jueves, 17 de junio de 2010

LA FANTASTICA HISTORIA DEL PRESBITERO CHARLES DODGSON

Alicia en el país de las maravillas es uno de los pocos cuentos que las abuelitas nunca pudieron contar a sus nietos. Y con razón, ya que para ser una historia clásica, su lenguaje de doble lectura y disparatado, enrevesado a lo menos, con diálogos que a cada instante amenazaban caer en lo absurdo y con personajes fantásticos que razonaban en otra dimensión, no era fácil no solo entender la trama, sino explicarla oralmente a los pequeños sin desconcertarlos.

Muy distinto era recordar a Rapunzel, el cuento de Hadas de Jakob y Wilhelm Grimm, o El Gato con Botas de Charles Perrault, que lidiar con las decenas de personajes que interactuaban con Alicia en su aventura.

Además, Alicia en el país de las maravillas, se diferenciaba de otros cuentos de época porque carecía de intención moralizante, es decir, con conclusiones, parábolas o ejemplos para que los niños recogiesen alguna enseñanza moral.
Tampoco era del estilo de las fábulas, tan socorridas en estos relatos, donde animales con características humanas, representaban una historia que culminaba en una moraleja de carácter instructivo, los cuales eran bien recibidos en la pacata sociedad inglesa de aquellos años victorianos, bajo el equivocado concepto, que constituían valiosos elementos docentes para la juventud, prejuicio que posteriormente se juzgó erróneo.

Platón fue el primer filósofo que atacó todo tipo de enseñanza educativa mediante fábulas por la preponderancia que le daba a la lógica sobre la estética.
Jean-Jacques Rousseau, 1712-1778, autor de El Contrato Social, las tildó como deformadoras del carácter inocente de los niños y como escritos cargados de mensajes de moral equívoca porque muestran que es el más fuerte y astuto quien vence y posee ventajas sobre quienes adolecen de falta de sagacidad.
Karl Vossler, (1872-1949) creador de la escuela del Idealismo lingüístico y de la Estilística, terminó demoliendo esta costumbre, al sostener que una fábula puede servir como elemento de ayuda en el aprendizaje, pero no para los niños, puesto que un correcto entendimiento de las mismas necesita al menos la experiencia de quien tenga al menos 40 años.

Y finalmente, esta obra de Dodgson, a pesar de constituir una historia mágica, fantasiosa y tierna, esconde un trasfondo de crítica agria e irónica a la alta sociedad inglesa del siglo XIX, a la misma reina, a sus ministros, a la educación y a la política en general, sin mencionar, que la mayoría de sus personajes están basados en los amigos del autor, en sus características físicas y caracteres, aderezados con una alta dosis de sarcasmo cuyo trasfondo por supuesto no siempre un niño es capaz de entender en su totalidad.


Como casi todos sabemos Alicia, la protagonista del relato original, es una inquieta chiquilla de diez años que, en medio de una soporífera mañana, descubre en el jardín de su casa a un conejo blanco, de grandes ojos rosados ataviado con chaqueta y un vistoso chaleco, que consulta reiteradamente un reloj de bolsillo quejándose de lo tarde que es. Curiosa aunque sin sorprenderse demasiado del sobrenatural suceso, Alicia lo sigue hasta un seto, donde descubre la entrada a una madriguera en la que entra, cayendo al vacío, por un hueco vertical interminable donde baja en caída libre por horas hasta el centro de la tierra.

A partir de entonces y hasta el final del libro, Alicia vivirá maravillosas y absurdas aventuras, que incluyen encogimientos, agrandamientos, metamorfosis y encuentros con animales parlantes, soldados baraja, la oruga azul, El Gato de Cheshire, que tiene la capacidad de aparecer y desaparecer gradualmente a voluntad, hasta que no queda nada más que su amplia sonrisa, un sombrerero loco con su infaltable sombrero hongo con la leyenda: “In this style 10/6”, que significa este modelo, diez chelines y seis peniques, y una cruel reina de corazones, de endemoniado genio, presta a ordenar la decapitación de cualquiera (“¡que le corten la cabeza!”), la liebre de marzo, la quejumbrosa falsa tortuga, el lagarto Bill, entre otros excéntricos personajes.

