martes, 1 de mayo de 2007

Las Calaveras Sagradas Parte 1

Leyendas, Mitos, Misterios, Realidades, Magia o Mixtificaciones.

Hasta aquí nadie ha podido responder satisfactoriamente cómo, cuándo y para qué fueron esculpidos estos extraordinarios cráneos tallados en materiales nobles y fragiles de indudable antiguedad, que han sido curiosamente encontrados en distintas zonas geográficas, principalmente en ruinas aztecas y mayas en américa central.


Las impresionantes calaveras talladas en cristal de cuarzo están exquisitamente cortadas con la forma exacta de un cráneo humano y varían en forma, tamaño y tipo de cristal.

La más conocida de estas calaveras es la "Skull of Doom", llamada también Calavera de la Muerte o del Juicio Final. Hasta ahora, a pesar de la tecnología existente no se ha logrado determinar la forma en que fue tallada, ya que se trata de un trabajo imposible de realizar aún por los más talentosos escultores o ingenieros de nuestra época, a no ser que cuenten con un sofisticado equipo de última generación y estén respaldados por un importante soporte financiero.

Fabricada con cristal puro de cuarzo, es anatómicamente perfecta y tanto la mandíbula como el cráneo provienen de la misma roca.

A la luz de los peritajes, se cree que puede ser la representación de un cráneo femenino debido a su pequeño tamaño, 12,7 cm. de altura, mientras que su peso es de 5 kg.

El cráneo, perfectamente tallado en cristal de roca, presenta un alto grado de dureza (siete sobre diez, en la escala de Mohs), de lo que se deduce que sólo mediante fundición del mineral y utilizando un molde, o bien mediante el uso de un diamante podría obtenerse algo parecido. Pero, indudablemente los mayas ni ninguna cultura de ese milenio poseían la suficiente capacidad técnica ni conocimientos para semejante trabajo.

En el año 1970, sus descubridores entregaron el cráneo a los laboratorios de Hewlett Packard para su estudio. Allí pudo comprobarse previo concienzudos análisis que el cristal fue tallado en contra del eje natural del cristal, algo que hoy resultaría totalmente ilógico e impensable, pues ésto provocaría la inminente rotura de la pieza de cuarzo, aún si para ello se utilizase tecnología láser. Otro hallazgo sorprendente consistió en que los peritos y científicos de este afamado laboratorio no encontraron evidencias del uso de herramientas metálicas, fueran manuales, de precisión o mecánicas.

El misterio de esta y otras calaveras se ha visto enriquecido en su auréoloa de hecho insólito, por una leyenda que se remontaría a los mayas. Tal leyenda cuenta que en el mundo existen 13 calaveras de cristal de tamaño natural y que cuando todas sean descubiertas y puedan estar una al lado de la otra, transmitirán a los hombres un conocimiento portentoso celosamente guardado hasta el presente, el secreto de la vida.

LA Historia.
En 1919, un aventurero británico llamado Frederick Albert Mitchell-Hedges descubrió un área arqueológica de excepcional interés. Se trataba de las ruinas de una ciudad maya a la que se bautizó como Lubaantun (Ciudad de los Pilares Caídos), situada en la actual Belice. Mitchell-Hedges se había desplazado hasta allí con la esperanza de encontrar alguna evidencia que confirmase la existencia de la Atlántida.

Durante años, su equipo excavó la zona sin resultados relevantes hasta que, en 1923, se produjo un suceso casual que alteró la rutina de los arqueólogos. Anna, la hija de Mitchell-Hedges, curioseaba entre las ruinas cuando le llamó la atención un misterioso destello. Pasaron semanas antes de que los arqueólogos lograran averiguar cuál era el origen del extraño resplandor. Finalmente, tras remover los enormes bloques de piedra, el 1 de enero de 1924, precisamente el día en que Anna cumplía 17 años, el misterio quedó desvelado. Ante la mirada atónita de los expedicionarios, apareció uno de los objetos más extraños hallados jamás; se trataba de una calavera de cristal tallada con una perfección increíble.

TECNOLOGIA IMPOSIBLE
Aquel descubrimiento desconcertó al grupo de arqueólogos, pero no tanto a la cercana comunidad indígena maya de los Kekchi, que celebró con algarabía el «regreso de su dios» que les había sido arrebatado en el pasado.

