jueves, 23 de septiembre de 2010

DESCUBRIENDO A CRISTOBAL COLON.


“La historia es un manojo de mentiras llena de fábulas y fantasía; nos enseña los infortunios y errores de la América; pero es elocuente para los que saben leerla”… Simón Bolívar.

Hay temas que resulta obligatorio investigar a cabalidad antes de opinar, porque conducen a la médula misma de lo que muchos llaman pomposamente historia oficial, o al menos a la leyenda que la originó, que no por serlo, es siempre verdadera.

Las historias relevantes que deben necesariamente hacerse públicas, sea por su trascendencia internacional o porque cambian un concepto tenido hasta entonces por cierto, generalmente van perdiendo su sustancia en el tecnicismo de la composición del mensaje, en lo apretado de la síntesis que se desea entregar, o bien, por ocultamiento premeditado por parte de bellacos que tienen órdenes de tergiversarla, disimular algunos hechos y falsificar si cabe los testimonios, sin detenerse ante escrúpulos de ninguna especie.

Cuando la versión oficial llamada historia, va perdiendo credibilidad, sea porque fue construida sobre andamios falsos o por que se develan nuevos antecedentes que minan su solidez, es casi imposible reconstruirla y no solo eso, resulta improbable que la gente crea en la nueva versión, aunque ésta sea la original.

La primera versión es como un secreto visto a través de una puerta entornada. Los primeros en llegar se hacen dueños de la historia. Nadie acepta que era imposible desde esa abertura de unos pocos centímetros observar con detalles hacia el interior del cuarto y formarse una idea acabada y exacta del secreto guardado allí.
Esto conduce al equívoco que todos repiten solo lo visto o lo escuchado, asegurando que corresponde a una realidad palmaria. Esa es la única verdad aceptada y se constituye en una especie de altar que todos veneran.

Además, toda versión que se precie de seria, debe tener un aval creíble, instituciones solventes y gente que tenga a lo menos un título universitario: un par de historiadores, egiptólogos, algún Obispo, un aventurero famoso que se topó con el hallazgo, un antropólogo, un forense, tal vez un monarca… y hasta un general. El axioma aceptado por la credulidad popular es que si ellos lo dicen hay que creerles. A nadie se le ocurre que la versión de estos validadores pueda esconder segundas intenciones

Así hemos llegado al siglo veintiuno con estas “verdades” que hoy son insostenibles en el tiempo y en el espacio: Qué Colón descubrió América. Qué la Esfinge debe su deterioro al roce de la arena del desierto. Qué las pirámides son tumbas mortuorias.
Ayer se decía que la tierra era plana, que un mar de fuego dividía los océanos, que el centro del universo era nuestro planeta, que Dios hizo el mundo en seis días.
Las hipótesis sobre las brujas y el éter resultaron ser falsas. La infalibilidad papal y hasta las recetas de las abuelitas, se quedaron rezagadas en el tiempo desacreditadas por el sentido común y la tecnología.

Nada importa que a Colón jamás se le pasó por la mente un “Nuevo Mundo” y que nunca supo que descubrió América. Qué no se necesita ser egiptólogo para asegurar,- eso que a cualquiera le parece obvio-, que esa erosión que presenta ese gigantesco trozo de roca del porte de un estadio de fútbol, que es la Esfinge enterrada en el desierto, es producto del roce continuo de la arena.
No obstante esa antigua y poco imaginativa teoría de la egiptología oficial, hoy se tambalea ante la evidencia arqueológica que señala que tal erosión es efecto de aguas de lluvias, tal vez de la Última Era Glacial, lo que sitúa su construcción en una edad mucho más lejana que la dicha, siglos quizás, cuando el desierto de Sáhara era tropical. Apoyan esta teoría, las antiguas pinturas de cuevas que indican que esa región del Sáhara fue húmeda y permitió la vida animal y vegetal.

Las Grandes Pirámides no son tumbas. Nunca se ha encontrado un cadáver en ellas, ni siquiera rastros. Y aunque pataleen los egiptólogos que así lo afirman, -que lo hacen en resguardo de su prestigio, que con esta interpretación queda por los suelos-, lo más probable es que fueron templos iniciáticos, ceremoniales, o quizás estaciones geodésicas, destinadas a recoger la energía del Universo. Tampoco en el interior de las pirámides de Giza se ha encontrado ninguna pintura ni representación del faraón que supuestamente estaba enterrado en ellas.

Hoy vivimos una etapa en que todo debe revisarse y volver a probarse a la luz del conocimiento. Son tantos los errores del pasado, las mentiras históricas, las estafas universales que los poderosos hicieron creer a la humanidad; las ruedas de carreta que las religiones hicieron comulgar a los ilusos, que la única verdad absoluta es que no existen las verdades absolutas.

La información existente pone en duda incluso, uno de los hitos más relevantes de la aventura humana conocido como el descubrimiento de América.

¿QUIÉN DESCUBRIÓ REALMENTE AMÉRICA?
La antigua controversia de si América fue realmente descubierta por Cristóbal Colón, Hernando de Magallanes o Américo Vespucio, entre otros, sigue muy viva en los círculos de los historiadores, a pesar que hay otros muy buenos candidatos, con meritorios antecedentes que han ido apareciendo en la misma medida que se profundiza en el conocimiento de las reales causas políticas, comerciales y especialmente religiosas de la época.
Había muchas potencias emergentes envueltas en el afán de expandir sus fronteras, que se disputaban el destino de la humanidad de los siglos venideros y todavía hay mucha tela que cortar referente a las intrigas y ambiciones personales de estos navegantes y sus elites de financistas y mercaderes, casi todos ellos con un nutrido historial de piratas o bucaneros, ex convictos por crímenes de sangre, mercenarios y aventureros sin patria ni ley.

La historia oficial sindica al navegante genovés Cristóbal Colón el mérito de haber descubierto ese continente desconocido para los europeos, que muchos suponían debía existir, pero que ninguna nación había encontrado y tomado posesión, pese a que existe conciencia en la comunidad científica que el continente fue visitado mucho antes por diversas exploraciones de los pueblos antiguos, como los fenicios, los chinos o los vikingos. La misma versión reconoce que en la reconstitución tanto de la vida de Colón, como de su ascendencia y hasta su verdadero nombre, presentan muchas lagunas y muy pocos antecedentes que confirmen su línea familiar. Igualmente se tiene la convicción, que nunca Colón se percató que había descubierto un continente.

Sus biógrafos escriben que fue cartógrafo, Almirante, Virrey y Gobernador General de la Indias, famoso por haber realizado “el denominado” descubrimiento de América.
Pero a renglón seguido, no pueden obviar decir, que Colón en verdad creía haber llegado “al continente asiático” llamado en esa época Indias y que murió sin saber que había llegado a una tierra desconocida por los europeos. Es decir ni Colón, ni los reyes de Castilla ni nadie nunca en esa época supo que se había descubierto América.

Años más tarde, merced a la expedición del marino portugués al servicio de España Fernando de Magallanes, que fué el primer europeo en pasar del Océano Atlántico al Pacífico al descubrir el Estrecho que lleva su nombre el 1 de noviembre de 1520, quién también logró la primera circunnavegación de la Tierra en 1522, se pudo confirmar que las tierras a las que arribó Colón, pertenecían a otro continente y no a Asia, como se pensaba y principalmente establecer definitivamente la esfericidad de la Tierra.

¿Pero quién era en realidad este hombre que según lo expresado por diversas personas que convivieron con él se hacía llamar por nueve o diez diferentes nombres? Muchos le llamaban Colombo, otros Colomo, Colonne, algunos Colom, Columbos y los más Colón.
Se indica que habría nacido en Génova, Italia hacia 1450 siendo sus padres Doménico Colombo y Susana Fontanarosa.

El historiador Salvador de Madariaga defiende que era judío converso, de ahí el intento de ocultar su origen; García de la Riega le atribuye origen gallego. Para Luis de Ulloa era un noble catalán cuyo nombre real sería Joan Colom. Varios investigadores dicen que hacia 1473, siendo un jovenzuelo, abandonó la ciudad de Savona y fue grumete. Algunos estudiosos indican que participó en campañas navales al servicio de Renato de Anjou y por su intermedio bajo las órdenes del corsario Colombo o Coulon el Viejo, con el que aparentemente no guardaba ninguna relación familiar, pues era un corsario gascón llamado en realidad Guillermo de Casenove, pero de donde quizás tomó prestado tal nombre. No obstante, hay serios antecedentes que establecen su relación y parentesco con Guillaume de Casenove Coullon y Cristóbal Colón, hermanos de su madre Margarita, famosos y sanguinarios corsarios al servicio del rey Renato de Anjou, con los cuales navegó entre 1470 y 1476.

Otras versiones menos creíbles lo señalan como el mítico marino alemán Juan Scolvus, quien habría estado entre los primeros europeos en alcanzar las costas de América, previo al primer viaje oficial conocido de Cristóbal Colón. Se señala que habría llegado a la zona de Norteamérica donde está Boston y ofrecido el proyecto de descubrimiento a Fernando El Católico en beneficio de Cataluña. El tal Scolvus o Scolnus es nombrado también como descubridor del Labrador, por Francisco López de Gómara, en su Historia General de Las Indias y Conquista de México (1552).
¿Cómo es posible que el misterio de su verdadero nombre, nacionalidad y familia, lugar de nacimiento, colegios dónde estudió, dónde pasó su juventud y quienes fueron sus amigos nunca hallan podido determinarse? Pase con un hombre común y corriente, pero no con alguien tan famoso que fue el descubridor de un Nuevo Mundo.

Baste recordar que la historia es capaz de narrar con lujo de detalles la vida de hombres legendarios como Alejandro Magno hacia el año 256 antes de Cristo; la de célebres faraones desde el período Dinástico de 5.000 a 13.000 a. de C; la de los griegos, persas, asirios, sumerios y hasta de Nabucodonosor rey de Babilonia hacia el II milenio antes de Cristo..., pero no de Colón.

Como veremos, toda la supuesta vida de este enigmático personaje, sus hazañas y actuaciones, están rodeadas en un halo de misterios y preguntas sin explicación coherentes, como también ocurre con sus facciones físicas, pues extrañamente Colón nunca posó para ningún pintor, resultando altamente incomprensible que a nadie se le hubiera ocurrido retratar al aventurero más importante de la historia, ya que se ha establecido, que las pinturas que muestran su rostro, fueron realizadas a través de interpretaciones de relatos, por gente que no lo conoció.

