domingo, 13 de abril de 2014

CUANTO MÁS ALTO ELPEDESTAL, MÁS FUERTE El COSTALAZO. AMÉN

‹‹Si un hombre yace con su hermana hija de su padre o de su madre y ve su desnudez y ella la de él, serán exterminados en presencia de todo el pueblo.›› (Levítico 20:17).

Un certero axioma del refranero popular, señala que tal manida frase que utilizamos en el título, se refiere a quienes han trepado al poder usando engaños, mentiras y artimañas sin tener los valores éticos y morales suficientes, mediante prácticas abominables y gansteriles que más temprano que tarde desembocan en un salto al vacío, una caída inevitable y repentina, más fuerte y dolorosa justamente por la altura del pedestal que usurparon. Tal parece ser el destino de la Iglesia fundamentalista Católica de nuestros días, que se presenta ante la opinión pública invocando una dignidad y una estatura moral que no posee ni se ha ganado y cuya figura no es ya el trono de Roma, otrora un símbolo de la espiritualidad, sino una especie de ente fantasmal patético, tambaleante y blanqueado de cal, que como se dice expresó una vez el Jesús histórico, esconde al igual que las lápidas mortuorias, solo fetidez y pudrición de los cadáveres que yacen en su interior.

Y no estamos hablando de sus antiguos pecados, crímenes, estafas a la fe pública y magnicidios, de su enriquecimiento ilícito a costa de la ignorancia de la gente ni de la pedofilia que corroe sus filas desde antiguo y que alcanza hasta sus más altas dignidades. Tampoco del grado de degeneración de decenas de sus pontífices, que cegados de ambición y soberbia de poder, cayeron en apostasía, adulterio, sodomía, robos al patrimonio de la iglesia y actividades criminales de toda índole, sin omitir el homicidio.
Ni estamos recordando en esta ocasión los millones de seres humanos inmolados en su salvaje lucha por imponer su dios trinitario, sus fatídicas Cruzadas o la siniestra Inquisición, que sumieron al mundo en un baño de sangre y en quince siglos de cinismo, fanatismo, retroceso de la cultura y terror sicológico en tantas generaciones, que hasta hoy transmiten a sus hijos la falacia que hay un Dios en el cielo que tiene reservados a los pecadores un infierno donde sus almas se retorcerán en sufrimientos infinitos y eternos.

Qué, además de este infierno, sitio en el cielo que la iglesia aseguraba era una especie de caldera hirviente y azufrosa donde tales almas en pena arden eternamente en medio de espantosos sufrimientos, lo que involucra la novedad que tal alma que se supone inmaterial, invisible e insípida, al igual que el humano sufre dolor, estrés y agonía moral igual que el cuerpo humano, inventó un purgatorio y un limbo, entidades de tránsito donde esta entelequia llamada alma y a veces espíritu, paraban por un tiempo mientras el ejército celestial examinaba sus antecedentes, medidos bajo la regla fijada por el catolicismo.

Por supuesto si llegaban allí almas de personas de otras religiones o ateos no tenían cabida y su destino era seguir viaje directo al infierno. Este Purgatorio era solo católico, algo así como los cementerios, exclusivo para los católicos que pagan durante toda su vida el derecho a nicho para que los restos de sus seres queridos descansen en tierra bendita. La garantía ofrecida por la sagrada Iglesia Católica, Apostólica y Romana era que de acuerdo a su trato con el Dios único y verdadero, compromiso misterioso que los creyentes no podían poner en duda, pagándole a la iglesia dinero contante y sonante y donándole predios y valores, los jerarcas de la iglesia, Obispos y Cardenales y el propio Papa, decían tener el poder de interceder ante Dios para acortar los plazos de sufrimiento de sus familiares difuntos, para disuadir la cólera de Dios, siempre a flor de piel, y se supone, para que la cuota de azufre, que tanto daño le hace a las almas, se aplicara entonces, merced y de acuerdo al donativo, en una cantidad muy escasa, de forma que los familiares resultasen bendecidos por cuotas azufrosas que no provocaban dolor. Se da por descontado que este trato privilegiado, nunca podía llegar a las almas cuyos familiares no tenían dinero para comprar esta franquicia celestial y que, dependiendo del donativo, este elemento azufroso de procedencia diabólica que usaban los ángeles de Dios para martirizar a estas almas en tránsito, variaba.

Si el dinero era abundoso, menos azufre. Si era escaso, la cantidad del material no podía asegurarse que no produjera dolor. Solo podía ser un dolor intermedio. Y en el caso del Limbo, una especie de purgatorio numero 2, que ni siquiera aparece en las llamadas escrituras sagradas, solo decretado por sucesivos mandatos de Concilios de la Iglesia, que le parecieron conveniente para llenar un vacío de la Biblia, parecido al pabellón de infecciosos de los hospitales, no fue sino otra invención exclusiva del catolicismo (ahora los falsificadores vaticanos ya la han cambiado) para extorsionar a los dolientes de este tipo de enfermos, más sensibles y por ende quizás más generosos.

Estaba destinado a los enfermos mentales o con parálisis cerebral; también a los fetos, cigotos y embriones producto de abortos provocados; nonatos que no llegaron a nacer por parto normal y que fallecieron en el vientre materno sin bautizarse y por tanto quedaron en pecado original. Limbo creado con la clara finalidad de extorsionar sicológica y moralmente a la mujer, haciéndole parecer directa responsable de homicidio de estos embriones incompletos y culpable de pecados morales incalificables al aceptar el aborto en cualquiera de sus formas.
Y también, servía para explicar algo que Dios pareció olvidar y no lo dictó en la Biblia. Que estos embriones, cualquiera sea la causa de su malformación o motivo para no nacer normalmente, también eran criaturas de Dios a quienes dotó como a todos de un alma y por lo tanto, por esta omisión bíblica estas almas estaban errantes.

Y siendo así, se suscitaba la cuestión que los sacerdotes no sabían explicar que sucedía con ellas, si se iban o no al Purgatorio o directamente al Infierno; y si era lo primero, los deudos reclamaban que no era justo que les aplicasen la ración de azufre recalentado a estos restos, pues eran almas inocentes y vírgenes, puras, sin pecados porque no alcanzaron a tener vida. Y si iban a ir derechamente al Infierno, pues era claro que el alma de nadie que muera se va al cielo, sino solo al Purgatorio esperando el Día del Juicio Final, para ser destinada al Infierno o al Cielo, según los sabios pensadores eclesiásticos, era más injusto todavía por una cuestión elemental, que efectivamente aquellos que no llegaron a nacer sí tenían un Pecado a su haber, el Pecado Original, que fue instaurado....por Dios.

Por tanto había dos cuestiones a las que dar respuesta, discutían los más sesudos doctores religiosos en los Concilios. Limpiar la responsabilidad de Dios e impedir que la gente le tachase de injusto y sin criterio por eso de insuflarles un alma y luego a sabiendas que no nacerán, aplicarles su Ley del pecado original y condenarlas sin más a sufrir e irse al Infierno. Lo segundo era buscar un lugar donde irían a parar estas almas de no nacidos, locos y descerebrados. Así nació el Limbo, además que era una buena idea para conseguir más ingresos materiales a la Santa Madre Iglesia, con las donaciones objeto de las indulgencias.

La pérdida de la presunta alma que podrían tener estos restos embrionarios producto de un aborto natural o provocado y la antigua discusión si locos o enfermos mentales, con parálisis cerebral, nonatos y cigotos pueden poseerla, le dio a la Iglesia Católica una magnífica ocasión para no desperdiciar la chance de refregar su mítico odio misógino, esa inveterada política del catolicismo extractada de la propia Biblia y de los conceptos que el Dios judío adoptado por el cristianismo tenía del género femenino, de desmerecerla, acomplejarla en su calidad pensante y de rebajarla a la categoría de animal doméstico, para uso sexual, hacer las comidas y el aseo de la casa, como lo fueron todas las mujeres de los patriarcas bíblicos, quienes además disponían de sus vidas, con derecho para matarlas, venderlas como esclavas, servidoras sexuales o desterrarlas según fuesen sus pecados.
No olvidemos que ya tempranamente, en el Génesis 16 y de palabras expresadas directamente de Dios tenemos la primera manifestación machista registrada en la historia de la humanidad: “A la mujer le dijo: Multiplicaré tus sufrimientos en los embarazos y darás a luz a tus hijos con dolor. Siempre te hará falta un hombre, y él te dominará."

