decir seis siglos.
Esta política papal queda de manifiesto, cuando esta apropiación graciosa de todos los monumentos antiguos de la Europa, es ratificada por el propio Papa Gregorio Magno, cuando le responde a Agustín, cuando este desde Inglaterra le pregunta qué “debe hacer con los santuarios paganos, en donde se practicaban sacrificios humanos”, siendo su respuesta, -que en el fondo es una orden,- “No destruyan los santuarios, límpienlos”, en referencia que debían ser convertidos en lugares re-dedicados al dios cristiano. En palabras directas, quedarse con todos ellos.
Lamentablemente, como a la Iglesia le gusta solo recoger dinero y no utilizarlo en aquello que no le rinde frutos económicos, la mayor parte de estos edificios y monumentos de la antiguedad cayeron en el mas grande abandono y el expolio, del que hasta el día de hoy no han podido recuperarse. Tanto así que en el año 1200 la poderosa familia Frangipani apareció construyendo all interior de sus muros, una especie de fortaleza privada, tal cual si fuera un castillo inexpugnable, cambiando éste sitio varias veces de dueño, sin que se haya podido establecer si se trató de un arriendo u otro tipo de intercambio con el Vaticano, compromiso que terminó en 1312, donde nuevamente regresó a la administración de la Iglesia.

El terremoto de 1349 derrumbó el lado sur del Coliseo y de inmediato las piedras desprendidas, varios cientos de toneladas, fueron reutilizadas para la construcción del edificio Vaticano, otras Iglesias y hospitales de la congregación. En ese tiempo otra Orden religiosa católica, fieles a la política de no pagar impuestos, se instaló en el tercio norte y siguió habitándolo hasta el siglo XIX. El resultado fue que sea por descuido de los curas encargados, venta a granel de estas reliquias u otro tipo de explotación, las piedras del interior de la construcción fueron picadas en exceso; la fachada de mármol fue quemada para obtener cal viva; las abrazaderas de bronce de la mampostería fueron arrancadas de las murallas, dejando marcas que aún se aprecian, quitándole firmeza a la edificación, terminando por arruinar su presentación, la que quedó absolutamente despojada de todo material susceptible de ser vendido, resultando en el esqueleto de ladrillos que aún así, se yergue altivo e imponente dominando la ciudad.

Pero este expolio no terminó ahí. En los siglos XV y XVI el “travertino” que lo cubría, un material de roca muy apreciado en la antigüedad, fue arrancado para reutilizarlo en otras construcciones, entre otras, el palacio Barberini, propiedad del impresentable Papa Urbano VIII, Maffeo Barberini, ese que a los pocos días de su asunción, nombró Cardenal a su sobrino Francesco Barberini, poniéndolo al frente de la Biblioteca Vaticana; a su también sobrino Antonio Barberini lo hizo igualmente Cardenal, nombrándolo Camarlengo y Comandante en Jefe de las tropas pontificias; un tercer sobrino, Tadeo Barberini, también alcanzó el cardenalato y fue nombrado Prefecto de Roma y general de las tropas papales. Por último, a su hermano Antonio Marcelo tras nombrarlo Cardenal lo hizo Gran Penitenciario.

Sus defraudaciones y escandalosos negociados son tantos que no existe cupo en esta crónica para enumerarlos. Este comportamiento hizo sentenciar al pueblo romano: “quod non fecerunt barbari, fecerunt Barberini” (Lo que no hicieron los bárbaros, lo hicieron los Barberini).

En la actualidad el Coliseo es la mayor atracción turística de Roma y miles de turistas, que se calculan en 19 millones al año pagan 11 euros solo por entrar y ver la arena y estas ruinas, estando incorporada su visita al turismo vaticano, otra de sus prósperas fuentes de ingresos, que contempla toda una cadena de iglesias, lugares sagrados, supuestas reliquias de mártires y santos, tumbas y sitios venerados donde pernoctaron estos iconos del cristianismo, que en conjunto, incluyendo por supuesto la variedad de atracciones y shows del Papado en el palacio Vaticano y la cadena de Hoteles VIP para turistas de su propiedad, recogen millones de euros, que ingresan directamente sin impuestos a las sagradas arcas de la Santa Sede.

