LA CIVILIZACION AMURALLADA, Parte 2
"El hombre es el único animal que tropieza con la misma piedra"
En la Historia de la Humanidad no ha sido infrecuente que una guerra concluya con discrepancias entre aliados. A pesar de ello, lo sucedido a partir de 1945 revistió una especial significación porque se trató de una discrepancia sustancial, imposible de superar a pesar de que se hubiera combatido codo con codo en los años previos.
Incluso cuando los aliados habían conseguido ponerse de acuerdo en los términos respecto a sus objetivos de guerra -cosa que no siempre sucedió- acabó por descubrirse que las palabras no significaban lo mismo. Se trataba de una "paz belicosa", términos aparentemente incompatibles, pero también explicables. "La guerra mundial" era improbable porque la bomba nuclear la convertía en tal, pero la "verdadera paz" era imposible porque la distancia ideológica entre las dos superpotencias era irreconciliable.
La ruptura, al final, en un plazo muy corto de tiempo fue absoluta y total. El enfrentamiento que había marcado las relaciones internacionales desde el fin de la segunda guerra mundial, va a terminar de una forma que nadie se hubiera atrevido a pronosticar unos años antes por el derrumbe y desintegración de uno de los contendientes. La URSS hizo muchos esfuerzos por mantener el régimen comunista, pero en 1985 el país no pudo evitar entrar en una profunda crisis, donde el gobierno planteó la necesidad de un cambio de política hacia la distensión con EEUU. A este proceso de reestructuración de la economía soviética se le denominó Perestroika.
El fin de la “guerra fría” y la desaparición de la Unión Soviética son dos fenómenos paralelos que cambiarán radicalmente el mundo. Pero a pesar del gran caos postguerra existe la ilusión que todo cambiará. Los más optimistas confían en que después de tanto desastre los gobiernos buscarán fórmulas para que la aberración de la guerra no exista nunca más. La apertura inter países y la teoría de la globalización que pretende borrar todo tipo de fronteras entre las naciones es la gran esperanza y todos confían en que no solo se evitarán las guerras, sino que desaparecerán los muros de la verguenza, se distenderán los diálogos belicosos y el terrorismo rebajará su diapasón. La promesa de un mundo nuevo, más fraterno y solidario es el pronóstico que la humanidad espera para el tercer Milenio.
No obstante la vivencia de una conflagración mundial que afectó a varias generaciones, hoy en pleno siglo 21, asistimos - algunos espantados - y otros impávidos como si estuviésemos en un cómodo anfiteatro universal, a una incesante creación de conflictos bélicos, invasiones terrritoriales por fuerzas de ocupación y nuevos muros vergonzantes en todo el mundo.
China instaló una zona de seguridad en las proximidades de Corea del Norte ante el temor de una avalancha de refugiados. La frontera tiene 1,400 kilómetros de extensión y ahora hace algo parecido con el Tibet, país invadido y masacrado por sus tropas, cometiéndose un atroz genocidio y etnocidio contra el pueblo tibetano, que en gran parte debió exiliarse juntamente con su líder el Dalai Lama.
Técnicamente, Corea del Norte y Corea del Sur continúan en guerra, pues el enfrentamiento entre 1950 y 1953 terminó en un armisticio que aún se mantiene, aunque nunca se firmó un acuerdo de paz.
La Guerra de Corea ocurrió entre el 25 de junio de 1950 y el 27 de julio de 1953. Fue un conflicto entre Corea del Norte (comunista) y Corea del Sur (capitalista). A la vez, fue una guerra no oficial entre Estados Unidos y la URSS. Los principales combatientes en esta guerra fueron: las repúblicas de Corea del Norte y China por un lado, quienes contaban con entre 1.040.000 y 2.500.000 combatientes, y Corea del Sur con ayuda de Estados Unidos, Australia, Canadá, Reino Unido, y otras naciones bajo el mando de Estados Unidos, quienes tenían entre 930.000 y 1.100.000 soldados a su mando. La Unión Soviética también suministró, consejeros militares y pilotos de combate, así como armamento a las tropas chinas y norcoreanas. Corea fue una colonia japonesa de 1910 a finales de la Segunda Guerra Mundial en 1945. Los Aliados acordaron que las fuerzas Japonesas en la península de Corea (al norte del paralelo 38) se rendirían a las tropas de la URSS, y al sur de este paralelo, a las de los Estados Unidos. Los aliados prometieron que Corea sería un país unificado independiente, pero sin concretar ningún detalle.