¿Y cómo saltarse u olvidar algunas sentencias que aparecen en esta Biblia, que serían palabras inspiradas de Dios, que todos comentan pero pocos leen, menos aún los cristianos, como estas joyitas que acoplo a continuación?
‹‹Si una joven se casa sin ser virgen, morirá apedreada.›› (Deuteronomio 22:20, 21).
‹‹Si un hombre yace con otro, los dos morirán.›› (Levítico 20:13).
‹‹Si un hombre toma a una mujer y a la madre de la mujer, se les quemará a los tres" (Levítico 20:14).››
‹‹Si un hombre yace con su hermana hija de su padre o de su madre y ve su desnudez y ella la de él, serán exterminados en presencia de todo el pueblo.›› (Levítico 20:17).
‹‹Si un hombre yace con una mujer durante su menstruación y descubre su desnudez, ambos serán borrados de en medio de su pueblo.›› (Levítico 20:18).
‹‹Si alguno comete adulterio con la mujer de su prójimo, morirán los dos, el adúltero y la adúltera.›› (Levítico 20:10).
‹‹Si alguno yace con la mujer de su padre, morirán los dos. ›› (Levítico 20:11).
‹‹Si un hombre yace con su nuera, los dos morirán.›› (Levítico 20:12).
‹‹Y la hija del varón sacerdote, si comenzare á fornicar, á su padre amancilla: quemada será al fuego.›› (Levítico 21:9).
‹‹Y cualquiera que tuviere cópula con bestia, ha de ser muerto; y mataréis á la bestia.›› (Levítico 20:15)
‹‹Cuando algunos riñeren juntos el uno con el otro, y llegare la mujer del uno para librar á su marido de mano del que le hiere, y metiere su mano y le trabare de sus vergüenzas; le cortarás entonces la mano, no la perdonará tu ojo.›› (Deuteronomio 25:11-12)
‹‹El Señor les ordenó a Moisés y a Aarón que les dijeran a los israelitas: “Si algún hombre tiene un derrame seminal, tal derrame es impuro, lo mismo que el hombre, ya sea que su órgano sexual emita el flujo o que el flujo obstruya el órgano.”. ›› (Levítico 15:1-3).

Estas son solo algunas frases compiladas en el tercer libro de Moisés llamado Levítico, que dan cuenta del estricto grado de pureza exigido por este Dios y las penas, todas de muerte que arriesgaban los infractores. Estoy absolutamente seguro, que si estos mandamientos de Dios, se hicieran efectivos al pie de la letra entre los feligresas que asisten a las misas dominicales hoy en día, habría que asesinar domingo a domingo a muchos de los asistentes y a la mayor parte de sus sacerdotes, aplicándoles como indica la sabia Biblia, inmediata muerte pública por apedreamiento, quemarlos en la hoguera purificadora, o a lo menos, como se señala, cortarle a más de uno manos, piernas, o sacarle un ojo, como una forma de tener a Dios siempre contento.

Les fue imposible a los antiguos escribas judíos que inventaron este mito, crear un Dios impoluto, carente de defectos humanos, sino que le achacaron sus propios defectos y costumbres, sus escasos conocimientos astronómicos, su visión tan opaca de lo que es o debe ser un ente divino, celestial, del que se espera sabiduría, dulzura y bondad inagotable. Por eso este Dios que estaban inventando resultó un ser errático, cruel, vengativo e inseguro de sus decisiones, de tantos nombres como monjes, escribas judíos e iluminados intervinieron en las interpolaciones durante las centurias que se demoraron en incorporar las antiguas leyendas babilónicas, mitos y deidades egipcias y de otras culturas, resultando esta Biblia grotesca solo en un espejo de sus propios mezquinos valores, propios de su sociedad pastoril. Por tanto, no resulta extraño que las historias, casi todas pertenecientes a otros cultos de la antigüedad que se achacaron a este nuevo Dios, incorporaran este maltrato a la mujer, muy en boga en esa época oscura. ¿Qué de curioso tiene entonces, que en el pasaje temprano donde se explica la relación de Dios con Abraham, se describa a éste como un sujeto egoísta, materialista, astuto y malicioso, que no vaciló en vender a su mujer para su provecho personal, ya que su acción no tenía relación alguna con el cometido que Dios le encargó? Hago aquí expresa aclaración a esos fanáticos de países tercermundistas, especialmente islámicos, que en su enajenación e intolerancia no solo creen que este personaje existió, sino que le achacan una santidad que nunca tuvo, que solo me remito a repetir lo que los creadores de estos pasajes escribieron.

Estamos hablando de pasajes bíblicos extractados directamente de esta Biblia inspirada por Dios, relativa nada más ni nada menos que al gran Patriarca Abraham, el primer profeta de las religiones judía, cristiana y musulmana, a quien Dios eligió personalmente para hacer un pacto con él, que incluía su deseo de convertirlo en el origen de un pueblo del que sería su Dios y al que le daría la tierra de Canaán como posesión perpetua. No estamos inventando diálogos ni interpretando antojadizamente lo que aquí se expone, solo citamos y establecemos lo que se dice textualmente. Abraham estaba casado con Sarai (Sara), que además de ser su hermana por parte de padre, situación ya enteramente inmoral, penalizada en la Biblia como acotamos más arriba, que desde luego lo hacía no elegible para esta confianza de un Dios que se supone es intachable, era estéril. Me detengo un momento aquí para comentar esta elección de Dios, que se supone debía recaer en un hombre justo y de sólidos principios y que debía ser fundador de una casta selecta, escogida de entre los más notables mortales de su tiempo.

Pero ya vemos que se había casado con su propia hermana, que además no podía tener descendencia. ¿Entonces cómo esperaba este Dios que Abraham fundara tal nueva casta de hombres justos y buenos representantes de su poder en la tierra, si además de su situación moral concupiscente e impúdica su mujer estaba impedida de tener hijos?
Esta condición impúdica del patriarca del cristianismo queda claramente esbozada en el Génesis 12,10-19 donde se expresa que éste, cuando se fue a Egipto enviado por Dios, cuando estaba por llegar, es decir antes de entrar a las ciudad, dijo a su mujer: “Di, por favor que eres mi hermana, a fin de que me vaya bien por causa tuya”.

Sara, según el relato bíblico era muy hermosa y Abraham, astutamente decide aprovechar esta hermosura que desatará pasiones en provecho suyo. Teme además que en el afán de poseer a su esposa, lo maten. (Gen. 12: 10.20). Es decir es un cobarde de tomo y lomo.
Efectivamente dice la Biblia que allí no uno, sino varios príncipes de Egipto codician a Sara, pero que fue el propio Faraón de Egipto quien la hizo su concubina, mientras Abraham seguía repitiendo que era su hermana y de hecho se lucró, ya que el faraón trata muy bien a Abraham, lo recibe en su Corte y le dio según la costumbre ovejas y ganados, asnos y asnas, siervos y siervas y camellos.
Evidentemente aquí se muestra que Abraham ofreció a su esposa, negoció su valor y la entregó al mejor postor que fue el Faraón, consiguiendo pingües ganancias.

Lo curioso de este relato es que Dios, que desde luego todo lo sabe, guarda ominoso silencio y solo después que este hecho se ha concretado y pasan meses, quizás años, pues la Biblia no se preocupa de estos detalles, un buen día entra en cólera contra el Faraón de Egipto y lo maldice por esta actitud de tomar por mujer a una que ya está casada. En ese momento le entra a Dios un arrebato de moralidad y se siente indignado, pero asombrosamente su enojo no es con Abraham que fue el verdadero gestor de este acto incestuoso sino contra quien vino a resultar víctima del timo planificado por el avaricioso e inescrupuloso Profeta.
Así, el Faraón resulta maldecido por el encolerizado Dios y Abraham y su séquito deben abandonar Egipto.
12:17 Más Jehová hirió a Faraón y a su casa con grandes plagas, por causa de Sarai mujer de Abram. 12:18 Entonces Faraón llamó a Abram, y le dijo: ¿Qué es esto que has hecho conmigo? ¿Por qué no me declaraste que era tu mujer?
12:19 ¿Por qué dijiste: Es mi hermana, poniéndome en ocasión de tomarla para mí por mujer? Ahora, pues, he aquí tu mujer; tómala, y vete.
12:20 Entonces Faraón dio orden a su gente acerca de Abram; y le acompañaron, y a su mujer, con todo lo que tenía.