Tampoco nadie ha podido hallar el “Diario de ”A bordo” donde Colón, como era costumbre de todos los capitanes, anotaba los acontecimientos y sus impresiones personales de sus cuatro viajes al Nuevo Mundo, el cual supuestamente desapareció, para convertirse en un misterio más de todos los que se relacionan con su persona.

EL investigador histórico, Carlos Brant en su libro: "EL MISTERIOSO ALMIRANTE Y SU ENIGMÁTICO DESCUBRIMIENTO", página 23 nos dice lo siguiente:
"A CUALQUIER QUISTE, SIN NECESIDAD DE QUE DESCUBRA LA AMÉRICA, SE LE CONOCE LA FECHA Y LUGAR EN QUE NACIÓ, EN TANTO QUE NOSOTROS DESCONOCEMOS LAS DEl GRAN ALMIRANTE DE LA MAR OCÉANO, VIRREY DE LA INDIA, DESCUBRIDOR DEL NUEVO MUNDO, HOMBRE QUE FIRMO CON EL REY VARIOS CONTRATOS, SIN CONTAR SUS FAMOSOS TESTAMENTOS, MAYORAZGOS Y OTROS DOCUMENTOS.
¡Y QUE VENGAN A DECIRNOS QUE ESA FECHA SE PERDIÓ POR INDOLENCIA O POR DESCUIDO! NO HAY TAL COSA; ESTA FECHA SE PERDIÓ ASÍ COMO TAMBIÉN DESAPARECIERON LA NACIONALIDAD ORIGINAL DEL ALMIRANTE , SU VERDADERO NOMBRE, Y EL REAL MOTIVO DE SU FAMOSA EXPEDICIÓN, PORQUE TANTO AL REY, COMO A COLÓN Y A LOS SUYOS, LES CONVENÍA HACER DESAPARECER ESOS DATOS".


Se dice de él, que su profesión fue cartógrafo y que tenía por ende un profundo conocimiento de geografía y que dominaba la técnica de confeccionar mapas con detalles, fijando los puntos y las referencias adecuadas para ser comprendidas por los navegantes. Sin embargo, a pesar de su profesión y cuando fue necesario registrar esos supuestos territorios donde arribó para dar cuenta al rey, Colón, en el único mapa que se le conoce y que hay fe que lo hizo de su propia mano, solo dibujó un escuálido mapa, no mejor que cualquier aficionado, carente de detalles técnicos del oficio.

La Historia Oficial indica que nació en Génova en 1451 donde vivió hasta los 21 años. Demás está decir entonces que si nació y vivió allí debía hablar italiano. Pero existe un solo DOCUMENTO HISTÓRICO donde Colón manifiesta por escrito ser Genovés. Ese documento se llama MAYORAZGO; y ahí escribió lo siguiente: "SIENDO YO NACIDO EN GÉNOVA...". Ahora bien, si Colón nació y vivió en Génova hasta los 21 años como se asegura, si no hablaba italiano lo probable es que dominara algún dialecto Genovés.

El conocido historiador Español Nectario María, en su reportaje aparecido en el diario "Ultimas Noticias", PRUEBA por medio de una carta enviada por Colón a un Italiano llamado Micer Juan Luis, en Génova, en el año de 1504, que Colón NO HABLABA ITALIANO; pues, la carta la escribió en Castellano, cuando sabía que su corresponsal no hablaba esa lengua.
Menéndez Pidal, en su libro "LA LENGUA DE CRISTÓBAL COLON", página 25, observa que a Colón se le encontró un libro de la "Historia Natural de Plinio", publicada en Italiano. A dicho ejemplar Colón le escribió ciertos comentarios en forma de notas en Castellano. Es curioso que a una obra escrita en Italiano no se le haga sus comentarios sino en Castellano. Esto prueba que Colón posiblemente leía el Italiano, pero no lo hablaba ni escribía.

Carlos Brant nos dice en su libro: "EL MISTERIOSO ALMIRANTE Y SU ENIGMÁTICO DESCUBRIMIENTO", pagina 35 :
"EL CASTELLANO ERA EL IDIOMA MADRE DE COLON, ESTO ES, EL IDIOMA EN QUE SE EXPRESABA CORRIENTEMENTE Y CON EL QUE SE ENTENDÍA CON SUS PADRES, HERMANOS E HIJOS. FUERA DEL CASTELLANO, EL ALMIRANTE HABLABA FRECUENTEMENTE EL PORTUGUÉS, HABLABA TAMBIÉN FRANCÉS Y SABIA BASTANTE LATÍN Y ALGO DE GRIEGO Y HEBREO. DE MODO QUE SU DESCONOCIMIENTO DEL ITALIANO NO SE LE PUEDE ACHACAR A FALTA DE TALENTO PARA APRENDER IDIOMAS...SIN EMBARGO ESE DESCONOCIMIENTO ERA TAL, QUE PARA ENTENDERSE CON LOS ITALIANOS, NECESITABA INTERPRETES: SE CARTEABA EN CASTELLANO CON EL SACERDOTE ITALIANO GORRICA, Y EN PORTUGUÉS, CON EL COSMOGRAFO ITALIANO TOSCANELLI, QUIEN CREÍA QUE ERA LUSITANO. TRATO UNA VEZ DE ESCRIBIR ALGUNAS LÍNEAS EN DIALECTO GENOVÉS, Y COMETIÓ EN POCAS LÍNEAS MAS ERRORES QUE UN NIÑO DE PRIMERAS LETRAS".

Existen otros datos sumamente importantes que prueban que Colón NO ERA GENOVÉS. Uno de estos es que la Corona Española, exigía a todos los navegantes extranjeros que debían NATURALIZARSE ESPAÑOLES para poder obtener el codiciado titulo de PILOTO MAYOR ESPAÑOL.
A este respecto, la reina Isabel en su testamento que otorgó en la villa de Medina del Campo el 12 de octubre de 1504 ante el notario y escribano de la Corte Gaspar de Gricio dejó constancia explícita de la prohibición de conferir cargos a extranjeros en Castilla. Este hecho, juntamente con otros muchos, se convierte en sólida prueba que de manera fehaciente desaprueba el supuesto origen genovés del Descubridor.
Navegantes de la talla de Magallanes, Bocanera, Américo Vespucio y otros cumplieron con este requisito . Sin embargo, el Rey don Fernando NO EXIGIÓ a Colón este importante documento para nombrarlo nada menos que Virrey y Almirante Mayor de la Mar Océano...Debemos advertir, que todos esos nombramientos se los dieron a Colón antes del descubrimiento, o sea, que no fueron recompensas sino títulos exigidos por Colón.
Este requisito de nacionalización existía desde antes que a Colón se le ocurriese irse a la mar y no se conocen excepciones. Este dato nos muestra que el rey Fernando sabía que Colon era Español y ahí el por qué no le exigió el naturalizarse.
Otro dato que aporta Salvador de Madariaga en su libro, es cuando relata la batalla del cabo de San Vicente: En dicha batalla se encuentra Colón combatiendo al lado de los Franceses Y EN CONTRA DE LOS GENOVESES, lo que hace exclamar al mismo Madariaga: " ¿Qué Genovés es este que en vez de servir a Génova combate contra ella?".
Por último consultamos el más antiguo de los biógrafos de Colón, y el más fidedigno, su hijo don Fernando Colón, quien en su libro: "HISTORIA DEL ALMIRANTE", declara haber ido a Génova para averiguar el origen y conocer la familia de su padre, “sin lograr encontrar allí el más mínimo rastro de ella”. El hecho quedó comprobado posteriormente ya que después de la muerte de Colón, ningún Genovés ni Italiano se presentó a reclamar su parte de herencia y los que lo hicieron… resultaron ser impostores.

Con justa razón Salvador de Madariaga, en su ya mencionado libro: "VIDA DEL MUY MAGNIFICO SEÑOR DON CRISTÓBAL COLÓN", llega a la siguente conclusión:
"TODO HA CONSPIRADO PARA RODEAR LA VIDA DE COLON DE TANTO MISTERIO, COMO EL PARECE HABER QUERIDO. ES DIFÍCIL RESOLVER EL ROMPECABEZAS QUE OFRECEN LAS HISTORIOGRAFÍA DE COLON...SUBSISTEN DIFICULTADES SIN RESOLVER Y FOSOS SIN FRANQUEAR, ENTRE EL COLON QUE NOS PINTAN LOS PAPELES GENOVESES, Y EL QUE NOS REVELAN LAS DECLARACIONES DEL PROPIO ALMIRANTE.

También la versión oficial asegura que originalmente Colón se llamaba Colombo. Pero si analizamos lo que este dejó escrito en la declaración de su Mayorazgo, allí dice taxativamente que sus antecesores habían de llamarse los "DE COLON". Y exigió en dicho documento lo siguiente: "QUE NO LO HEREDE NADIE, NI AQUÍ NI EN EL OTRO CABO DEL MUNDO SALVO, QUE SE HALLASE HOMBRE DE MI LINAJE VERDADERO Y SE LLAMASE EL Y SUS ANTECESORES, DE COLON". Con esta categórica declaración, de que sus antepasados debían llamarse DE COLON queda muy mal parada la afirmación Italiana de que se llamaba originalmente Colombo.

Muchos defensores de la idea del apellido Colombo, aseguran que el MAYORAZGO es un documento apócrifo, y que por lo tanto no tiene validez lo del apellido DE COLON. Ahora bien, declarar falso el Mayorazgo es aún más estúpido, es condenar el único documento importante que existe en que Colón manifestó ser Genovés.
Cuando mencionamos que Fernando Colón dijo haber ido a Génova y no encontró rastro alguno de la familia de su padre, fue porque Fernando iba en busca de una familia de apellido DE COLON, tal como lo señaló su padre en el MAYORAZGO; sin embargo, no encontró a nadie con ese apellido en Génova ni en toda Italia.
Y otra cuestión muy extraña, como todo lo atingente a Colón. Este nunca firmó ningún documento como Colombo, ni ninguno de los otros nombres que se le conocían. Inexplicablemente todos los contratos, empleos y documentos que se conocen se encuentran firmados con un logogrifo, una especie de código secreto o esotérico, consistente en un triángulo formado con letras. Esto no solo es misterioso, sino que hasta la fecha nadie ha podido descifrar su significado.