La guerra de Corea dividió la península en dos partes y a partir de la Conferencia de Ginebra de 1954 la situación quedó oficializada 600.000 civiles coreanos y entre 1.500.000 y 3.800.000 soldados chinos y norcoreanos murieron en el bando comunista, mientras que entre 900.000 y 1.800.000 combatientes aliados fallecieron. La guerra dejó a la península dividida permanentemente en un guarnecido estado comunista pro-soviético en Corea del Norte, que no ha logrado un gran desarrollo y uno capitalista pro-estadounidense en Corea del Sur donde se aprecia su modernización.
Las tropas de EEUU aún permanecen en la frontera actualmente, así como un gran número de coreanos. Esta es la frontera más fuertemente defendida en el mundo. Era una guerra sin vencedores, ambas partes habían perdido. En la actualidad, la zona está en un estado de alerta debido al programa nuclear norcoreano.
Corea está dividida desde el final de la Segunda Guerra Mundial en 1945, cuando Washington y Moscú se repartieron la colonia del derrotado imperio japonés.
La vieja disputa entre la Comunidad Chipriota y Griega es de nunca acabar. La isla está dividida entre el sur griego y el norte turco por un muro rodeado de minas y patrullado por tropas de la ONU.
Tailandia proyecta levantar un cierre estanco entre su sur musulmán y Malasia del norte. España protege con alambradas sus enclaves marroquíes en Ceuta y Melilla. Estas vallas, ubicadas en la parte norte de Marruecos fueron financiadas por la Unión Europea estando en principio conformadas por una doble muralla paralela de tres metros de alto, alambre de púas, cámaras de vigilancia y detectores de movimientos, pero luego del asalto masivo de que fueron objeto hace más de un año por parte de los inmigrantes africanos que intentaban ingresar a España, el gobierno de Luis RodrÍguez Zapatero dobló su altura hasta los seis metros.
En Portadown y Londonderry, Irlanda del Norte, una cincuentena de líneas de paz separan todavía hoy a católicos y protestantes. En todo el orbe los muros convierten a hermanos en enemigos, dividen países y culturas y ponen a unos contra otros en una nación, comunidad o grupo étnico. Este insensato contagio que más parece pánico no tiene trazas de finalizar.
El cierre de seguridad que separa Israel de Cisjordania tendrá 730 kilómetros. Este sofisticado muro de la vergüenza ha recibido la condena de la opinión pública mundial y ha sido declarado ilegal por la Corte Internacional de Justicia de la Haya, pero el Gobierno de Ehud Olmert parece no inmutarse en su implacable acción demoledora de ciudades y exterminio de civiles. Solo parece interesado en que esta barrera sea infranqueable para los terroristas palestinos.
El otro muro vergonzante que construye la Administración Bush se encuentra en plena ejecución y el Congreso americano aprobó un presupuesto de hasta 9.000 millones de dólares para construir 1.123 kilómetros de sólido hormigón que cruzará California, Nuevo México, Arizona y Texas con el claro objetivo de impedir a los espaldas mojadas cruzar el río Bravo y controlar así el flujo de inmigrantes que está convirtiendo amplias zonas de Estados Unidos en territorio hispano. Lo curioso es que no hay ninguna medida restrictiva para el intenso comercio existente en el área, solo para los indocumentados.
El último censo aterrorizó a las capas conservadoras y nacionalistas gringas. De los 30 millones de extranjeros presentes en su sociedad, la mitad son latinoamericanos y el otro cincuenta por ciento, en su mayoría mexicanos, llega desde el vecino sur.
La gran diferencia existente en esta frontera con respecto a otras, es la presencia de los Minutemen, sujetos fanáticos nacionalistas y además voluntarios, lo que significa ociosos y xenófobos, quienes conforman patrullas de vigilancia, quienes juran que en caso de que el gobierno no cierre la frontera, ellos lo harán.