Pero, al parecer Abraham, que resultó muy rico en bienes y dinero en esta estafa cometida conscientemente contra el Faraón, con el tiempo, debió trasladarse por orden de Dios al país de Neguey, donde reinaba Abimalec, por lo que decidió volver a usar la misma táctica, es decir mostrar a su hermosa mujer diciendo que era su hermana y ofrecerla a algún principal para que la tomase y conseguir una buena dote, animales y tierra, como se acostumbraba que el desposado debía otorgar a la familia de la novia.
Tal cual ocurrió en Egipto, el monarca se siente atraído por la esposa de Abraham e intenta casarse con ella. Pero dejemos que esta historia la cuente la misma Biblia:

20:1 De allí partió Abraham a la tierra del Neguev, y acampó entre Cades y Shur, y habitó como forastero en Gerar.
20:2 Y dijo Abraham de Sara su mujer: Es mi hermana. Y Abimelec rey de Gerar envió y tomó a Sara.
20:3 Pero Dios vino a Abimelec en sueños de noche, y le dijo: He aquí, muerto eres, a causa de la mujer que has tomado, la cual es casada con marido
20:4 Mas Abimelec no se había llegado a ella, y dijo: Señor, ¿matarás también al inocente?
20:5 ¿No me dijo él: Mi hermana es; y ella también dijo: Es mi hermano? con sencillez de mi corazón y con limpieza de mis manos he hecho esto.
20:6 Y le dijo Dios en sueños: Yo también sé que con integridad de tu corazón has hecho esto; y yo también te detuve de pecar contra mí, y así no te permití que la tocases.
20:7 Ahora, pues, devuelve la mujer a su marido; porque es profeta, y orará por ti, y vivirás. Y si no la devolvieres, sabe que de cierto morirás tú, y todos los tuyos.
20:8 Entonces Abimelec se levantó de mañana y llamó a todos sus siervos, y dijo todas estas palabras en los oídos de ellos; y temieron los hombres en gran manera.
20:9 Después llamó Abimelec a Abraham, y le dijo: ¿Qué nos has hecho? ¿En qué pequé yo contra ti, que has atraído sobre mí y sobre mi reino tan grande pecado? Lo que no debiste hacer has hecho conmigo.
20:10 Dijo también Abimelec a Abraham: ¿Qué pensabas, para que hicieses esto?
20:11 Y Abraham respondió: Porque dije para mí: Ciertamente no hay temor de Dios en este lugar, y me matarán por causa de mi mujer.
20:12 Y a la verdad también es mi hermana, hija de mi padre, mas no hija de mi madre, y la tomé por mujer.
20:13 Y cuando Dios me hizo salir errante de la casa de mi padre, yo le dije: Esta es la merced que tú harás conmigo, que en todos los lugares adonde lleguemos, digas de mí: Mi hermano es.
20:14 Entonces Abimelec tomó ovejas y vacas, y siervos y siervas, y se los dio a Abraham, y le devolvió a Sara su mujer.
20:15 Y dijo Abimelec: He aquí mi tierra está delante de ti; habita donde bien te parezca.
20:16 Y a Sara dijo: He aquí he dado mil monedas de plata a tu hermano; mira que él te es como un velo para los ojos de todos los que están contigo, y para con todos; así fue vindicada.
20:17 Entonces Abraham oró a Dios; y Dios sanó a Abimelec y a su mujer, y a sus siervas, y tuvieron hijos.
20:18 Porque Jehová había cerrado completamente toda matriz de la casa de Abimelec, a causa de Sara mujer de Abraham.

Como queda claro, Abraham es un sinvergüenza y estafador de alto calibre, que utiliza la amistad de Dios en su provecho y que no vacila en prostituir a su esposa con el único objeto de conseguir ganancias. Y que Dios, que se supone conoce de antemano todo lo que vendrá y por lo tanto sabe que Abraham actuará de tan triste manera, se convierte en su cómplice, al seguirle el juego y permitir esta inmoral oferta de su Patriarca, tan degradante para su mujer, que es utilizada como cebo sexual.

La Biblia pues, en estos escritos de sus autores materiales e intelectuales, nos muestra la calaña de los profetas de Dios, pues relata no solo la pobreza moral y espiritual en este caso de Abraham considerado el creador de la doctrina judía y el primer profeta de esta religión y luego de la cristiandad y el credo musulmán, sino que igualmente relata claramente los vicios, degradaciones y bajezas de los otros profetas que se muestran irónicamente hasta con orgullo, como la sucesión de Jesús de Nazareth, que trataremos en otros capítulos.

Como hoy se sabe, la Iglesia ha manipulado todos los textos sagrados. Jamás ha mostrado los originales. Y las Biblias existentes, y hay varias, son solo copias de copias, traducidas una y otra vez desde idiomas distintos y por ende no encontramos uniformidad en ellas. Por tanto se supone que sus escribas han suavizado estos relatos, los han acomodado para que no resulten tan fuertes y grotescos a los ojos de los lectores avezados, para minimizar el impacto de los crímenes y aberraciones que allí aparecen cometidos con gran bajeza e injusticia directamente por este ser al que denominan Dios y sus secuaces. No obstante estos filtros y gracias a la modernidad, la prensa global y el uso masivo de internet por la población mundial, aún podemos detectar las incongruencias, ignorancias supremas, falacias y tergiversaciones de todos estos escritos, tanto en el llamado Viejo como en el Nuevo Testamento. En el caso de Abraham que examinamos, pudimos concluir que este sujeto no era de los trigos más limpios de aquellos tiempos y para nada podemos creer que amaba a su esposa como luego se afirma. Solo la utilizaba como ramera, seguramente contra su voluntad y la ofrecía al mejor postor y ello no pudo ser solo las dos veces que relata la Biblia, sino que debió ser una actitud constante hasta que ya no sirvió para tal efecto. Además, Abraham tuvo otras esposas y concubinas bajo su mismo techo. De estas uniones vinieron según la Biblia todas las genealogías siguientes y suponemos que nadie puede tragarse el cuento que se relata, que a los 90 años Sara tuvo como hijo a Isaac, de donde continuó la progenie hasta Jesús.

Y si realmente en algún momento Sara procreó, lo más seguro es que fue con alguno de sus numerosos amantes, más jóvenes y vigorosos que el centenario Abraham. Ese mito bíblico del patriarca antediluviano Matusalén y otras gentes de la época, de que vivieron varios siglos y murieron a edades muy avanzadas ya ni siquiera la Iglesia sigue defendiéndolo. Y si lo hace, es para justificar que hubo equívocos de los primeros escribas al traducir tales edades de una lengua a otra. Claramente estas edades de Noé, Matusalén y otros patriarcas de que habla la Biblia es una falsedad y la Iglesia no ha podido sino compungirse y reconocer que no funcionó allí la inspiración divina. De todos los longevos patriarcas del Antiguo Testamento, Matusalén es el más longevo. En el mismo capítulo del Génesis que presenta a Matusalén, nos encontramos que Adán vive 930 años; Set 912; Enós 905; Quenán 910; Mahalalel 895; Yéred 962; Lámec, padre de Noé, sólo 777. Y el propio Noé, es el segundo en la lista con sus 950 años de vida. Por supuesto, la Biblia no menciona ninguna mujer longeva, ni importante, ni guerrera, ni sobresaliente o conductora de los pueblos.

La ciencia es tajante al respecto, de todas las osamentas encontradas cuya data es de miles de años atrás, las pericias arrojan que murieron a temprana edad, no más allá de 45 años, porque se ha establecido fehacientemente que los hombres de los primeros tiempos vivían poco, por las inclemencias naturales, enfermedades y pestes y la voracidad de las fieras salvajes. Y la cuestión de afirmar como lo hace la Biblia, que las mujeres se embarazaban siendo ya ancianas es una irrelevancia científica, solo dable en las leyendas fantasiosas como usualmente aparecen en las mitologías griegas, babilónicas y otras más antiguas y nadie en sus cabales podría tomar esto en serio, al igual que la edad alcanzada por estos sujetos bíblicos.
Esta es una de las razones por qué la Iglesia prohibió y penalizó ferozmente con la excomunión y la muerte a quienes leyesen la Biblia por casi diecisiete siglos. No le convenía que el pueblo se ilustrase de primera mano de la clase de hombres que eran estos sujetos, a quienes la iglesia veneraba. Había que esconder a cualquier precio que la sucesión de Cristo no pasaba de ser una pandilla de pedófilos, criminales y estafadores.

Y que sus Papas solo eran caudillos políticos y delincuentes sedientos de poder que estrujaban al pueblo y vivían a su costa cargándolos de impuestos. Había que evitar que la gente se percatase que la mayoría de los cuentos que este Libro les endilgaba, no pasaban de ser leyendas y mitos en boga en esos siglos, que venían de otras culturas, de otras religiones, que además de ser falsos, traían consigo historias fantásticas, irreales, ilógicas, propias de esa época supersticiosa e ignorante, que daba crédito a la cultura mágica, de la que son representantes todas las religiones.

