lunes, 4 de diciembre de 2006

PINOCHET, NO TE MUERAS NUNCA


Las noticias de hoy nos dicen que Pinochet, el tirano, el homicida, el ladrón y traidor, está siendo sometido a sus 91 años a una operación al corazón donde el riesgo de muerte es del cincuenta por ciento. De esa sala de operaciones saldrá pronto, quizás en las próximas horas, vivo o muerto.

Me apresuro pués a ecribir estas líneas y a extractar de mi memoria episodios, retazos de recuerdos y emociones que aún son frescas, para tener la satisfacción personal y moral de negarle, como él hizo con el pueblo chileno la sal y el agua hasta el último minuto. Ni perdón ni olvido.

Pero para decir lo que quiero, para expresar elocuentemente mi actual estado de ánimo, debo necesariamente recorrer las páginas de mi memoria e ir encadenando los hechos que justifiquen mis decires.

Me remonto pués, para empezar por algún lado al ataque a las torres gemelas, considerado el acontecimiento más importante del siglo y que ha traído posiblemente también la secuela de dolor y horror más impactante de la década, a la luz de lo que sabemos de la guerra de Irak, donde todo un pueblo se encuentra sometido a una acción invasiva que ha generado división y guerra interna destrozando la sociedad y la seguridad de las familias.

Menciono este hecho fundamentalmente porque todo ocurrió un 11 de septiembre, fecha muy sensible para los chilenos, quienes ese 11 de septiembre de 1973 no pudimos visualizar la magnitud de la tragedia que significaría para el país, para las familias y la totalidad de los chilenos la cruenta traición a la patria de los cuerpos militares que se confabularon para tomar el poder, derrocando y asesinando al Presidente constitucional Salvador Allende Gossen.

La noticia de la inminente finalización de la vida de Pinochet, nos mueve ahora, 36 años después, a reflexionar sobre esta triste coincidencia para reactivar la memoria herida y no permitir espacios de amnesia de esta candente cuestión a quienes nos sucedan.

La historia nos dice que los pueblos adquieren conciencia de los fenómenos sociales únicamente cuando estos persisten en el tiempo. Si la ocurrencia de un escándalo es breve pronto cae en el olvido. Por eso era tan importante que el dictador Augusto Pinochet no desapareciera tan pronto de la escena noticiosa nacional e internacional y que todo lo que se pudo decir y escribir en estos años sobre la escalada de sucesos que enmarcan esta tragedia moderna lo sigamos haciendo hasta el último minuto, mientras se encuentra vivo y aún permanecen incólumes muchos de los tentáculos de los poderes fácticos que sostuvieron en las sombras el poderío de su nefasto régimen.

El fenómeno Pinochet no ha terminado y de seguro seguirá siendo después de muerto el cominillo de otra generación.

Su imágen empezó a desmoronarse al momento de su detención en Londres, por acción vindicadora de Tribunales no chilenos que perseguían delitos de lesa humanidad. Ahí comenzó otra etapa, en especial para los que todavía defendían su honorabilidad y su obra política. Para ellos, el héroe que luchó contra la invasión ideológica marxista junto a los gallardos soldados y puso una mano firme en la conducción errática del país, para luego de cumplida su misión retirarse a gozar de una merecida tranquilidad en sus años de vejez, empezó a desdibujarse en el tiempo y en el espacio.


Desde ese tiempo nadie duda que su gobierno fue el resultado de intereses foráneos que pusieron dinero y poder en manos de un grupo de soldados y civiles disidentes y oligarcas ambiciosos para desembarazarse de Allende. Que el tirano se construyó a la medida una Constitución de pacotilla. Que la dictadura fue de las más cruentas de que se tiene memoria en el mundo moderno. Que hubo mucha gente, la que ahora lo defiende, que ganó dinero y granjerías y que el mismísimo Tata, era el jefe de la familia de ladrones más caracterizados de los últimos tiempos.

Ahora nos tocará vivir y ser testigos del último capítulo de esta tragedia. A partir de este momento, salvo la información de su deceso, ya nada será noticia halagueña, positiva o edificante para su vida y obra personal, porque se han derribado todas las murallas y ahora el sol penetra en el cuarto oscuro libremente.