Toda esta actividad febril, es también parte del circo moderno de la Roma actual. Son muchos los intereses económicos comprometidos en esta vorágine y la pantalla de la fe esconde el mundillo siniestro de la codicia, la estafa y la mentira.
La Semana Santa de cada año, es quizás el punto más alto de esta asistencia a la capital del catolicismo, donde el propio Papa, concurre al Coliseo en su popular Vía Crucis, donde miles de personas en procesión lo siguen en su recorrido, constituyéndose en el mejor vocero y propagador de este millonario negociado papal.

Esto es posible, a pesar de que existe unanimidad en las autoridades y organismos encargados de la preservación de edificios históricos que los responsables directos del actual estado ruinoso del Coliseo es debido a la desidia administrativa de la Santa Sede, y además, porque esta concurrencia de gentes venidas de todo el mundo reporta un ingreso importante a la Ciudad de Roma. Otra razón viene de los tiempos del Papa Benedicto XIV, quién en un arranque de sentimientos de culpa, prohibió que se siguiera utilizando el Coliseo como cantera y estableció la costumbre del Vía Crucis, un recorrido piadoso cristiano alrededor de la arena, que duró hasta 1874, en "memoria de los mártires muertos en el anfiteatro", que ha sido retomado ahora, con fines proselitistas y comerciales.

Tal creencia sostenida desde el siglo XVI, que presenta a cristianos sacrificados en este redondel, según varios historiadores no tiene sustentación, porque en los tiempos de la persecución más intensa al cristianismo durante Nerón y un par más de emperadores, donde efectivamente hubo mártires cristianos sacrificados en el circo romano, el Coliseo aún no estaba en construcción y porque las fuentes romanas de la Alta Edad Media, son muy rudimentarios y no especifican en que arena fallecieron varios cristianos a los que hoy se adjudica que fueron inmolados en el Coliseo. Por ejemplo no lo fue San Esteban el Primer Mártir de la cristiandad; y de San Telémaco, Teodoreto el Obispo de Ciro, relata en sus escritos que tal hecho ocurrió en “el estadio” (eis to stadio). Igualmene San Ignacio de Antioquia murió “en la arena” según tales fuentes, pero sin que se concrete en cuál arena.

Por otra parte, durante la Edad Media el Coliseo no fue considerado un lugar sagrado. Su uso como fortaleza y como cantera demuestra la poca importancia espiritual que la Santa Sede le atribuía, justamente en un tiempo en que todos los lugares asociados a los mártires eran muy venerados. Tampoco estuvo incluido en los itinerarios para uso de los peregrinos ni en Obras como “Maravillas de la Ciudad de Roma”, publicado en el siglo XII, que dice que fue en el Circo Flaminio y no en el Coliseo el lugar donde ocurrieron estos martirios.
Solo en el siglo XVI el Papa Pío V, recomendó a los peregrinos que reunieran arena del Coliseo como reliquia, ya que estaba impregnada de la sangre vertida por los Mártires de la Iglesia, lo que al parecer nunca fue cierto.
Pero seguramente lo que motivó a la Iglesia a tomar una determinación al respecto y fijar una línea clara para los fieles fue el libro de Fioravante Martinelli, “Roma ex Ehnica Sacra” en 1653, que incluyó al Coliseo a la cabeza de una lista de lugares sagrados por los martirios allí ocurridos, dislate que por supuesto los creyentes creyeron a partir de allí, a pies juntillas.

La controversia se suscitó, cuando años después el Cardenal Altieri, que luego fuera investido como el Papa Clemente X, propuso convertir el recinto en una Plaza de Toros, lo que fue refutado con indignación por Carlo Tomassi , quien publicó un incendiario panfleto donde planteaba que esto sería una profanación. El ya Papa Clemente X, rectificó su pensamiento y ordenó cerrar el Coliseo y declararlo Santuario.