Como señalamos, la lectura de la biblia fue prohibida durante siglos, en realidad a partir del Papa Inocencio II a través de la prohibición "occultis conventiculis" en el año 1199 y en los sínodos de Toulouse, Francia (1229) y de Tarragona, España (1234) se prohíbe la posesión de traducciones en lenguas laicas. Incluso en 1486 el arzobispo de Maguncia prohíbe su lectura bajo pena de herejía. Y la herejía se pagaba con la muerte contra quien ose leer, citar o imprimir alguna copia o traducción de la Biblia.
Luego cuando las Biblias se publicaron en distintos idiomas y estuvieron al alcance de cualquier persona, además de hacer lo imposible para desprestigiar y encarcelar a tales imprenteros, la iglesia católica no escatimó esfuerzos para orquestar desde sus Concilios y púlpitos, que los escritos sagrados solo podían ser comprendidos por los sacerdotes, porque tales escritos contenían parábolas y significaciones que un lector común no entendería. Es decir, toda la gente era para la Iglesia, simplemente imbéciles. Solo la clase sacerdotal, tenía la sapiencia y la capacidad de descifrar lo que escondía cada frase y entregar su correcto significado.

Y por ello crearon el Catecismo, que son las enseñanzas que los fieles conocen, pues nunca han leído de verdad la Biblia, resumen vergonzoso que disimula y tergiversa su contexto y rescata solo lo que a la Iglesia le conviene mostrar. Y cómo naturalmente se producen contradicciones entre lo que dice la Biblia y lo que expresa el maquillado Catecismo, estos avezados monjes tienen explicaciones preparadas que sacan a relucir según sea la cultura del creyente que duda. Si este no queda conforme con la respuesta adoptan dos técnicas infalibles.
Le dicen al tipo que es un misterio, es decir una razón que solo le corresponde a Dios; qué los humanos deben acatar su voluntad y creer ciegamente en sus designios, sin detenerse a pensar ni reflexionar, o bien, que tal dislate lo dice La Tradición, otro pilar fundamental de la fe, que es otro invento de la Iglesia, al que le han entregado la misma importancia de la palabra de Dios, es decir lo que se supone que el mismo Dios dictó personalmente a Moisés, tradición que tiene la ventaja de ser la historia de la Iglesia, escrita y protagonizada por ellos mismos, de la cual no hay copias externas, donde los falsificadores vaticanos tienen absoluta libertad para torcer lo que dicen las llamadas escrituras sagradas, colocando impúdicamente en boca de algún patriarca, frases y conclusiones, interpolaciones que avalan los escritos del Catecismo versus La Biblia, para justificarse ante los fieles y creyentes de estas evidentes incongruencias.

Quizás, el fraude más destacado de estos escribas vaticanos, de los cientos que tiene a su haber, fue lo que se conoce como La Donación de Constantino (Latín: Donatio Constantini), que es un decreto imperial apócrifo atribuido a Constantino I, según el cual al tiempo que se reconocía como soberano al Papa Silvestre I, se le donaba la ciudad de Roma, las provincias de Italia y todo el resto del Imperio romano de Occidente, creándose así el llamado Patrimonio de San Pedro. La "Donación de Constantino" indicaba que el papa Silvestre I había recibido del emperador romano Constantino I el derecho de gobernar la ciudad de Roma y sus alrededores de la misma manera que un monarca temporal, sosteniendo además derechos del Papado para intervenir en los asuntos políticos de Italia y del Imperio Romano de Occidente, así como de una sucesión de territorios adicionales (Grecia, Judea, Tracia, Asia Menor, África), formando así una autoridad religiosa dotada de poderes gubernamentales.

La Donación de Constantino fue mencionada por vez primera en una comunicación del Papa Adriano I a Carlomagno, a inicios del siglo IX, pero fue utilizada en un documento oficial recién a mediados del siglo XI cuando textos de la "Donación" son citados por el Papa León IX, como argumento para requerir a Miguel I, Cerulario, patriarca ortodoxo de Bizancio, que debía reconocerse la sujeción del Imperio Bizantino a la sede papal de Roma en tanto solamente a ésta correspondía la jefatura universal del cristianismo.
En ese requerimiento de León IX se informaba a Miguel Cerulario que los derechos del Papado no surgen de simples rumores o costumbres sino de la "Donación de Constantino", documento emitido por Constantino el Grande. Posteriormente, en las querellas entre el Papado y el Sacro Imperio Romano Germánico, la "Donación" sirvió como argumento para justificar el "derecho" del Papa a gobernar territorios en Italia y conducirse como un monarca efectivo de esos territorios, que fueron conocidos como Estados Pontificios.

En este falso documento, Constantino explica su conversión al cristianismo, reverencia al papa Silvestre como el vicario del hijo de Dios y a él y a sus sucesores como el representante del príncipe de los apóstoles, y para asegurarles su alta misión les confirió todos los honores imperiales y la primacía sobre el resto de las iglesias del mundo. Además da al papa el Palacio de Letrán y el derecho a usar la diadema y las insignias imperiales clámide de púrpura, túnica escarlata, cetro y otras prendas de poder imperial, así como el poder de crear patricios y cónsules y por fin la soberanía temporal sobre Roma, Italia y todo el occidente, explicando además, que él traslada su Corte y el poder imperial a Constantinopla, porque no le parece justo, que donde el emperador celestial ha instituido el principiado de los sacerdotes, el emperador terrenal ejerza su poderío.

Además Constantino agregaba que por respeto a San Pedro, había desempeñado junto a Silvestre el oficio de escudero, llevando la brida de su cabalgadura, en señal se vasallaje. Esta estafa de dimensión universal de la Iglesia católica de la que jamás ha mostrado arrepentimiento y que si hoy se le pregunta al respecto guarda desdeñoso silencio, y que curiosamente parece que no aparece en el Catecismo ni se menciona como ejemplo en su famosa Tradición, fue un documento que desde luego se usó ladinamente siglos después, cuando el paso del tiempo produjo el necesario olvido y la amnesia de varias generaciones y desde luego, acorde a su tradicional alevosía y premeditación, cuando sus protagonistas yacían bajo tierra, la dotó de un poder terrenal inconmensurable.

Pudo engañar a los reyes e imperios de la época, cobrar diezmos a todos sus habitantes, amañar a su antojo matrimonios reales y manejar la política en todos estos gobernantes ignorantes y crédulos y realizar impunemente su política de exterminio a sus enemigos políticos y sus campañas de destrucción de otras religiones con cruzadas, guerras y persecuciones sangrientas hasta concretar su proyecto estrella, la funesta Inquisición vaticana, dándole al mundo un baño de sangre, de odio y vileza en nombre de su Dios, sumergiendo a las sociedades en la más negra ignorancia durante casi 17 siglos, período bastamente conocido cómo la Edad Oscura de la Humanidad.

Cualquiera que lea la historia de como se gestó el Tesoro de Pedro y de cómo la Iglesia gobernó media Europa con sus Estados Pontificios y sus artimañas políticas, podrá darse cuenta como esta falsificación de Constantino sirvió luego de modelo a otras estafas de la Iglesia como el protocolo que Pipino utilizó en Ponthion para recibir al Papa. En los años siguientes (755-756) los ejércitos francos cruzaron los Alpes y derrotaron a los lombardos entregando al Papa los territorios del antiguo ducado de Roma y el exarcado de Rávena, el llamado Patrimonio de Pedro, el origen de los Estados Pontificios.
A causa de la invasión lombarda, que comenzó en 568, Rávena pasó a ser la sede del exarcado imperial y del gobernador bizantino de Italia. Al frente del exarcado estaba el exarca, representante del emperador, que asumía tanto el poder civil como el militar dentro del territorio que se extendía por la costa adriática de Italia desde Venecia en el norte hasta las Marcas. El Abad de St. Denis, Fulrad, en representación del rey de los francos, depositó las llaves de todas las ciudades conquistadas en la tumba de San Pedro, así como el documento oficial de la entrega de las mismas, que se guardó en los archivos de la santa iglesia romana.