La mayoría de estos individuos son veteranos de guerra que dicen estar cansados de ver como las autoridades fronterizas no tienen los suficientes medios para proteger los 3.200 Km. de frontera que separan México de los Estados Unidos y han decidido crear una especie de grupos paramilitares, cuyo objetivo es salvar a la madre patria.
El nombre de los Minutemen viene de la época de la independencia de los Estados Unidos. Los milicianos americanos que vigilaban la costa de Boston recibían el nombre de Minutemen (hombres minuto) porque en el momento que divisaban a los chaquetas rojas inglesas en el horizonte sólo tardaban un minuto en preparase para la batalla. Los Minutemen de aquellos tiempos eran unos auténticos patriotas, ya que eran los primeros en arriesgar su vida para impedir la entrada del invasor. Los Minutemen actuales se creen lo mismo. Piensan que son unos héroes nacionales por perseguir con sus fusiles a los inmigrantes que, después de varios días de camino por el desierto, intentan saltar el muro entre las dos Américas.
La actividad de estos sujetos, bajo la mirada pasiva del gobierno, ha sido en gran parte responsable del salvajismo incivilizado en el trato de aquellos que son sorprendidos atravesando el área. En el último año la estadística revela que han sido más de quinientos los asesinados a a mansalva por estos grupos, sin contar los cientos de torturados, expoliados y ultrajados impunemente por estos antisociales.
Pero no todos los estadounidenses piensan que los Minutemen del siglo XXI son unos héroes nacionales. Miles de ciudadanos americanos comprometidos con los derechos humanos de los inmigrantes también se han organizado en las zonas fronterizas de California, Nuevo México y Texas para hacerle el trabajo imposible a los Minutemen. ¿Quién lo diría? La frontera que cruza el desierto entre Estados Unidos y México está ahora llena de actividad. Se trata de un espectáculo único en el mundo que raya lo ridículo, pero que demuestra la esquizofrenia existente en la zona. Primero están los jeep patrulla del Border Patrol, la guardia fronteriza federal, cuya misión es proteger la frontera de intrusos y traficantes. Después están los coches de los paramilitares que intentan cazar algún inmigrante ilegal. Delante de ellos, o al lado, o detrás, están los grupos pro derechos humanos que intentan desviar la atención de los Minutemen con insultos de todo tipo y bailando con focos de luces al son de un Techno estridente. Y en medio de todo este jaleo están los inmigrantes ilegales que, en principio, no dan crédito a lo que ven, pero que no pierden el tiempo y aprovechan el caos para desaparecer en la oscuridad del desierto.
También en el Medio Oriente los americanos y su obnubilado Presidente trabajan sin descanso en conseguir su propósito de evitar su inminente derrota en Irak. Los asesores más astutos del Pentágono ven como su última oportunidad de reducir la resistencia del pueblo iraquí, a esta salvaje ocupación militar, el levantar muros que compartimenten la ciudad para que sus cientos de miles de soldados puedan controlar esos sectores. Para ello están cercando barriadas y comunidades que no han podido ser tomados por asalto por sus tropas regulares y paramilitares.
Ya lo han hecho en el distrito bagdadí de Adamiya, que hoy semeja una gran prisión al aire libre, cercada por enormes bloques de hormigón que se instalan a un ritmo de 2.000 por semana. El Ejército norteamericano va más lejos: está vallando 10 de los distritos más violentos de Bagdad y empleando tecnología biométrica para comprobar la identidad de algunos de sus residentes. Lo llaman "comunidades cerradas".
Las tropas estadounidenses, equipadas con escáneres biométricos, podrán crear un censo de habitantes al tener sus huellas dactilares y datos del iris del ojo. Son 10 los distritos destinados a convertirse en zonas cerradas, dijo el general John Campbell, número dos del Ejército en Irak. Muros similares existen en Faluya, al oeste de Bagdad, y en Tal Afar, en el norte de Irak. Los militares sostienen que han tenido éxito en esas ciudades. No es la primera vez que se utiliza el sistema. En Vietnam, fracasó.
¿Creen acaso estos estrategas de la muerte, que encerrando entre muros a la gente dominarán el clamor de la mayoría de la población que las encuestas ponderan en un porcentaje superior al 80 por ciento, que rechaza esta ocupación militar?