Nos quedan años para conocer los laberintos por donde se urdió y caminaron los astutos criminales y asesores gubernamentales que fijaron las políticas para apoderarse del país. Día a día la crónica nos trae la información de las intrigas que ocurrieron a nuestras espaldas. Allí están cayendo los espías y mercenarios que confiesan su ligazón con los asesinatos del régimen. Allá está el abultado listado de los asesinos de uniforme y sus informantes civiles que purgan culpas en las cárceles y regimientos a lo largo y ancho del territorio; y más allá, meditan temblorosos aquellos subalternos y secretarios que saben que un día cualquiera les llegará su turno..

Han quedado al descubierto los escándalos y negociados de las grandes transnacionales comprometidas, los especuladores, personajes y agentes económicos nacionales que hicieron quebrar la economía artificialmente para provocar el sisma del desabastecimiento que justificó el golpe militar de 1973, luego traspasar la riqueza de Chile al sector privado y despojar al país de sus industrias estratégicas para su peculio personal. Ya se tienen noticias de las pesquisas y descubrimienos de los tribunales internacionales donde los numerosos delitos de la policía secreta de Pinochet ya no son un misterio para nadie. Los muertos venerados y desaparecidos por más de un cuarto de siglo están saliendo de sus agujeros secretos para señalar a sus asesinos. La prensa se atreve a hablar. Los países desarchivan su información reservada y confidencial celosamente guardada por décadas. El anciano de los últimos años ahora no es el arrogante patriarca que conocimos durante más de dos lustros. Ya no hay vestigios del “Tata”. La mayor parte de los miembros de la Junta de Gobierno están muertos o no quieren tratos con él. Sus antiguos generales están presos, en fuga o pronto a ser procesados en alguna de las alrededor de 300 querellas que existen en Chile contra su antiguo Jefe y líder, o en las varias Causas criminales de numerosos países que están pidiendo urgentemente su extradicción. Lo mismo pasa con sus ex Ministros y hombres de confianza El todopoderoso gobernante que fue capaz de sojuzgar por 25 años a Chile con altanería, por años encerrado en su cubículo de Bucalemu es solo un pobre viejo insano con problemas de conciencia, con ficha policial de estafador y ladrón que ahora se debate entre la vida y la muerte.


Pero aún muriéndose sigue siendo noticia como antes.

Así ocurrió luego de su ascenso como General y Comandante en Jefe del Ejército de Chile, determinado por el Presidente constitucional Salvador Allende el 23 de Agosto de 1973, a quien luego traicionaría. También cuando encabezó el Golpe de Estado el 11 de Septiembre de 1973 “para liberar al país del yugo marxista”;

Luego, como Jefe Supremo de la Nación el 27 de Junio de 1974, donde suspendió inmediatamente la Constitución Política, disolvió el Congreso y prohibió los partidos políticos y convirtió a Chile en un Estado policial;

Más tarde, como Presidente de la República, cuando así fue designado por Decreto de la Junta Militar que él mismo presidía, bufonada ocurrida el 17 de Diciembre de 1974. En esos siete años de feroz dictadura recrudeció la cruel campaña represiva contra todos los elementos izquierdistas, donde miles de personas fueron arrestadas y torturadas y centenares de ellas ejecutadas sumariamente .

Fue noticia mundial cuando se autodesignó Presidente Constitucional el 11 de marzo de 1981, jurando respetar la nueva Constitución de reciente cuño, amañada por sus parciales y decidió “por el bien del país” hacer graciosamente otro período de gobierno por ocho años más;

Todo Chile rió y de ahí salieron cientos de chistes cuando se autoascendió a Capitán General, cargo que solo ostentaba el Libertador de Chile y Padre de la Patria Bernardo O’Higgins y otorgado anteriormente” por gracia” a José de San Martín, general argentino por su gesta libertadora en favor de Chile. Hasta el día de hoy la prensa recuerda cómo y cuándo se inventó la figura legal que lo dejaría después de Senador Vitalicio.

Causó indignación e impotencia cuando pocos días antes de dejar el cargo promulgó la ley de amnistía para escapar junto a sus secuaces de todos los crímenes cometidos. Cuando eludió una y otra vez la acción de la justicia para los militares acusados de crímenes de sangre mientras era otra vez Comandante en Jefe del Ejército y gozaba de la inamovilidad de su famosa y amañada Constitución y tenía como ejecutor judicial y velador de la barbarie de las tropas al ex Auditor General del Ejército Fernando Torres Silva, ayer enjuiciado y para quien se pedían diez años de presidio pero que gracias a su astucia y amistades hoy goza del beneficio de la libertad.