El principal mérito de Alicia en el país de las maravillas quizá sea su propia singularidad. El autor, a falta de las condiciones que precisa para dar vida a sus personajes, inventa otro mundo, donde estos puedan expresarse con su propia lógica.
Proveniente del mundo real, Alicia se enfrenta a un país inédito que se rige por reglas propias, incomprensibles para quienes no forman parte de él. El encanto de este espacio radica precisamente en que allí no predomina la razón tal cual la entendemos los seres humanos. Los distintos episodios que se narran en el libro no son propensos a interpretarse de forma unívoca; más bien responde a mundos equívocos, quizás incluso no sea posible interpretarlos satisfactoriamente.

Ellos más bien son el testimonio de una imaginación en ebullición, de un sitio cuya existencia necesita el concurso del indomeñable condado de los sueños y sus caprichosas manifestaciones. El mundo subterráneo de Dodgson es una receta maestra de un viaje hacia lo inimaginable, donde sus juegos matemáticos poseen existencia propia, como fue después el surrealista espacio sudamericano Macondo, el país de Gabriel García Márquez, donde moran sus geniales personajes.

Esta técnica narrativa de Dodgson, con juegos de palabras, parodias ocultas y paradojas lingüísticas, fueron en verdad mejor recibidas por los adultos de cierta ilustración que por los niños; y mayormente, fue a través de ellos que este cuento creo fama y cruzó fronteras. Tanto fue así, que a poco andar el autor debió publicar un texto más adecuado para los pequeños, más simple, bajo el título de Alicia para niños (1890).
Es decir, técnicamente el cuento de Dodgson no es propiamente un cuento infantil dirigido a los pequeños, sino que su pretensión fue recuperar desde lo más profundo de los sentimientos humanos, aquella sensibilidad e ingenua transparencia de los infantes, el candor y esa capacidad ilimitada de sentir asombro por los nuevos aprendizajes, que necesariamente, si existieron en la niñez, si fueron parte importante de nuestra naturaleza, no podrían haberse extinguido en la vida adulta.

Walter de la Mare, poeta, cuentista, ensayista, dramaturgo y novelista inglés (1873-1956), quien fuera considerado uno de los mejores prosistas del siglo XX, respecto del libro dice así: “Es uno de los raros libros del mundo que puede ser leído con placer por viejos y jóvenes…Es el único libro de “nonsense” escrito para los niños, sin que sea infantil…Aún más, nos permite acceder a una región del espíritu que, hasta este autor, no solamente era inexplorada, sino también perfectamente desconocida. Y, sin embargo, como algunos otros excepcionales aciertos, fue fruto de un feliz accidente".

Dodgson apostó, que a través de su obra, aquellas incursiones que alguna vez todos los niños del mundo realizaron en la tierra de la fantasía, avivaría en cada persona que leyera sus historias, esos recuerdos queridos y celosamente guardados en algún compartimento secreto de su espíritu, que los convertiría otra vez en los niños felices que algún día fueron.

Y no solo eso, sino que con rara habilidad intercaló en los diálogos de sus personajes, para capturar a su público, para fascinar a estos niños grandes, conceptos aritméticos y de álgebra, propiedades de una circunferencia, lógica, análisis y razonamiento deductivo, elementos incorporados a la cultura general de la gente, que colocadas en la lectura y en los diálogos de los personajes, aparentando que son fruto del azar, despiertan el recuerdo nemotécnico y disparan su curiosidad investigativa para ir descubriendo en los trucos de la lectura, la lógica de este mundo ilógico de la traviesa Alicia.

Por ejemplo, la misteriosa característica que posee el Gato de Cheshire, de desaparecer casi totalmente, dejando únicamente su sonrisa, hace ver a Alicia que muchas veces ha visto un gato sin sonrisa, pero ninguna ha visto una sonrisa sin gato.

