sábado, 20 de noviembre de 2010

Descubriendo a Cristóbal Colón. Parte 5.-

Las carabelas Santa María, La Pinta y La Niña, por expresas instrucciones de Colón, salen desde Puerto de Palos ostentando cosidas a sus velámenes, el conocido y tradicional emblema de Los Caballeros Templarios, la llamada Cruz Copta, nombre este último que los griegos dieron otrora a los egipcios cristianos y que tiene su origen en la Tau, - la T -, última letra del alfabeto hebreo, cuya figura de dos brazos iguales que se cortan en el medio, surge de la unión de cuatro círculos que representan distintos elementos de la naturaleza: fuego, aire, agua y tierra.

Esta cruz es anterior a la cruz de los romanos, que tiene el brazo vertical más largo, utilizada en sus comienzos como instrumento de tortura y las crucifixiones de criminales.

El enigma planteado por la presencia de esta cruz en las velas de los navíos, ha merecido ríos de tinta de parte de los historiadores y estudiosos del Descubrimiento, ya que evidentemente no estaban allí casualmente ni por mero capricho, sino obedeciendo a un propósito determinado, entrañando un mensaje que es preciso develar.
Ello nos obliga a remontarnos a las antiguas historias, al inicio de Las Cruzadas y al nacimiento de la citada Orden del Temple.

Hablar de los Caballeros Templarios es una dura tarea, teniendo en cuenta que sus rudimentos están emparentados con las primeras Ordenes Militares Cristianas después de la primera Cruzada que comandada por el Papa Urbano II en el siglo XI, trató sin éxito de reconquistar Tierra Santa, en manos de los infieles desde el siglo VII.
Esta orden de carácter religioso y militar, cuyo nombre oficial era Orden de los Pobres Caballeros de Cristo, fue conocida como Caballeros del Templo de Salomón, o Caballeros Templarios, porque el primer palacio que ocuparon en Jerusalén era adyacente a un edificio conocido como el Templo de Salomón, algunos dicen, que sus caballerizas.

Diremos pues que esta Orden de los “monjes soldados”, fue fundada para proteger las vidas de los cristianos, que tal cual sigue haciéndose en la actualidad, peregrinaban por miles a Tierra Santa y los lugares sagrados con un estricto sentido mesiánico: honrar los sitios donde se desarrollaron los sucesos bíblicos narrados en el Antiguo y Nuevo Testamento. Estos lugares, distribuidos en un gran espacio geográfico eran principalmente Jerusalén, conocida como la Ciudad Santa por las religiones judía, cristiana y musulmana; Belén - Cisjordania, ciudad natal del rey David ; Nazaret en Israel, ciudad donde nació Jesús. Monte Sinaí, en Egipto, donde ocurre la revelación a Moisés; Río Jordán, Mar de Galilea y Desierto de Judea.

Llegar hasta allí, desde distintos lugares del mundo, implicaba un gran riesgo personal para los peregrinos, que usualmente eran asaltados y muertos en esta travesía, atacados por las tribus turcas convertidas al islamismo, que los tenían cerrados y prohibidos al peregrinaje cristiano.

Esta Tierra es todo un símbolo para el cristianismo, además es la Tierra Prometida del judaísmo y según el Islam, dónde se encuentra el “Domo de la Roca” , también llamado Cúpula de la Roca o Mezquita de Omar y el lugar hasta donde cabalgó Mahoma en sueños en un caballo alado subiendo hasta el cielo por Jerusalén. Por esta misma razón siempre ha sido una fuente de conflictos religiosos y culturales.

Allí estaba el Templo de Salomón que guardaba el Arca de La Alianza, construida sobre el monte Sión. Luego de destruido el templo se conoce como Nueva Sión, nombre también por extensión dado a Jerusalén. Los cristianos llaman también Nueva Sión a la colina occidental en torno al cenáculo. Allí esta el valle de Cedrón, donde según la profecía de Joel (4, 2-12), se reunirá la humanidad para el día del Juicio Final. En el noroeste de la ciudad estuvo el palacio de Herodes. En el monte Sión está además la Basílica de La Dormición, lugar donde pudo morir la vírgen María.
La Orden de los Pobres Caballeros de Cristo fue una de las más famosas Órdenes Militares cristianas que se mantuvo activa por cerca de dos siglos cumpliendo los objetivos para lo cual fue creada. Sus miembros eran considerados las unidades militares mejor entrenadas que participaron en las Cruzadas y los miembros no combatientes de la Orden, gestionaron una compleja estructura económica a lo largo del mundo cristiano, creando nuevas técnicas financieras que constituyen una forma primitiva del moderno concepto de Banco, que luego gracias a la serie de fortificaciones, conventos, molinos y otras edificaciones por todo el Mediterráneo y Tierra Santa, abrieron la factibilidad para convertir su negocio de resguardo de valores en una Banca formal de tipo internacional, la primera creada en el mundo.

Los privilegios de la Orden fueron confirmados por las Bulas Omne datum optimum de 1139: Milites Templi en 1144 y Militia Dei en 1145. En ellas, se daba a los Caballeros Templarios una autonomía precisa y real respecto a los Obispos, dejándolos sujetos tan sólo a la autoridad papal; se les excluía de la jurisdicción civil y eclesiástica; se les permitía tener sus propios capellanes y sacerdotes pertenecientes a la Orden; se les permitía recaudar bienes y dinero de variadas formas (por ejemplo, tenían derecho de óbolo —esto es, las limosnas que se entregaban en todas las Iglesias— una vez al año). Además, estas bulas papales les daban derecho sobre las conquistas en Tierra Santa y les concedía atribuciones para construir fortalezas e iglesias propias, lo que les dio gran independencia y poder. Los Templarios eran el ejército del Papa.
Actuaron igualmente como banqueros de los peregrinos, por lo que obtuvieron grandes riquezas. No hay que olvidar que en el area occidental todo el mundo era creyente y no solo viajaba la gente modesta, sino especialmente los caballeros y nobles, el Rey y su Corte, los comerciantes y sus familias.


A la muerte de Alfonso I el Batallador, fueron nombrados herederos junto con otras órdenes militares del reino de Aragón; a cambio de su renuncia a la herencia del reino, recibieron diversas fortalezas y distinciones.
En Francia, los templarios se habían convertido en banqueros de los reyes. Cuando fracasa la Segunda Cruzada y Jerusalén cae en manos de los musulmanes en 1187, la Orden deja de tener sentido, entonces Felipe IV de Francia, llamado el Hermoso, ladinamente, ante las inmensas deudas que había adquirido con ellos, decidió no pagarles y convenció al Papa Clemente V de que iniciase un proceso contra los templarios, acusándoles de impiedad (1307).

Este Papa corrupto, como casi todos los de la época, que debía su trono al rey francés Felipe "El Hermoso" quien lo había propuesto, también era deudor de los Templarios y estaba celoso del gran poder, casi superior al papado mismo que ostentaba la Orden.

El gran Maestre de la Orden, Jacques de Morlay y 140 miembros fueron arrestados. No obstante ser considerados inocentes, en el Concilio de Viena efectuado cuatro años después, el Papa Clemente disolvió la Orden y creó una comisión que reemprendió el proceso. Pero mientras esta investigación estaba en marcha, (como estaba planeado) los entregó a la custodia del Rey.

Este, sin querer esperar más investigaciones y desesperado por hallar el tesoro de los Templarios que se suponía de un volumen colosal, los sentenció a muerte por relapsos, apenas estableció que no podía arrancarles el secreto del escondite del oro, ordenando perseguirles y darles muerte sin juicio previo donde se les encontrase.
Todos los bienes requisados se los repartieron el Papa Clemente y el rey de Francia Felipe el Hermoso. El rey se quedó con todos los inmuebles, armas, caballos, castillos, iglesias, molinos, feudos y tierras y el Papa se llevó todo el oro, monedas y bienes muebles encontrados.
Muchas de estas posesiones fueron entregadas después por el rey a la Orden de los Hospitalarios y a otras órdenes militares ya existentes.

Así fue como se llevo acabo en Francia la llamada gran masacre, que en 1314, se llevó a efecto bajo el mayor secreto y donde más de 15.000 Caballeros del Temple fueron arrestados, sin aviso y sin más razón que un mandato real y condenados a la hoguera, sin que ellos se opusiesen u ofrecieran resistencia, como habrían podido hacerlo, dado que sus fuerzas eran tan importantes como el propio ejército real. Ello indicaba claramente que se sentían inocentes y que confiaban que pronto el error sería aclarado; que presumían que el Papa no permitiría tal injusticia "El estratega de esta operación fue el Visir Nogaret, maquiavélico personaje que ideó el plan para la destrucción de la Orden, brazo derecho del Rey y el ejecutor de sus planes. Primero en Francia, luego en Inglaterra y España, los Templarios son perseguidos, encarcelados y asesinados. Sus cuarteles fueron desmantelados y sus propiedades requisadas. Sus cabezas son puestas a precio y se paga cualquier información que señale como detenerles. Desde ese momento pasan a ser proscritos, indeseables, criminales.

No obstante no todos los jerarcas y miembros de la Orden fueron muertos ni detenidos; prueba de ello es que nunca estas pesquisas tanto del papado como del rey francés dieron con el escondite del tesoro templario, de sus reliquias sagradas, suponiéndose entre ellas el Santo Grial. Tampoco descubrieron sus archivos madres, la detección de su gran flota, los lugares donde estos barcos y sus tripulaciones estaban guarecidos. Ni menos pudieron establecer sus contactos, sus protectores, los castillos donde reorganizaban sus huestes y fijaban sus estrategias.