La versión que recoge que Colón era genovés y que su nombre era Colombo, arranca de los archivos del Monasterio de San Esteban, en la vía Mulcento, que mencionan a una familia con los nombres de Doménico Colombo, Susana Fontanerosa y sus hijos Bartolomé, Diego y Christoforo Colombo, que vivieron en Génova en el período que comprende entre los años 1456 y 1460, pero el Diego de esta familia Colombo aparece nacido antes del Diego de la familia De Colón.

De allí se agarraron los que compusieron la versión oficial, para decir que esos eran los padres y hermanos de Colón. Desde el día de ese hallazgo documental ya nadie más dudó que Colón era de esa familia de Génova.
Esto se contrapone de lo escrito por el mismo Colón en su Mayorazgo que declara en varias oportunidades que sus antepasados se llamaban DE COLON. Y sin dudar de que la tal familia existió en Génova, como quizás haya otras en Italia, eso no significa que Cristóbal Colón fuese uno de sus miembros, pues el mismo aclaró, como vimos, que su real apellido era DE COLON y no Colombo, ni Colón a secas.

Su hijo don Fernando Colón asevero que su padre había estudiado en la Universidad de Pavia, que el Almirante lo había mencionado muchas veces. Pero las investigaciones llevadas a cabo en los archivos de esa Universidad demostraron que no hubo tal estudiante allí. Pero, si incluso éste hubiese estudiado en esa Universidad o en otra, cabe preguntarse, ¿cómo es que no aprendió entonces el italiano, que es la única lengua usada en esos centros de estudio del país?.
Poderosas razones debió haber tenido Colón para vivir OCULTANDO su nombre constantemente. En una ocasión, la Ama del príncipe don Juan le preguntó en un salón repletos de altos dignatarios y cortesanos el porqué firmaba con un logogrifo y prefería ser llamado Almirante en vez de su propio nombre, respondiéndole éste en tono brusco y cortante y sobre todo descortés: “PONGANME EL NOMBRE QUE QUIERAN”, lo que evidencia su propósito de no dilucidar estos puntos y enredar más a quienes pretendían esclarecer su verdadera personalidad.

Muchos autores coinciden en que el enigmático Colón, sin quererlo, aportó una pista importante en los datos que dejó escritos en su Mayorazgo que pueden ser claves para descubrir su lugar de nacimiento, contenidos en la frase “AUNQUE HAYA DE IR A BUSCARLOS AL OTRO CABO DEL MUNDO”.
Descartado que hubiera nacido en Génova como se encargó de establecerlo su hijo Fernando, que no encontró “rastros” de su apellido De Colón, muchos investigadores, inquiriendo en actas de nacimiento y en registros de defunciones de familias de la época, encontraron en un cementerio judío en Galicia, España, frecuentes tumbas con el apellido DE COLON.
A este respecto, el filósofo español Joaquín Trincado, asevera que Colón, de acuerdo a sus investigaciones era oriundo de Galicia, específicamente de la localidad de Pontevedra. Otro historiador, Nectáreo María, también aseguró que Colón era efectivamente de origen judío, el que llegó a ser : "UN PIRATA NEGRERO LLENO DE CRUELDAD, AVARICIA, EGOÍSMO Y SOBERBIA".

Estos epítetos sobre la egregia figura a la que se rinden tantos honores oficiales, que preside las fiestas de la hispanidad y cuya hazaña conocemos tempranamente en todos los textos de estudio básicos del mundo occidental, no debe extrañarnos. Son muchísimos los autores y especialistas del tema del descubrimiento, que opinan que Colón solo fue un aventurero inescrupuloso que en su avaricia y audacia por conseguir fama y fortuna no trepidó en cometer los más atroces delitos.

Sobre la personalidad de Cristóbal Colón, calza muy bien la descripción que hace Jacob Wassermann, el que en 1929 escribió su libro “Biografía de Colón”. Este autor en otro de sus libros expresa: "COLON, EL QUIJOTE DEL OCÉANO", escribe lo siguiente:
"COLON ERA PRACTICO, ARTERO Y MAÑOSO, ERA SOMBRÍO COMO UN MONJE; NI UNA CHISPA DE ALEGRÍA BRILLABA EN SUS OJOS; NO POSEÍA NINGUNA HUELLA DE HUMORISMO; TODO EN EL ERAN SUSPIROS, LAMENTOS, CONGOJAS, APAGAMIENTOS; INCAPAZ DE GANAR Y GUARDAR. JAMAS SUPO HACER POR SI MISMO UN COMPUTO, YA QUE CARECÍA DE ADECUADOS CONOCIMIENTOS CIENTÍFICOS. SU ERUDICIÓN SE REDUCÍA ÚNICAMENTE A LA HISTORIA DEL VIEJO TESTAMENTO"
“un enigma extraño, un verdadero equívoco flota de antaño en torno a la figura de Colón. Todo está puesto en tela de juicio el carácter, la obra, el desarrollo, el curso de su vida y la patria... Su vida tiene muchas semejanzas con una leyenda medieval. Durante veinte años, cada vez que he vuelto a ocuparme en el estudio de Colón, han surgido irremediablemente las mismas preguntas Este suceso, ¿quién lo abona?, ¿no es mera conseja? Este o aquel lance, ¿no son apócrifos y hasta inverosímiles)” (Páginas 12-13).
“El misterio constituye la densa niebla de su vida.
“La fecha de su nacimiento es insegura... Las aventuras de su juventud están cubiertas por una niebla impenetrable. Guarda (el propio Colón) sobre ellas un silencio tan obstinado, que por fuerza venimos a pensar que tenía poderosas razones para callarlas. Siempre que habla de su propio pasado lo hace con la intención de crear un mito heroico. Nunca supo quién era; sólo supo quién quería ser”.

“Sus noticias (de sus viajes y exploraciones, especialmente de la tan falta de pruebas expedición a Islandia y a la zona polar) merecen escaso crédito; las observaciones geográficas y climatéricas son falsas, cuando no absurdas, como la de que la marea en aquellas latitudes sube veintiséis brazas. No es que mienta; no miente; lo ve o cree haberlo visto así; cada sucedido, cada aventura de su vida, se convierte en novela; ningún acontecimiento se mantiene dentro de sus límites y medidas; todo se abulta monstruosamente, transformándose en catástrofes y lances extraordinarios. Adivinamos un hombre que se consume, por decirlo así, con el sentimiento de su misión, sin conocer todavía su rumbo ni ver ningún camino. Por eso carece de plan fijo”. (Págs. 22-24).
“Su estructura íntima es la de un hombre misterioso, alma sombría”.
(Wassermann (Jakob), en Cristóbal Colón el Quijote del Océano (trad. de Asensio). Madrid, 1930, págs. 12-13 y 22-24 y 56 y 140).



Ximénez de Sandoval, uno de los más modernos y perspicaces escrutadores de la historia y del alma de Colón, no puede por menos de admitir y reconocer, mal que le pese, que “Cristóbal Colón es un hombre enigmático como pocos en la historia del mundo. Sus virtudes y sus defectos son universales. Su biografía es difícil, si se quiere conservar el rigor científico del dato escasísimo o contradictorio; sumamente fácil, si sobre los aéreos cimientos del rumor o la leyenda se trata de edificar una leyenda más. Todas las tesis sobre él son verosímiles e ingeniosas. Ninguna totalmente aceptable, ni en absoluto merecedora de repulsa. Por lo demás, si siete o setenta ciudades se disputan la cuna del Almirante, él, como dice el gran poeta Paul Claudel, “no tenía más país que la tierra de Dios”.

“Convencido de que la mentira y la farsa le han de ser necesarias en la vida, ha tomado la firme decisión de utilizarlas en beneficio propio, aunque -caballerescamente- nunca en perjuicio de otros”. (Ximénez de Sandoval (F. ), en Cristóbal Colón, págs. 7 y 12, respectivamente).

Oigamos ahora a Fernando Soldevila, uno de los más recientes autores que de Colón han tratado: “Pero es el caso que no se trata de los períodos indocumentados que existen en la vida de Colón como en tantas otras vidas de hombres ilustres. No es eso lo que crea el misterio, sino precisamente los documentos, las fuentes diplomáticas y narrativas, que proporcionan datos real o aparentemente contradictorios y dejan perplejo el ánimo, y han impulsado en todos los tiempos a eruditos y a aficionados a buscar y rebuscar en todos sentidos explicaciones y soluciones a las contradicciones y paradojas, tan abundantes en la biografía del Descubridor".

El mismo nos lo dice cuando escribe a los Reyes: “ ... en la marinería me fizo Dios abondoso; de astrología me dió lo que bastaba, y ansí de geometría y aritmética; engenio en ánima y manos para debujar esfera, y en ella las ciudades, ríos, y montañas, yslas y puertos, todo en su propio sitio... yo he visto y puesto estudio en ver de todas escrituras, cosmografía, historia, crónicas y filosofía, y de otras ansí que me abrió Nuestro Señor el entendimiento.”

Claramente se ve que, excepto en lo náutico, Colón se confiesa autodidacta, lo que alguno de sus contemporáneos, como Andrés Bernáldez, notó claramente cuando dijo que era “hombre de muy alto ingenio, sin saber muchas letras”, lo que el mismo Colón corrobora cuando dice a los Reyes que lo “reprendieron de represión de diversas maneras, de non doto en letras, de lego marinero, de hombre mundanal...”; todo lo cual proclama que en lo que él hacía hincapié era en su calidad de marino, que viene demostrado en varias de las cartas publicadas por el Ministerio Español de Fomento (Cartas de Indias), en las que da cuenta a los Reyes de las corrientes, vientos, tiempos mejores para navegar, etc., del Mediterráneo. Podemos concluir que su bagaje científico era pobre y que su sabiduría era de carácter empírico.

Esto implica entrometernos en las visiones respecto “al descubridor”, ya que es fácilmente distinguible que al menos tanto su personalidad como la gesta, han sido enfocadas desde dos ángulos precisos. Existe una leyenda rosa de Colón, donde sus aduladores ponderan su enorme talento, su impresionante sapiencia y su don de gentes y elevan loas encomiásticas al minuto mismo del heroico viaje de ese puñado de audaces, que desafiaban la idea generalizada de un mar surcado de monstruos horrendos, próximos al gran precipicio donde los océanos caían a la zona inferior de la tierra.
De otra manera, eruditos, historiadores y analistas sociales, observan con desconcierto que nada de eso ocurrió. No hay hombre culto ni de personalidad arrebatadora, solo un avezado marino, un aventurero sin escrúpulos, cuyas hazañas marinas están ligadas a la piratería, al robo y al despojo, que hace lo imposible por ocultar su aberrante pasado. Cambia su nombre, tergiversa su quehacer y su origen y pone coto a la curiosidad sobre su real personalidad, buscando pasar desapercibido y conseguir un solo objetivo, la fama, el poder y la fortuna.