En el capítulo 5: Consejos de una oruga, la paloma afirma que las niñas pequeñas son un cierto tipo de serpiente, ya que las dos comen huevo. Esta deducción recuerda al cambio de variables que se utiliza en multitud de ocasiones en matemáticas.

En el capítulo 7: Una merienda de locos, Alicia toma como iguales las acciones “digo lo que pienso” y “pienso lo que digo”, a lo que el sombrerero responde que eso sería lo mismo que decir que “veo cuanto como” es igual a “como cuanto veo”. Esto recuerda en cierta medida a una función y su inversa.

En verdad en ninguna parte del libro se menciona que el sombrerero es loco. La confusión se da por que el Gato de Cheshire advierte a Alicia que el Sombrerero está loco, lo cual es confirmado por la conducta excéntrica del Sombrerero y también porque en una escena donde es personaje principal se titula "Una merienda de locos".
En el programa televisivo Aunque usted no lo crea de Ripley, de la década de 1980, se hace referencia al personaje del Sombrerero, explicando que en la época en que el libro fue escrito, los sombrereros trabajaban frecuentemente con mercurio que era utilizado para procesar el fieltro de los sombreros, y al hacerlo en espacios cerrados. Con frecuencia inhalaban los vapores de este metal, lo que provocaba trastornos a la salud (hidrargismo),) que fácilmente podría describirse como locura.

Pero, para explicar como se gestó este famoso cuento, -que hoy-, aparte de la Biblia y el Quijote, es el mayormente traducido a más lenguas en el mundo como también uno de los libros más llevados a la gran pantalla, junto a Peter Pan, es necesario conocer algunos entretelones de la vida de su autor y la forma en que nació su inspiración; adentrarnos en la vida y pensamientos de este extraordinario escritor, adelantado en cien años a los narradores de su tipo, que fijó las bases de lo que luego se daría en llamar “la literatura del nonsense” (del sin sentido), un nuevo universo que su genio incorporó a la literatura, veta inagotable que han explotado hasta la saciedad todos los escritores de ciencia ficción y anticipación del siglo veinte y lo que va corrido del veintiuno, para cimentar sus fantasiosas creaciones.

Dodgson, escribió todas sus obras bajo el seudónimo de Lewis Carroll y bajo este nombre pasó a la posteridad. De intelecto multifacético, fue matemático, poeta, pastor anglicano, escritor, fotógrafo y dibujante en la Inglaterra del siglo XIX.

Nacido en una familia inglesa en los tiempos en que aún regentaba la nación la temible reina Victoria, Charles Lutwidge Dodgson continuó la tradición familiar. Su bisabuelo, llamado también Charles Dodgson llegó a ser obispo. Su padre, llamado del mismo modo, fue párroco rural la High Church Anglicana convirtiéndose con el tiempo en archidiácono de la catedral de Ripón y el mismo Charles Dodgson, ahora Lewis Carroll, que servía como profesor de matemáticas en la Universidad de Oxford, fue nombrado Diácono en 1861, aunque nunca se decidió a ejercer oficialmente este cargo eclesiástico.

En el ámbito de la fotografía, mostró una marcada tendencia a buscar modelos entre niñas de corta edad y fueron miles las fotos que hizo con esta temática. Una de sus modelos preferidas fue Alexandra Kitchin («Xie»), hija del deán de la catedral de Winchester, a la que fotografió unas cincuenta veces desde que tenía 4 años hasta que cumplió 16. En 1880 intentó fotografiarla en traje de baño, pero no se le permitió. Esta afición le trajo varios problemas ya que mucha gente lo consideraba un pedófilo en potencia, por lo que debió devolver o destruir muchas tomas de niñas semidesnudas, para evitar ser denunciado o mantener encendida la llama del escándalo.