Antes de estos sucesos, en el breve plazo de dos años murieron misteriosamente dos Papas curiosamente enemigos del rey de Francia y gracias a ello ocupó el trono el Papa Clemente V, un sujeto de carácter irresoluto, manejable, marioneta del monarca, que aceptó como ciertas todas las pruebas presentadas contra los Caballeros Templarios: herejía, ritos blasfemos, escupir y pisar la cruz en las iniciaciones de los caballeros, sodomía, adoración de falsos ídolos demoníacos como el misterioso Bafomet y hasta ser adoradores de un gato.

Guillaume Nogaret era el Canciller de Felipe IV y también su hombre de confianza. En esos años el absolutismo monárquico del rey no admitía ningún poder exterior a su voluntad, por lo que chocó con la doctrina teocrática del Papa Bonifacio VIII, que afirmaba el derecho pontificio sobre todos los hombres, incluso los soberanos. Cuando el rey decidió cobrar tributos a la Iglesia, que en aquel entonces poseía casi el 70 del territorio francés, el Papa lo consideró como una ofensa y respondió con la Bula "Unam Sanctam", decretando la excomunión del Rey, declarando de paso, la supremacía del poder espiritual sobre el poder temporal y por esta vía la superioridad del Papa sobre los reyes, siendo estos últimos responsables ante el jefe de la Iglesia.

De hecho, aunque luego la Iglesia por supuesto lo negó, se intentó con este gesto intimidatorio de parte del Jefe de la cristiandad, de instaurar el viejo sueño vaticano, una Teocracia occidental, un gobierno mundial de la Iglesia Católica sobre todos los gobiernos y religiones sobre el planeta. El sumo poder temporal y espiritual en una sola mano. La del Papa.

Este Papa Bonifacio VIII, fue el que según los historiadores de la época y como se relata en la misma "Historia de Los Concilios de la Iglesia", buscaba niños para darse satisf acción sexual. Para justificar su conducta pererasta declaró oficialmente que: “EI darse placer a uno mismo, con mujeres o con niños, es tanto pecado como frotarse las manos”. (Historia de los Concilio de la Iglesia, Libro 40, art. 697). Además, reconoció practicar la brujería (Durant vol. 6, p.232). Llamó mentiroso e hipócrita a Cristo, fue homicida, profesó ser ateo, negó la vida futura y fue un pervertido sexual.

La respuesta de Felipe IV, fue citar un Concilio Nacional de los Obispos de Francia para juzgar y someter al Papa, e igualmente reunió a las Asambleas de Nobles y Burgueses en París buscando su apoyo para validar su lucha. Bonifacio en base al argumento del dominio universal del papado contestó fijando la fecha de su excomunión para el día de la Natividad de María en 1303, amenazando además con emitir la interdicción sobre el reino de Francia. Eso equivalía a deslegitimar a sus gobernantes y ocuparlo militarmente.

Guillaume de Nogaret, aconsejó al Rey la acción directa contra el Papa: arrestarlo y hacerlo juzgar por un Concilio. Con calumnias, Nogaret indispuso los ánimos de los cortesanos contra Bonifacio, al mismo tiempo que con sus tropas se presentó en la residencia papal de Anagni, forzando la guardia del castillo. En esa oportunidad se hizo acompañar de un enemigo declarado del Papa, Sciarra Colonna, miembro de la nobleza romana.
Allanaron las dependencias del Castillo y encontraron al Papa Bonifacio solo en la gran sala episcopal, abandonado por sus partidarios.

El anciano hombre de 88 años estaba sentado sobre un alto sillón, vestido con sus paramentos de ceremonia y no reaccionó ante la irrupción de la tropa armada. Al ver aproximarse a Guillermo de Nogaret y a Sciarra Colonna, inclinó levemente la cabeza y declaró: "He aquí mi cabeza, he aquí mi tiara: moriré, es cierto, pero moriré siendo Papa."

Sciarra Colonna, en su odio hacia Bonifacio VIII, avanzó insolentemente y le dio un cachetazo con su manopla de hierro. Con la fuerza del golpe, el anciano cayó estrepitosamente de su trono. Luego de este ultraje Nogaret se apoderó de su persona y lo mantuvo detenido durante tres días, privado de agua y de comida. La violencia de la que había sido víctima, había quebrantado definitivamente la razón de Bonifacio VIII. El Papa murió un mes más tarde sin reconocer a sus parientes y rehusando la extremaunción. Este episodio se denominó el «Atentado de Anagni».

Este nombre de Bafomet apareció por primera vez cuando los templarios fueron enjuiciados por herejes. Durante el proceso muchos de los caballeros de la Orden fueron sometidos a tortura, y confesaron numerosos actos heréticos. Entre ellos se incluyó la adoración a un ídolo denominado Baphomet o Bafomet.

Se cree que éste presunto numen era una cabeza barbada y con pequeños cuernos. Esto explicaría por qué razón los templarios fueron acusados de herejes, sindicados de haber tomado contacto en Tierra Santa con los sarracenos y sus creencias.
Se ha apuntado a que el nombre Bafomet pudiera ser una variante local del nombre Mahoma, Mahomet como se decía en francés o Mafumet, en catalán, hipótesis que se ha barajado a falta de antecedentes o explicaciones en el Acta levantada contra los Templarios.

Otras fuentes más aventuradas destacan que esta cabeza (no ya una mera representación, sino una cabeza humana embalsamada) no era otra que la de Juan el Bautista. También existe otra vertiente que sostiene que la testa barbuda en cuestión correspondería a Jesucristo. Esto último estaría contradiciendo la creencia en la Resurrección y por lo anto también era herejía.

El famoso ocultista francés Eliphas Lévi, (1810-1875) cuyo nombre verdadero es Alphonse Louis Constant, sacerdote, prolífico escritor y mago, dibujó a Baphomet con cabeza de cabra, rasgos andróginos y símbolos iniciáticos, sentado sobre un cubo.

Entre los cuernos de la entidad dibujó un pentragrama y una antorcha. En su cuerpo añadió unos pechos femeninos y un falo con forma de Vara de Hermes, un brazo masculino y otro femenino y una mano hacia arriba y otra mano hacia abajo, señalando una luna creciente y otra menguante. Cada brazo tenía una palabra en latín: solve y coagula.

Efectivamente en la simbología esotérica, existe un Dios de la Luz denominado Baphomet, Lucifer, Iblis, Prometeo…, que aparece a lo largo de los tiempos entre los Templarios, los Rosacruces, los Illuminati, la Masonería y otras órdenes, resultando el verdadero conductor de la iniciación, ante cuya invocación los recién iniciados hacen sus votos de lealtad.

Los Templarios medievales y actuales tuvieron y tienen como Dios de la Luz a Baphomet. También Los Rosacruces y sus ramas modernas Golden Dawn y Thelema lo consideran el Angel de la Luz. El mismo Dios de la Luz en varias expresiones (Baphomet, Lucifer…) ha sido importante para los Illuminati de todos los tiempos. Dan Brown, en Ángeles y Demonios (Umbriel, 2004), así lo explica, aunque envuelto en sus fantasías.

Para Fulcanelli sin embargo, constituye "el emblema completo y total de las tradiciones secretas", empleado exteriormente como paradigma esotérico de algunas Ordenes y como signo de reconocimiento de sus iniciados".

En todo caso, el Bafomet constituyó una representación hermética de profundo significado. La orden del Temple, para la cual este símbolo tuvo una gran importancia esotérica trascendental, fue acusada de adorarlo bajo una de sus representaciones más groseras. Fue considerado un demonio y señalado por sus acusadores incógnitos como un ídolo de oro que hablaba y respondía por sí mismo. La falacia, que hoy nadie cree, necesitaba pruebas y a falta de ellas había que recurrir a tan infantil argumento, para ignominia de la Iglesia y la monarquía francesa.

De todas las interpretaciones, la realizada por el Dr. Schonfield, parece ser la que aporta mayores luces. El británico judío Hugh J. Schonfield, especialista en el estudio del Nuevo Testamento y de la Biblia en general, fue uno de los fundadores y presidente de la Organización Pacifista de Ciudadanos del Mundo, actividad por la fue candidato al Premio Nobel de la Paz en 1959 por sus servicios hacia la comunidad internacional. También fué presidente de la Sociedad de HG Wells.

El fue además uno de los eruditos que trabajaron en el Rollos del Mar Muerto y creía que la palabra Baphomet se consiguió con la técnica o conocimiento del cifrado Atbash, modalidad que los Templarios conocían muy bien. Este es un antiquísimo código hebreo que sustituye la primera letra del alfabeto por la última; la segunda por la antepenúltima y así sucesivamente. Es decir, la A sería la Z y la B sería la Y. Hay que tener en cuenta que en hebreo la lectura se hace de derecha a izquierda, pero el resultado se muestra con nuestros caracteres de izquierda a derecha.
Traspasó entonces la palabra Baphomet al hebreo y al griego y resultó la frase: BET PEVAV MEM TAF. Y según el carácter Atbash: SHIN VAV PE YUD ALEF= tradujo SOFIA, que en griego seescribe SOPHIA que significa SABIDURIA, en su más amplio sentido.