En 1980, la UNESCO declaró el centro histórico de Roma, incluido el Coliseo, Patrimonio de la Humanidad. Desde el 2000, las autoridades mantienen el edificio iluminado durante 48 horas cada vez que en algún lugar del mundo se le conmuta o aplaza una sentencia de muerte a un condenado y se supone aporta algún tipo de fondo económico para su mantenimiento.

Además este impresionante monumento de la Roma Clásica ha sido nominado una de las Nuevas Siete Maravillas del Mundo, según la designación honorífica realizada en Lisboa, el 7 de julio de 2007, en el marco del concurso New 7 Wonders, organizado por el cineasta suizo y Bernard Weber y su empresa New Open World Corporation, del cual la Unesco se ha desmarcado completamente.

En este paquete turístico al que invita la Iglesia, por supuesto tras Agencias de Viajes y Publicitarias que esconden tal patrocinio, hay en oferta curiosas y hasta macabras piezas arqueológicas, huesos, cuerpos y una infinidad de despojos que se exhiben bajo el sugestivo nombre de reliquias sagradas, que ubicadas teatralmente en escenarios ad hoc, fueron hurtadas, saqueadas o subrepticiamente obtenidas por una miríada de cleptómanos curas párrocos, en diferentes lugares del mundo, cada una de las cuales, constituye una atracción por la cual hay que pagar cierta cantidad de euros. Aquí señalamos algunas:

Ocho históricas columnas del Templo en Jerusalén, donde se dice que Jesús discutió con los doctores de la ley a los doce años, que se exhiben y están debajo de la Cúpula del Vaticano; dos mas en el Altar de San Mauricio dentro de la capilla y otra en la cámara inferior de la capilla de Pietá, que, aunque muchos no quieran creerlo, se asegura es la mismísima donde el divino Jesús, estuvo apoyado displicentemente (no se dice si con la espalda, por un costado o una mano) mientras ridiculizaba a estos sacerdotes judíos. (En realidad las mentadas columnas torsas que el Vaticano presenta como del Templo de Salomón, como han establecido expertos no lo son, sino que corresponden probablemente al templo de Herodes en Jerusalén, así que hay que rebajar el valor del ticket.)

Los interesados pueden ver el Velo del Templo de Jerusalén, que se rasgó en dos partes al morir Jesús, que era sostenido por dos columnas, que se exhiben en el claustro de la Basílica de San Juan de Letrán, en Roma. En esta catedral se custodia el cartel con las letras "INRI" que colocaron en la cruz de Cristo y la túnica inconsútil (sin costuras) del llamado Hijo de Dios.

Allí mismo está… La Mesa de La Última Cena. Caramba, esa si que es reliquia. Debe ser interesante conocer como es que llegó a manos de la Iglesia esta mesa de más de dos mil años de antigüedad. ¡Que buena madera la de aquellos tiempos…! Personalmente compré una muy cara, que me dijeron era casi indestructible, que debí cambiar a los ocho años. Y ¡Oh sorpresa!, también se exhiben aquí algunas de las toallas usadas por Jesucristo tanto para lavarle los pies a los discípulos, como para secarse las suyas propias. Bueno, ya sabemos que en aquellos tiempos no se cuidaba mucho la higiene.
En la capilla Sancta Sanctorum de Roma, está increíblemente la silla donde Jesús se sentó en la última cena con sus discípulos, que curiosamente se describe en forma de cama. Esto llama a meditar que ya en esos tiempos existían los sillones cama, tan populares hoy en día, o en su defecto, que faltando sillas en la casa, se arrimó un camastro para que cupieran todos los asistentes.
Siempre en esa misma zona, entre el Coliseo y San Juan de Letrán, los fieles también pueden ver la Escalera Santa, la escalera de 28 peldaños de mármol, del palacio de Pilatos, que, según la tradición subió Jesús cuando iba a ser juzgado. Se dice que algunos masoquistas suben estos escalones de rodillas para experimentar lo que sintió Jesús en aquellos días.
En la basílica de Santa Cruz en Jerusalén en Roma, se conserva una de las monedas que recibió Judas por traicionar a Jesús., de las que habría otros tres dinares en la catedral de Génova. ¿Quién se quedaría con los otros veintiséis que faltan? También se pueden venerar varios clavos con los que fue sujetado Jesús en la cruz y algunos otros de la corona llamada de espinas, pero que evidentemente no lo eran. El templo tiene más sorpresas pues se anuncia que unos astillas que se muestran, serían trozos de la cruz de San Dimas, el ladrón bueno. (primera noticia que tengo que este bribón también es Santo.)