De este modo la Donación, probablemente redactada poco antes del viaje del Papa a Francia, se convirtió en la base jurídica para la creación de los Estados Pontificios y los Papas la utilizarían muy frecuentemente como chantaje, para recordar a varios gobernantes sus obligaciones hacia Roma y para defender sus supuestos derechos temporales, a sabiendas que estos derechos eran inexistentes y la tal Donación una gran mentira.
Así Adriano I (772-795) recordó a Carlomagno la generosidad de Constantino con la Iglesia a través de la Donación y sus sucesores consiguen que Ludovico Pío reconozca la validez jurídica del documento (816). A mediados del siglo IX la Donación era ya considerada como jurídicamente vinculante y se incluía en las Decretales pseudoisidorianas. En el siglo XI, León IX y Gregorio VII, la utilizaban como derecho positivo plenamente exigible y todavía en el siglo XV (1433) Segismundo de Luxemburgo tuvo que reconocer su validez para ser aceptado Emperador.

A pesar del prestigio del papado desde que el documento fue mencionado mereció la sospecha de ser falso. Otón III , Rey de Alemania (983-1002) y Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, dice derechamente que el falsificador fue el diácono Juan Dedocortado y niega validez a las pretensiones imperiales de los papas.
También Federico II discutió su valor, pero la iglesia se defendió con ardor y en 1425 quemó por hereje en Heidelberg a Joahann Drandsdorf por poner en duda la validez del documento, asesinato papal del que todavía la Iglesia Católica en su soberbia, se niega a ofrecer disculpas. Otros muchos dudaron del documento, como Guillermo de Occam, Marsilio de Padúa, el Cardenal Nicolás de Cusa y sobre todo Lorenzo Valla, canónigo de Letrán y Secretario del Papa Calixto III, quién basándose en procedimientos críticos textuales (1440) y como experto en filología bíblica, demostró que el documento era una falsificación altomedieval.

Ello motivó que en los años y siglos siguientes, la Iglesia debió devolver por las buenas o presionada por estos reinos todos y cada uno de los ducados, tierras, castillos, provincias y posesiones que había malversado. No obstante, fiel a su inveterada política de ganar tiempo dejando que los hechos caigan en el olvido, la Iglesia nunca ha reconocido oficialmente este magno delito y la historiografía católica solo aceptó el hecho en la segunda mitad del siglo XIX.

En su obra más famosa. De Falso Credita et Ementita Constantini Donatione, Valla demuestra que la donación de Constantino es falsa y engañosa. Demuestra fehacientemente que el lenguaje utilizado por los falsificadores no coincide con el idioma que se utiliza en el momento en que la Donación de Constantino fue supuestamente escrita. Valla también señala una serie de imposibilidades lógicas que existen dentro del documento.

Pero esto es solo una disquisición, que posiblemente después retomaremos, pues en verdad el tema al que queremos llegar realmente, es referirnos a sus actuaciones del último siglo, que no ofrecen arrepentimiento ni aprendizaje de la iglesia de tan tristes experiencias y felonías, que demuestran fehacientemente su incapacidad para adaptarse a los nuevos tiempos. Establecer que aún creen como antaño, como lo hicieron en los primeros siglos, que pueden seguir sacando provecho económico y prebendas sustentando los miedos a los castigos divinos y la cólera de los dioses; entidad mafiosa que sigue recurriendo al engaño, la mentira y el doble discurso.

Veremos que todavía el asesinato sigue siendo su mejor argumento para eliminar a sus enemigos y de aquellos que osan descubrir la pudrición interna, destapar la olla de sus abominaciones o tratar de sacar a la luz sus prácticas de chantaje ideológico. Como demuestran sus actuaciones a través de los siglos, la jerarquía eclesiástica, conservadora y retrógrada, tiene terrores paralizantes hacia lo nuevo, lo creativo, lo innovador y a todo aquello que como el postulado científico, supone buscar respuestas nuevas a los problemas nuevos de la sociedad mundial.
La curia vaticana, ese grupúsculo de poder encerrada en su cápsula dorada, se siente más cómoda mirando hacia atrás con añoranza, hacia los buenos tiempos del medioevo donde con sus engañifas pudo congelar el pensamiento ilustrado y recrear el paisaje bíblico de la ignorancia astronómica, la aceptación de las supersticiones mas abismantes y la aplicación del terror, el castigo, la flagelación y la muerte por la hoguera a los infieles, a los pecadores, a los apóstatas, a los herejes, a aquellas almas inmundas que desafiaban el poder de la iglesia y la creencia en ese dios vengativo, cruel y homicida, al que adoran.

Esta opinión sobre una iglesia retrógrada en nuestros días, que pudiera considerarse interesada o fruto de una convicción personal de quien escribe, es en verdad compartida por muchos católicos y cristianos de todos los ámbitos, incluso al interior del catolicismo, donde impera una fuerte pugna entre diversas facciones que no están de acuerdo con las políticas vaticanas, la forma de enfrentar los desafíos ni las variantes de la liturgia tradicional, como fue el caso del Arzobispo católico francés Marcel Lefebre, (Q.E.P.D.) que en calidad de Superior General de los Padres Espiritanos, fue llamado por Juan XXIII para formar parte de la Comisión Central Preparatoria del Concilio Vaticano II.

Como se sabe, este Concilio ecuménico fue convocado por el Papa Juan XXIII en el otoño de 1962, pero como falleciera un año después, el 3 de junio de 1963, fue continuado por su sucesor Pablo VI, hasta su clausura en 1965. Lefebre, durante el Concilio fundó junto a Antonio de Castro-Mayer, Obispo de Campos, Brasil; Geraldo Proenca Sigaud, Obispo de Diamantina, Brasil; Carlo de Signi, Obispo de Italia, Obispo Casimiro Morcillo de Madrid; el Obispo Ruffini de Palermo, Obispo Florit y el cardenal Brownw O.P.; más el apoyo del perito Cándido Pozo S.J y la aprobación, entre otros del Cardenal Alfredo Ottaviani, Prefecto de la Congregación del Santo Oficio el Coetus Internationalis Patrum, Grupo Internacional de Padres, al que adhirieron en ese tiempo 250 Obispos, que no estaban acordes a las tendencias que a su parecer rompían con la Tradición bimilenaria respecto a la celebración de la misa y otras tradiciones de la Iglesia Católica e impulsaban un modernismo inconveniente dentro de su doctrina, acto condenado antes por anteriores papas como San Pío X y Pío XII.

Como estas discrepancias se agravaron, después de renunciar a su cargo de Superior General de su Congregación, fundó en Suiza la Hermandad Sacerdotal San Pío X, la que hasta la fecha no ha cesado de entregar formación sacerdotal a los miles de adeptos que ven en esta hermandad al verdadero catolicismo y a la real Casa de Cristo.
Desde 1970 la Fraternidad ha ordenado a 250 sacerdotes y a cuatro obispos en su centro Integrista suizo de Ecône, El arzobispo Lefebre y su movimiento fue perseguido por el Vaticano y muy particularmente por el entonces Cardenal Ratzinger, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Sus institutos fueron desautorizados y el propio Lefebre fue excolmulgado y luego los cuatro Obispos que él mismo ordenó. Efectivamente, el día 30 de junio de 1988, Lefebvre decidió consagrar cuatro obispos en el monasterio de Ecône, pese a la oposición explícita del Papa Juan Pablo II.
Tal afrenta al Vaticano constituyó todo un verdadero cisma en la Iglesia católica y fue la primera rebelión contra la autoridad papal en 115 años. Monseñor Lefebre fue sancionado por ello con el castigo más duro que un católico pueda sufrir: la excomunión en el año 1988. Años antes, en 1976, ya había sido suspendido a divinis (prohibición de celebrar los sacramentos) por Pablo VI.

En noviembre de 1988, Lefebre se negaba a negociar y emplazaba al Vaticano: “Yo colocaría la cuestión en el plano doctrinal. "¿Están de acuerdo con las grandes encíclicas de todos los Papas que les han precedido? ¿Están de acuerdo con la Quanta Cura de Pío IX, Immortale Dei, Libertas de León XIII, Pascendi de San Pío X, Quas Primas de Pío XI, Humani Generis de Pío XII? ¿Están ustedes en plena comunión con estos Papas y sus afirmaciones? ¿Aceptan todavía el juramento antimodernista? ¿Están a favor del reinado social de Nuestro Señor Jesucristo?
Si no aceptan la doctrina de sus predecesores, entonces es inútil hablar. Mientras no acepten una reforma del Concilio teniendo en cuenta la doctrina de estos Papas que les han precedido, no hay diálogo posible. Es inútil".

Por supuesto la Iglesia negó que existiera un cisma, solo reconoció la existencia de un problema de índole disciplinario, no dogmático, por cuanto los seguidores de la hermandad no han abandonado la Iglesia, pero aclaró que el hecho que no exista cisma formal no significaba que las excomuniones no sean válidas. Con fecha 21 de enero de 2009, para impedir la separación de este movimiento de la Iglesia, la Santa Sede publicó un documento en forma de decreto pontificio, en el cual se levanta la excomunión a los obispos consagrados, Tissier de Mallerais, Williamson, Fellay y de Galarreta.