Así estableció que Baphonet o Sophia significa sabiduría, que en griego es un término fundamental dentro de la filosofía helenística y su religión, como también en el platonismo, gnosticismo, cristianismo ortodoxo, cristianismo esotérico y en el cristianismo místico. De hecho, la Sofiología es un concepto filosófico relacionado con la sabiduría, como también un concepto teológico relacionado con la sabiduría de Dios. Desde el punto de vista religioso es una rama de la teología cristiana que se ocupa de la Sabiduría del creador. Desde un enfoque filosófico la sofiología comprende temas asociados al análisis de las relaciones entre los mundos visible e invisible, el rol de la naturaleza, como también la Teleología.

(Para ampliar, presione en el dibujo explicativo del culto a la Virgen Sophia, según Los Rosacruces y su nivel en la escala creacionista)

Por tanto Sophia no fue ni es una persona, sino un concepto, que se encuentra presente en todos los Libros Sapienciales de la Biblia. Y en los altares donde se le venera se la representa como una Virgen, al igual que María y por supuesto desde mucho antes que se pensase siquiera, por los que introdujeron el rito de María, de convertirla como ahora lo es, en un objeto de culto similar al de una diosa. De sentarla en el cielo junto a Dios, de darle el título de Madre del Cielo, esposa de Dios...y de Virgen.

Hay muchas referencias a Sophia en el Libro de los Proverbios, y en los libros apócrifos del Eclesiástico y la Sabiduría de Salomón (aceptada por los católicos y ortodoxos, que se encuentra en la Septuaginta griega (Biblia israelita griega de la Iglesia primitiva). Allí Sofía, es la Sabiduría encarnada, la diosa de todos los que son sabios.

Es importante acotar que este texto conocido también como Biblia de los Setenta es la más incluyente, plural y representativa entre las colecciones de textos religiosos sagrados judíos e israelitas. Traducida de textos hebreos y arameos bastante más antiguos que las posteriores series de ediciones que siglos más tarde fueron asentadas en la forma actual del texto hebreo-arameo del Tanaj, representa una síntesis en que se subraya el monoteísmo judío e israelita, así como el carácter universalista de su ética. Baste decir que La Biblia Septuaginta fue el texto utilizado por las comunidades judías e israelitas de todo el mundo antiguo más allá de Judea, y luego por la iglesia cristiana primitiva, de habla y cultura griega. Junto con el Tanaj, constituye la base y la fuente del Antiguo Testamento de la gran mayoría de las Biblias cristianas.

Se llama Libros Sapienciales a un grupo de libros bíblicos del Antiguo Testamento, atribuidos tradicionalmente a grandes autores de la historia literaria de Israel. Los Libros Sapienciales de la Biblia se ubican entre los Libros Históricos y los Profetas y son: Job, Salmos, Proverbios, Eclesiastés, Cantar de los Cantares, Sabiduría y Eclesiástico.

Los antiguos Judíos veneraron a Sofía. El propio rey Salomón la incorporó a su templo bajo el nombre de Asera, diosa del saber; sin embargo después de las brutales "reformas" puritanas del rey de Jerusalén Josías, (600 a. C.) como se describe en la 1 ª y 2 ª de Reyes en la Biblia, eliminó según su limitada y fanática comprensión, todos los lugares de oración que no fuese el Templo de Salomón como asimismo íconos y altares que no fuesen los del Dios Padre, dejando también fuera la veneración de Sofía, que pasó a la clandestinidad. En ese entonces, cuidaban el culto a Sofía cuatrocientos profetas.

El Rey Josías, este primitivo fundamentalista, que asumió el reino a los ocho años de edad, en su celo por "limpiar" el culto y dejar tan solo lo que se expresaba textualmente en el ejemplar del Libro de la Ley que nunca antes había leído y que cayó en sus manos por casualidad, mató a todos sus sacerdotes y sacerdotisas, destruyendo sus santuarios y lugares de culto. Pero los partidarios de Sofía mantuvieron activa la "corriente subterránea" de su doctrina durante siglos, persistiendo hasta nuestros días su veneración en numerosas congregaciones tanto en oriente como occidente .

En la tradición cristiana oriental su culto fue muy extendido y su presencia en los más antiguos Libros Sagrados, hizo que la práctica de la la veneración de Sofía prosperara de manera muy significativa, por lo que se construyó en su homenaje la Catedral de Santa Sofía en Constantinopla (ahora un museo musulmán en Estambul).

En el servicio litúrgico católico, se celebra a Sofía junto con la Asunción de María y la Iglesia Ortodoxa Rusa mantiene una escuela de "Sofiología" para explorar la Tealogía (se escribe con una "a") de Sofía sin que esto contradiga la teología ortodoxa rusa.

Sin embargo, los cristianos orientales no son los únicos cristianos que la veneran. Sofía era muy probablemente venerada por los primeros "Seguidores del Camino" y su culto ha sobrevivido en Occidente en forma de gnosticismo. Los Gnósticos la ven como uno de los eones, uno de las cuasi-deidades que viven en el reino etéreo conocido como el Pleroma. Creen que ella dio a luz a un neón negativo, que más tarde llegó a ser un arconte, el Demiurgo, creador y gobernante de este mundo.

Los Gnósticos ven el Demiurgo como el Dios del Antiguo Testamento, con sus estrictas reglas y las cadenas que atan a la gente de la Tierra y creen que Sofía y el Dios Padre (no el Demiurgo) envió a Yeshua para corregir este mal. (Yeshua en hebreo según los eruditos y grupos religiosos es el nombre hebreo o arameo de Jesús de Nazareth y es extensamente usado por el Mesianismo judío y los Hebreo-Cristianos, entre ellos los Hebreos Católicos que desean usar este nombre considerando la pronunciación original en este idioma)

El Demiurgo, en la filosofía gnóstica, es la entidad que sin ser necesariamente creadora es impulsora del universo. También es considerado un dios creador del Mundo y autor del universo en la filosofía idealista de Platón y en la mística de los neoplatónicos. En griego significaría creador.

En la página http://www.crcsite.org/ViriginSophia.htm%20. Comentarios sobre los Símbolos Secretos de los Rosacruces, los interesados pueden encontrar enlaces relativos al tema.
Entre otros conceptos, estos grupos señalan, que de acuerdo a un libro considerado hoy apócrifo "La Sabiduría de Salomón", se dice claramente que sofía es el Espíritu Santo.

Ella ha sido venerada como la novia de Salomón por los Judios, como la Reina de la Sabiduría y la Guerra Atenea por los griegos, y como el Espíritu Santo de la Sabiduría de los cristianos. Es conocida como Chokmah en hebreo y Sapientia en América.

Por tanto Sofía o Bafomet representan la sabiduría. En la Biblia, Satanás no es una cabra o una cabeza con cuernos. Es un espíritu, y para los cristianos Satanás es el enemigo, el impostor. No es como Bafomet, que representa una figura rebelde, victoriosa y sabia.

Por lo tanto no es descabellado pensar que efectivamente los Templarios, que tenían sus propias reglas secretas de iniciación, usaran esta simbología utilizando la palabra Bafomet en su acepción de sabiduría. De ello se aprovechó el astuto Visir Nogaret, quien había sido profesor de derecho en Montpellier y juez en Beaucaire, para con sofismas y testigos falsos inventar la adoración de los Templarios por una criatura monstruosa, un ídolo pagano, una cabeza parlante que desde luego no podía sino ser creación de Satanás a quien llamaban Bafomet...

Desde el punto de vista de la Iglesia, esta diosa de la sabiduría, esta esposa del Dios Padre, que muchos identificaban con el Espíritu Santo, - el Tercer Dios de la Trilogía cristiana -, o como prefiere explicar la Iglesia Católica, "tres personas distintas pero un solo dios nomás...", se convirtió para ellos en una grave problemática.

Tanto porque su categoría era igual a la del Dios Padre y quizás superior a la de Jesús, como porque definitivamente su figura opacaba extremadamente la figura de María, ese culto planificado con tanta dedicación desde el siglo V por varios Concilios dedicados a resaltar su figura, para ganarse a las mujeres creyentes, a las que desde siempre el catolicismo despreció en su rol de madres, de esposas, de hijas, como existe sobrada constancia en la Biblia, reglamentos de la iglesia, libros y dichos de Santos y Apóstoles y en las bulas papales.

Por consiguiente, esta eliminación de los Templarios, que avivaban su culto, pese a que la Iglesia lo había convertido en clandestino y que incluso había beatificado como Santa a una Sofía, trastocando ladinamente este concepto en un ser viviente para minimizar su importancia, que aparece en El Santoral Católico como "aquella que acumula saberes" y que celebra su onomástico el 30 de septiembre, se convertía en un hecho muy favorable.

Finalmente, la masonería moderna igualmente incorporó e incorpora en sus rituales y enseñanzas, aunque cada vez menos, al Dios de la Luz en sus expresiones de Iblis, Baphomet, Lucifer... Recordemos que el general Albert Pike, en uno de los grandes y primeros tratados masónicos, "Morals and Dogma of the Ancient and Accepted Scottish Rite of Freemasonry", escribía: “LUCIFER, ¡El Portador de la Luz! ¡Extraño y misterioso nombre, dado al Espíritu de las Tinieblas! ¡Lucifer, el Hijo de la mañana! ¿Él es quien lleva la Luz y con sus resplandores intolerables ciega a las Almas débiles, sensuales o egoístas? ¡No lo dudéis, porque las Tradiciones están llenas de Revelaciones e Inspiraciones divinas, y la Inspiración no es de una Edad, ni de un credo. Platón y Filón también estaban inspirados”.