Fue también primera plana cuando dejó en la estacada a su hombre de confianza y ejecutor de sus órdenes de exterminio, el fatídico General Contreras, alias El Mamo, preso como autor de la muerte del Canciller Letelier en USA, responsable directo de cientos de ejecuciones sumarias y con pedido de extradicción pendiente para Argentina.

Lo mismo cuando al interior del Ejército y por casi diez años, surgían corporaciones ilícitas entre los oficiales que generaron estafas y muerte por venganza como ocurrió con el caso de la “Cutufa”, donde ya aparecía implicado el después notorio criminal Mayor de Ejército Alvaro Corbalán, hoy condenado por horripilantes crímenes mientras era Jefe de la policía secreta de Pinochet y para quien se pide cadena perpetua...

Cuando es designado por unanimidad “candidato único” a la presidencia de la República por sus socios de la Junta de Gobierno en Agosto de 1988; Cuando se resiste a creer y aceptar que el pueblo chileno, pese a todas las trampas para torcer la voluntad popular y al indisimulado apoyo de Nixon y su super asesor el tenebroso Kisinger, le dijo NO en el plebiscito del 5 de Octubre del 88. Cuando finalmente el 10 de marzo de 1990 se ve obligado a terminar con la usurpación del poder político y deja la Moneda entre abucheos.

Cuando ordenó como Comandante en Jefe del Ejército los movimientos de tropas, “ejercicios de enlace” los llamaron, para presionar al Gobierno a raíz de descubrirse las estafas al Estado de Chile y al propio Ejército de su hijo Augusto, alias El Loco, en el caso conocido como los “pinocheques”; el “boinazo” los llamó el decir popular.

Cuando dejó la Comandancia en Jefe del Ejército después de 25 años, récord mundial de permanencia en un solo grado, tomando en cuenta que la carrera funcionaria y militar en Chile es solo de treinta años. Cuando fue arrestado en Londres el 16 de octubre de 1998, requerido por el asesinato de españoles en Chile, por una orden internacional de detención por genocidio, terrorismo y torturas dictada por el Juez Garzón.

Cuando regresó a Chile el 2 de Marzo del 2000, después de 503 tres días de permanecer en el Reino Unido, en medio de la euforia de sus partidarios. Mientras está en Bucalemu y evita ser filiado como todos los delincuentes comunes del país. Mientras gasta millones de dólares en comprar los más caros e inescrupulosos abogados chilenos y extranjeros, dinero que nadie podría justificar pero que todos sospechamos de donde proviene.

Esté enjuiciado, se haga el enfermo, sea que vaya de compras, sea declarado loco peligroso, medio loco o loco-sano, como pareció ser el criterio permanente del circo propio administrado por la Corte de Apelaciones de turno que vió su caso, se esté muriendo en un hospital como parece ser ahora Pinochet siempre estará en primera plana..

Para quienes amamos a Chile, creemos en la democracia y deseamos para el país un pronto desarrollo de su alicaída conciencia social, recuperación de su postración moral y desprestigio a nivel mundial de sus organismos de justicia , que nos han dejado como legado 30 años de Pinochetismo, es importante que su recuerdo, sus desaciertos, sus traiciones a la patria y al pueblo chileno, sus crímenes y abusos contra la humanidad, su régimen corrupto que aún tiene secuelas entre políticos, altos Jueces, ex ministros de su gobierno, ex-generales y otros sicarios que vemos a diario en la prensa procurando tender un manto de cínico olvido sobre la tragedia del Chile actual, aún prosigan un poco más, para que esta lección permanezca en el tiempo y en la memoria histórica de la humanidad, como ha ocurrido ya antes con algunos pueblos que han tenido su Calígula, su Hitler, su Idi Amin , que viene a ser como la conciencia colectiva de que nunca otra vez debe repetirse el modelo, que solo deja muerte, desolación, odios y profundas heridas morales y psicológicas en las generaciones venideras, sin nombrar a quienes vivimos tan tristes sucesos.