Esto hizo que a pesar de la naturaleza revolucionaria del hallazgo, Mitchell-Hedges optó por dejar la calavera de cristal en manos de los indígenas y volvió a Gran Bretaña. Sin embargo, regresaría a Lubaantun tres años más tarde y en esta ocasión, fueron los Kekchi quienes obsequiaron a Mitchell-Hedges la preciada calavera, en agradecimiento por la ayuda que el arqueólogo les había prestado en forma de medicinas, alimentos y amistad para su pueblo. Esta es, o al menos así relató el propio Mitchell-Hedges la historia de este excepcional descubrimiento.

A partir de ese momento, la calavera de cristal se convirtió en objeto de estudio por parte de científicos e investigadores que trataron de dar una respuesta racional a los numerosos interrogantes que suscitaba el misterioso artefacto ¿Se trataba de un objeto contemporáneo o, por el contrario, había sido fabricado en tiempos remotos? ¿Quiénes fueron sus creadores? ¿Cuál era su función?

La Calavera de Cristal de Mitchell-Hedges, como se la conoce en la actualidad, es una copia casi exacta de una calavera humana; está tallada sobre cristal de cuarzo en dos piezas: el cráneo propiamente dicho y una mandíbula articulada. Todo en ella denota una rara perfección. Sus cortes y ángulos sugieren que los artesanos poseían una avanzadísima tecnología, ya que el cuarzo es un material difícilmente manipulable. La perfecta simetría de sus moléculas hace que este material, incluso al tallarlo con sofisticadas técnicas de láser, tienda a romperse.

Todas estas características nos inducen a pensar que el objeto en cuestión es obra de modernos escultores y que de alguna manera se ha querido presentar como una mixtificación con afán publicitario. Sin embargo, muchos de los investigadores que lo han estudiado aseguran que la Calavera de Cristal puede tener miles de años de antigüedad. El propio Mitchell-Hedges jamás dudó del origen maya del misterioso cráneo, tal y como reconoce en su libro autobiográfico "Mi Aliado el Peligro": «Puede tener al menos 3.600 años de antigüedad y, según la leyenda, fue utilizada por los sacerdotes mayas para escenificar rituales esotéricos».

No obstante, este es un punto que admite toda clase de especulaciones, ya que técnicas de datación como la del Carbono 14 son ineficaces cuando se trata de analizar materiales inorgánicos. En todo caso, existen suficientes indicios, a los que hay que sumar la opinión de numerosos expertos, que sugieren que la Calavera de Cristal es un objeto antiquísimo, quizá mucho más de lo que nadie pueda imaginar.

PERFUME
Cuando la metodología científica se muestra incapaz de resolver un determinado problema, se impone utilizar otra clase de parámetros.Sobre todo cuando el objeto en cuestión posee una serie de características que lo convierten en algo sospechoso e inexplicable. Este ejemplo es perfectamente aplicable a la Calavera de Cristal de Mitchell-Hedges. A la controversia respecto de su origen y fabricación hay que añadir los extraños fenómenos asociados a este enigmático artefacto.

El restaurador de arte Frank Dorland, que tuvo en su poder la calavera durante algunos años afirmaba que ésta «destilaba un perfume sutil y emitía misteriosos sonidos». En 1969, S. Morrill, investigador de la cultura maya, aseguro haber descubierto en la calavera varios puntos de enganche que, en su opinión, podían haber servido para manipular el objeto y producir la ilusión de que ese se movía o hablaba. Sustentaba esta teoría en la creencia de que los mayas utilizaban la calavera en ceremonias de carácter sagrado o esotérico.

Los Kekchi, indígenas que habitaban en las cercanías de Lubaantun, habían relatado al propio Mitchell- Hedges numerosas leyendas referentes a la calavera de cristal. Le dijeron que ésta había pertenecido a un alto sacerdote y que existían trece calaveras más. Según el explorador británico, los sacerdotes mayas utilizaban las calaveras para sus ceremonias esotéricas, ya que «representaban la personificación de todo mal».