Tanto enreda los hilos de su pasado, la historia de su familia, su real instrucción, la agenda que contó en secreto a los reyes católicos respecto de la aventura propuesta para descubrir la “ruta de las especies” y hasta el país que lo vio nacer, que resulta casi explicable, además de divertido, que se diga de él, que su nacionalidad era italiana, española, francesa, judío converso, portugués, corso, extremeño, catalán, mallorquí, lusitano, gallego, inglés o suizo, además de genovés, y que otros, en su despiste inquisidor ora fantasioso, ora descabellado, señalen diversas y distintas hipótesis sobre su real origen, algunas de las cuales, las más pintorescas, acotamos:

A finales del siglo XIX, el historiador Celso García de la Riega presentó documentos, que se denominaron la Tesis Gallega de Colón, los cuales llegaban a la conclusión que Cristóbal y Bartolomé Colón habían nacido en Pontevedra, hijos de Doménico y María Fonterosa, pero después se llegó a saber que dichos documentos habían sido falsificados, lo que comprobaron los paleógrafos Manuel Serrano y Sanz y Eladio Oviedo y Arce.

El investigador Vicente Paredes, después de haber realizado una serie de estudios, señalaba que el Descubridor era un judío de Extremadura, de famosa familia de conversos de Santa María, tesis bastante aceptable, teniendo en cuenta que los Reyes Católicos llamados así justamente por el Papa Alejandro VI , por su fervoroso fanatismo religioso e irrestricto apoyo al proceso inquisitorial del catolicismo, al que financió permanentemente con fondos de la monarquía, merced a lo cual, después el Papa Sixto IV, dejó en sus manos el control absoluto de la feroz Inquisición Española, fundada en 1478 y cuya finalidad encubierta era destruir la presencia de los musulmanes y particularmente de los judíos conversos en España, declarados herejes por el solo hecho de serlo. Por tanto si Colón era de origen judío, era explicable que lo ocultara para tener el favor de los reyes.

Otra de las hipótesis es la de un estudioso portugués, que llegó a considerar que Colón sería un tal González Zarco, noble, quien había huido a Génova y regresado a Portugal bajo el nuevo nombre de Cristóbal Colón.
Un libro londinense editado en 1682, afirma que el Almirante era “born in England, but resident at Genua” ("nacido en Inglaterra, pero residente en Génova").

El italiano Agostino Ruffini, que por motivos políticos se escondió en Suiza, en casa de un tal Colomb, cuenta que éste no solamente hacía alarde de ser descendiente de Cristóbal Colón, sino que agregaba que su pretendido antepasado había nacido en Ginebra.

Harrisse, habla de la desatinada pretensión heráldica del abogado francés Jean Colomb, quien, en 1697, se autoproclamó descendiente del Descubridor apropiándose del escudo de armas de Castilla y León.

Algunos investigadores de fines del siglo XIX pretendieron demostrar que el Almirante había nacido en la pequeña ciudad de Calvi, en Córcega.

El italiano Bernando Colombo, en una información hecha en Génova ante el Senado en abril y mayo de 1586, pretendió probar que era el heredero del Almirante, el cual había nacido en Cogoletto y no en Génova.

El investigador ibicenco Nito Verdera asevera que Colón nació en Ibiza en 1436. Pero la idea de que el Descubridor naciera en 1436 no se ciñe a la realidad.

Según el historiador Gabriel Verd Martorell, fue hijo de don Carlos, Príncipe de Viana , hermano del rey Fernando el Católico y de la mallorquina Margarita Colom y por tanto cuando Fernando supo que era de sangre real y por añadidura su sobrino, aceptó su plan y consintió en financiar su expedición, convirtiéndose este hecho en secreto de estado, mediante un gran pacto de silencio en honor al suelo patrio y la sangre, por lo que se le otorgan honores, títulos y riquezas.

La tesis defendida por los historiadores Lioniero Boccianti y Renato Biagioli , defiende que la madre de Colón fue la noble romana Anna Colonna, quien se casó con un príncipe de Taranto, Antonio Del Balzo Orsini, sin que el matrimonio tuviera hijos.
Mientras se hallaba en Nápoles, la mujer habría tenido hacia 1446 una relación extraconyugal con un adolescente de catorce años, el genovés Giovanbattista Cibo, futuro cardenal de Génova y que luego se convertiría en el Papa Inocencio VIII.

Años más tarde, Inocencio VIII consiguió que el niño fuese dado en adopción al comerciante de lanas genovés Domenico Colombo y a su esposa, Susanna Fontanarossa, que se convirtieron en sus padres "oficiales", según aparece hoy en día en los libros de historia.

La fecha 12 de octubre de de 1492, que celebra el descubrimiento de un Nuevo Mundo o el Día de la Raza, enmascara tres hechos históricos muy significativos, pero también de gran salvajismo y barbarie, como son el saqueo, la dominación y el esclavismo a las culturas originarias que poblaban Latinoamérica por parte del Papado y la monarquía española; relegando al olvido la llamada “Caída de Granada” del 2 de Enero, que selló la derrota árabe..

Granada fue el único reino musulmán que sobrevivió el empuje de los reinos cristianos del norte en el siglo XIII. Pero finalmente cayó ante el asedio militar montado por los Reyes Católicos y las intrigas político-diplomáticas del Rey Fernando. Con la caída de Granada se completó la Reconquista y se alcanzó la unidad religiosa, cultural y política que deseaba la Monarquía, sin extranjeros, sin otras religiones que no fuera la Católica.

El tercer hecho es el decreto de expulsión de los judíos del territorio el 31 de marzo del mismo año 1492, llamado el Decreto de Alhambra o Edicto de Granada, que mandaba la expulsión o conversión de los judíos y musulmanesno, no sólo de los reinos peninsulares, sino de todos aquellos territorios que se encontraran bajo el poder de los Reyes Católicos. Se calcula en 200.000 personas las que se fueron de España. El plazo era de 4 meses a partir de la firma del edicto, es decir, que el 31 de julio no debía quedar en el reino ni un solo judío.

El Edicto decía: "Hemos decidido ordenar que todos los judíos, hombres y mujeres, de abandonar nuestro reino, y de nunca más volver. Con la excepción de aquellos que acepten ser bautizados, todos los demás deberán salir de nuestros territorios el 31 de julio de 1492 para no ya retornar bajo pena de muerte y confiscación de sus bienes."
El resto de estos judíos debió jurar que se cambiaban a la religión cristiana. Como era obvio, en privado estos judíos conversos seguían practicando su religión, pero eran celosamente vigilados por los espías de la Inquisición y eran quemados en la hoguera sin derecho a ninguna apelación junto a sus familias y perseguidos hasta la tercera generación por estas prácticas paganas y herejes.

Para muchos estudiosos, el llamado Día de la Hispanidad y el colorido despliegue de actividades conmemorativas es solo una cortina de humo distractivo. Es más bien un intento de borrar de la memoria de árabes, judíos y latinos la violencia del proceso conquistador y deslucir esas fechas aciagas para estos pueblos, que solo pueden conmemorar el más grande Magnicidio de la Historia.


Y el Nuevo Mundo descubierto que se celebra, no era tan Nuevo, ya que alojaba culturas de gran bagaje y complejidad, cuyas raíces aventajaban crecidamente la antigüedad del mundo hispano y que, esencialmente sus ochenta millones de habitantes del momento, no tenían ninguna necesidad de “ser descubiertos” ni ello nada aportó a su desarrollo y civilización, sino por el contrario, su forma de vida fue trastocada, sus valores pisoteados; esclavizadas y vendidas vilmente sus familias; saqueadas sus riquezas básicas y destruidas sus creencias religiosas.

Esta conquista que nadie pidió y que no se sujeta a ningún derecho, salvo la innoble urgencia de la Iglesia Católica de conseguir prosélitos a toda costa, riquezas y tierras, más el diezmo de todo lo conquistado y de cada impuesto obligado a los nuevos súbditos, bajo la mentira de su representación de Poder Temporal en nombre de Dios sobre la tierra y utilizando como peones de ajedréz a las Monarquías bajo su dominio, dio como resultado las masacres más cruentas y sostenidas de la historia Universal.

Fueron eliminados cerca de cien millones de seres humanos de este continente conquistado y con ello la extinción de la mayoría de sus etnias primigenias, que nunca más, hasta este mismo instante, volvieron a recobrar sus libertades inalienables, la pureza de su cultura natural, la capacidad de gobernar sus territorios ancestrales, relegados como están, al papel de minorías a las que no alcanzan a llegar los beneficios de la salud, la educación, del empleo pleno ni del respeto a su dignidad, por quienes usurparon sus derechos, conquistadores y sus mestizos, propietarios hoy de la nueva identidad de estos pueblos, que siguen manteniendo a estas razas orgullosas, como sujetos molestos, de tercera categoría, inmerecedores de recibir, como el resto de los nacionales, el derrame del bienestar y el progreso.

Fue el Papa Alejandro VI, el siniestro Alejandro Borja, este español tan conocido por sus crímenes e inmoralidades, el que mediante sus cuatro Bulas despachadas entre mayo y septiembre de 1493, esas especies de Decretos Imperiales, que debían obedecerse sin chistar por reyes y Estados, (dos “Inter Caetera”, la “Eximiae Devotionis” y la “Dudum Siquidem”), quien graciosamente donó a los Reyes Católicos, “todas las tierras descubiertas y por descubrir”, situadas hacia el occidente o el mediodía, en dirección a la Indias, siempre que ellas no perteneciesen a un príncipe cristiano.

Hoy cabe preguntarse ¿quién autorizó a los papas a regalar tierras y vidas humanas que nunca le pertenecieron? ¿Repartir posesiones que ya tenían dueño? ¿A disponer de los territorios y de sus habitantes como si fuesen borregos? ¿A considerar bárbaros, incivilizados y paganos a todos quienes no tienen la concepción politeísta del credo católico con sus tres dioses, el padre, el hijo y el espíritu santo y la cuasi diosa María? ¿A obligarles aceptar tal credo o en su defecto, como lo hicieron, quemarles, ahorcarles o venderles como esclavos?