El propio Jacques de Molay el Gran Maestre de la Orden, fue quemado vivo el 19 de marzo de 13 14, tras siete años de prisión y tortura, frente al gran monumento gótico Nôtre Dame. Allí se retractó públicamente de cuantas acusaciones se había visto obligado a admitir, proclamó la inocencia de la Orden e invitó a los culpables de todo aquello a unirse, en el plazo de un año, al juicio de Dios. Esta maldición se cumplió, el Papa Clemente V, Nogaret y Felipe IV murieron antes de finalizar el año. Después de la extinción de la Orden, cayó sobre Europa una etapa verdaderamente catastrófica; el Continente se sumió en múltiples guerras (período conocido como la Guerra de los Cien Años).

Los Templarios decíamos, inventaron la Banca moderna y muchas de las metodologías en actual uso, introduciendo las cláusulas penales y la letra de cambio; ejercieron de tesoreros de reyes y nobles y no solo aceptaban moneda sino también cualquier objeto de valor prestando a cambio dinero contante y sonante, demostrando tener un respaldo de oro y plata impresionante. En la Francia del siglo XII, se conoce la construcción de más de setenta iglesias y cerca de ochenta catedrales, (que todavía son admiradas y son base del turismo europeo) las cuales fueron íntegramente financiadas por El temple, tanto en los materiales usados, como los jornales de las cofradías de constructores especializados.

Como se sabe, no había muchas minas en producción de metales nobles en Europa, Africa ni Asia en ese entonces y para los entendidos había circulando más oro y más plata que el que se importaba. Este fenómeno quedó al descubierto apenas los Templarios fueron prohibidos de existir. De inmediato estos metales preciosos, que eran en si mejores que la moneda circulante para hacer negocios, empezaron a escasear en toda Europa. Entonces todos se preguntaron ¿de dónde lo obtenían los Templarios?

La respuesta solo surgió en base a las torturas de los caballeros Templarios y a documentos posteriores, que los estudiosos fueron interpretando y que recogían la certeza que esta plata provenía de tierras e islas mar afuera, que las naves del Temple habían descubierto, probablemente México, donde en base a trueque de chucherías y telas, conseguían plata y oro de los indígenas.
Esto coincide y entrega una explicación al hecho que los conquistadores españoles se encontraron en la península de Yucatán con una leyenda conservada muy vigentemente por los nativos, que narraba que unos hombres blancos llegaron a sus costas en grandes barcos. Y estos altos y hermosos hombres, dioses sin duda, que vestían extrañas vestimentas, fueron generosos y legaron a las gentes Mayas grandes conocimientos.
Una de las cosas que más asombró a los religiosos que acompañaron a Colón, fue que los indios no se extrañaban al ver la cruz ni al contemplar a los caballeros armados. Es más, incluso parecía que los estaban esperando. Una de sus profecías hablaba que “llegará un día en el que vendrán por mar grandes hombres, vestidos de metal, que cambiarán nuestras vidas para bien". También los mMyas adoraban a Kukulkán, un dios “blanco y barbado" y a una cruz, en la cual "murió un hombre de luz que vivirá eternamente”. De más está decir, que estas características físicas corresponden a las de un europeo, tipo no existente en esa área del ahora México y que era imposible que estas culturas creasen a partir de su propia realidad un mito conteniendo la base de la doctrina cristiana.

Todas estas señales, han sido interpretadas como visitas muy anteriores a la llegada de Colón a esa tierras, por hombres blancos y los únicos que calzan con los datos de sus leyendas son justamente los Templarios, que siempre ostentaban su cruz en forma destacada en sus vestimentas y que poseían los medios y la capacidad logística con su gran flota independiente de otros Estados, apta para recorrer grandes distancias.

Cada vez son más los expertos que opinan que la poderosa flota templaria, alcanzó América y estableció una ruta comercial secreta que posteriormente les pudo servir para escapar cuando la Orden fue perseguida en el año 1307. Algunos grabados con simbología templaria descubiertos en la costa estadounidense de Maine, o en diversos enclaves de Centro y Sudamérica lo sugieren, así como representaciones de amerindios en monumentos templarios europeos.

En la página http://perso.wanadoo.es/ricardo.cob/sinclair.htm "Claves ocultas del Descubrimiento de América y de la creación de Estados Unidos" de Enrique de Vicente, se describen hechos investigados en los libros del escritor Andrew Sinclair, en referencia a los constructores de algunas edificaciones en la América de 1398, antes del Descubrimiento de Colón, efectuados –se dice, - por la familia de los Saint-Clair:

“El tercer conde Saint Clair construye en Rosslyn una capilla octogonal, de inspiración templaria y repleta de simbolismo esotérico, que es considerada por masones de todo el mundo como su lugar sagrado y en la que se dice enterraron los templarios sus tesoros, incluido el Santo Grial. En ella hay esculpidas mazorcas de maíz y otras plantas americanas”.
(Acotamos que este es un hecho extraordinario. La única explicación que puede derivarse de estas representaciones de frutos y granos, dado que eran productos desconocidos en Europa y el mundo conocido, es que estos constructores conocían la agricultura de América, es decir, habían estado allí.)

“Esta es una de las muchas evidencias que sustentan la autenticidad de la expedición realizada a América en 1398 por el «príncipe» Henry Saint Clair, con la ayuda de los hermanos Zeno, avezados navegantes venecianos, desembarcando en Nueva Escocia y dejando sus huellas en la costa de Massachusetts. Su intención manifiesta es ¡fundar una Nueva Jerusalén en aquel continente!
Según las investigaciones de Bradley, en época precolombina se construye un castillo en Nueva Escocia como refugio para miembros de la dinastía griálica. Cuando este territorio peligra ante los ataques de Cromwell, se convierte en su nuevo refugio la ciudad de Mont-real, fundada por la misteriosa Compañía del Santo Sacramento.

Todo apunta a que los Saint Clair conocen la existencia de América a través de sus aliados templarios y de sus vasallos vikingos. Investigadores como Jacques de Mahieu han documentado sobradamente la presencia del Temple en el Nuevo Mundo. Éste sería el Secretum Templi al que alude un sello que muestra a un indio, la tierra de donde extraen buena parte de la plata con la que financian la construcción de las catedrales góticas que -bajo inspiración de la Orden del Císter creada por San Bernardo- se levantan por toda Europa sin que nadie sepa de donde procede el metal precioso con que se paga a los constructores. La plata y otros bienes son transportados por barcos hasta su puerto atlántico y secreto de La Rochelle. De allí partirá la flota templaria, tras la disolución de la Orden, con rumbo desconocido, probablemente México.
Según las investigaciones de Mahieu, la primera llegada histórica a América -en el año 877- es la de monjes irlandeses pertenecientes a la Orden Columbita de los Guldeos. Les seguirán los Vikingos, quienes descubren primero México y luego Sudamérica, donde se instalan en torno al año 1000 y permanecen allí hasta que sienten necesidad de reanudar el contacto con su tierra, llegando al puerto de Dieppe. Allí permiten que los normandos copien el mapa que han trazado tras explorar el continente y sus costas durante 150 años.

El mapa permite al Temple, que es todopoderoso en esa región, confirmar las informaciones recabadas en diversos lugares sobre la existencia de un nuevo continente, rico en metales preciosos. Los templarios negocian un acuerdo con los Vikingos de América, viajando hasta allí sus naves y organizando la explotación de varios yacimientos mineros. Tras la caída del reino de Jerusalén, y al sentir amenazada su Orden, el Temple piensa en establecer un Estado soberano en Centroamérica, donde su expedición es acogida con entusiasmo por los indígenas, estableciéndose junto al lago de Chalco.

Cuando son perseguidos en Francia, su escuadra desembarca en Pánuco los archivos del Temple, imponiendo su autoridad en toda la región, pero al ser célibes mueren sin apenas dejar descendencia. Los templarios portugueses, que sobreviven como la Orden de Cristo, probablemente conservan en sus archivos una copia del mapa de Dieppe, que les permite viajar a Brasil antes de su descubrimiento «oficial», manteniéndolo en secreto para evitar la codicia de otros países".

Colón tal vez hereda el secreto templario de su suegro, gran maestre de la Orden de Cristo y probablemente sirve a «La causa del Grial». De ahí su propósito de iniciar una nueva Cruzada puesto que anteriormente ha trabajado al servicio de René D'Anjou, supuesto Gran Maestre del Priorato de Sion. Este genio de Sangre Real ha heredado de Godofredo el título de rey de Jerusalén, al que se suman otros muchos condados y ducados, además del de rey de Hungría, Nápoles, Sicilia, Cerdeña, Mallorca, Aragón y Valencia. Precursor del Renacimiento, es un entusiasta de los romances sobre la Tabla Redonda y el Grial, además de eso ostenta y tiene a su servicio, a un cabalista y astrólogo que será el abuelo de Nostradamus.”


Gracias a una oportuna alianza con el rey de Portugal, la Orden adquiere predicamento en la lucha contra los moros, ocupantes de la península ibérica. Dionisio I de Portugal, apodado "el Labrador", firmó un acuerdo con el Papa y juró proteger los intereses de la iglesia en Portugal. Por eso pudo garantizar el asilo de los Caballeros Templarios perseguidos en Francia y otros lugares y crear la Orden de Cristo, designada a ser la continuación de la Orden del Temple.