Por eso, hay que dar gracias a Pinochet por no haberse muerto aún, para que la historia recoga estos testimonios de vida y los hijos de nuestros hijos tengan a la vista la podredumbre de un sistema que fue capaz de poner de rodillas a los chilenos, de desactivar todas sus instituciones, de crear un nuevo y odioso orden, de aceptar ser mandados por un tiranuelo incapaz y torpe que dirigía un ejercito inepto para sobreponerse a estas conductas disociadoras y de tornarlo de un estado de respeto y tradicional admiración del pueblo, en una maquinaria de tortura, persecución ideológica, terrorismo de Estado, exilio, pérdida de la nacionalidad y relegación de compatriotas, instalación de campos de detención y miles de ejecuciones sumarias de las que son directamente responsables . Así como lo son, del uso y abuso ilegítimo de los estados de excepción y de guerra, y de la utilización de las armas que se les confiaron para la defensa del país y que dispararon inmisericordemente contra el pueblo desarmado..Y sobre todo, por haber avalado desde 1973 hasta 1990, con su accionar de conjunto con la razón que otorga el poder absoluto y la fuerza de las armas, junto a la tortura institucionalizada, el período dictatorial más largo y cruento de la Historia de Chile.

Hoy, hay que decir gracias Pinochet por ser tan mentiroso y vil para inventar el Plan Zeta, hoy en el olvido, pero que fue la justificación apenas iniciado el gobierno dictatorial para detener, torturar y ejecutar en cada ciudad, pueblo, villorrio y aldea del país a los detractores del nuevo régimen, bajo la observancia de que estos “eran enemigos del pueblo que planeaban asesinar a sus autoridades y notables”. Tan falso era este plan ejecutado minuciosamente por los servicios de inteligencia castrense en la etapa conspirativa anterior al golpe militar, que nunca se pudo probar un solo caso por parte de los Tribunales Militares, que eran los únicos que veían los casos llamados de terrorismo, (lease asesinatos de inocentes), que correspondiera a lo expresado en esta falacia del pomposo Plan ZETA. Después vinieron las otras mentirillas y carajetadas del régimen de facto como la denuncia de la prensa hablada y escrita, desde luego manipulada por el estado militarista, del llamado “caso de los 119”, que correspondió a la orquestada campaña del ya desprestigiado gobierno militar ante el resto de las naciones, que debía de alguna manera responder a la presión internacional por las denuncias y atropellos a los derechos humanos, de los muertos y desaparecidos.

En esa época, junto con denegar el ingreso a la Comisión Investigadora de la ONU, inventaron que estaba establecido que 119 de los desaparecidos presuntamente asesinados por la DINA, “estaban vivitos y coleando”, en países vecinos, matándose entre ellos por pugnas de poder y organizándose en guerrillas que habían sido detectadas y desbaratadas por gobiernos amigos. El 12 de Junio de 1975, el Diario La Segunda, decía en primera pagina ”dos mil marxistas” de los llamados desaparecidos, reciben instrucción en Argentina...que se organizaban en guerrillas y muchos de ellos ya habían sido detectados intentando penetrar al país por los pasos cordilleranos de Talca. Esta orquestación de la prensa controlada, estuvo meses hablando y concientizando al sufrido pueblo chileno sobre este “siniestro Plan Rojo ”. Incluso se mencionaba como aval de credibilidad publicaciones extranjeras, entre ellas la revista brasileña “O’Día”, y la argentina “LEA”. Después se pudo probar que estas publicaciones solo tuvieron una efímera existencia y luego desaparecieron y que eran parte del montaje de camuflage de la dictadura chilena para la gran farsa que ya se venía orquestando como “Plan Cóndor”entre los años 1976 y 1983, que no era más que la asociación criminal de las policías secretas de los regímenes militares del Continente, Argentina, Brasil, Bolivia , Uruguay, Chile y Paraguay, socios con patente de corso para las prácticas del terrorismo, genocidio y torturas, para deshacerse de los enemigos comunes y prestarse protección mutua ante la investigación y censura a sus reiteradas violaciones a los derechos humanos que el mundo asombrado no terminaba de comprender en su exacta y terrorífica magnitud.