¿Bárbaros los Incas, Los Mayas, los Aztecas? ¿Pueblos primitivos?
Los mayas conocían la bóveda celeste y crearon un calendario más exacto que el europeo, incluso que el gregoriano de 1582; poseían un sistema numérico que incluía el cero y una escritura parcialmente fonética. En las artes fueron creativos y lograron una técnica depurada en escultura, pintura y cerámica, las fachadas de sus templos y palacios rivalizan con las de la antigua Grecia y Roma, la máxima expresión arquitectónica conocida. Su civilización data de más de tres mil años de existencia, desde 2.000 a de C., hasta 1521 d. C. cuando los bárbaros europeos los exterminaron.

Bien vale recordar el pensamiento católico de entonces en el ejemplo de fray Bartolomé de las Casas, piadoso fraile que en su ida a “las islas” descubiertas por Colón entre 1502 y 1516, quedó escandalizado de los crímenes de los soldados españoles y la crueldad sin límite y hasta por capricho para con los nativos. Tanto le exasperó la situación, que en 1517 presentó al gobierno del joven rey Carlos I, sus “Memoriales”, donde se quejaba argumentando que estos indios isleños tenían alma y por lo tanto humanidad; ¿cómo entonces esclavizarlos? Eso era pecado.

Proponía entonces abandonar esa costumbre y aconsejaba que “mejor sería importar negros de África, que aparte que rendían más, carecían del soplo divino y, en consecuencia, estaban a medio camino entre lo humano y lo animal..”.



Los reyes le hicieron caso, puesto que ya casi no quedaban indios que comercializar. En su mayoría habían muerto en las faenas de explotación minera y de productos agrícolas de los "empresarios españoles" y el resto había sido deportado a europa como esclavos.
Los negreros efectuaron el llamado "comercio triangular". Cargaron ron, tabaco y armas en Europa, lo cambiaron por esclavos y marfil en Africa y vendieron los esclavos con lucro en América, de donde regresaron con materias primas y minerales a Europa.

No hay cifras exactas sobre las víctimas de las atrocidades cometidas. Expertos estiman que entre el siglo XVI y XIX un total de cien millones de personas fueron deportadas o murieron en condiciones miserables por maltrato humano, hambre o ejecutados. Esta cifra se refiere al tráfico total (occidental y oriental), contando también los muertos de las guerras de esclavización. Estimaciones del número de esclavos africanos que fueron transportados a las Américas alcanzan casi los catorce millones (13.750.000).

Colón, llegó a ser uno de los hombres más poderosos, influyentes y ricos de la época. Fue también el primero en llevar esclavos a España, para mostrarlos en la Corte y para negociar su venta, constituyendo este "negocio" uno de sus ingresos principales por muchos años.

Fin de la Parte 1.-





sábado, 4 de septiembre de 2010

Mitos, ángeles, dirigibles y otras máquinas voladoras. Parte 3.

"Los dioses han existido siempre y nunca han nacido". Cicerón.

Lo que conocemos por Historia de la humanidad, ha sido una paciente reconstrucción de acontecimientos, muchos de ellos ocurridos hace millones de años, que ha sido posible describir, graficar o comprobar solo en base a descubrimientos o hallazgos muy antiguos, que al análisis de diferentes disciplinas del área de las ciencias, o por medio de la tradición oral y escrita de pueblos y culturas del pasado, ha llegado hasta nosotros.

Estas creaciones humanas de noveles escultores y pintores, que se sintieron impulsados a traspasar sus impresiones a la roca o al pergamino, dejando un emocionado recuerdo de ese algo que los conmocionó, son registros valederos que cual ladrillos de una obra, han conformado el esqueleto de la historia a la que hemos tenido acceso, la que sin duda deja algunos claroscuros que quedan librados al criterio personal, a la libre interpretación y también a la imaginación.

A esta categoría pertenecen las tablillas parlantes; las escrituras sumerias; los antiguos libros sagrados y apócrifos; La Biblia; Los Vedas, los textos sagrados del hinduismo, con su epopeya mitológica Mahābhārata y el texto sagrado no revelado por Dios sino transmitido por la tradición El Ramayana; el Toráh; El Corán y los libros base de distintas religiones; las epopeyas épicas y la mitología mundial; los documentos secretos de civilizaciones perdidas; los monumentos y tumbas sacras de las mismas, los jeroglíficos encriptados y tantas otras obras del hombre que aún permanecen intocadas, sin revelar su rico contenido cultural; todas las cuales son sin duda alguna un aporte de gran importancia y calidad para conformar una radiografía del paso humano por la tierra; la gran aventura de muchas generaciones cuyo legado aún no hemos recogido integralmente.

No en el sentido que avalen la existencia o inexistencia de un dios, sino en cuanto nos traen compilaciones de los primeros tiempos de la escritura, leyendas y mitos perdidos, poemas y vidas de grandes hombres, epopeyas humanas que vale la pena inmortalizar y sobre todo, una clara noción de los principales intereses que movilizaban a esas sociedades primigenias, de las que el tiempo, las guerras y las calamidades naturales, unidas a la escasa memoria que se tiene de los primeros siglos y la vorágine de la vida moderna, ha relegado al rincón más recoleto de nuestros recuerdos.

El retrato mostrado al inicio, además de constituir uno de los enigmas pictóricos más recurentes de los adeptos a la fenomenología Ovni y de aquellos defensores de la teoría de la presencia extraterrestre y la capacidad del hombre en algunas épocas de viajar al pasado, es uno de estos ejemplos. Se titula “La Glorificación de la Eucaristía” y fue ejecutado probablemente entre 1600 y 1614, por el pintor italiano Buenaventura Salimbeni, pero que hoy, es más conocido como El Sputnik de Montalcino , el cual ha sido objeto de prolongada polémica por varios años, por el anacronismo de representar una esfera que tiene gran parecido con algunos satélites lunares, el Sputnik ruso se dice, pero en realidad es más similar al Lunik I. El cuadro se exhibe en una pequeña iglesia italiana de San Pedro, enclavada en la próspera ciudad vinícola de Montalcino, a escasos cuarenta kilómetros de Siena. Aquí mostramos en detalle el motivo principal del recuadro y a continuación el satélelite artificial.


Roberto Cappelli, profesor de Montalcino que lleva estudiando y terciando polémicas sobre esta tela desde hace muchos años, recuerda con detalle cómo comenzó a interesarse por esta obra:
«Hace ahora más de tres décadas durante la celebración de una ceremonia religiosa en la iglesia de San Pedro, me fijé en el cuadro de Salimbeni y particularmente, en su parte superior. Me llamó tanto la atención que decidimos subir hasta el objeto que aparece en el centro del cuadro, utilizando una escalera. Se trata de una esfera aparentemente similar a las que se encuentran en otros cuadros de todas las épocas, pero éste presentaba, además, un par de antenas que impiden que se interprete como una imagen del mundo o una figuración de la hostia. Además -acaba precisando- las "antenas", vistas de cerca, parece que están enroscadas a la esfera.»

"A primera vista parece un simple objeto azulado que bien podría representar el globo terráqueo. Pero examinado con más detenimiento se aprecia que semejante interpretación es errónea. La existencia de al menos tres líneas longitudinales a lo largo de la curvatura de esta extraña esfera y una banda central a modo de "cinturón", presentan todo el aspecto de junturas de varias piezas de apariencia metálica. No menos sorprendentes son las dos extremidades en forma de antenas asida por las divinas figuras de Dios y Jesús, respectivamente, y que no dejan lugar a dudas -a los ojos, claro está, de un hombre habituado a la tecnología contemporánea- de que nos estamos enfrentando a la primera representación artística de un moderno satélite de comunicaciones. Quizá a uno de los primeros modelos puestos en órbita, como el Sputnik soviético o el Vanguard norteamericano".

Sin embargo, pese a las opiniones en contrario de hombres de iglesia y expertos en arte sagrado, que dicen que ese tipo de esferas pequeñas dentro de la gran esfera, eran pintadas antiguamente representando a la tierra y a la luna, y que las pretendidas antenas son en realidad cetros usados por los reyes como señal de poder, nadie puede sustraerse al mirar esta esfera, a comparar la enorme similitud existente no solo en su conformación, sino en el detalle de ese rectángulo o escotilla, que deja entrever, en las fotos ampliadas, dada la luminosidad metálica de la esfera, lo que parece ser una habitación con una puerta y que la esfera misma está circundada por una ancha faja ecuatorial, detalle típico señalado en numerosos casos ufológicos de avistamientos de esferas con estas características.
También impresiona a la izquierda y abajo, esa protuberancia (achacada a la representación de la luna), que se asemeja a los modernos objetivos de las telecámaras, donde incluso se puede adivinar la presencia de una lente, muy similar a la que apreciamos en otros modelos de satélites artificiales, al igual que la escotilla esbozada en el retrato, que también se ve en estas tomas. La pregunta de muchos, es que hace ese objeto en una pintura del siglo XVI. ¿Coincidencias?

La paloma ubicada entre Dios Padre y Jesucristo, indudablemente representa al Espíritu Santo, lo que nos hace colegir que a esta última entidad podemos clasificarla entre los míticos seres voladores. Por supuesto los querubines, esos otros seres angélicos con alas emplumadas, no dejan de estar presentes en el recuadro y podemos verlos asomados, en actitud curiosa, a ambos lados de los personajes principales.

Extraordinario resulta verificar en la foto que ahora exponemos de otro satélite, el brillo del sol en su parte superior izquierda, réplica casi exacta a la que aparece en la esfera del recuadro en comento y que los expertos eclesiásticos atribuyen no a un brillo sino al sol mismo, pintado muy desacertadamente, pués a todas luces es más pequeño que la tierra, lo que es una chambonada o una ignorancia garrafal, que solo se explica en base a la teoría vaticana de entonces que la tierra era plana y el centro del universo.

Ahora, los que indican que lo que todos vemos como un lente tipo telescopio, es solo la luna pintada allí, también resulta incongruente si pensamos que cualquier pintor tiene acabado conocimiento de las proporciones y no puede caer en la bizarría de pintar al sol como un punto diminuto frente al planeta tierra y a la luna como ese círculo oscuro, que se contradice con la luminosidad casi radiante de nuestro satélite natural.Empero, si se pretende por estos peritos allegados a la Iglesia, que la esfera representa al Universo, otra vez se cae en la errónea figura de imaginar un universo esférico y no infinito como se postula, así como otrora se creyó en una tierra circular y plana, situación no aceptada en esa época ni nunca por los estudiosos.
No olvidemos que la primera persona en defender una tierra esférica fue Pitágoras en el siglo VI a. de C., seguido por Aristóteles. Después el griego Eratóstenes, astrónomo y geógrafo y Director de la famosa Biblioteca de Alejandría, en el 240 a. de C. ideó un sistema para medir la circunsferencia del planeta, con el extraordinario resultado de un márgen de error de entre un 2% y un 20% de los valores calculados hoy en día.