ROSTRO FEMENINO
Frank Dorland sostuvo interesantes teorías acerca del origen de esta calavera. Este restaurador de arte realizó varios moldes del artefacto, construidos en material plástico, para tratar de determinar la forma en la que pudo ser tallado. En su libro "Hielo Sagrado" referido a estos hallazgos, Dorland menciona que en cierta ocasión, mientras mostraba algunos de esos moldes en una conferencia sobre la Calavera de Cristal de Mitchell-Hedges, uno de los asistentes le preguntó: «¿No sería maravilloso ver la cara de la mujer que sirvió de modelo?»

A partir de aquel instante, Dorland tuvo la certeza de que la Calavera de Cristal estaba inspirada en una mujer. En 1986, el escritor norteamericano Frank Joseph se puso en contacto con Dorland. Hacía años que Joseph estaba interesado en el enigma de la calavera de Mitchell-Hedges y particularmente, en la posibilidad de reconstruir y humanizar el rostro de la misma.

El escritor pensó que tal vez un médico forense sería capaz de hacerlo, de manera que pidió a Dorland que le facilitase uno de los moldes que había elaborado. Éste se mostró encantado con tan original idea y accedió a la petición de Joseph. Finalmente, el molde pudo ser analizado por el doctor Clyde Snow, de la Universidad de Oklahoma y por el departamento de antropología del Instituto Smithsoniano. Con las conclusiones de ambos equipos forenses, Frank Domingo, un dibujante que trabajaba para el departamento de Policía de Nueva York, pudo elaborar un boceto del misterioso rostro.

Por insólito que parezca, el dibujo hecho por Domingo tenía un parecido asombroso con un retrato que Dorland había hecho basándose en sus intuiciones y en sus conocimientos artísticos. Los dos dibujos representan a una mujer joven de rasgos amerindios. ¿Una sacerdotisa maya?.. Es posible, aunque numerosos investigadores aventuran la posibilidad de que la calavera de Mitchell-Hegdes provenga de tiempos aún mucho más remotos.

Científicos, matemáticos, antropólogos e incluso psíquicos han analizado a través del tiempo este fascinante objeto desde su descubrimiento y aunque no haya acuerdo respecto a su origen y procedencia, sí lo hay en cuanto a considerarlo como una pieza excepcional, única, a pesar de que se han descubierto otras calaveras de cristal similares a la de Mitchell-Hegdes. Las dos más célebres están en Europa, una en el Museo de la Humanidad de Londres (Gran Bretaña) y la otra en el Museo del Hombre de París (Francia).

El origen de estas calaveras menciondas, al menos en lo que se refiere a su procedencia, parece ser el mismo: fueron descubiertas en México a finales del siglo XIX. Ambas están talladas en cuarzo citrino, un tipo de cristal de apariencia ahumada y no poseen el moldeado tan preciso e intrincado de la de Mitchell-Hedges. En cuanto a la primera, se sabe que el museo británico la adquirió en 1898 en una subasta organizada por la célebre galería Tiffany de Nueva York.

Pagaron por ella 120 libras y, aún hoy, existen muchas dudas acerca de su procedencia real. Los rumores apuntan a que un misterioso mercenario se la vendió a los joyeros neoyorquinos. Tampoco en el museo inglés ofrecen mucha más información. Contrariamente a lo habitual, la etiqueta situada al pie de la calavera dice simplemente que se trata de una pieza «probablemente» azteca.

Es curioso que la presencia de este enigmático objeto en dicho museo haya acarreado más de un problema a los gerentes del mismo. Se dice que a los vigilantes nocturnos les inquietaban los extraños destellos que producía la calavera cuando las luces de la sala incidían sobre ella y que, incluso, llegaron a pedir que durante la noche les permitiesen cubrirla con una tela negra.

En cuanto a la calavera exhibida en el Museo del Hombre de París, también existen dudas acerca de su procedencia. Se dice que fue descubierta en México a finales de 1890 y, como en el caso de la británica, el autor del hallazgo fue un mercenario. El rasgo más característico de esta pieza es una pequeña incisión en la parte superior del cráneo que, supuestamente, servía para asirla a alguna clase de estructura. Sobre su antigüedad tampoco hay certezas, aunque el antropólogo G. M. Morant sostiene que es obra de un artesano italiano del siglo XVII.