En la catedral de Anaghi, de Italia, hay un trozo de cuerda, con que se ató a Jesucristo; se dice que hay otro pedazo más largo en El escorial, de España.
Santa Faz. La tradición común es que fueron tres las imágenes que quedaron en el velo de la Verónica, pero son muchísimas más las que se veneran en la cristiandad; más, los folletos aseguran que las auténticas son: la que se venera en Roma, en la Basílica de San Pedro; en España, en la catedral de Jaén, y en Venecia, en la iglesia de San Marcos. Las demás, aunque milagrosas, son tenidas como facsímiles o retocadas, para parecerse al original. Esta aseveración confirma, lo que todos sospechamos. Que los pobres fieles han sido engañados por centurias, adorando y venerando al estilo pagano, que es el estilo católico también, ya no solo íconos, imágenes o trozos de madera , sino que más encima lo hacen inclinándose y besando imitaciones.

En el lugar en que estuvo la casa de Caifás, hay ahora una iglesia. En ella se ve un calabozo muy reducido, en donde pasó algunas horas preso Jesús (¿qué hacía un calabozo en una Iglesia?); Allí mismo había una columna en la cual estuvo atado Cristo, y es la que hoy se venera en Roma en la iglesia de Santa Práxedes.

En el altar que hay en el fondo del ábside de esa iglesia se ve la piedra que se puso a la puerta del sepulcro del Salvador. ¿Por qué se traerían a Roma tales objetos? Es como quitarle el “negocio” a un colega.
En la misma iglesia de Santa Práxedes se conserva una pequeña columna de mármol verdiblanco de algo más de medio metro, con la parte de arriba rota, en la que según la tradición estuvo atado Jesús durante su flagelación.

Como se puede apreciar hay muchas reliquias, tanto en Roma como en otros lugares sagrados y en Iglesias repartidas por el mundo. Un par de ejemplos:
Preso Jesús y llevado a la casa de Anás, al pasar por el torrente de Cederrón, la tradición dice que sus aprehensores lo lanzaron al fondo del torrente, quedando allí impresas las huellas de sus pies, rodillas, manos y cabeza sobre la durísima piedra que aún hoy se muestra a los peregrinos, la cual recibe el nombre de Piedra del Torrente del Cedrón. Esto si es extraordinario. O la cabeza muy dura o la roca muy blanda.
Otro destino es el Huerto de Getsemaní , donde se conserva en estado natural, tanto la gruta en donde oró Jesucristo como algunos de los olivos, que se cree son los mismos que existían en tiempo de la Pasión del Señor y que están bajo la custodia de los ejemplares hijos del patriarca de Asís, en Jerusalén. (Atención agricultores, hay que conseguir algunas matitas de estos Olivos, tienen garantía de durabilidad).

En todo caso, que sirva de experiencia a los peregrinos que deseen recorrer sitios históricos de Jerusalén, la ciudad Santa. Es inútil que pierdan el tiempo yendo a la casa de Caifás. Ya no está allí la columna donde Jesús estuvo atado. La tienen en Roma. Tampoco recorran la tumba donde estuvo sepultado después de resucitar Jesucristo. La roca que servía de puerta, se la robaron y si ahora allí hay alguna para tapar el viento, tenga la seguridad que es una falsa. La genuína también está en una Iglesia de Roma.
En el templo de Jerusalén no queda nada. El Velo y las famosas columnas las puede ver en el Vaticano. El palacio de Pilatos fue saqueado. La escalera donde subió Cristo, a pesar de su tamaño y peso, la puede sobajear si tiene suerte y paga su ticket frente a la Catedral de Letrán. La identificará fácilmente, siempre hay un par de sujetos intentando subirla de rodillas.