En el siglo I, Plinio el Viejo lo puso por escrito entre los años 23 y 79 de nuestra era, en su obra Naturalis Historia y el astrónomo Ptolomeo en el siglo II elaboró una teoría en el mismo sentido que fue muy popular. No obstante dentro de los autores cristianos y de la Iglesia, a pesar que había algunos que pensaban igual, fueron más los que se opusieron tenazmente a estas teorías:
Lactancio (245-325), tras su conversión al cristianismo y su rechazo de la filosofía griega, lo calificó de "locura", al argumentar que la gente en el otro lado del mundo no "obedecería" a la gravedad. Se preguntaba , ¿Existe acaso alguien tan insensato como para creer que hay personas cuyas huellas están más altas que sus cabezas? ¿Que las simientes y los árboles crecen cabeza abajo? ¿Que las lluvias y las nieves caen hacia arriba hacia el suelo? No tengo palabras para dar a aquellos que, una vez que han errado, perseveran insistentemente en su locura y defienden una cosa vana tras otra"

San Cirilo de Jerusalén (315-386)) veía la Tierra como un firmamento flotando en el agua. San Juan Crisóstomo (344-408), creía que una Tierra esférica era contradictoria con el contenido de las sagradas Escrituras. Diodoro de Tarso (fallecido en 394)) también defendía la idea de una Tierra plana basándose en las escrituras. Severiano, Obispo de Gabala (fallecido en 408)), escribió: "La Tierra es plana, y el Sol no pasa bajo ella durante la noche, sino que viaja a través de las zonas del norte, como si estuviera oculto por un muro"

El monje egipcio Cosmas Indicopleustes (574) en su Topographia Christiana, en la que el Arca de la Alianza debía representar el conjunto del universo, argumentaba en base teológica que la Tierra era plana, "un paralelógramo encerrado por cuatro océanos..."
El sabio cristiano el domínico Beda el Venerable escribió en el siglo VII: "La tierra es un elemento situado en el centro del mundo, como la yema en el centro de un huevo; alrededor de la tierra se encuentra el agua, como la clara que rodea a la yema; por fuera está el aire, como la membrana de un huevo, y rodeándolo todo está el fuego, que encierra al mundo como la cascara al huevo."

A este respecto he leído por ahí algunos comentarios, donde empecinados sujetos, siguen insistiendo que en la Biblia se dice que la tierra es redonda. Pero al parecer estos fundamentalistas porfiados ignoran que redondo no aclara la diferencia entre círculo y esfera. La esfera es un cuerpo de tres dimensiones que llevado al plano de dos dimensiones carece de perspectiva que la pueda identificar y solo se la puede representar como un círculo.

Un círculo puede ser un anillo o una moneda por dar un par de ejemplos y claramente estos objetos mencionados no son una esfera porque solo tienen dos dimensiones. Una pelota es una esfera. La tierra es una esfera y quienes sostuvieron por miles de años que la tierra era plana o circular estaban absolutamente errados. Para fundamentar esa tesis errónea como verdadera, se menciona a Isaías 40,22. ¿Qué es lo que se dice en Isaías, 40, 22? : «Él es el que está sentado sobre el círculo de la tierra, y sus habitantes parecen saltamontes; él que tendió como toldo el cielo, y lo despliega como tienda que se habita».

En el Génesis cualquiera puede leer que la cosmovisión de la Biblia es que el universo era un abismo o mar profundo sobre el cual se asentaban los cimientos de la Tierra. Sobre ésta a su vez, Dios había expandido el firmamento a la manera de una bóveda de metal sobre la cual se encontraban las aguas celestiales.
. Y una bóveda amigos fundamentalistas, o una tienda o toldo que es el ejemplo que se da, tampoco alcanza a ser una esfera. En verdad es solo una semiesfera que llega hasta el suelo, donde dibuja un círculo y por supuesto la tierra bajo la tienda es necesariamente plana. Ahí les dejo un dibujito. En el, vemos además, que los que confeccionaron el Génesis, en su desorientación y absoluto desconocimiento de astronomía, colocaron como centro o eje de la tierra a...Jerusalén... lo que da la idea, que tales caballeros, patriarcas judíos de seguro, ya colocados en la empresa de explicar la creación, salieron al jardín de su casa, miraron hacia el horizonte y vieron todo planísimo. Luego miraron hacia arriba y constataron la forma de bóveda que presenta el cielo y ya pensaron que tenían la explicación de cómo estaba conformado el planeta.

En las diferentes posiciones que adoptan las iglesias cristianas para explicar la creación, según los primeros versículos del Génesis, encontramos en la Biblia de Estudio "Dios habla Hoy, una versión más cuerda y condescendiente con los tiempos que corren:
Versículo 6."Después Dios dijo: Que haya una bóveda que separe las aguas, para que estas queden separadas.” y así fue.
Versículo 7. Dios hizo una bóveda que separó las aguas: una parte de ellas quedó debajo de la bóveda y otra parte quedó arriba.
Versículo 8. "A la bóveda la llamó“cielo” (La nota de pie de página respectiva dice:
“La palabra hebrea traducida por bóveda designa algo sólido y resistente, como una lámina de metal batida a golpes de ladrillo).
ESTA IDEA ESTÁ DE ACUERDO CON LA VISIÓN DEL MUNDO QUE SE TENÍA
ANTIGUAMENTE según la cual el universo era una estructura compuesta
de tres niveles: el cielo, la tierra y el mundo subterráneo. A LA TIERRA SE LA IMAGINABA COMO UNA SUPERFICIE PLANA; EL CIELO ERA CONCEBIDO COMO UNA BÓVEDA, CÚPULA SÓLIDA O “FIRMAMENTO”. Sobre esta bóveda se apoyaba el inmenso depósito de agua u océano superior del que procedían las lluvias ; y en el mundo subterráneo había un océano inmenso, sobre el que se asentaban los
pilares que sostenían la tierra.”

Los autores bíblicos creían firmemente que habían “aguas debajo de la tierra”. Por eso en Éxodo 20:4: dice: "No te harás imagen, ni ninguna semejanza de cosa que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra".
Salmos 148:4:"Alabadle, cielos de los cielos, Y las aguas que están sobre los cielos".
Es claro entonces que estos santos varones también creían que habiendo agua arriba sobre la cúpula celeste, que es donde moraba Dios, éste tenía su reino en el agua. Salmos 104:1 y 3: Salmo 1: "BENDICE, alma mía, á Jehová…, Que extiende los cielos como una
cortina"
; Salmo 3: "Que establece sus aposentos entre las aguas";

Es decir, de acuerdo al Génesis de cualquiera de las Biblias judeo-cristianas, el universo estaba conformado como se muestra en la imagen, existiendo mares sobre la cúpula celestial y mares bajo el disco terrestre ocultando los famosos cimientos sin los cuales la tierra quedaría a la deriva. Si para estos cristianos fundamentalistas todo lo que está escrito en la Biblia es palabra de Dios, infalible y cierto, tienen que creer también, -además de la barbaridad que la tierra solo tiene 6 mil años de antiguedad y de que la teoría de la evolución es falsa-, que la tierra es el mamarracho que se describe en la Biblia, a saber:

Creer que el firmamento o cielo es una superficie sólida, como un espejo metálico. Job 37:18: "¿Extendiste tú con él los cielos, Firmes como un espejo sólido?".
Que la tierra tiene soportes que la sostienen anclada: Salmo 18:15 "Y aparecieron las honduras de las aguas, Y descubriéronse los cimientos del mundo".
Que la tierra no se mueve ni se moverá, según la antigua teoría de la Iglesia católica, gran enemiga del sistema heliocéntrico, en razón de la cual asesinó a tantos científicos mediante la Hoguera Santa. Salmos 104:5: "El fundó la tierra sobre sus basas; No será jamás removida". Salmo 6: "Con el abismo, como con vestido, la cubriste; Sobre los montes estaban las aguas". Y que Dios, está sentado sobre la bóveda celeste, en el círculo de la tierra .«El es el que está sentado sobre el círculo de la tierra, y sus habitantes parecen saltamontes; el que tendió como toldo el cielo, y lo despliega como tienda que se habita» (Isaías, 40, 22).

En resúmen, en esta disgregación nos hemos permitido entregar algunas reflexiones sobre la creación, para que ojalá no siga apareciendo en esos foros idiotas de internet, la aseveración "que la Biblia dijo siempre que la tierra es una esfera", y para que la gente mal informada, creyentes y fanáticos que no han leído mucho, no sigan haciendo el ridículo asegurándolo, porque en ningún versículo o frase de todo el libro ello se menciona.

Como bien acota el escritor, humanista y racionalista Isaac Asimov en su estupendo ensayo el Círculo de la Tierra, de donde hemos extraído la mayoría de estas ideas, "según el Génesis, el Sol, la Luna y las estrellas fueron creados en el cuarto día. Las estrellas eran chispas de luz pegadas al firmamento, y el Sol y la Luna eran círculos de luz que lo atraviesan de este a oeste, quizá justamente por debajo del firmamento.
Esta imagen de conjunto está descrita más explícitamente en el Apocalipsis, escrito alrededor del año 100 de nuestra era y que contiene una serie de visiones apocalípticas del fin del Universo. En cierto momento se habla de «un gran terremoto», a consecuencia del cual; «... las estrellas del cielo cayeron a la tierra como caen los higos verdes de una higuera cuando la sacude un huracán. Desapareció el cielo como un volumen que se enrolla...» (Apocalipsis, 6, 13-14).
Es decir, las estrellas (esos pequeños puntos de luz) se despegaron de la delgada estructura metálica del firmamento con el terremoto, y la misma lámina de metal se enrolló sobre si misma como un rollo de pergamino".