En 1319 el rey Don Dinis, como se le llamaba, asignó las propiedades portuguesas y privilegios de los templarios a la recién fundada Orden de Cristo que se convirtió así en la continuación del Temple en Portugal. No obstante, la corona portuguesa, se arrogó desde el principio el derecho a nombrar el Gran Maestre, lo que junto al abandono de la Regla del Temple cambió en forma muy importante los objetivos templarios originales, entendiéndose que esta sucesión de Templarios a Caballeros de Cristo, era una medida formal para dar cabida al enorme potencial humano y recursos económicos de los Caballeros Templarios disueltos, fundamentales para mantener Portugal a salvo de invasiones o incursiones enemigas.

De hecho, la Orden de Cristo tomó como sede “Castro Marim”, a fin de proteger el Algarve portugués. En 1357 la sede ya se había instalado en "Thomar", la antigua sede de los Templarios . La nueva Orden tomaría como Regla la de San Benito y las Constituciones de Calatrava
Entre los votos que tenían que prometer estos caballeros, estaba el de obediencia al Rey, algo totalmente desconocido para la Orden del Temple. El primer Maestre de esta Orden fue Don Gil Martínez, Caballero de la Orden de Aviz, una filial de la Orden de Calatrava. Así pues, el primer maestre de esta Orden no fue un Caballero del Temple.

A principios del siglo XV, el Gran Maestre de la Orden y hermano del Rey, el Infante don Enrique, invirtió las ganancias de la Orden en la exploración marítima. El emblema de la orden, la Cruz de la Orden de Cristo, adornaba las velas de los navíos portugueses que exploraban los mares desconocidos. El papa Calixto III le concedió la jurisdicción eclesiástica en todos los territorios "desde los cabos de Bojador y de Nam a través de toda Guinea y más allá hasta la orilla meridional sin interrupción hasta los Indios".

El poder y la riqueza acumulados por la Orden la convirtieron en un posible peligro para el Estado. Por ello, en 1551, el título de Gran Maestre fue unido irrevocablemente al de Rey de Portugal En 1780 fue secularizada A partir del siglo XIX su actividad se redujo al mantenimiento de sus bienes y se convirtió en una orden honorífica, la mayor distinción del Reino de Portugal.
De acuerdo a las últimas investigaciones de los historiadores, Colón, quien estaba casado con la hija del Gran Maestre Templario Diego Palestrello, refugiado en ese entonces en Portugal, se dice, se convirtió también en Templario y siendo su interés la marinería, pudo conseguir o presumir o robar los mapas de la ruta hacia el oeste.

Una versión habla que esta hoja de ruta le fue entregada para que realizara el descubrimiento, pero personalmente me inclino por aquellos que piensan que Colón, traicionó este secreto templario, en manos de la Orden de Cristo portuguesa, mostrando al mundo español su accesibilidad por despecho y ambición, teoría que a mi juicio calza mejor con la personalidad y perfil sicológico del Almirante y dado que siendo miles los templarios recogidos en la Orden de Cristo portuguesa, muchos de los cuales probablemente viajaron a estas posesiones lejanas o conocían la ruta secreta, ninguno de ellos había delatado su posición.

Además, ¿cuál era la necesidad de los templarios portugueses de entregar este secreto a España, nación que los había perseguido y exterminado, o a nadie, ya que era su fuente de aprovisionamiento de plata y oro?

¿Y cómo pudo ser Colón miembro de la Orden de Cristo si no era sacerdote y estaba casado y existe registro de parte de su vida como navegante y corsario? Lo más probable entonces, es que en el corto tiempo que estuvo casado con la hija de Palestrello, recogió vital información de este o bien pudo hacerse con documentos guardados celosamente por su suegro, hurtándoselos o copiándolos.
También está el misterio de La Capilla de Rosslyn , que sorprende por sus reducidas dimensiones, pero lo que realmente deslumbra es la cantidad desconcertante de símbolos de las tradiciones hebrea, cristiana, egipcia, masónica y pagana, que han hecho de sus paredes la tierra prometida de generaciones de criptógrafos. David Brown, autor del bestseller "El Código Da Vinci", que sitúa bajo su techo maravillosamente tallado el desenlace de su famosa novela, seguida de la película, la define como ''el paraíso de la simbología''.

Los Caballeros Templarios la edificaron en 1446 como réplica exacta del mítico Templo de Salomón, alrededor de cincuenta años antes del viaje de Colón, con el célebre muro oeste sin terminar. Según se dice, también está la cripta subterránea, copia de la original, donde los nueve fundadores de la orden militar y religiosa habrían desenterrado por primera vez el Santo Grial.

William Sinclair, príncipe de Orkney a quien se debe la iniciativa de construir la capilla, reposa entre sus muros con algunos de sus antecesores, como su homónimo de 1297 que fue Gran Prior de los Caballeros del Temple, o Henry Sinclair apodado el Santo, de quien la tradición dice que viajó al Nuevo Mundo en 1398.

Como recuerdo de aquel legendario viaje quedan un cactus y unas mazorcas de maíz indio, esculpidas en la piedra años antes de que el Nuevo Mundo fuera descubierto oficialmente. Se dice que los Templarios, reconocidos constructores de iglesias, se superaron a sí mismos en Rosslyn porque era el lugar elegido para esconder el Santo Grial.
Lo cierto es que en sus muros no hay un solo centímetro sin tallar y que hasta la fecha, no toda esta notable simbología ha sido descifrada. A pesar de ser considerada morada y monumento de idólatras, la capilla consiguió salvarse de la furia destructora de la Reforma Protestante gracias a los vínculos entre el legado templario y la masonería de la que fue Gran Maestro el mismo Oliver Cromwell. (Fanático religioso seguidor del cristianismo protestante, sus campañas de conquista de Irlanda y de Escocia fueron brutales incluso para los cánones de la época, ya que consideraba que combatía con herejes. Bajo su mando, el Protectorado defendió la libertad de culto y conciencia, pero permitió que los blasfemos fueran torturados, además de perseguir cruelmente a los católicos. Cuando los monárquicos volvieron al poder, su cadáver fue desenterrado, colgado de cadenas y decapitado y su cabeza expuesta durante años para escarnio público. Para algunos es un héroe, para otros, un traidor).

Toda la superficie de la iglesia está esculpida con símbolos y representaciones de parábolas, dogmas de la doctrina cristiana y pequeños relatos mitológicos. Junto a las cruces floreadas, están los cálices, varios signos templarios y 56 marcas masónicas distintas descubiertas por los expertos. Se pueden identificar estrellas de David, símbolos astrológicos, plantas y representaciones de la iconografía cristiana, como las estaciones del Calvario, los pecados capitales, el velo de la Verónica con el rostro de Cristo y Lucifer, el ángel caído, el único representado cabeza abajo.

No podían faltar referencias a la historia y a las arraigadas tradiciones escocesas, como el corazón de Robert The Bruce, el primerrey de Escocia, o antiguos ejemplares de gaitas.

La capilla se sostiene sobre catorce pilares, que forman una arcada de doce arcos puntiagudos sobre tres lados de la nave. Los tres pilares al extremo este de la capilla son llamados, del norte al sur, el Pilar Maestro, el Pilar Oficial, y el más famoso, el Pilar del Aprendiz. Al extremo oeste, otros tres pilares dividen la nave y la Capilla de la Virgen.

El Pilar de Aprendiz debe su nombre a una leyenda que implica al albañil responsable de la cantería en la capilla y a su joven aprendíz. Según la leyenda, el maestro constructor, que disponía de un modelo para la realización de la columna, no se atrevía a iniciar el trabajo sin haber visto antes la columna original, que se supone estaba en Roma. Así que emprendió un largo viaje con esa finalidad. A su regreso, vio que el Aprendiz había completado por sí sólo la columna y dominado por la furia y los celos, lo golpeó con su maza en la cabeza, matándolo.

El castillo de Rosslyn albergó un scriptorium medieval, donde se traducían y copiaban a mano libros de la Europa continental. Las tallas de la capilla imitan de muchas formas las intrincadas iluminaciones de los medievales libros de horas y bestiarios. Fabulosas criaturas tales como dragones, unicornios, hombres verdes, leones y monos se codean con santos, caballeros, reyes, reinas y una gran cantidad de músicos medievales y personajes bíblicos.

Escenas bíblicas como la expulsión del Jardín del Edén, el ángel caído o la crucifixión, se dan la mano con esculturas paganas relacionadas con tradiciones templarias y masónicas como el mítico "Pilar del Aprendiz" ya mencionado, uno de los tres pilares que separan el coro del ala central de la capilla.

Para muchos entendidos, el "Pilar del Aprendiz" simboliza el Ygdrasil, el árbol de los mitos nórdicos que sustentaba los cielos sobre la tierra. Para otros, es el Árbol de la Vida o el Árbol de la Ciencia del bien y del mal, situado en el Jardín del Edén. Su rica simbología ha dado origen a todo tipo de conjeturas sobre lo que alberga en su interior. Casi todas ellas apuntan a la posibilidad de que sea el mítico Grial, la copa en la que bebió Jesucristo durante la Ultima Cena.

Todas estas teorías han dado lugar a una rica producción escrita en los últimos años que ha desembocado en el celebérrimo Código da Vinci, un best-seller que ha llevado a las portadas de los principales periódicos mundiales hipótesis que, hasta apenas hace un año, sólo circulaban en ambientes reducidos.