La mayor parte de los eruditos en el tema distinguen dos clases de calaveras de cristal, aquellas que han sido talladas por artesanos contemporáneos a través de procesos técnicos conocidos y otras cuya procedencia proviene de las antiguas ruinas mayas y aztecas, lo que las convierte en objetos inexplicables.

Los psíquicos que han trabajado con estas últimas han contemplado extraños fenómenos apreciables a simple vista. El más enigmático de todos ellos es el de las imágenes holográficas que aparecen en el interior de las calaveras al «activarlas» mediante diferentes combinaciones de luces, sonidos o, incluso, el poder de la mente.

Bosques, montañas, delfines, seres misteriosos u OVNIS son algunas de esas inquietantes imágenes que han sido observadas por numerosos investigadores y sensitivos en el interior de las calaveras de cristal. ¿De dónde provienen estas escenas? ¿Qué misteriosa fuente las proyecta? Para los mayas, las calaveras de cristal eran divinidades materializadas. Pensaban que provenían de una antiquísima civilización que, a pesar de lo remoto de su procedencia, poseía unos extraordinarios conocimientos tanto a nivel tecnológico como espiritual. Tal vez se tratase de la Atlántida, como sugieren algunos, o quizá fuera una civilización ajena a nuestro planeta.

CANALIZADORES
Por el domicilio canadiense de Anna Mitchell-Hedges, la descubridora de la más célebre calavera de cristal y su actual propietaria, han pasado numerosos expertos interesados en contemplar in situ el enigmático objeto. El propósito de algunos de estos investigadores era experimentar con la calavera en relación a su supuesta utilidad en procesos de «canalización».

Este término, channeling en inglés, define la comunicación de mensajes a un ser humano a través de fuentes externas a su mente que existen en un nivel diferente de nuestra realidad física. A pesar de tratarse de una denominación relativamente reciente, este fenómeno paranormal fascinante ha tenido lugar desde tiempos muy remotos. Profetas, chamanes y médiums, entre otros, han desarrollado la capacidad de contactar con entidades que habitan dimensiones no físicas. Jon Klimo, autor de "Mensajes del Más Allá" (Ed. Martínez Roca), ha investigado a fondo el fenómeno de las canalizaciones.

En el libro "Los misterios de las calaveras de cristal revelados", Klimo reflexiona acerca de las facultades de las calaveras como medios para contactar con entidades no físicas. El investigador ha llegado a la conclusión de que estos objetos, especialmente los fabricados en cuarzo, son catalizadores muy sensibles a la hora de recibir información a través de fuentes paranormales.

Varios médiums han visitado a Anna Mitchell-Hedges y han podido experimentar con la calavera obteniendo resultados sorprendentes. A través de ella han canalizado mensajes de seres multidimensionales, entidades según ellos, procedentes de la Atlántida y de la antigua Lemuria, extraterrestres, etc. Uno de los aspectos más significativos en relación a las calaveras de cristal es su conexión con el fenómeno OVNI. Es frecuente que, tanto en las visiones holográficas como en las percepciones de los médiums, aparezcan naves y seres extraterrestres.

En este sentido, algunos investigadores de lo paranormal sugieren que las calaveras son una especie de ordenadores conectados entre sí, con una «memoria» latente que puede ser activada psíquicamente. Otros argumentan que se trata de «ventanas» a dimensiones desconocidas.

Calaveras pequeñas:


1.- MAYA. Descubierta en Guatemala en 1912. Se denomina así porque la mayoría de las imágenes holográficas que han percibido los psíquicos describen escenas de la cultura Maya.




2.- LAZULI. Tallada en lapislázuli. Descubierta en 1995 al norte del Perú por indígenas incas. Una tribu cercana aseguraba que era obra de "espíritus malignos".

1 comentario:

Anónimo dijo...

¡esto si es una leyenda de a deveras ¡
en esto se deverian gastar los millones que son desperdisiados un mito muy anelante aunque se que lo mas seguro esque no viva ni para ver el descubrimiento de otra calavera d cuarzo espero que mis hijos o nietos la puedan presenciar