De su obra retratista que se conserva, más de la mitad son de niñas de corta edad, no obstante, se considera que todo lo que ha logrado recopilarse no es sino un tercio de su trabajo fotográfico total. Se creía que todas las fotos comprometedoras se habían perdido, pero se han encontrado seis desnudos, de los cuales cuatro han sido publicados.

Su obra fue reconocida póstumamente y en la actualidad, es considerado uno de los fotógrafos victorianos más importantes e influyentes en la fotografía artística contemporánea.
Alicia en el país de las Maravillas, se gestó en uno de los frecuentes paseos en barco en el río Támesis, que Dodgson provocaba para estar en compañía de sus modelos y amigas, las hermanas Edith, Alice y Lorina Charlotte Lidell. Esta vez iba acompañado del reverendo Robinson Duckworth y como era habitual “el tío Charles”, entretenía a las niñas con actos de magia, anécdotas y cuentos.
Ese día Charles estaba especialmente inspirado e improvisó una historia que bautizó como Las aventuras subterráneas de Alicia, que fue muy celebrado por las menores, que no le permitían ponerle punto final, obligándolo a crear más y más episodios. Tanto les gustó este cuento a las hermanas Lidell, en especial a Alicia, que ésta lo comprometió a que lo pusiera por escrito y se los regalara, dado que todas querían volver a escucharlo o leerlo muchas veces.Puesto a esta tarea nada fácil, Dodgson empezó la redacción del cuento esa misma noche y solo pudo regalárselo y cumplir con su compromiso a Alice Liddell en las Navidades siguientes. El manuscrito se titulaba Las Aventuras Subterráneas de Alicia y las ilustraciones fueron hechas por él mismo.

Es claro que Alicia, con sus diez años frente a los treinta que ostentaba Dodgson, producía en este una gran fascinación y existe constancia que esta perduró hasta su muerte. Varios autores achacan este sentimiento a una tendencia muy marcada en Charles, a buscar en la candidez infantil los mejores valores humanos, la sinceridad, espontaneidad y buenos sentimientos. Otros, más maliciosos, creen interpretar en su conducta una desviación sexual que tenía por blanco a las niñas, a las que buscaba fotografiar en diferentes posturas, atendía solícitamente, daba presentes y buscaba su compañía, a varias de las cuales, incluso en el caso de Alicia Liddell, habría propuesto a sus padres, que se las entregara en matrimonio a su mayoría de edad.

Sea cual sea la verdad y el papel que la pequeña Alicia jugó como inspiradora del personaje de su cuento, el hecho es que los libros están dedicados a Alice Pleasance Liddell. Incluso al final de el segundo Libro Alicia a través del Espejo, hay un poema acróstico que tomando la primera letra de cada verso permite leer el nombre completo de la niña. Ese poema no tiene título en Alicia a través del Espejo, pero suele tomarse como título el primer verso, "A Boat Beneath a Sunny Sky" ("Bajo un soleado cielo, una barca") y lo colocamos aquí a manera de curiosidad.


A boat beneath a sunny sky,
Lingering onward dreamily
In an evening of July--

Children three that nestle near,
Eager eye and willing ear,
Pleased a simple tale to hear--

Long has paled that sunny sky:
Echoes fade and memories die.
Autumn frosts have slain July.

Still she haunts me, phantomwise,
Alice moving under skies
Never seen by waking eyes.

Children yet, the tale to hear,
Eager eye and willing ear,
Lovingly shall nestle near.

In a Wonderland they lie,
Dreaming as the days go by,
Dreaming as the summers die:

Ever drifting down the stream--
Lingering in the golden gleam--
Life, what is it but a dream?

Tres años más tarde, motivado por el éxito que el librito había tenido entre los que lo conocieron, realizó una revisión del texto y se lo presentó al editor Macmillan, a quien le gustó de inmediato. Tras barajar los títulos de Alicia entre las Hadas y La hora Dorada de Alicia, la obra se publicó finalmente en 1865 como Las Aventuras de Alicia en el País de las Maravillas (Alice's Adventures in Wonderland), bajo la firma de Lewis Carroll, seudónimo que había entrenado en 1856 cuando publicó su primera obra, un poemilla romántico, «Solitude», que apareció en The Train.