Más sorprendente si cabe, es la teoría planteada por el antropólogo Keith Laidler, autor de "The Head of God: the Lost Treasure of The Templars" (1998), donde se afirma que bajo el "Pilar del Aprendiz" se encuentra la cabeza momificada de Cristo, rescatada por los Templarios durante su estancia en Jerusalén y trasladada a Escocia durante los acontecimientos de 1307.
La hipótesis de Laidler sugiere un culto a la cabeza propio de Canaán, que perduró durante siglos entre el pueblo judío. Así, tras la pasión de Jesucristo, su cabeza habría sido separada del tronco y embalsamada, encontrándose siglos después por los Templarios que excavaron en el templo de Jerusalén. Esta cabeza embalsamada sería, según Laidier, el famoso Baphomet, supuesto ídolo que los templarios adoraban. La base de su teoría estaría en una inscripción de dicho pilar que dice "Here beneath this pillar lies the head of God" ("Tras este pilar se encuentra la cabeza de Dios").





lunes, 8 de noviembre de 2010

Descubriendo a Cristóbal Colón. Parte 4.-

En el corredor izquierdo de la monumental Basílica de San Pedro en Roma, destinada a los sepulcros de los papas, se encuentra la tumba de Inocencio VIII, Giovanni Battista Cybo, que falleció el 25 de Julio de 1492. Extrañamente una placa de mármol negro adosada a su sepultura tiene grabado el siguiente epitafio: “NOVI ORBIS SUO AEVO INVENTI” (“SUYA ES LA GLORIA DEL DESCUBRIMIENTO DEL NUEVO MUNDO”) . Y bajo la imagen del pontífice se lee “Obit an. D.ni MCDXCIII”. Muerto en 1493.
¿Cómo es esto posible..? ¿Qué tiene que ver este Papa con el llamado Descubrimiento del Nuevo Mundo si murió ocho días antes que Colón embarcara de Puerto de Palos? ¿Y si es así, cómo pudo saber anticipadamente que un Nuevo Mundo se descubriría un mes y medio después de fallecer? ¿Y cómo se explica que habiendo muerto en 1492, se señale en su tumba que falleció en 1493, un año después?

¿Por qué las carabelas de Colón tenían cosidas a sus velas la Cruz templaria, la enseña de la Orden de Los caballeros Templarios?

¿Por qué en 1523, cuando Fernando, su hijo natural viajó a Italia a buscar datos sobre Colón en los archivos oficiales, el Emperador Carlos V le prohibió que continuara sus investigaciones?

¿Cómo es que nadie en España escribió oficialmente de y sobre Cristóbal Colón cuando aún estaba vivo ni después de fallecido? ¿ Ni historiadores, ni la Monarquía, ni novelistas o divulgadores de grandes acontecimientos?

Debieron pasar doscientos ochenta y siete años, casi tres siglos, para que un Monarca español, Carlos III, se preocupara en 1779 de buscar a alguien que recopilara y ordenara los documentos existentes, para que el gran público conociese la vida y la Obra del Descubridor de América. De este tiempo nació la “versión oficial”, tijereteada, acomodada, distorsionada, filtrada a partir del esbozo del cronista valenciano Juan Bautista Muñoz

El misterio de todo lo relacionado con Colón no solo alcanza a su real personalidad, a su origen, a su familia, a su verdadero nombre y rostro, a la manera cómo firmaba, a su nacionalidad, su forma de vida, ni cómo llegó a las islas caribeñas que visitó con anticipación al descubrimiento oficial de las mismas, sino que también se extiende a las personas que se relacionaron con él. Enigma que incluso como veremos, ha persistido hasta después de su muerte, ya que actualmente aún no se sabe donde está enterrado su cuerpo, a pesar que hay varias naciones que aseguran que yace en sus territorios./strong>

La responsabilidad de estas incógnitas afecta a Fernando e Isabel, los Reyes Católicos y a La Corona de Castilla. Al reino de Portugal, a la Iglesia y al Papado; a sus confesores y amigos los sacerdotes franciscanos del Monasterio Santa María de la Rábida. A quienes financiaron sus viajes y sus primeros cronistas, funcionarios de la Corte Real, que construyeron esa endiosada y prolija versión oficial que se enseña en las escuelas; aquella de un Colón católico, íntegro y visionario, que apostaba por una tierra esférica y no plana como opinaba la mayoría, cuestión nunca planteada en verdad por Colón.

¡O bien, cómo al lúcido marino que con sólidos argumentos científicos destruyó la opinión de los asesores del reino!, que tampoco ocurrió, pues el voto de tales asesores de la Corona fue negativo, discrepando diametralmente de los cálculos sobre la dimensión de la tierra y las distancias calculadas por el Almirante.

También como un idealista que pudo financiar su primera expedición con las joyas personales donadas generosamente por la reina Isabel, historia sin asidero documental.
Y finalmente como un hombre piadoso, desinteresado, honrado y culto, que conquistó para España un Nuevo Mundo, argumentos todos falsos y ya suficientemente descalificados a la luz de la historia y de los documentos encontrados posteriormente, que han revelado que todo esto fue una gran patraña.

Es evidente que todos los nombrados fueron cómplices por diversas razones con el ocultamiento de estos datos, enmascarando a Colón; dándole una fisonomía y una personalidad nueva que no era la suya, encubriéndolo, como si estas mentiras piadosas, esta ficción, no tuviera relevancia frente al otro elemento en juego, algo tan trascendente y vital para el destino de Castilla y el interés de la monarquía, que no solo era necesario preservar sino salvar a costa de cualquier otra situación menor, como si se tratase de un asunto vital, de vida o muerte, el descubrimiento.

Para tratar de percibir la verdad y esclarecer meridianamente tantas incógnitas e interrogantes, además de los antecedentes expuestos, hay que ir más lejos en la búsqueda de las claves y códigos que nos acercarán a la respuesta correcta. Esto significa conocer de más cerca los sucesos y acontecimientos que marcaron esos tiempos revueltos, las intrigas palaciegas, el control político que ejercía la iglesia, su impresionante espionaje de todo lo que ocurría en el mundo, lo que permitía al Papa mover las piezas de su ajedrez diplomático para evitar conflictos entre sus siervos y corderos dispersos en todos los reinos cristianos que comandaba.

Veremos entonces que todo encaja como una operación aritmética. Si el Papa era el dueño del mundo, los reinos y países debían pagar renta por la tierra que ocupaban, impuestos; y también dar granjerías a la Iglesia en su calidad de administradora universal, el famoso diezmo.

Si se descubrían nuevas tierras, lo más seguro era que sus naturales no conociesen al verdadero Dios, por lo tanto había que adoctrinarles y esa era una obligación cuyos costos corrían por cuenta de los descubridores. Estos bárbaros infieles, -algunos de ellos solo humanoides-, ante el riesgo que se sumasen a los infieles de otras latitudes, debían elegir entre adorar a Jesús o morir en la hoguera, como todos los herejes. El beneficio de ello para el Papado, era que tendría nuevos reinos, más poder, más súbditos que pagaban impuestos y más prosélitos de su religión. Ganancia redonda.
Es preciso por tanto conocer la Ley Suprema que dirigía el juego, la Regla de Oro que fijaba la ruta de los reinos y el comportamiento de la sociedad alineada en la dirección señalada por la Iglesia Católica medieval: sus Decretos Imperiales, conocidos como Bulas. Para el caso en comento las llamadas Bulas Alejandrinas.

Recordemos que el Catolicismo, después de la caída del Imperio Romano, sobre todo desde el año 313, se declaraba heredero directo de los emperadores, basando sus aspiraciones en un supuesto documento del Emperador Constantino en el que este cedía el poder civil del mundo conocido al Papa de Roma, junto a Italia y todos los reinos occidentales. La realidad es que el documento de la donación de Constantino es una falsificación del siglo VIII realizado mañosamente por la Iglesia, el cual, si bien durante la Edad Media fue puesto en duda, no es hasta el Renacimiento que se descubre la total falsedad de la Donación de Constantino.

Españoles y portugueses, luchaban antes y después de siglo XV tenazmente por la hegemonía Atlántica, por una expansión que anexara nuevos territorios a sus reinos, que permitiera nuevos ingresos que tonificaran su economía.
Los españoles, merced a Títulos entregados por el Papa a Luis de la Cerda, ocuparon las Islas Canarias y otras islas menores que a pesar de ser conocidas desde la antigüedad nunca habían sido claramente identificadas ni descubiertas oficialmente, lo que dio a España una leve ventaja sobre otras Armadas que competían por el control de la Mar Océana.

No obstante, la destreza marítima de los portugueses, su audacia como exploradores les hizo llegar a nuevas islas y tierras, apresurándose a asegurarse su exclusividad, acudiendo al Papa para que al igual que lo hizo antes Clemente VI con Luis de la Cerda, certificase su titularidad en su calidad de dueño del mundo.
Así fue como con fecha 8 de enero de 1455 Portugal obtuvo la Bula Romanux Pontifex y el 13 de marzo de 1456 la Inter Caetera, con las cuales ratificaron su primacía sobre la conquista del cabo Bojador al noroeste de África, hacia la india y el Lejano Oriente.

De esta manera Portugal acaparaba por derecho de conquista y por ratificación papal, rutas exclusivas bajo su control para llegar a la especiería, por lo que el campo de acción español quedaba limitado hasta su posesión de Canarias, quedando fuera del intercambio comercial más importante del momento con la Indias y sus codiciados productos, siendo su única esperanza tratar de navegar el Atlántico hacia el poniente, adentrarse en el Mar Tenebroso, lo que en ese entonces se consideraba una locura.

Pero antes de acotar otros antecedentes, hay que tener claro que el papel del Papa no era solo el del buen padre que media entre sus hijos para evitar rencillas; o del buen vecino que llama a la cordura y a la paz a dos amigos en discordia. El Vicario de Cristo era más que eso.