No vaya a la Ciudad Santa a ver reliquias. Le queda más cerca Roma. Allí está la “meca” de las reliquias. Lo que usted busque lo hallará. Puede que no sea más barato, pero no saldrá defraudado. Clavos, lanzas, mantos sagrados, trozos de cuerdas, toallas usadas, uñas, espinas a granel de la corona, trozos de la columna de la flagelación, vendas sagradas, azotes, muchos trozos de la cruz, demasiados tal vez.

El asunto de las reliquias sagradas o de la pasión como se les dice, esa afición desmesurada del catolicismo de todos los tiempos de venerar, recoger, vender y exhibir todo tipo de osamentas, ropas, objetos y menudencias de sus santos, mártires y líderes, se ha prestado para las más ridículas y exorbitantes manifestaciones de fe y fanatismo religioso que se recuerden.
Y a pesar que antaño la Iglesia fue su primer propagador, ha debido con el tiempo y con cierto sonrojo, esconder algunas muy controvertidas, bajarle el perfil a otras, prohibiéndolas o retirándolas de la vista de los feligreses.

Famoso pero no el único caso ha sido el del Prepucio de Jesús, llamado Sanctus Praeputium.
La tradición señala que para la circuncisión de Jesús, la comadrona encargada lo entregó a su hijo, el cual con el tiempo se lo entregó a María Magdalena, de quien se cuenta que usó el mismo aceite en que se conservaba para ungir luego a Cristo. Se desconoce como llegó en el siglo IX a manos de la emperatriz Irene de Bizancio, que lo regaló a Carlomagno el día de su boda.

Desde ese momento, ese trozo epidérmico de Jesús fue considerado reliquia religiosa y adorado con envidiable fervor, especialmente por las mujeres.
El emperador bizantino lo hizo colocar en el altar mayor de la Iglesia de la Bendita Virgen María en Aquisgran, pasando después a la Iglesia de Charroux en Francia.
Por supuesto fue reclamado por el celoso papado y llevado en procesión a Roma y en el siglo XIII se adoraba en la iglesia de San Juan Laterano, adosado a una cruz de oro con piedras preciosas.
Curiosamente la gente de esa época peregrinaba a Charroux para verlo, pues esa sede presumía tenerlo aún y conservaba su devoción en competencia con la iglesia de Amberes, quién también decía tener el original.
Pero estas iglesias no eran las únicas. Llegó un momento en que había 13 lugares donde se exhibía simultáneamente: Basílica Luterana, Charroux, Amberes, París, Brujas, Bolonia, Bensancon, Nancy, Metz, LePuy, Conques, Hildesheim y Calcata.

En este último lugar, el relicario que contenía el presunto Santo Prepucio era paseado por las calles de esa ciudad italiana en la Festividad de la Circuncisión, que duró hasta 1983, celebración católica del día 1 de Enero de cada año, que terminó abruptamente, cuando algún fiel necesitado o un ladronzuelo devoto lo robó, ya que el relicario tenía valiosas joyas incrustadas. De este prepucio nunca más se supo. En 1997, el periodista británico Miles Kington realizó un documental de televisión buscando en Italia filmar el famoso Prepucio, no encontrando eco en la Sede Papal, fracasando en su intento, por lo que se desconoce si todavía alguna de estos existe.

Este trozo de piel extirpado de las partes pudendas de Jesús, originó durante varios siglos un controvertido y trascendente debate teológico de gran altura, que ocupó muchas horas de sesudas disquisiciones filosóficas a los grandes doctores y sabios de la Iglesia. ¿El prepucio, por ser la primera sangre derramada, tenía el mismo poder redentor que la sangre que vertió Cristo durante su pasión?
¿Ascendió al cielo con el cuerpo resucitado del Hijo de Dios o lo haría cuando ocurra el gran regreso? ¿Si quedó en la tierra, hasta dónde llegaba su milagroso poder? ¿Cuál podía ser el trato adecuado que debiera brindársele a esta pieza anatómica de un Dios?