Nadie habría sospechado en ese momento, que aquel modesto libro, estaba destinado a convertirse en la obra literaria inglesa más leída después de la de Shakespeare ni la poderosa influencia que llegaría a ejercer en la literatura universal posterior.
Por tanto, de inmediato Carroll acometió la tarea de escribir y publicar una segunda parte llamada Alicia a través del Espejo, extraordinario trabajo, con nuevas historias y personajes, que complementó a su primera Alicia y que al momento de ser llevada al cine fueron reeditadas por quienes escribieron los guiones de las películas, amalgamando ambos libros y en cierta forma, desvirtuando el valor individual que estas poseen indistintamente.

Vale la pena mencionar que las ilustraciones de esta primera edición fueron obra de Sir John Tenniel, considerado entonces como uno de los mejores caricaturistas ingleses, quien hizo 34 viñetas para ilustrar la obra a cambio de un pago de 138 libras esterlinas, negándose a basar estos dibujos en una fotografía que Carroll le entregó de la niña Hilton Badcock, una de sus modelos fotográficas.
De todas maneras, Carroll no quedó muy conforme con estas ilustraciones y al respecto declaró: “El Sr. Tenniel es el único artista que ha dibujado para mí, que ha decididamente rechazado el uso de un modelo, y me ha dicho que no necesita de uno, más que lo que yo necesito de una tabla de multiplicar para resolver un problema matemático. Me arriesgo a pensar que él estaba equivocado, pues dibujó varios retratos de una "Alicia" completamente desproporcionada, con la cabeza demasiado grande, y los pies definitivamente demasiado pequeños”.

En Alicia a través del Espejo, no podemos dejar de mencionar otra genialidad de Lewis Carroll, el poema Jabberwocky, considerado como uno de los mejores poemas sin sentido escritos en idioma inglés. Muchas de las palabras usadas allí fueron creaciones de Carroll, inventadas o fruto de fusiones de palabras.
Uno de sus personajes, con fama propia en Gran Bretaña es Humpty Dumpty (Tentetieso), muy conocido por una famosa y antigua rima infantil de Mamá Ganso o Mamá Oca.

Según Wikipedia, “En general, se reconoce al famoso escritor francés Charles Perrault como el principal difusor del personaje de Mamá Oca. En 1697 publicó su libro de relatos más conocidos como Historias y Cuentos de Tiempos Pasados, que subtituló como Los Cuentos de mi Madre la Oca, nombre con el que fueron conocidos y traducidos a numerosos idiomas. Perrault recopiló y reelaboró numerosos relatos de la tradición oral, como El gato con botas o Caperucita Roja; el personaje de mamá Oca es empleado en su libro como el de un falso autor de los cuentos, instrumento que permite a Perrault entroncar directamente con la tradición oral francesa, que reconocía a mamá Oca como autora de los relatos infantiles, y acercarse así al lector”.

Carroll, recoge a este personaje y lo incluye en Alicia a través del Espejo, pero le da la caracterización de un huevo. En la rima original de 1810 no se menciona esta caracterización. Más bien, el vocablo en jerga inglesa de la época, se refería a una persona torpe y pequeña. Humpty Dumpty, en la obra, discute semántica y pragmatismo con la heroína Alicia, y le explica, a su manera, el significado de las palabras extrañas del poema Jabberwocky. Algunas de las palabras inventadas en este poema (como chortled, galumphing y frabjous) se incorporaron al idioma inglés. La misma palabra Jabberwocky es utilizada en inglés para referirse al lenguaje sin sentido.

Aquí mostramos, para los interesados un trozo e esta prosa tan especial y característica del poemario absurdo de Carroll, que dicho sea de paso, tiene cientos de miles de seguidores a través del planeta, que disfrutan con estos giros originales lingüísticos.