En Chile nadie nunca esperó que Pinochet fuese extraditado a ninguna parte. No porque fuera inocente, ya que ni él ni sus abogados lucharon por demostrar su inocencia, lo que en el
fondo representa una confesión implícita. No porque no lo merezca, porque si existe en este instante un supercriminal en libertad es justamente Pinochet., sino porque todas las batallas legales de sus abogados, han sido para desarmar el juicio arguyendo vicios e inexactitudes de forma del proceso, para junto con el invencible miedo que aún suscitaba el ex tirano entre estos jueces complacientes con los poderosos, permitir como lo han logrado, que no cumpla prisión efectiva por su responsabilidad en torturas, muertes, desapariciones, secuestros, violaciones de mujeres indefensas, raptos, magnicidios y cualquier cosa que se quiera poner, porque la dictadura no dejó ningún delito del código penal sin practicar hasta la saciedad.

Esto, que constituye una vergüenza e indignidad para los jueces y abogados defensores y para el mismo Pinochet, le dá la razón a la prensa internacional y a las organizaciones de derechos humanos de todo el orbe, que en su oportunidad y con mucha antelación nunca creyeron en las razones expuestas por el Gobierno de Eduardo Frei y los Partidos de derecha de Chile, así como el propio Ejército, que defendían el mejor derecho de juzgar a su connacional en la propia patria. Ellos sabían, como lo comprendían muy bien todos los chilenos de corazón bien puesto, que son tales los intereses y compromisos existentes, así como las presiones y amenazas de los poderes fácticos en las sombras que aún conserva el proceso pinochetista, que era prácticamente imposible esperar justicia. A lo sumo, como sucedió, esa simulación sincronizada y casi perversa de todos los poderes del Estado, esa falsa aseveración que “en democracia todo funciona” y finalmente esa acomodaticia conformidad tan a la chilena, de que “nada más se puede hacer, porque se ha hecho todo dentro de lo posible”...

En estos momentos finales, hay que darle gracias a Pinochet, por ser un traidor de tomo y lomo, al alzarse en armas contra un Gobierno Constitucional, conspirar con sus congéneres de las otras ramas armadas y finalmente atacar la sede de Gobierno y asesinar a sus ocupantes incluido el Presidente de la Republica, que por más que digan y traten de justificar como suicidio, nadie logra creerlo dada la ferocidad del ataque, la sistemática negación a que el cuerpo de Allende fuese examinado post mortem por expertos internacionales, el ocultamiento y posterior vigilancia militar de su tumba por años para impedir exhumaciones, la poco creíble versión de que con un AKA de las características señaladas alguien pueda ponérsela bajo el mentón, a menos que use los dedos de los pies para gatillarla, el imaginable uso de la tortura y la amenaza para quienes pudieron ser testigos y la coacción psicológica para ellos y sus familias, junto a la consecuente cobardía moral de estos últimos para desdecirse en el tiempo de sus dichos de aquel día, hacen inverosímil para muchos esta versión que se ha “vendido” como histórica, pero de la cual como tantas otras cosas y muertes, como la del Ministro José Tohá, de algo más de un metro ochenta de estatura, que se habría suicidado con una corbata de una manilla de una puerta en el Hospital Militar, la del ex Presidente Eduardo Frei Montalva, de una operación de hernia al hiato. etc, hechos que ninguna autoridad competente de ayer o de ahora quiere investigar ni pretende profundizar.

Y hay que decirle gracias, infinitas gracias Pinochet, por dejarnos entrever ese perfil de cobarde que todos presentíamos, y que es rasgo común de todos los tiranos, cuando eludió sistemáticamente toda su responsabilidad del proceso de la dictadura donde él era el Jefe máximo, no solo del país y por tanto Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas sino del Ejército en particular donde, en su megalomanía nunca nombró sucesor, cuando expresa que “jamás ha mandado matar a nadie” y que si hubo muertes éstas son de exclusiva responsabilidad de los comandantes de las Guarniciones”

También el país ahora sabe como Pinochet, quien se jactaba que bajo su gobierno no se movía una hoja sin que él lo supiera, ha negado saber respecto de las presunciones y acusaciones directas que lo sindican como autor intelectual de los alevosos asesinatos cometidos por personal a su mando en territorio argentino del ex Comandante en Jefe del Ejército Carlos Prats y su esposa, poco tiempo después del golpe militar contra el presidente Salvador Allende, al igual que el atentado del ex Vicepresidente de la república Bernardo Leighton en Italia, el asesinato del Canciller de Allende Orlando Letelier en USA, de quien Pinochet era subordinado directo y al que según el escritor mexicano Carlos Fuentes, “el general se ofrecía incluso a ponerle el abrigo a “su ministro” o a cargarle el portafolios por el pasillo” y a quien hasta 24 horas antes del golpe reiteró hasta el cansancio su absoluta lealtad tanto al Presidente Allende como su disposición de defender al Gobierno legítimamenete constituido.