¿Se imaginarían estos "sabios" que inventaron todas esas patrañas apocalípticas, cuál es en realidad la dimensión de una de esas estrellas que ellos pensaban,- según la enseñanza bíblica- que estaban pegadas como adornos de pascua en ese cielo metálico que Dios puso como contención de las aguas, las cuáles ese día terrible caerían sobre la tierra?
Por si todavía hay por ahi, ya que uno nunca sabe, alguno de estos fundamentalistas que también cree que ello es posible, me permito ilustrarle, asegurándole que, 1:- La tierra es efectivamente esférica y no redonda o circular y 2:- que las estrellas y entre ellas el Sol, son muchísimo más grandes, en el caso del Sol algo así como 109 veces más que nuestro planeta. Y qué, los científicos, esos en los que a lo mejor algunos tampoco cree, han calculado que caben alrededor de 1.303.000 Tierras dentro del volúmen del Sol. Por lo tanto, es absolutamente improbable que según esos escritos de la Biblia, "las estrellas del cielo caigan a la tierra como los higos verdes de una higuera sacudida por un huracán".

Esas ideas son muy viejas y ya pasaron de moda y se quedaron ancladas en la noche negra del medioevo. Ya en pleno Renacimiento Giordano Bruno, (1548-1600) monje domínico italiano, por supuesto quemado en la hoguera por la Iglesia Católica por ser un científico, considerado hoy el filósofo más importante del Renacimiento, fue quizás el primero en romper la idea aristotélica del mundo que había dominado la Edad Media y que desechó el dogma del Génesis, comprendiendo que estaba errado. Consecuente con las ideas de Copérnico aceptó la teoría heliocentrista y predicó que el universo es infinito y que en él se encuentran otros mundos, también habitados y que lo perfecto ya no es lo finito y limitado (como para los griegos), sino lo infinito. Y sobre todo, que ya no es posible determinar un centro del Universo, ni menos aún su circunferencia.

En todo caso, si de alguna conformidad les sirve sirve a estos exóticos fundamentalistas cristianos, musulmanes y hebreos, los hindúes, que también creían que la tierra era plana, tenían la visión que esta se apoyaba no sobre cimientos, sino sobre unos elefantes gigantescos, que a su vez, descansaban sobre el caparazón hemisférico de una super tortuga, más gigantesca aún, cuya misión era nadar por la superficie de un mar infinito... Otras fuentes agregaban que a esta tortuga gigantesca la soportaba La Serpiente de la Eternidad, que la encerraba en su círculo simbólico.
Los griegos atribuyeron ese trabajo a Atlas, el cual sostenía la tierra sobre sus hombros.
Los Chinos también sostenían que el mundo descansaba sobre las espaldas de una tortuga, mientras que los Mayas sobre la espalda de un cocodrilo. Y así como ellos, la mayor parte de las culturas antiguas, porque eso era lo que había. El conocimiento aún estaba en pañales y la comprensión de los fenómenos naturales estaba entregada a iluminados religiosos que tomaron a su cargo la entrega de informaciones de cómo funcionaba el mundo, con el resultado que todos conocemos.

Lo que tienen que entender aquellos que son proclives a creer en lo que dicen las Iglesias, solo porque hay que creerlo para pertenecer a ellas, -ya que jamás podrán comprender sus misterios y milagros-, es que siempre fue la ignorancia, el temor a lo desconocido y la imaginación, la que llevo al hombre a figurarse a la Tierra de diferentes formas; lo mismo a sus dioses y su mitología. Qué fueron muchas las civilizaciones del pasado y millones los creyentes que adoraron hasta el día de su muerte a estos dioses y creyeron sin ningún atisbo de duda que sus guías espirituales decían la verdad.

¿Y que pasa con estas ideas hoy en día? Sencillamente no existen, no tienen vigencia como credos, fueron reemplazadas por otras más creíbles. Los dioses de ayer desaparecieron y los de hoy, los pocos que van quedando, son el último mito de la humanidad.

En referencia a la aparición de objetos extraños en cuadros, relatos y obras de arte de la antiguedad, en cavernas y rocas, hay que ubicarse en el contexto de la época y entender también que quienes existían en los tiempos antiguos, era gente sencilla y llana, sin los conocimientos tecnológicos que tenemos en esta época ni poseedores de un lenguaje rebuscado. Por ende, quizás la mejor manera de llamar a estos seres, para ellos indudablemente divinos, era el apelativo de dioses, ángeles o demonios y cómo describir un objeto flotante sino dibujándole como una "nube luminosa" o "nube de día y fuego de noche" como se menciona también en la Biblia, como la que acompañó a Moisés en el Exodo y sirvió de guía al pueblo judío; como un "carro de fuego" tal cual se describe en los libros sagrados hindúes, escudo volador, rueda llameante y otros nombres alusivos y al alcance de su ilustración.



Éxodo 13,21-22 “E iba Yahvé al frente de ellos, de día en una columna de nube para guiarlos en el camino y de noche en una columna de fuego para alumbrarlos”
Éxodo 14,19-20
“Se levanto el Ángel de Yahvé que marchaba al frente del ejercito de Israel, y se puso detrás de ellos. Se levanto también la columna de nube de delante de ellos y se coloco a la espalda, intercalándose así entre el campamento de los egipcios y el campamento de los israelíes. Era nube y tinieblas (por una parte), y (por la otra) iluminaba la noche, de modo que no pudieron acercarse aquellos a estos en toda la noche”.

Éxodo 24,15-18. “Subió Moisés al monte y la nube cubrió el monte. La gloria de Yahvé reposó sobre el monte Sinaí y la nube lo cubrió por seis días. Al sétimo día, llamo Yahvé a Moisés de en medio de la nube. La gloria de Yahvé aparecía a la vista de los hijos de Israel como fuego devorador sobre la cumbre del monte. Moisés entró en la nube y subió al monte. Y permaneció Moisés en el monte cuarenta días y cuarenta noches”.

En la gran epopeya sánscrita del Mahabharata, fue Maia el constructor, ingeniero y arquitecto de los Asuras, quien diseñó y construyó un gran habitáculo de metal, que fue trasladado al cielo. Era solamente uno de muchos habitáculos similares. Cada una de las divinidades Indra, Yama, Varuna, Kuvera y Brahma, disponía de uno de estos aparatos metálicos y voladores. De allí extractamos la siguiente narración:
"Obedeciendo la voz del espíritu, Narayana convoca a Danaba
el disco destructor. Danaba surgió del cielo con armas como
trompas de elefantes, despidiendo relámpagos espantosos,
capaces de destruir las ciudades enemigas. Y este disco,
resplandeciendo con fuegos destructores que salían por todas
partes, destruyó a los Daltyas a millares."


En el "Bhisma Parva" hallamos este párrafo.-
"Es un rayo desconocido-, gigantesco, mensajero de la muerte
que redujo a cenizas a los Vrishnis y a los Andhakas. Los
cadáveres quemados no eran reconocibles. A los muertos
se les caía el cabello y las uñas... Cukra, volando en una
"Vimana" de gran poder, lanzó sobre la triple ciudad un
objeto único cargado con la fuerza del Universo. Una
humareda incandescente, parecida a diez mil soles, se elevó
esplendoroso. Cuando la "Vimana" descendió del cielo, se
vio como un reluciente bloque de metal posado en el suelo".


- Libro de Krishna, cap. 15“... Era capaz de moverse sobre el agua y bajo el agua. Podía volar tan alto y veloz que resultaba imposible de ver. Aunque estuviese oscuro, el piloto podía conducirlo en la oscuridad”.

Sin embargo, no solo los textos hindúes nombran a las Vímanas, sino que muchas de las escrituras del oriente antiguo mencionan naves poderosas capaces de surcar, incluso, las estrellas.
El Canchur, un libro milenario tibetano del cual fue descifrado un porcentaje mínimo, también abunda en menciones de naves como burbujas o perlas espaciales capaces de transportar gente a grandes velocidades.
La Epopeya de Gilgamesh, anterior a las escrituras bíblicas y conocida por su similitud con varios pasajes de la misma, hace referencia a una experiencia a bordo de un vehículo de bronce desde el cual la Tierra se veía como “una pasta de harina, y el mar como un pilón de agua”.

El escritor chino Wang Jia, que vivió bajo la dinastía de los Tshin, relata en su libro Reencuentro una historia acaecida en el siglo IV antes de JC: «Durante los 30 años del reinado del emperador Yao, una inmensa nave flotaba por encima de las olas del mar del Oeste. Sobre esta nave, una potente luz se encendía de noche y se apagaba de día. Una vez cada 12 años, la nave daba una vuelta por el espacio. Por esto se la denominaba Nave de Luna o Nave de las Estrellas».

En su obra Observaciones del Cielo, otro historiador, que vivió entre los años 960y 1279 nos da una imagen todavía más clara de esta nave del cielo, afirmando de ella: «Había una gran nave voladora expuesta en el palacio de la Virtud bajo la dinastía de los Tang. Medía más de 50 pies de largo, y resonaba como el hierro y el cobre, resistiendo perfectamente a la corrosión; se elevaba en el cielo para retronar después, y así continuamente.»

Leemos en los textos bíblicos cómo el profeta Ezequiel nos narra su encuentro en las inmediaciones de Babilonia, con un vehículo volante, que se le acercó tanto, que incluso vió a uno de sus tripulantes, el cual le habló a él personalmente.

"Cuando encontrándose él a orillas del río Kebar vio de pronto que venía del norte un torbellino de viento, y una gran nube, y una masa de fuego, y un resplandor alrededor de ella; y en su centro, esto es, en medio del fuego, una imagen como de bronce.” (Ez 1,4).
Ez.1-21. "Y mientras estaba yo mirando (…), apareció una rueda sobre la tierra, (…)
Y las ruedas y la materia de ellas era a la vista como crisólito, y las cuatro eran semejantes, y su forma y estructura eran como de una rueda que está dentro de otra rueda.Caminaban constantemente por sus cuatro lados, y no se volvían cuando andaban.
Asimismo las ruedas tenían tal circunferencia y altura que causaba espanto el verlas; y toda la circunferencia de todas cuatro estaba llena de ojos por todas partes.
Y caminando los seres vivientes, andaban igualmente también las ruedas junto a ellos; y cuando aquellos seres se levantaban de la tierra, se levantaban también del mismo modo las ruedas con ellos.

A cualquier parte donde iba el espíritu, allá se dirigían también en pos de él las ruedas; porque había en las ruedas espíritu de vida.
Cuando aquellos seres andaban, andaban las ruedas; parábanse, si ellos se paraban; y levantándose ellos de la tierra, se levantaban también las ruedas en pos de ellos; porque había en las ruedas espíritu de vida.