Jerigóndor:
Cocillaba el día y las tovas agilimosas
giroscopaban y barrenaban en el larde.
Todos debirables estaban los burgovos,
y silbramaban las alecas rastas.
“Cuídate, hijo mío, del Jerigóndor,
que sus dientes muerden y sus garras agarran!
!Cuídate del pájaro Jubjub, y huye
del frumioso zumbabadanas!”
Echó mano a su espada vorpal;
buscó largo tiempo al manxomo enemigo,
descansó junto al árbol Tumtum,
y permaneció tiempo y tiempo meditando.
Y, estando sumido en irribumdos pensamientos,
surgió, con ojos de fuego,
bafeando, el Jerigóndor del túlgido bosque,
y burbulló al llegar!
!Zis, zas! !Zis, zas! !Una y otra vez
tajó y hendió la hoja vorpal!
Cayó sin vida, y con su cabeza,
emprendió galofante su regreso.
“!Has matado al Jerigóndor?
Ven a mis brazos, sonrillante chiquillo,
!Ah, frazoso día! !Calós! !Calay!”
mientras él resorreía de gozo.
• Cocillaba el día y las tovas agilimosas
giroscopaban y barrenaban en el larde.
Todos debirables estaban los burgovos,
y silbramaban las alecas rastas.


Estos no fueron los únicos trabajos de Dodgson. Como Lewis Carroll publicó también su gran poema épico La Caza del Snark en 1876 y los dos volúmenes de su última obra Silvia y Bruno en 1889. Ya antes y bajo su propio nombre había publicado varios artículos y libros de temas matemáticos, entre los que destacan El Juego de la Lógica y Euclides y sus Rivales Modernos. Además de An Elementary Theory of Determinants, escrito en 1867.

Del original de Alicia en el País de las Maravillas, sólo se conservan 23 copias de la primera edición de 1865, de las cuales 17 pertenecen a distintas bibliotecas, estando las restantes en manos privadas. La obra ha sido traducida a la mayoría de los idiomas existentes, incluido el esperanto. En 1998, un ejemplar de la primera edición del libro fue vendido en subasta por la suma de 1,5 millones de dólares convirtiéndose así en el libro para niños más caro hasta ese momento.
Especial mención merece su también fantástico y peculiar obra La Caza del Snark o Agonía en Ocho Cantos como también se la conoce.
El relato de La caza del Snark es un texto singular y apasionante; narra en verso, la enigmática hazaña de la caza de un animal desconcertante y único, un monstruo mitológico que nadie nunca ha visto, cuya existencia es recogida como cierta por un grupo de aventureros que emprende su búsqueda por el mar. En este poema épico, pieza maestra del "sinsentido" (nonsense), Lewis Carroll nos presenta la extravagante expedición conducida por el "Hombre de la Campana” (el Capitán) para cazar a un Snark, criatura híbrida, mitad serpiente (snake) y mitad tiburón (shark).
Esta aventura ha sido catalogada como "el viaje imposible de una tripulación improbable, para hallar a una criatura inconcebible".


La Caza del Snark, ocasionalmente toma elementos del poema Jabberwocky, de Alicia a través del Espejo, especialmente algunos nombres de criaturas como el Jubjub o el Bandersnatch; y algunos portmanteaus (que consiste en fusionar dos o más palabras para formar una sola, ej: "entrambos" ("entre ambos"). Sin embargo, se trata de un poema independiente.
El Capitán de la nave desprecia los mapas y los instrumentos de navegación y solo tiene para guiarse y encontrar la ruta verdadera un mapa en blanco y una campana. Algunas de sus órdenes eran difíciles de comprender y menos de seguir, como aquella de “¡Rumbo a estribor, pero mantengan la proa a babor!”.
Cuando describe las características de la bestia y en particular aquello que caracteriza a las diferentes especies a su aterrorizada tripulación, les adelanta que hay que distinguir entre las que tienen plumas y muerden de aquellos otros que tienen bigotes y arañan.
De esta obra, al igual que de Alicia en el País de las Maravillas, Martin Gardner ha publicado sus brillantes anotaciones, que resultan imprescindibles para quienes somos novatos en las lides del vuelo literario, para comprender todos los alcances y triquiñuelas escondidas en el relato.
Del Snark Anotado, sacamos la siguiente anécdota:

En cierta ocasión, el Presidente Roosevelt expresó a un comensal de la Casa Blanca su satisfacción por poder citarle el Snark sin necesidad de mayores explicaciones. Y añadió:

¿Creería usted que nadie de la Administración ha oído hablar de Alicia, y mucho menos del Snark? Y, cuando el otro día dije al ministro de Marina: “Señor ministro, Lo que digo tres veces es verdad”, no entendió la alusión y contestó en tono ofendido: “¡Señor Presidente, nunca se me habría ocurrido poner en duda su veracidad!”

Esta historia, es en referencia a la primera estrofa del Canto primero de la Obra, que acotamos para mejor comprensión:

Canto primero
EL DESEMBARCO

“¡Excelente lugar para el Snark!”, exclamó el capitán,
a la vez que desembarcaba con sumo cuidado a su tripulación:
ensortijando los cabellos de cada marinero en su dedo,
les ponía fuera del alcance de la olas.

“¡Excelente lugar para el Snark!”, repitió,
como si esta sola frase debiera estimular a la tripulación.
“¡Excelente lugar para el Snark!, y lo digo por tercera vez.
Recordad, todo lo que os diga tres veces es siempre verdad.”

Aficionado como era a los acertijos y los juegos de palabras, Dodgson no podía incurrir en al vulgaridad de una caprichosa elección de su nombre literario. El sobrenombre lo creó a partir de la latinización de su nombre y el apellido de su madre, Charles Lutwidge. Lutwidge fue latinizado como Ludovicus, y Charles como Carolus. El resultante, Ludovicus Carolus, regresó otra vez al idioma inglés como Lewis Carroll.

En su vida privada, Charles Dodgson era un hombre tranquilo e introvertido, tal vez por la tartamudez que le aquejaba y que según algunos fue el motivo que inhibió que se dedicara al sacerdocio. En su vida pública fue algo vulgar: profesor aburrido y acérrimo conservador, su rasgo más peculiar fue su gran amor por las niñas (sentía aversión por los niños), amor que fue definido de “enfermizo” por algunos autores. Además le gustaban los títeres, la criptografía y el ajedrez. A través de la fotografía, Carroll trató de combinar los ideales de libertad y belleza con la inocencia edénica, donde el cuerpo humano y el contacto humano podían ser disfrutados sin sentimiento de culpa.
A los doce años fue enviado a una escuela privada en las afueras de Richmond donde al parecer algo ocurrió con él, que marcó su existencia. Años después escribió: “Creo ... que por nada en este mundo volvería de nuevo a vivir los tres años que pasé allí ... Puedo decir, honestamente, que si hubiese estado ... a salvo de la molestia nocturna, la dureza de la vida diurna se me hubiera hecho, en comparación, muchísimo más soportable”…

La naturaleza de esta «molestia nocturna» nunca será, quizá, correctamente interpretada. Puede ser una forma delicada de hacer referencia a algún tipo de abuso sexual, quizás por ello rechazaba a los jóvenes.
Una vez escribió: “Confieso que no me gustan los niños desnudos en fotografías, siempre parecen necesitar ropa, mientras que uno difícilmente comprende por qué las adorables formas de las niñas tendrían que ser cubiertas.”
“Me encantan los niños (excepto los varones)”
.

El hombre que soñó Alicia y nos legó el nonsense y una de las obras consideradas canónicas de la literatura universal, como es Alicia en el País de las Maravillas, falleció el 14 de enero de 1898, soltero, a los 66 años de edad en Guildford, Surrey, es decir, hace 112 años.

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