Ciertamente se trataba de una cuestión peliaguda. Más aún tomando en cuenta la respetada opinión del erudito y teólogo católico León Alacio, quien a finales del siglo XVII, en su obra “De Praeputio Domini Nostri Jesu Christi Diatriba”, ("Discusión acerca del Prepucio de Nuestro Señor Jesucristo") especulaba con la idea de que el Santo Prepucio pudo haber ascendido al Cielo al mismo tiempo que Jesús y se habría convertido en los anillos de Saturno, que se habían observado recientemente usando telescopios...

Su adoración suscitó exaltadas y delirantes manifestaciones en numerosos religiosos como el jesuita Salmerón, quien declaró que este prepucio divino era “el anillo de compromiso para sus esposas las monjas” y que “El fabricante de este anillo es el Espíritu Santo, su Taller, el purísimo útero de María”.

O, como Santa Catalina de Siena, la patrona de Italia, quien tenía visiones y que revolcándose por el suelo sin que pudieran sosegarla, gritaba que llevaba en el dedo el Prepucio del Señor. El Obispo y otros curas miraban su dedo en la esperanza de ver tal anillo, pero al parecer este era visible solo para esta Santa, que declaró que en una de estas visiones, la propia Virgen María le presentó a Jesús y que como señal de matrimonio, Jesús le entregó el anillo de casamiento confeccionado con piel de su propio prepucio diciéndole “recibe este anillo como testimonio que eres mía y serás mía para siempre”

Cuando esta santa mujer falleció, su dedo, ese donde decía que Jesucristo puso el anillo prepuciano, se convirtió a su vez en “reliquia”. Por supuesto, no faltaron las beatas que afirmaron bajo juramento que ellas veían con toda claridad en ese dedo, que se supone la curia le cortó a la santa, un anillo de carne...

Al Santo Prepucio se le atribuyeron innumerables milagros durante la Edad Media y parte de Renacimiento. En Francia contribuyó a un asombroso resurgimiento de la fe, que llenaba de felicidad al Santo Padre, la prueba es que solo en el año 1856 se vendieron veinte millones de medallas milagrosas de la bienaventurada Virgen María: dieciocho millones de cobre y dos millones de oro y plata.

A comienzos del siglo XVI se contaban catorce prepucios, distribuidos en diferentes países: nueve en Francia, uno en Metz, Lorena; uno en Hildesheim, Prusia; uno en Amberes, Bélgica; uno en Santiago de Compostela, España; y uno en Roma, en San Juan de Letrán, el mismo que se encuentra hoy en Calcata. En el medioevo surgieron disputas entre las iglesias poseedoras de un Santo Prepucio debido a que cada una de ellas aseguraba que el suyo era el verdadero.

Se le pidió al Papa Inocencio III que zanjara el conflicto, pero el pontífice, juzgando temerario pronunciarse al respecto, dejó el tema en manos de Dios. Años más tarde llegaría su divina respuesta: la Virgen María le habló a Santa Brígida para confirmarle que el auténtico Prepucio de su Hijo era el adorado en Roma.

Era tal el éxtasis que este prepucio despertaba en algunas fieles, que la monja capuchina austríaca Agnes Blallbekin quien falleció en 1715, asidua asistente a las festividades del Día de la Circuncisión, conmoviéndose hasta las lágrimas por esta preciosa sangre derramada a tan temprana edad por su Señor, en plena liturgia sintió el prepucio de Cristo en su lengua, en reemplazo de la ostia, lo que fue constatado por el cura párroco el benedictino austríaco Pez, quien luego contó a la prensa: “¡Y ahí estaba! De repente sintió – la monja – un pellejito, como la cáscara de un huevo, de una dulzura completamente superlativa, y se lo tragó. Apenas se lo había tragado, de nuevo, sintió en su lengua el dulce pellejo, y una vez más se lo tragó. Y esto lo pudo hacer unas cien veces…”