A este respecto, la Conferencia Episcopal Suiza, país en el que monseñor Marcel Lefebvre estableció la Fraternidad, expresó mediante nota de 30 de enero de 2009, que los obispos consagrados en 1988 sin mandato pontificio, «a pesar del levantamiento de la excomunión, siguen suspendidos a divinis». Esto quiere decir que aunque dogmáticamente se cumplieron las normas para su ordenación y son realmente obispos, ellos se encuentran suspendidos, por lo que no pueden ejercer su ministerio legítimamente.
Poco después, el propio Ratzinger, ya como Papa Benedicto XVI, precisó este punto en una carta publicada el 10 de marzo de 2009 al decir lo siguiente: "Para precisarlo una vez más: hasta que las cuestiones relativas a la doctrina no se aclaren, la Fraternidad no tiene ningún estado canónico en la Iglesia, y sus ministros, no obstante hayan sido liberados de la sanción eclesiástica, no ejercen legítimamente ministerio alguno en la Iglesia”.

Actualmente, a pesar de las persecuciones y permanentes amenazas y presiones Vaticanas y de la muerte de su líder la Fraternidad sigue funcionando independientemente y cuenta para ello con: 3 obispos; 529 sacerdotes; 201 seminaristas; 82 oblatas; 166 hermanas de la Fraternidad (145 profesas, 13 novicias, 6 postulantes);104 hermanos de la Fraternidad; 98 pre-seminaristas; una Casa Central en Menzingen, Suiza; seis Seminarios internacionales, en Écone, Suiza; en Zaitzkofen, Alemania; en La Rioja, Argentina; en Goulburn, Australia; en Winona Estados Unidos; en Flavigny-sur-Ozerain, Francia;
161 prioratos en 14 distritos: África, Alemania, Argentina (América del Sur), Asia, Australia (Oceanía), Austria, Hungría y Chequía, Bélgica y Países Bajos, Canadá, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña (Reino Unido), Italia, México y América Central, Suiza y 3 Casas autónomas: España y Portugal; Europa del Este e Irlanda;
2 institutos universitarios, 90 colegios, 7 casas de asilo de ancianos, llegando a 63 países, recibiendo erogaciones y asistencia económica de diversas fundaciones simpatizantes y financiando sus actividades con el aporte y asistencia de a lo menos de medio millón de fieles a quienes atienden espiritualmente.

¿Si esto no es un cisma, un estado de rebeldía permanente, un desacuerdo doctrinal, qué es entonces?

Y qué decir de la Teología de la Liberación esa otra poderosa vertiente teológica disidente, parida también en el seno de la Iglesia Católica Latinoamericana tras el Concilio Vaticano II y la Conferencia de Medellín, Colombia en 1968, que busca una nueva opción preferencial por los pobres, asegurando que la salvación cristiana no puede darse ni permitirse sin que exista liberación económica, política, social e ideológica, como signos visibles de cambios en la dignidad del hombre.

Que aspira a la eliminación definitiva de la explotación del hombre por el hombre, de la falta de oportunidades e injusticias de toda índole tan marcadas en el mundo moderno. Una inspiración para este movimiento latinoamericano fueron los sacerdotes obreros europeos. El cardenal Emmanuel Suhard, de Paris, había fundado la "Misión de Francia" permitiendo a algunos sacerdotes trabajar en las fábricas para acercarse al mundo obrero. El célebre dominico Jacques Loew trabajó como descargador de barcos en los muelles del puerto de Marsella, así como el sacerdote Michel Favreau, muerto en un accidente de trabajo. En 1950 se publicó el libro del abbé Godin: "Francia: ¿tierra de misión?".

Sin embargo, los curas obreros fueron acusados de comunistas y denunciados en Roma por actividades subversivas. Eran los años en que una laica, Madeleine Delbrêl, hacía su experiencia entre los obreros de Ivry (autora de "Nosotros, gente de la calle" y "El Evangelio en los barrios obreros de París"). En 1954 Pío XII pidió a todos los sacerdotes obreros que regresaran a su trabajo pastoral anterior en las diócesis o se incorporaran a sus comunidades religiosas. Los sacerdotes obreros fueron rehabilitados en 1965 después del Concilio.
Otra inspiración para la teología de la liberación latinoamericana, aunque de fecha muy anterior, fue la lucha por los derechos civiles, que a su vez ganó derechos para los negros de Estados Unidos liderada por Martin Luther King (1929-1968). A su vez una teología de la liberación negra ha sido desarrollada por James H. Cone y otros.

En Sudáfrica se desarrolló una vigorosa teología de la liberación negra en la lucha contra el apartheid. En Asia la teología "minjung" (coreano: de la masa popular), o la teología campesina en Filipinas (expuesta por Charles R. Avila), han sido expresiones relacionadas con la teología de la liberación latinoamericana.
La teología de la liberación ha nacido en América Latina en un momento histórico determinado. Durante siglos América Latina no tuvo teología propia: importaba la teología que se fabricaba en Europa. Su teología era el reflejo de la europea. La dependencia de América Latina respecto al mundo rico, no sólo era económica y política, sino también eclesial y teológica. Sus ideólogos acuñan el término liberación, como toma de conciencia ante la realidad socioeconómica latinoamericana que señala que la situación de las grandes mayorías contradice el designio histórico de Dios de que la pobreza es un pecado social y de que no solamente hay pecadores, sino que hay víctimas del pecado que necesitan justicia y restauración.

Este nuevo enfoque, esta novedosa mirada de la Iglesia latina siempre influida por ideas foráneas, tan sin voz que hasta era denominada la Iglesia del Silencio, ante una realidad tan dolorosa de nuestras naciones siempre sumergidas en un agudo estado de subdesarrollo prendió con gran entusiasmo en las juventudes católicas, incentivó a muchos pensadores y teólogos a volcarse en el movimiento y prendió vivamente en millares de fieles y simpatizantes e incluso en el mundo evangélico durante los últimos cuarenta años.
Al fin la religión se ponía al servicio del hombre desamparado, del humilde, del campesino, de las víctimas de la barbarie del capitalismo. Los derechos del pobre son derechos de Dios (Éxodo 22:21-23, Proverbios 14:31,17:5. Jesucristo se identificó con los pobres (Mateo 5:3) y claramente dijo que quien se relaciona con el pobre, con el mismo trata y a él mismo acepta o rechaza, a tal punto que ese será el criterio principal abordado en el Juicio Final (mateo 25:31-46).

En la Conferencia Episcopal Latino Americana (CELAM) en Medellín, Colombia, en 1968 muchos oradores representantes de varios países habían coincidido en el compromiso de la Iglesia con los pobres. Dicho compromiso decían, refleja el sentir del Evangelio, vivido admirablemente por los santos de todas las épocas y enseñado insistentemente en el magisterio de Juan Pablo II. Sin embargo, la solidaridad con los pobres sigue siendo un aspecto de la fe rechazado u olvidado por muchos y en la práctica solo son palabras que se las lleva el viento. Uno de estos participantes era Ignacio Ellacuría Beascoechea, filósofo, teólogo, catedrático y escritor español naturalizado salvadoreño, quien realizaba una incansable actividad en España y El Salvador, donde integra desde 1968 el equipo rectoral y luego a rectoría, de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA).

Siendo además Director de la revista de Estudios Centroamericanos (ECA) publica muchos de sus artículos filosóficos, teológicos y políticos. Su famoso editorial "A sus órdenes, mi capital", ocasionó la retirada del apoyo económico del Gobierno salvadoreño a la UCA, provocando además una clara violencia paramilitar contra la Universidad. En marzo del 77 todos los jesuitas son amenazados de muerte y Ellacuria tiene su primer destierro. En 1979 se produce un Golpe de Estado de la Junta de Gobierno en El Salvador. Fracasa este intento y se desencadena una cruel violencia y guerra en el país.
Desde 1980, El Salvador vivirá una larga guerra civil de doce años, en los que la guerrilla se enfrentará permanentemente al Ejército Nacional. En 1980, es nuevamente desterrado por sus escritos francamente mediadores en esta cruenta guerra. Ya en 1981 Ignacio Ellacuría, planteaba abiertamente una solución pacífica y negociada del conflicto, bajo el principio cristiano de la Teología de la liberación de que todos somos hermanos, con amplia difusión en Europa donde se le escucha, pues en esos momentos España y Europa eran el lugar idóneo para expresar en alta voz las ideas pensamiento, para llegar a los centros de decisión y de poder internacional. Esto molestaba a mucha gente sobre todo de las derechas políticas y de la misma Iglesia conservadora y retrógrada. Son muchas sus actividades. En 1973 publica su libro Teología Política, obra que será editada posteriormente en inglés, en Nueva York. En 1975 participa en el homenaje a Karl Rahne uno de los teólogos católicos más importantes del siglo XX, muy asociado a una escuela de pensamiento emergente con aires de renovación teológica llamada Nouvelle Theólogie francesa , (Nueva teología ya ácidamente criticada por el Osservatore Romano, el órgano oficial del Vaticano), sintetizando en un ensayo las denominadas; "Tesis sobre posibilidad, necesidad y sentido de una Teología Latinoamericana".
En 1976, publica Freedom Made Flesh: The Mission of Christ and His Church. El año 1984 publica en España un libro que interpela a la Iglesia como institución: Conversión de la Iglesia al Reino de Dios, que levanta muchas voces en su contra.