Estos hechos que ayer eran negados, hoy son casi indesmentibles.Todos estos genocidios y espantosos asesinatos no pudieron sino ser ordenados por el propio Pinochet. Solo faltó el debido proceso, pero todos sabemos como todos los involucrados ponen palitos en el camino para impedir que los casos sean juzgados. A nadie parece interesarle la verdad. Todos prefieren que Pinochet muera en su cama y no en una cárcel extranjera, como sería su natural destino, a falta de voluntad de la justicia chilena.

Nadie mueve un dedo a sabiendas que esa es la verdad. ¿Que han dicho de ésto ésto los altos mandos del Ejército. Qué opinión les merece que un Comandante en Jefe a quien defienden y algunos aún idolatran esté acusado de ordenar matar a su superior, otro General de Ejército y por añadidura Comandante en Jefe del Ejército de Chile. De robar al Estado chileno, de apropiarse de fondos reservados del Ejército, de tener cuentas secretas de millones de dólares en el exterior bajo nombres falsos. Silencio.

Nadie dudaba que si era extraditado a España, Garzón, por la contundencia de las pruebas en su poder y la clara violación de los derechos humanos y magnicidios debidamente probados donde era autor intelectual, lo iba a dejar de por vida tras las rejas de una celda..

El mundo sabe ahora, cómo en Inglaterra recurrió rastreramente a la tabla de salvación que le otorgaba el trato de su caso por razones humanitarias y a su “delicado estado de salud” para evitar ser extraditado a España y también al fingimiento o exageración de “sus achaques propios de la edad” para conseguir clemencia de los jueces y ser considerado un anciano decrépito casi agónico y poder regresar a Chile, donde sabía que nunca podría ser juzgado ni condenado.

El Informe Retting:
Todos saben que ese informe fue un documento muy valioso porque antes de él no existía ninguna cifra comparativa que diera una pauta de los horrores y secuelas de la reciente dictadura. Por el contrario, se sabía de torturas, de ejecuciones y desapariciones por todo el país y nadie ignoraba que no existían registros ni estudios de estos casos. Más aún, era evidente que el Gabinete de Identificación ni la policía y menos las fuerzas armadas deseaban que se supiera la magnitud de estos actos criminales

¿Cuánta gente murió, fué torturada, sufrió detenciones injustificadas, debió huir del país, fué destrozada en el desierto, en las montañas, en los lagos, en los ríos y en el mar salvajemente para esconder sus cuerpos en estos diecisiete años?

El informe, que fue voluntario, no pudo recoger toda la verdad, solo parte de ella . El temor fisico y psicológico a la natural venganza de los sicarios del régimen y sus miles de espías y mercenarios, muchos de ellos del lúnpen, principales causantes de las listas negras que circularon por todo Chile, con los nombres de los sindicalistas, comerciantes, empleados públicos sospechosos de ser “rojos”, solo hizo que un pequeño grupo denunciara los atropellos de que había sido objeto su familia. Los más valientes, los más desesperados, los que ya no tenían mucho que perder
.
Solo 3.400 casos fueron presentados a la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación, compuesta por ocho distinguidos ciudadanos, que por iniciativa del Gobierno del Presidente Aylwin, presidió el preclaro abogado don Raúl Retting .

La estadística del horror para una población de quince millones fue la siguiente
:
2.094 muertos
1.102 desaparecidos,
193 ubicados
909 paradero desconocido
104.000 torturados
500.000 violaciones a los derechos humanos
1.000.000 detenidos maltratados


Otras fuentes tanto nacionales como internacionales, arrojan que fueron mas de 30.000 los chilenos que tuvieron que exiliarse.Se emigraba para evitar la prisión y la tortura y en definitiva para salvar la vida.