Esta visión que Ezequiel tuvo, y que está descrita con lujo de detalles en los textos bíblicos, fue detenidamente analizada por el ingeniero de la agencia espacial norteamericana - NASA- Josef Blumrich, quién concluyó que lo que vió el profeta fue efectivamente y sin ningún género de dudas una nave volante

Pero no conforme con eso, este ingeniero aeroespacial, que había participado en la construcción del Saturno V – el cohete que llevó a los astronautas a la Luna – diseñó y patentó (en 1974) en el Registro de Patentes de los Estados Unidos, bajo el número 3.789.947, una rueda omnidireccional inspirada en la muy extraña descripción de Ezequiel sobre aquellas ruedas cuya estructura era como de una rueda que está dentro de otra rueda, que caminaban por sus cuatro lados y no se volvían cuando andaban y estaban llenas de ojos por todas partes…

Tal invento, increiblemente fue rápidamente vendido por su calidad tecnológica en el mercado de automóviles, interesandose la multinacional Honda, la que gracias a los desarrolladores del robot Asimo presentaró en el salón del automóvil de Tokio el Honda Omni Traction Drive System o HOT Drive System, una aerodinámica rueda para sus modelos capaz de girar sin moverse del lugar hacia cualquier dirección que se desee, utilizándose además esta tecnología copiada de la descripción del profeta Ezequiel hace 2.600 años, en otra máquina que ya está vendiéndose en el mercado formal llamada el Enicycle, un ingenio de una sola rueda para el transporte personal, una especie de bicicleta sin manubrio, que permite desplazarse igualmente en cualquier sentido, sin poblemas de equilibrio y a distintas velocidades, que se cree, revolucionará los sistemas peatonales de movilización en las ciudades, en especial en los centros comerciales.
La situación de encontrar objetos voladores en cuadros religiosos no es extraña. Son muchas las obras de arte, a pesar que varias han sido retiradas por la Iglesia de la vista pública, las que por obra de prestigiados y reconocidos maestros de la pintura y la escultura, reflejan estas impresiones. Si bien es cierto algunas disimuladas, lo que es comprensible, pero valerosamene expuestas, como un gesto espontáneo de su comprometida sensibilidad artística con la verdad.
Curiosamente estos objetos extraños al tema religioso, que a todas luces aparecen como extemporáneos para su tiempo quizás por lo mismo, por ser desconocidos, no fueron notados por los mecenas que ordenaban estos trabajos. No olvidemos que estos mecenas del arte, eran generalmente Papas, Obispos y reyes de la antiguedad, que si bien es cierto no eran los más cultos, si eran los hombres más poderosos del momento, sino los más ricos de todo el mundo.
Ello se traducía en que por lucimiento personal, de su nombre y la grandeza de su ego, gastaban enormes sumas de dinero en contratar todo tipo de artistas, para los cuadros y estatuas que adornaban sus salones, para sus iglesias y sus amantes, riquezas que les llegaban gratuitamente a manos llenas, de las recaudaciones a los ingenuos devotos, por herencias, donaciones y aportes de enfermos terminales que seguían el consejo de sus confesores, además de la jugosa venta de indulgencias y el celoso afán de la inquisición por apoderarse de los bienes de sus miles de víctimas.

Este recuadro en el que vemos la imagen de otra figura esférica, fue extractada de “Le Livre Des Bonnes Meurs” del autor francés Jacques Legrand, que se encuentra actualmente en el Chantilly Condé’s Museum. Algunas personas dicen que esta esfera es un globo, pero ello no es posible por que en esos años aún no existían en Francia y la imagen no tiene simil con ninguna otra de su época. (Ref: 1338, 297, parte 15B 8).
Todo indica que se muestra la aparición de un objeto extraordinario en el cielo, lo que ahora llamamos Ovni.

Resulta interesante cotejarla y establecer algunas analogías, con esta fotografía del satélite Telstar I, el primer satélite artificial de telecomunicaciones comercial del mundo que fue puesto en órbita terrestre por los Estados Unidos. Lanzado el 10 de julio de 1962 por un cohete Delta, estaba diseñado para retransmitir televisión, teléfono y datos de comunicaciones a alta velocidad. Su nombre inspiró el del famoso balón de fútbol Adidas Telstar y se convirtió en un signo de modernidad y su nombre fue adoptado por todo tipo de productos comerciales.
El tema "Telsat" del grupo "Tornados" fue éxito número uno en Estados Unidos. En España. inspiró al conjunto "Los Relámpagos" para su "Constelación". Con la puesta en órbita del Telstar, se realizó la primera transmisión transcontinental de imágenes via satélite enlazándose 600 circuitos telefónicos simultáneamente.

“La Madonna de Saint Giovannino” está en la Galería Nacional, Londres. Data del S. XV y fue pintada por el florentino Domenico Ghirlandaio (1449-1494), sobrenombre de Doménico di Tommaso. En esta obra puede observarse en la parte superior derecha un objeto volador extraño con destellos de luz y más abajo un hombre con el brazo alzado sobre su rostro cómo si estuviese tratando de bloquear el sol para poder ver mejor el objeto que está en el cielo. El mensaje es absolutamente claro, el artista está mostrando un disco volante. Si en vida algún clérigo le preguntó que representaba eso, de seguro le dijo que "era el espíritu santo", o la luna, o tal vez el sol, que es la explicación que la Iglesia entrega en cada uno de estos cuadros cuestionados.
Se considera que el estilo de este artista es fracamente profano incluso en los temas religiosos. El pintor fue el maestro de Miguel Angel y compañero de taller de Da Vinci. Trabajó para los Médici y ambientó todas sus escenas sagradas en el interior de las lujosas casas de los burgueses más acaudalados de Florencia. Por ello se le considera el mejor cronista de las costumbres y la vida de su época. Hay también obras de Ghirlandaio en Pisa, San Gimignano y la Capilla Sixtina, donde acudió con otros importantes pintores en la embajada que los Médici enviaron al Papa para decorar esta iglesia.

Este otro cuadro representa a Jesús y María (¿o María Magdalena?... montados en un extraño artefacto lenticular. La pintura se titula “El Milagro de la Nieve” y fue realizada en 1428 por Masolino Da Panicale (1383-1440). Este cuadro se encuentra en la iglesia de Santa María Maggiore, Florencia.

En el retrato pueden apreciarse inequívocamente una flotilla de naves voladoras, que parecen escoltar a Jesús, que los comanda y que invaden el espacio aéreo visible. No sabemos que dicen de este cuadro los expertos de arte sagrado. A lo mejor que solo es granizo, o copos de nieve que sopló el Espíritu Santo...

Esta es una imagen muy potente que no puede prestarse a interpretaciones antojadizas o sectarias. El artista está representando en su obra objetos volantes. Los ha visto y por ello puede dibujarlos. Los usa en su cuadro y sabe que cualquier explicación que dé al respecto será aceptada por quienes le pagan. Basta que ponga "milagro" en el título para que cualquier cosa extraordinaria, locura o extravagancia, sea creída sin chistar por esos cristianos devotos, sean ilustrados o del vulgo.

La expresión en el rostro de la gente en el retrato es de recogimiento y acatamiento. La vista baja y la actitud concentrada es de temor y respeto. No hay júbilo ni aplausos ni sonrisas. Nadie se habla y ni siquiera miran hacia arriba, a ese espectáculo increíble y fantástico, de naves flotando en el aire y sobre la primera de ellas, Jesús y una mujer, donde el artista seguramente quiso mostrar a María.

Esta otra imagen es obra del artista flamenco Aert De Gelder (discípulo de Rembrandt) y se titula “El Bautismo de Cristo”, pintado en 1710 y se encuentra en el Fitzwilliam Museum,
Cambridge. Se observa claramente un objeto con forma de disco del que
emanan haces de luz, rayos que apuntan directamente sobre los personajes principales de la obra, San Juan Bautista que bautiza a Jesús. Delante del disco, se aprecia un objeto blanco, es la paloma representando al Espíritu Santo.

Extrañamente, son varios los artistas de los primeros siglos, que coinciden en representar eso tan complejo de asimilar y tan difícil de entender, como es ese tercer Dios de la trilogía cristiana, el Espíritu Santo, que al parecer era el único disponible para asistir a los eventos y milagros de la fe cristiana. Todos dibujan un disco adornado de luces en lo alto, en el cielo; o bien en forma de sombrero, como si el proceso de asociación mental usado para inspirarse en algo parecido que se alojara en sus mentes, cuando se trata de representar a los mensajeros del cielo, les trajera solo discos desplazándose en el espacio. Este fenómeno se conoce como nemotecnia. ¿Por qué pintar al espíritu Santo como un disco en el cielo, o un círculo de estrellas que es también un disco, cómo un objeto volador que emite señales a la distancia?

¿ No sería más lógico solo la paloma? ¿a qué viene un disco y una paloma, es decir dos entidades? ¿O es que el espíritu Santo viajaba en esa nave espacial?

¿Por qué tanta gente a través del tiempo y el espacio, atravesando civilizaciones y dogmas, desde los primero balbuceos del homo sapiens hasta hoy mismo, siglo de la conquista espacial y de explicaciones científicas acerca de todos los fenómenos que nos rodean, ha señalado contundentemente que hay una presencia extraterrestre en el planeta?

¡Con documentos, con leyendas y mitos presentes en todas las etnias, con rasgos comunes relativos a estos sucesos extraños, con dibujos pormenorizados de las maquinarias voladoras avistadas, de sus ocupantes!.

No se trata ya de ilusiones ópticas, de fenómenos producidos por fuerzas encontradas de la naturaleza, de lluvias o trozos de cuerpos celestes que caen en nuestra atmósfera.Los gobiernos más poderosos de la tierra, desde antiguo han estado atentos a estas manifestaciones, hay científicos y grupos especiales estudiando y compilando estas actividades, hay manuales de comportamiento e instrucciones secretas a los soldados, se hacen avances para compilar toda la información fidedigna retirándola de los tradicionales templos de acopio, los archivos reservados de las religiones más extendidas, los museos del mundo, los tesoros privados de coleccionistas de antigüedades y piezas arqueológicas.

Es cierto que hay muchas explicaciones, oficiales y extraoficiales. También están los excepticos y los anodinos, los que nada creen y aquellos a quienes no les interesa el tema.
Y aquellos otros, los que tienen intereses a favor o en contra.
Pero todos sabemos o intuimos, que se acerca el tiempo en que todo estará muy claro.