Con Jon Sobrino, jesuita y teólogo español, firme partidario de la teología de la Liberación, funda la Revista Latinoamericana de Teología. (Hacemos notar que en el 2006, la Congregación para la Doctrina de la Fe, nombre moderno de la fatídica Inquisición Vaticana, emitió una notificación aprobada por el Papa Benedicto XVI para "llamar la atención acerca de ciertas proposiciones que no están en conformidad con la doctrina de la Iglesia presentes en las obras del P. Jon Sobrino. Tales proposiciones se refieren a cuestiones metodológicas y cristológicas. Sus obras cuestionadas son: Jesucristo liberador: lectura histórico-teológica de Jesús de Nazaret y La fe en Jesucristo: ensayo desde las víctimas. Básicamente la Congregación para la Doctrina de la Fe acusa a Jon Sobrino de falsear la figura del Jesús histórico al subrayar en demasía la humanidad de Cristo, ocultando su divinidad, prohibiéndole enseñar en instituciones católicas, retirándose el nihil obstat (visto bueno eclesial) a sus obras. Consecuentemente con la resolución de la Congregación de la Fe, las autoridades eclesiásticas quedan habilitadas para sancionar a Jon Sobrino con la prohibición de dar clases en centros eclesiales o de publicar libros sin permiso previo de la autoridad eclesiástica. Sobrino es profesor de la Universidad Centroamericana de El Salvador.)

En 1985, con monseñor Arturo Rivera y Damas, arzobispo metropolitano de El Salvador, cuyo servicio episcopal coincidió con la guerra civil del país, media para lograr la liberación de la hija del Presidente Duarte, secuestrada por la Guerrilla y de 22 presos políticos. Y, en 1986, sigue insistiendo en la necesidad de una salida negociada al conflicto civil de El Salvador. Con motivo del primer encuentro de religiones Abrahámicas celebrado en Córdoba, España en 1987, expresó públicamente la necesidad de encontrar una perspectiva y bases comunes para superar positivamente los conflictos. Su ponencia en aquel encuentro fue "Aporte de la teología de la Liberación a las religiones abrahámicas en la superación del individualismo y el positivismo".

A primeros de noviembre de 1989 Ellacuría recibía en Barcelona el Premio de la Fundación Comín, otorgado a la UCA de San Salvador, mientras el Gobierno de aquel país temía no poder frenar la presión de la guerrilla en la propia capital de San Salvador. En un impulso incontenible, Ellacuría adelantó su regreso a El Salvador sobre el 13 de noviembre, para intentar mediar una vez más en pro de la paz y la convivencia pacífica. Pero a esa altura de su vida, como portavoz de la Teología de la Liberación, dado su prestigio intelectual y su valiente denuncia de la situación del país como defensor de la liberación del pueblo y de las mayorías populares, se había granjeado no ya la enemistad sino el odio de algunos sectores financieros y militares y de otros poderes fácticos, que le amenazaron con insistencia para acallar su voz.
El 16 de noviembre de 1989 fue asesinado por un pelotón del batallón Atlácatl de las Fuerzas Armadas de El Salvador, bajo las órdenes del coronel René Emilio Ponce, en la residencia de la Universidad, junto con los jesuitas Ignacio Martín Baró, Segundo Montes, Armando López, Juan Ramón Moreno pardo y Joaquín López y López, convirtiéndose en unos de los primeros mártires del Movimiento a favor de la Teoría de la Liberación latinoamericana.

El jesuita y mártir Ignacio Ellacuría reclamaba una nueva civilización, la civilización de la pobreza, contrapuesta a la de la riqueza, puesto que ésta se ha revelado como un nuevo Moloch que devora a las personas y el planeta. Junto con Sobrino, comparan la muerte de personas en el mundo pobre, en el Sur, con el Siervo de Yaveh, y afirman que poseen una santidad elemental, jesuánica.
Pero innegablemente la influencia de las voces y las obras de otros hombres de iglesia, son las que masifican la nueva interpretación del cristianismo, siendo sus representantes más destacados los sacerdotes Gustavo Gutiérrez Merino, filósofo y teólogo peruano, domínico desde 1998, creador e iniciador y más bien el padre de la Teología de la Liberación. Fundador del Instituto Bartolomé de Las Casas en Lima, sacerdote a quien admiraba profundamente por su permanente defensa a los pobres e indígenas atropellados en sus derechos en el descubrimiento y conquista de América, en sus libros critica duramente el marco político que ha perpetuado la pobreza en América Latina.

Galardonado con el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades en el 2003, «por su coincidente preocupación por los sectores más desfavorecidos y por su independencia frente a presiones de todo signo, que han tratado de tergiversar su mensaje». Gutiérrez ha recibido además numerosos doctorados “honoris causa” como reconocimiento a su actividad teológica y humanista; entre otros, en las Universidades de Nimega (1987), Tubinga (1985), Friburgo (1990) y Yale (2009) por su trabajo social en los barrios de Lima y su estudio avanzado de la medicina y la Teología.
Para Gutiérrez, en América latina se vive un binomio no compatible. Mientras un pueblo profesa una inmensa fe en el Dios de vida, muere presa del hambre, la desnutrición, o la injusticia de un sistema hostil. Por un lado hay hambre de Dios, por otro hambre de pan. La pobreza no es una fatalidad, es una condición; no es un infortunio, es una injusticia. Es resultado de estructuras sociales y de categorías mentales y culturales, está ligada al modo como se ha construido la sociedad, en sus diversas manifestaciones. En 1973 edita su primer libro sobre el tema Historia, política y salvación de una teología de liberación.

Como no podía dejar de ser, rápidamente el sector ultra que controla la Iglesia, arremetió contra esta supuesta nueva Teología, que se apartaba de la convencional y que amenazaba el status de quienes por tantos siglos han usufructuado de las franquicias del poder Vaticano, quienes se apresuraron a destacar que se trataba de una tergiversación y confusión respecto de la interpretación del evangelio y la doctrina oficial de la Iglesia, que tenía una vertiente claramente marxista. Según juzga la Congregación para la Doctrina de la fe, en su instrucción Libertatis Nuntius, asiduamente citada por sus defensores, tras la que por supuesto está el sello de Ratzinger, eso es un completo error porque lo que se está haciendo no es Teología sino sociología religiosa y además política.
Entre las imputaciones estaba el asumir que la Teología es la reflexión crítica sobre la praxis histórica a la luz de la Palabra. Eso significaba que la Teología ya no reflexiona sobre la Revelación, sino sobre el hecho concreto, ahora llamado praxis histórica, que es la lucha de los pobres y oprimidos por su liberación.

Algunos teólogos de la liberación, a partir de estos supuestos, han afirmado que Jesucristo no es persona divina, sino que es simplemente un hombre en el cual Dios manifiesta su amor por los pobres, por los oprimidos. Cosa, que así tomada, es herejía. Pero la dificultad según los críticos, está en entender qué cosa significa "pobre" para la Teología de la Liberación y en concreto para Gustavo Gutiérrez. Una revisión de sus principales libros, que son sin lugar a duda, "Teología de la liberación. Perspectivas", en su última edición del año 1988, y "La fuerza histórica de los pobres", muestra que para él "pobre" no es el humilde, el que confía en Dios, como tradicionalmente se muestra en la Sagrada Escritura.
"Pobre" para él es el oprimido, el proletario, y se cita textualmente "La fuerza histórica de los pobres" en la pág. 79, donde éste dice: el proletario es el explotado y que lucha justamente por su liberación. Para él “pobre” entonces es el miembro de una clase social que está enfrentada y en lucha contra otra clase social explotadora y opresora. Entonces el problema no es la “opción por el pobre”, el problema es la concepción ideológica marxista que tiene él de "pobre".
Hay también todo un problema a la hora de entender qué cosa es la Eucaristía. Para ellos, la Eucaristía ya no es el sacramento que nos remite al sacrificio de Jesucristo en la cruz y su Resurrección, sino más bien un momento en que el pueblo oprimido toma conciencia de su opresión y de su lucha liberadora. La Eucaristía se convierte en un momento de concientización ideológica.