En un artículo de Carlos Iglesias para el diario español El Comercio Digital, publicado en 2006, aparecen otros datos sobre el devenir de esta historia.
Pero este no fue el único caso. Hubo muchas otras religiosas a quienes ocurrió el mismo fenómeno, el cual tuvo tanta trascendencia en el mundo católico que se escribieron al respecto varios artículos y tratados, el más conocido el libro de A.V. Müller “El Sagrado Prepucio de Cristo”, publicado en 1907.
A raíz de estos sucesos, se conformó una sociedad llamada “Academia Preputológica” la que en una intensa campaña pública intentó reponer el abolido culto al Prepucio de Cristo, consiguiendo que el 15 de mayo de 1954 se celebrara un cónclave del Catolicismo en el cual se sometía a deliberación la propuesta de recuperar este creencia tan enraizado en los fieles y que fue derogada por un decreto de 1900, pero tras acaloradas discusiones, los cardenales acordaron rechazar la solicitud, ratificando la condena de la veneración oficial del Santo Prepucio.

Efectivamente esta insólita y exagerada devoción, que se escapó del control de la Iglesia, que recibió burlas y sátiras a través de todo el mundo, además de la abolición mencionada, mereció un decreto firmado el 3 de diciembre de 1900 por La Sacra Congregación para la Doctrina de la Fe, bajo el número “37-A”, donde se declaraba en ese tonillo arrogante y autoritario, trasnochado rezago del oscurantismo medieval ya en el olvido, “que toda persona que hable, escriba o lea sobre el Santo Prepucio sería considerada despreciable aunque tolerada; pero que La Santa Sede se reservaba el derecho a excomulgar a quien lo hiciere en forma escandalosa o aberrante.”

No obstante estas prohibiciones y restricciones a lo que ayer era una política pública de la Iglesia, este turismo de reliquias existe muy vigente en diversas iglesias y conventos europeos y también en otros países, llegándose a documentar la existencia de más de 60 dedos de San Juan Bautista, unos quinientos dientes de leche del Niño Jesús. Se honran al menos tres prepucios de Cristo- que cubrían el glande del Pene Divino - en Amberes, Hildesheim y Santiago de Compostela. 5 gotas de la leche que Santa María daba al niño Jesús se encuentran en la catedral de Oviedo y podemos encontrar las lentejas y pan sobrantes de la Ultima Cena en el Santa Sanctorum de Roma.

El mantel de la Última Cena está en la iglesia de Coria, España. Los pañales del Divino Niño están custodiados por los Servitas de San Marcelo en Roma. La cola del asno que llevó a Jesús, en el Museo de Prehistoria Contemporánea. Un pelo de la barba de Jesucristo, en la Catedral de Murcia (desde 1730). Los pechos de Santa Águeda. Una oreja de San Pedro esta en la Abadía de Cleirac, y otra de San Leonardo en Porto Mauricio. La mandíbula de San Mateo reposa en el Santa Sanctórum de Roma.

Aún más: un suspiro de San José, se encuentra en una botella en una iglesia próxima a Blois, Francia. En Liria, cerca de Valencia hay nada más y nada menos que plumas de los Arcángeles Gabriel y Miguel. Y por si todo esto no bastare, el estornudo del Espíritu Santo, producto de una gripe común sin duda, que permaneció decenas de años en la Iglesia de San Frontino, se encuentra ahora en una primorosa botellita en el Santa Sanctorum vaticano...

strong>¿Me creería usted amable lector, que hay millones de personas en el planeta tierra, que creen honradamente que estas reliquias son auténticas, que tienen poderes milagrosos y que no han pensado jamás que esta es una de las tomaduras de pelo más grandes de la historia, un trozo de este pan y de este circo que un día del Año I nació en Roma?

1 comentario:

Anónimo dijo...

desmitificas el origen de las reliquias y haces una ricdiculizacion de cosas que para muchos millones de personas son importantes. si es verdad que el suspiro de san jose o la pluma de un arcangel tiene mas mito que veracidad, pero tu no sabes que estas reliquias son trozos de historia y piezas de incalculable valor por su arte y antiguedad? no merece esto un respeto?
no digas que el cristianismo y sus reliquias son pan y circo e informate un poco mas sobre reliquias como el titulus crucis( con muchos ensayos quimicos y estilograficos) informate sobre la sabana santa , el sudario de oviedo, el santo rostro de Jaen....todas ellas reliquias misteriosas y que la ciencia no ha sabido dar explicacion a muchas cosas.