Arabia Saudita construye un muro de concreto de seis metros de altura a lo largo de su frontera de 900 kilómetros con Irak, para “impedir el ingreso de terroristas, contrabandistas, traficantes de armas e inmigrantes ilegales”. La obra incluirá un muro doble con 135 accesos controlados electrónicamente, sensores ultravioleta para detectar intrusos situados sobre sus bordes, sensores subterráneos para detectar ondas radiales y alambrados de púas a lo largo de su frontera con Omán, con los mismos objetivos.
En 1990, India comenzó en1990 la construcción de un muro de 550 kilómetros que la separa de Cachemira, con la intención de proteger a la nación de ataques de milicianos paquistaníes. La valla, tuvo un costo de 3 mil 700 millones de dólares y está compuesta por una doble cerca de alambre de púas de casi cuatro metros de altura. Para hacerla aún más inexpugnable, India instaló mil quinientos kilómetros de cables electrificados.
Egipto ha comenzado a levantar un muro de hormigón a lo largo de los 12 kilómetros de linde con la franja de Gaza, en una medida preventiva para evitar nuevos intentos palestinos de reventar la frontera. El nuevo muro, de tres metros de altura, estará equipado con torres de vigilancia para controlar cualquier movimiento en ambos lados de la frontera y evitar un éxodo como el que tuvo lugar en enero pasado, cuando cientos de miles de palestinos cruzaron durante dos semanas el paso de Rafah después de haber hecho explotar el muro.
El Muro de Marruecos. Este nuevo Muro de la Vergüenza, la mayor construcción humana después de la Gran Muralla China, divide en dos el Sahara Occidental.
Una profunda herida de más de 2.700 kilómetros atraviesa el desierto, una gran barrera que separa a las familias saharauis. Este crimen contra la Humanidad sigue desafiando al mundo con sus minas, su alambre de espinos, sus fosos, armas, municiones y soldados, ante la indiferencia de la Comunidad Internacional.
El 14 de noviembre de 1975 el territorio del Sáhara Occidental fue cedido por España a Marruecos y Mauritania por medio del llamado Acuerdo Tripartito, al que distintos dictámenes de Naciones Unidas no reconocen validez alguna.
Un muro al que el escritor uruguayo Eduardo Galeano describe de la siguiente manera: “Y nada, nada de nada, se habla del Muro de Marruecos, que desde hace 20 años perpetúa la ocupación marroquí del Sáhara occidental. Este muro, minado de punta y de punta a punta vigilado por miles de soldados, mide 60 veces más que el Muro de Berlín”.
Estamos en presencia de un contraste brutal. Los muros de la guerra fría eran para no dejar salir. Los de la globalización son para no dejar entrar.
Erigir estos muros monumentales constituye ni más ni menos que el reconocimiento del fracaso de la inteligencia . Esconder el problema, dilatarlo, meter las pelusas bajo la alfombra no soluciona nada...
¡Cómo hacer entender a nuestros líderes mundiales, a los gobiernos, a las organizaciones internacionales y a sus funcionarios, que la globalización que se hace necesaria en un mundo emergente, solidario y humanista como el que se busca, solo lo encontraremos en una sociedad donde no existan estos muros malditos sino solo puertas para entrar y salir tantas veces como se quiera…!
Vivimos días de crisis, éstos muros no son sino grandes miedos, grandes cobardías. Miedo del poderoso a perder su poder, miedo al pensamiento ilustrado, a la solidaridad humana, a la libertad y a la justicia.
Tantos miedos, tantos muros….
Hay que terminar con estas bardas infames y hacer murallas de paz. A este respecto, me sumo al gran mensaje de la canción del Grupo Quilapayún, compuesta en base a los versos del poeta cubano Nicolás Guillén, que dicen:
"Para hacer esta muralla tráiganme todas las manos / los negros, sus manos negras / los blancos, sus blancas manos. // Una muralla que vaya / desde la playa hasta el monte / desde el monte hasta la playa, / allá sobre el horizonte..."
Abramos la muralla a la paloma y al laurel. Al corazón del amigo. Al mirto y la yerbabuena. Al ruiseñor en la flor.
Hay que cerrar la Muralla “al sable del coronel, al diente de la serpiente, al veneno y al puñal...”
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