Por tanto estos ultra sienten que aquí está la mano del diablo, que por supuesto es marxista. Están también las diversas “teologías feministas” que han recogido de la Teoría de la Liberación aspectos como la dialéctica del opresor-oprimido. Y en algunos casos también se plantea la existencia de una “eco-teología” que es un sincretismo entre teología y ecología, en orden a que la tierra también es una oprimida por la actividad destructora y avasalladora del capitalismo o del neoliberalismo, instancias éstas que de alguna manera apoyan la vigencia de la TL, pero que se apartan de su teoría clásica.

La teoría de la Liberación (TL), reprimida, perseguidos sus líderes, desmanteladas sus instalaciones y desautorizadas sus opiniones, prendió fuertemente en el catolicismo mundial, en particular en Latinoamérica, siendo bastamente conocidos sus ideólogos, como el mismo Gustavo Gutiérrez en Perú, el brasileño Leonardo Boff, quien finalmente abandonó decepcionado el sacerdocio y se puso al margen de la Iglesia y luego se casó y se dice ahora no católico; los también brasileños Juan Bautista Libanio, Pedro Casaldáliga y Helder Cámara, los dos últimos Obispos; Jon Sobrino, jesuita Catalán avecindado en El Salvador. El teólogo chileno Ronaldo Muñoz y en Uruguay el jesuita Juan Luis Segundo, entre otros.

Un gran amigo de Gutiérrez, el sacerdote católico colombiano Camilo Torres Restrepo, aunque en tiempos anteriores al TLM, marcó quizás el pulso del movimiento. Es considerado pionero de la TL, cofundador de la primera Facultad de Sociología de Colombia y miembro del grupo guerrillero Ejército de Liberación Nacional (ELN), muriendo en campaña en 1966. Cuando en Nicaragua triunfa la revolución sandinista en 1979, este país se convierte en una pieza experimental de las ideas impulsadas por la Teoría de la Liberación, organizándose allí una iglesia popular, que nace del pueblo, sostenida por los oprimidos y que lucha por la liberación, una iglesia que tiene conciencia de clase y que se opone a la jerarquía eclesiástica y a una sociedad explotadora.

Uno de sus sacerdotes, el español Gaspar García Laviana, que odiaba la violencia, acabó tomando las armas al entender que un cambio político pacífico no ayudaría a paliar las terribles necesidades que veía todos los días en Nicaragua. Murió el 11 de diciembre de 1978 en combate, dirigiendo la columna “Benjamín Zeledón”. De él se decía que era “el primero en entrar en combate y el último en retirarse”. La participación del sacerdote asturiano en la revolución nicaragüense animó a los católicos a apoyar al FSLN, dando al movimiento legitimidad moral. Daniel Ortega, presidente de Nicaragua, reconoció la importancia de su participación en el triunfo de esta revolución, incorporando muchas de sus propuestas sociales a los planes de gobierno.

Hay muchísimos más antecedentes en la historia reciente de la iglesia, que no ahondaremos en esta oportunidad, pero lo que hemos dicho, creemos que bastará para incitar a muchos a leer y comprender el por qué nos preocupamos de desenmascarar a quienes se lucran con este mito, que al mismo tiempo que ha desolado a la humanidad como ninguna otra creencia en la historia, ha tenido en sus filas gente muy valiosa, dotados de mentes brillantes e intenciones humanitarias sin límites, que a pesar de ser creyentes íntegros del credo que abrazaron, se dieron cuenta tardíamente que estaban defendiendo una causa injusta, innoble, que ingenuamente pensaron podrían enderezar y convertir en una herramienta al servicio de los desposeídos.
Cómo se podrá comprobar, casi todos ellos están hoy fuera de la Iglesia. No importa que varios de ellos sigan siendo cristianos, o ateos o libres pensadores, pues en estos escritos no se pretende juzgar a quienes tienen ideas religiosas, sino que derechamente se busca demostrar la falsedad del mito en sí, la quimera del ser sobrenatural, cualquiera sea éste, ese otro mundo falso plagado de espíritus y la curiosa fauna de dioses, vírgenes y otros seres fantásticos en lo que cree una gran parte de la humanidad, en nombre de los cuales, se impide el avance científico, se malogra la convivencia y se liberan los peores instintos, el desarrollo de las diferencias sociales, los odios raciales y de clases, además de la esclavitud y la pobreza, que han significado las más horrendas tragedias y guerras que han desolado la civilización humana.

Y por último, deseo mencionar algo más reciente como fue la Carta Pública del Obispo Paulo Sergio Machado, de Sao Paulo, Brasil, quien el 31 de marzo de 2012, siendo contrario a estos movimientos, expresó su disconformidad titulando su misiva como Retorno a la Edad Media. Esta Carta dice:
"No consigo entender cómo, en pleno siglo XXI, existan personas que quieren el regreso de la Misa en latín con el sacerdote celebrando“de espaldas al pueblo”, usando los pesados ornamentos “romanos”.
Estamos celebrando en este año el cincuentenario de la apertura del Concilio Vaticano II, cuando ya sentimos la necesidad de la realización un Vaticano III, y resulta que nos encontramos con gente que quiere volver al pasado. Y lo más preocupante es que se trata de personas que frecuentan la universidad, personas que han entrado en la universidad, pero en las que la universidad no ha entrado en ellos. Creo que es hora de que nuestros científicos inventen un dispositivo para “abrir cabezas”.
El “desconfiómetro” ya está superado, quizás porque esas personas sospechan que están “fuera de línea”, “fuera de época”.

Quieren a toda costa, volver al pasado. Viven de milagros y apariciones, de devociones y pietismo, ya felizmente superados. Imaginemos a un sacerdote que celebra en latín en una capilla rural.“Dominus vobiscum” “Et cum spiritu tuo”. El pueblo sencillo pensará que el sacerdote es preso de locura o, como mínimo, que está maldiciendo.
Recuerdo el tiempo de mi infancia, cuando la misa era en latín. Las señoras piadosas, sin entender nada, rezaban el rosario. No tengo nada en contra del rosario (es más: rezo el rosario todos los días), pero el rosario es un rezo, no una celebración Sólo falta defender el regreso de las famosas “mantillas” que cubrían las cabezas de las mujeres. Y yo pregunto: ¿por qué no las de los hombres?

Sería hasta bonito ver a los hombres con “mantillas de encaje”. Pero difícilmente se encontraría a quienes las quisieran usar. A no ser algunos “cabezas de viento” que andan por ahí pretendiendo enseñar el Padre Nuestro al párroco.
Pero queda la pregunta: ¿qué hay detrás de todo esto? ¿Sólo nostalgia? Pienso que no. Es más que eso: es un deseo morboso, miedo a lo nuevo, aversión al cambio. Es lo que podríamos llamar —para usar una expresión francesa— “laissez faire, laissez passer”, un“dejar de hacer para ver si funciona”.

Se trata de un intento de mantener el“status quo”, aunque ese “status quo” beneficie sólo a una media docena. Y los otros que se condenen, Para estos puritanos el infierno está lleno de gente, cuando en realidad, el cielo es el que está lleno, porque Dios quiere que todos se salven. Y estos son sólo una minoría moralista que ve el pecado en todas partes y la que cree que el diablo es más poderoso que Dios.
“Rompan su corazón y no vuestros vestidos”, dice el profeta. Estas son personas que se preocupan para lavar vasos y tazas, en lugar de sus mentes y corazones. Es la vieja actitud de los fariseos – que todavía son muchos hoy en día – que criticaron a Jesús, porque había sanado en sábado. Recuerdo la historia de una persona que, al conocer la noticia de que Juan había asesinado a Pedro en un Viernes Santo, dijo: “¿Por qué no esperar para matarlo el sábado?” De acuerdo con esa persona, el día fue la preocupación más importante.
Termino citando dos frases que son alimento para el pensamiento: “El pasado es una lección que hay que meditar, y no podrá reproducirse” (Mario de Andrade –autor de Macunaíma), “Toma el fuego del altar pasado, no las cenizas”(Jean Jures, El líder socialista francés).

¡Vaya con esta Iglesia que se dice unida en sus preceptos , credos y doctrinas! Otra falsedad.