Como representante de Dios en la Tierra, era por sucesión divina el dueño material del mundo entero. El Jefe Poderoso que disponía qué dinastía debía regir cada una de sus posesiones. Tenía poder para destituir Reyes o lanzar ejércitos en su contra y para unirlos en Guerra Santa contra los infieles, aquellos que se negaban a aceptar a Dios como Patrón del Cielo y reconocer a su hijo Jesucristo como el Dios viviente.
Por ende, todos aquellos remisos a aceptar la autoridad papal, no sólo eran grandes pecadores frente a las leyes de Dios, sino que enemigos declarados de la Iglesia Católica Apostólica y Romana a los que había que destruir necesariamente.
Esos eran los renegados, los idólatras, los bárbaros, los paganos, los infieles. A estos se sumaban los ateos, esos despreciables hijos del diablo que como engendros de la oscuridad complotaban en las sombras, alentando y potenciando a las brujas y hechiceros, que junto a las comadronas, permitían el nacimiento de criaturas diabólicas, espantos que asolaban los pueblos, cuyas maldiciones arrastradas por el viento, llegaban a los confines más remotos del reino sembrando la enfermedad y la muerte.

Todos estos eran los servidores de Satán, los hijos del mal, que en su nefanda ceguera, se negaban a reconocer la potestad del Papado y por lo tanto, y esto era lo más indignante, a pagar el diezmo, donar sus heredades, entregar tierras y dignidades al alto clero, pagar tributos al rey y a la iglesia, hacerse cargo del coste de las mismas y el sueldo de los frailes y monjas, así como mantener los conventos y abadías.

El devenir de esta Edad Media o Edad Oscura, generó el desarrollo cada vez más potente de la figura de Cristo y la veneración a María y algunos Santos, figuras que resultaron más creíbles y rentables a la iglesia, de quienes los fieles compraban medallitas, escapularios, cruces y libros de rezos. Las iglesias relumbraban con el destello de las velas de oración que los creyentes compraban en las sacristías donde también estaba la oferta de tumbas, y los frailes urgían desde el púlpito más sacrificios, mayores “mandas” y más cánticos. Dios estaba insatisfecho.
Las ánimas sufrientes clamaban piedad desde los azules, rojos y amarillos violentos de los vitraux de los ventanales. Desde las escenas dantescas de los cuadros colgados de las paredes de los templos, pedían más novenas, homilías y peregrinaciones. Por cada misa que se rezaba en el altar, se sacaba un ánima del purgatorio. Nadie estaba libre del juicio de Dios. El demonio cosechaba almas. Cada muerto era disputado por ellos. Dios trataba de salvarlos a todos, pero había que “ayudar”. Lo primero era yacer en “tierra sagrada”. El cura solo bendecía aquella que estuviera dentro del recinto de los cementerios católicos. Había ofertas para todos los gustos, el simple hoyo y una cruz, la tumba formal o la cripta estilizada. Había que bautizarse, hacer la primera comunión, confirmarse, ir a misa todos los domingos a dejar el diezmo para el señor, casarse y morirse dentro de las normas de Dios. Todo tenía su precio. Ese era el camino de la “salvación”.
La cultura del miedo penetraba el espíritu religioso y las feligresas llegaban a sus casas directamente al escondite de sus ahorros, para llevar salvación a estos hermanos que se quemaban por millones. Los más pudientes llamaban al Notario y canalizaban legados piadosos para la iglesia para adelantar misas y oraciones para estos difuntos, pero especificando que primero, los dineros de estos bienes, debía destinarse a misas y oraciones por su propia salvación y la de su familia.

Poco a poco ese dios impersonal, vengativo, invisible y lejano, ese padre celestial sin rostro, fome y aburrido siempre sentado allá arriba en el arco del cielo, iba quedando en la trastienda de la fe. Los fieles pedían favores a la madre de Dios, la salvación de su alma al hijo de Dios y solo de tarde en tarde la curia se acordaba del Dios viejo, de ese supuesto creador de todas las cosas, esa deidad tan imperfecta como los humanos hechos a su semejanza, y tan injusto como la incontable variedad de males que afectan al hombre.
Y también fue un tiempo de definiciones de estos grandes y nuevos pecados que iban perfilándose, en especial en esta etapa de descubrimientos, relativos a los infieles, herejes y cismáticos.
Así, se llama infiel a quien no cree en la divinidad de Jesús o quién no ha sido bautizado en el rito cristiano. En este contexto caen todas las otras religiones existentes y sus seguidores así como los nativos de todo el orbe que no conocen el catolicismo, y en el caso particular del descubrimiento de América “los Indios”, como los bautizó Colón.

Hereje es aquella persona que no obstante creer en la divinidad de Jesús, posee además creencias de otras fuentes que contradicen los dogmas católicos, como es el caso de los cristianos supersticiosos, o que abrazan simultáneamente ciertas creencias de otros credos.

Y un cismático, es aquel individuo que no posee creencias contrarias a los dogmas católicos, pero que niega la autoridad de la Iglesia Católica, como son la mayoría de las corrientes separatistas del catolicismo, reformistas y particulares que creen en Dios, Jesucristo o la virgen María, pero no en el aparataje eclesiástico.

Hay que hacer presente, que para la Iglesia, piadosa como ella sola, ejemplo de justicia y equidad, todos eran igualmente pecadores, por lo que, por intermedio de su brazo vengador el Santo Oficio de la Inquisición, mandaba a la hoguera por igual, a infieles, herejes y cismáticos.

En abril de 1493 cuando Colón les comunicó a Fernando e Isabel, haber pisado tierras del Gran Khan en las Indias, estos, temerosos que Portugal las reclamase debido a los Títulos conseguidos con el Papa, cuyos límites encerraban las islas descubiertas, recurrieron secretamente y de inmediato al Papa español Alejandro VI.


Este Papa, junto a sus parientes, son conocidos en la historia como una de las familias más sanguinarias de todos los tiempos, disipados, complotadores y degenerados. Famosos por su afición a usar veneno en los cócteles que ofrecían a sus invitados.

Apenas asumió Rodrigo de Borgia y Borgia, bajo el nombre de Alejandro VI, de inmediato mostró el nepotismo que le caracterizaría en todo su nefasto reinado, involucrando a sus numerosos hijos, amantes y familiares en altos cargos vaticanos con rentables ministerios, arreglando matrimonios de interés de sus vástagos, casi todos naturales, en todas las cortes europeas; chantajeando a los reyes, para conseguir que éstos obtuviesen títulos, honores y tierras y asesinando a varios cardenales y príncipes de la iglesia que pudieran desestabilizar su mandato, con el indudable objetivo político de apoderarse de Europa

Algunos de sus hijos conocidos eran Girolama, Isabel y Pedro Luis (de madre desconocida). De su amante permanente de cuando era Cardenal, Vanozza Attanei, que luego llevó como regenta al Vaticano, nacieron Lucrecia, César y Godofredo. Fue amante de Rosa, una de las hijas de Vanozza, con la que tuvo cinco hijos. Con otra de sus amantes estables, Julia Farnesio, a la que también mantuvo viviendo en la Santa Sede cuando Papa, tuvo otros dos hijos. A todos ellos los utilizó en el desarrollo de sus planes políticos, especialmente a César, que era el ejecutor de sus campañas militares y a su hija Lucrecia, que también fue su amante, cuya hermosura y atractivo usó como señuelo para varias infamias y matrimonios de conveniencia de corto tiempo, para sellar alianzas políticas.
Rodrigo Borgia, tenía una antigua y estrecha relación con Isabel y Fernando desde 1472, cuando como legado papal se les había reconocido como herederos al trono castellano. Habiéndose casado ilegalmente en 1469 los primos hermanos Fernando de Aragón e Isabel de Castilla, los futuros Reyes Católicos, para conseguir la legalización de su matrimonio a finales del verano de 1472 se reunieron en Tarragona sede del arzobispo Urrea. Fue Rodrigo de Borja (futuro Papa Alejandro VI) quien solicitó al papa Sixto IV la Bula que permitiría el matrimonio de los reyes de Aragón y Castilla. De otra manera no habrían podido ser reyes, antes bien, arriesgaban la excomunión.


Por supuesto, estas franquicias no fueron gratis y habían significado una cuantiosa fortuna que fue a parar a los bolsillos de Rodrigo Borgia, su nombre castellanizado. En base a “este favor”, además, por exigencia del mismo Rodrigo, pero ahora como Papa Alejandro VI, los reyes católicos nombraron Duque de Gandía a su hijo Pedro Luis en 1485. Otorgaron el Arzobispado de Valencia para su otro hijo César en 1492; y el otorgamiento de “la mano” de María Enríquez, la prima del Rey, para su hijo menor Juan en 1493.


Por lo tanto, cuando los reyes acudieron a él para buscar astutamente algún ardid que impidiera a los portugueses ocupar estas tierras por corresponderles por tratados anteriores, Alejandro VI, a cambio de otro gran saco de dinero, otorgó apresuradamente las famosas cuatro Bulas Alejandrinas, que se iban complementando entre sí. Dichos documentos, por supuesto necesitaron adulterar sus fechas de expedición, poniendo el Papa a estas Bulas fechas con efecto retroactivo, para que fuese una antes del descubrimiento, la otra para hacerlas coincidir con la llegada de Colón, etc.