El prestigioso magazine australiano “FOR HIM”, que se tiene a la vista, el No. 10 del 10 de Febrero de 1999, en su pagina 76 y en la columna con el encabezado de “Mundo de Bastardos” muestra la fotografía y el historial de quienes considera los mayores bastardos de la humanidad. Allí esta primero Idi Amin Dada, Presidente de Uganda entre 1971-79, quien al ser depuesto tenía aún en su refrigerador restos de las cabezas de sus depuestos Ministros, a quienes se comía, pues era caníbal : muertos a su haber: 150.000; después
viene Adolf Hitler, Fuhrer de Alemania entre 1921- 44: muertos a su haber: 47.000.000; luego Mao Zedong, Chairman de China entre 1949 – 76 ; muertos a su haber 2.000.000. Después viene Augusto Pinochet, Presidente de Chile entre 1973 - 89. Muertos a su haber: 70.000 y finalmente, Pol Pot, Primer Ministro de Cambodia entre 1975 –79. Muertos a su haber: 2.000.000.


No podemos saber si estas cifras son reales, pero sí se puede suponer legitímamente a la luz de los decubrimientos e investigaciones actuales que no fueron solo tres mil muertos en Chile. Tampoco que los desaparecidos, los torturados, las violaciones a los derechos humanos y los detenidos maltratados del informe Retting correspondan a la realidad. De hecho estas cifras solo fueron proporcionadas por la iglesia, que recogió estas quejas de forma espontánea. Suponemos eso sí que no menos de cinco millones de habitantes del país sufrió en carne propia esta brutal e injustificada represión de la dictadura militar. De lo que podemos dar fe es que Pinochet se ha ganado con creces estar en el recuadro de los mayores bastardos del mundo. Otras publicaciones que hemos logrado leer, sitúan cifras entre siete mil a 12 mil asesinados por la dictadura en todos esos años y hemos escuchado entrevistas radiales de labios de connotados políticos chilenos que hablan de diez mil muertos.
Hay mucho que decir, hay mucho que callar y hay mucho que llorar.

Quienes nos encontramos en otros países, especialmente aquellos que se encuentran en la diáspora de ser exiliados, saben mejor que nadie que la patria a la que aman no es solo una bandera ni un himno, sino la suma aproximada de nuestras vivencias, de nuestras infancias, de nuestros sueños, de nuestros cielos, de nuestros maestros, de nuestros paisajes, de nuestros amigos, de nuestro lenguaje, de nuestras cocinas y de nuestros amores

Quizás algún regresen definitivamente a ella, quizás nunca lo hagan.

Por todo ésto, en esta hora undécima te decimos Gracias Pinochet, siempre estarás presente en nuestro pensamiento, en nuestras pesadillas, sobre todo jamás te olvidaremos. Que sigas insano al sitio donde irás, que ha sido tu pasar permanente. No se explica de otra forma que hayas ordenado matar a tantos contrarios, a sus mujeres, a sus hijos, a quienes llevaban en su vientre. Que ordenaras esconder sus cuerpos, que los lanzaran al mar aún vivos después del corte alevoso propinado por un valiente soldado con su corvo en su estómago, para ser pasto de los peces.

Te recordaremos aunque nunca una calle lleve tu nombre ni nadie te levante una estatua Augusto José Ramón. Pero igual pasarás a la historia como el general que ordenó a su ejército matar más chilenos que extranjeros.

Que sigas con diabetes en el infierno, con esa neuropatía diabética, que dicen que hace perder sensibilidad a los dolores en los miembros, pero que va acompañada de fuertes dolores de cerebro.
Quizás entonces,ya que hasta aquí no lo hiciste, te de por pensar como sufrían los torturados políticos, sus familias, sus deudos y miles de obreros del campo y la ciudad que eran acribillados a mansalva por soldados drogados por sus jefes y enloquecidos bajo consignas falsas, que los enterraban aún con vida en sus torturados cuerpos.

El deseo sincero de muchos era que no te murieras nunca Pinochet, porque eso nos ha servido para alimentar nuestro odio a la babarie humana, nuestro desprecio a los tiranos y para mantener viva en la memoria colectiva el grado de perversidad y cobardía que puede alcanzar el ser humano, cuando es guiado por el odio, la ignorancia, la pusilaminidad y el desprecio de la vida ajena, cuando se tiene de su lado la fuerza de las armas, el apoyo de políticos corruptos y la impunidad que otorgan leyes dictadas por los intereses de las minorías privilegiadas. Gracias en fin, amargas gracias por este baño de sangre inocente, para así poder enseñar a las futuras generaciones, a nuestros hijos y ellos a los suyos, que esta pesadilla nunca debe volver a ocurrir sobre la faz de la tierra.




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