En estas bulas se concede el dominio sobre tierras descubiertas y por descubrir en las islas y tierra firme del Mar Océano, por ser tierras de infieles en las que el Papa, como vicario de Cristo en la Tierra, tiene potestad. La concesión se hace con sus señoríos, ciudades, castillos, lugares y villas y con todos sus derechos y jurisdicciones para que los Reyes Católicos tuviesen tal dominio "como señores con plena, libre y absoluta potestad, autoridad y jurisdicción.

La bula en cuestión decía:
"Nos hemos enterado en efecto que desde hace algún tiempo os habíais propuesto buscar y encontrar tierras e islas remotas y desconocidas y hasta ahora no descubiertas por otros, a fin de reducir a sus pobladores a la acción de nuestro Redentor y a la profesión de la fe Católica, pero, grandemente ocupados como estabais en la recuperación mismo del reino de Granada, no habíais podido llevar a cabo tan santo y laudable propósito; pero como quiera que sea recuperado dicho reino por voluntad divina y queriendo cumplir vuestro deseo, habéis enviado al amado hijo Cristóbal con navíos y con hombres convenientemente preparados, y no sin grandes trabajos, peligros y gastos, para que un mar hasta ahora no navegado buscasen diligentemente unas tierras remotas y desconocidas.

Estos navegando el mar océano con extrema diligencia y con auxilio divino hacia occidente, o hacia los indios, como se sabe, encontraron ciertas islas lejanísimas y también tierras firmes que hasta ahora no habían sido encontradas por otros, en las cuales vive una inmensa cantidad de gente se según se afirma van desnudos y no comen carne…. " haciendo uso de la plenitud de la potestad apostólica y con la autoridad de Dios omnipotente os donamos concedemos y asignamos perpetuamente, a vosotros y a vuestros herederos y sucesores en los reinos de Castilla y León, todas y cada una de las islas y tierras predichas y desconocidas que hasta el momento han sido encontradas por vuestros enviados, y las que se encontrasen en el futuro y que en la actualidad no se encuentran bajo el protectorado de ningún otro señor cristiano, junto a todos sus dominios, ciudades fortalezas, lugares y villas con todas sus jurisdicciones correspondientes y con todas sus pertenencias, y a vosotros y a vuestros herederos".

"Nadie pues se atreva en modo alguno a infringir o contrariar con animo esta deputación, mandato, inhibición, indulto, extensión, ampliación, voluntad y decreto. Si alguien pues se atreviese, que sepa que incurre en la ira de Dios omnipotente y de los bienaventurados Apóstoles Pedro y Pablo.

Dado en Roma. San Pedro, en el año de la encarnación del señor, mil cuatrocientos noventa y tres, el día quinto de las nonas de mayo, primero de nuestro pontificado."

La Bula, por tanto, aunque no lo manifestaba expresamente, contenía intrínsecamente la gran amenaza de privar a los infractores de este Decreto Universal, del goce de su alma en el paraíso, es decir, decretaba la excomunión para todos aquellos que osasen viajar a las Indias por el Oeste sin autorización de los reyes de Castilla. La única contrapartida de la donación era la obligación correspondiente a los reyes, de evangelizar las tierras concedidas.

Seguidamente, el Papa que no deseaba que su negocio se malograse, decidió dividir al mundo en dos mitades, para lo cual, luego de algunos pequeños cálculos trazó una simple línea en un mapamundi, de polo a polo. ( ¡para eso el mundo le pertenecía y el hacía lo que quisiera con él..! ). Luego, graciosamente le asignó una mitad a Portugal cuidando que fuera donde estaban sus descubrimientos y la otra a España, con la precaución de dejar en tal sector las tierras del Nuevo Mundo recién descubiertas. Salomónicamente, dicha división consistía en separar los dominios españoles y portugueses con una línea imaginaria de Norte a Sur. España se quedaría con las tierras del lado Oeste mientras que Portugal obtendría las del lado Este.
Este último reino no quedó insatisfecho con este acuerdo; recordemos que Colón de vuelta de su primer viaje pasó a saludar primero al rey de Portugal, no se sabe si para buscar algún negocio mejor que el ofrecido por los Reyes Católicos, o solo para burlarse en venganza de la poca fe tenida en su ofrecimiento. Pero el caso es que Juan II consideró vulnerado el Tratado de Alcacovas-Toledo, firmado en 1479, e incluso amenazó con una guerra, por lo que debió pactarse un nuevo acuerdo, que se llamó Tratado de Tordesillas, de 7 de junio de 1494.

Portugal Consiguió con su alegato mover la línea a su favor 370 leguas al Oeste de las islas del Cabo Verde. Gracias a este nuevo acuerdo, Portugal se estableció en América en el vasto territorio que ahora conocemos como Brasil. Si alguien no comprendía por qué los brasileños son los únicos en Sudamérica que hablan portugués en vez de castellano, ahora pueden colegir el motivo y razón de ello.


Estas Donaciones Papales, trajeron desde el primer momento una polarización de las opiniones de muchos expertos y eruditos extranjeros, muchos de ellos eclesiásticos, que por ello fueron en su mayoría expulsados de sus órdenes, confinados en casas de retiro o desterrados de sus países. A su vez, Inglaterra, Francia y Holanda, no lo consideraron nunca válido, principalmente porque se quedaron fuera de este caprichoso reparto y desafiaron al Papa a que les mostrase "el documento en el que Dios firmaba esta declaración".

Domingo Muriel, jesuita paraguayo expulso del Río de La plata, publica en Venecia su "Rudimento Juris Naturae et Gentium", donde se pregunta : ¿ Con qué derecho puede el pontífice romano ejercer su autoridad y poder sobre aquellos que rechazan el evangelio que nunca han admitido y no son, por consiguiente, súbditos suyos?

Esta opinión en ese tiempo era muy arriesgada pues ponía en entredicho el poder papal y no solo amenguaba esta medida sino que llamaba a rechazarla.

Cornelio de Pauw, 1739-1799, un holandés escritor, filólogo, filósofo y diplomático en la Corte de Federico el Grande de Prusia, a pesar que no tenía buena idea de los “indios” americanos, en sus "Recherches Philosophiques", califica el tema de la Donación Alejandrina diciendo “que las Bulas son un monumento a la extravagancia humana y que estas solo son fruto del oportunismo papal”.

Según él, Alejandro VI, “con el propósito de ganarse el apoyo español para colocar a uno de sus bastardos como Emperador de Alemania, no ahorró bajeza para congraciarse con Fernando e Isabel, a los que se apresuró a regalarles América, sin sabe siquiera donde se encontraba…” “Si no estuviéramos habituados a los atentados y pretensiones de los papas –comenta- quedaríamos admirados de ver como un eclesiástico ultramontano podía dar de un plumazo los estados de trescientas naciones diferentes, a un pequeño príncipe europeo”.

También el abate Guillermo Tomás Raynal, escritor francés de la corriente enciclopedista, emplea artillería gruesa para calificar a las Bulas y refiriéndose a la navegación hispanoportuguesa afirma en su "Histoire Philosophique et Politique des Etablissements et du Comerse des Européens dans les deux Indes" que: "para prevenir un conflicto entre las ambiciones de ambos Estados, la Santa Sede delimitó en 1493 la zona de expansión de cada uno, haciendo uso de ese poder universal y ridículo que los pontífices de Roma se habían arrogado desde hacía siglos y que la ignorancia idólatra de dos pueblos igualmente supersticiosos prolongaba todavía para asociar el cielo a su avaricia”.

En carta a Simón Bolívar, el mismo abate Raynal expresa: "Tres siglos ha, dice V., que empezaron las barbaridades que los españoles cometieron en el grande hemisferio de Colón. Barbaridades que la presente edad ha rechazado como fabulosas, porque parecen superiores a la perversidad humana; y jamás serían creídas por los críticos modernos, si constantes y repetidos documentos no testificasen estas infaustas verdades…”

El historiador inglés William Robertson, Capellán Real de Jorge III, Rector de la Universidad de Edimburgo y Moderador de la Asamblea General de la Iglesia de Escocia, agrega que “Alejandro VI, originariamente vasallo de Fernando e Isabel y deseoso de obtener su favor en pro de sus ambiciones personales, realiza un acto de liberalidad que no le cuesta nada y que, por el contrario, le sirve para afianzar el poder papal y por ese acto los reyes católicos adquieren un Título nulo, pero que les parece de valor incontestable”.

También el peruano Lorenzo de Vidaurre aborda el tema de las Bulas en varios escritos escalonados a partir de 1810. Recurriendo a la historia de su país, relata cómo al enterarse Atahualpa de la Donación Alejandrina y sin más iluminación que la luz de la razón preguntó: “¿Pues, que estos reinos son del Pontífice?”
“Ni la predicación del evangelio ni el quebrantamiento del derecho natural - sostiene Vidaurre-, fueron causas legítimas para la Donación. Los Pontífices no podían dar reinos que no eran suyos y que por ningún título les pertenecían. Alejandro VI tuvo la misma potestad para trazar una línea divisoria, que un geógrafo para dividir la tierra o un astrónomo los cielos..”

Colón se mostró siempre como un gran empresario y como tal celebró su Capitulación. Incluso en su propio testamento se aprecia como, para el cuidado de su alma, dejó lo estrictamente necesario, en tanto que por otra parte, el legado más pobre fue para su hermano Diego, explicando que no le dejaba más “porque es de la iglesia.”
En su testamento fechado el 19 de mayo de 1506, sostuvo que “allende de poner el aviso y mi persona para el descubrimiento, Sus Altezas no gastaron ni quisieron gastar para ello, salvo un cuento de maravedíes, e a mi fue necesario de gastar el resto…” (un cuento corresponde a un millón de maravedíes).