miércoles, 28 de enero de 2009

EL REINO DE LA ARAUCANIA Y PATAGONIA.

“Son de gestos robustos, desbarbados,
bien formados los cuerpos y crecidos,
espaldas grandes, pechos levantados,
recios miembros de nervios bien fornidos;
ágiles, desenvueltos, atrevidos,
duros en el trabajo, sufridores
de fríos mortales, hambres y calores.


Alonso de Ercilla, en La Araucana

Lo que vamos a exponer aquí no es una leyenda ni un cuento infantil sino que lamentablemente pertenece a parte de nuestra historia, a la historia real de Chile y de Argentina, en los tiempos en que la mayoría de los países ubicados en el cono sur de América se encontraban en plena gestación, con grandes luchas intestinas en donde todavía las ideas independentistas no poseían un claro desarrollo y en circunstancias muy difíciles para las nacientes naciones recién liberadas de la tutela española, en su legítima aspiración de encontrar su propio camino para convertirse en pueblos soberanos.
Cuando el siglo diecinueve estaba por expirar, uno de los más grandes desafíos a que se enfrentaba el Gobierno de Chile era la pacificación de la comarca, en particular porque las tribus aborígenes que lo poblaban desde hacía siglos se resistían a ser absorbidas por otra cultura y habían declarado la guerra contra el invasor de su hasta ese entonces indiscutido territorio, lo que impedía fijar los verdaderos límites en que se enmarcaría definitivamente la naciente República.
La etnia mapuche, (en mapudungún, gente de la tierra) asentada por siglos en su suelo natal, en lo que hoy son las provincias del sur de Chile, extendía también su habitat y dominio territorial a las pampas patagónicas, donde paralelamente coexistían otras etnias indígenas, que migraban buscando mejores pastos para su ganado, caza y condiciones climáticas más amables para vivir.

En ese contexto y en la inmensidad de la Patagonia, territorio virgen aún no reclamado por nación alguna, actualmente territorio argentino y en la región llamada de la Araucanía o Arauco en Chile, existió un auténtico reino de características similares a los europeos, de cuya ocurrencia no hay señales en los textos escolares y del cual las autoridades gubernamentales han sido muy cuidadosas de minimizar, pero que no obstante los archivos históricos recogen y reconocen con el nombre del REINO DE LA ARAUCANIA Y PATAGONIA.

Pero antes de fijar nuestra mirada en los acontecimientos que hicieron posible su existencia, tenemos que tener claridad que los Mapuches llevaban más de tres siglos combatiendo a los conquistadores españoles en la llamada Guerra de Arauco, a los que nunca dejaron penetrar en su territorio, y luego siguieron oponiéndose tenazmente a la colonización y avance de los primeros mestizos y chilenos, que eran también potencialmente sus enemigos declarados. Básicamente porque éstos al igual que los primeros, arrebataban su territorio, los despojaban de su cultura y los perseguían como bandoleros, fenómeno éste que era calcado por el Gobierno argentino, que no veía con buenos ojos a ninguna de las tribus indígenas que ocupaban franjas de tierra sobre los cuales esta Nación tenía puestos sus ojos expansionistas.

Es importante entonces mencionar aquí, que antes España, agotados sus esfuerzos por domeñar a los mapuches, que el poema épico de Alonso de Ercilla y Zúñiga ya había bautizado como araucanos, reconoció la independencia de la Nación Mapuche el 6 de enero de 1641 en el tratado de Killín o Quillín, fijándose como frontera entre las dos naciones, el río Bío-Bío. Se daba entonces el antecedente que la más poderosa potencia del planeta, en aras de la paz y luego de siglos de una guerra colonialista estéril y sangrienta, capitulaba ante su propia impotencia y renunciaba a sus designios de conquistar los territorios mas allá de la frontera establecida, frontera impuesta por los mapuches y ratificada por España y reconocida luego una y otra vez por el Gobierno de Chile. Por lo tanto, todas las tierras más allá del Bío Bío, eran suelo del Pueblo Mapuche.

En 1862, ratificando estos acuerdos, el Estado chileno firmó el Tratado de Tapiweh con la Nación Mapuche, en el cual se ratificó que la frontera natural entre estos dos pueblos sería el río Bío Bío, pero desde los primeros años Chile estableció dispositivos acordes con su política colonizadora que tendría como consecuencia la continuación de una guerra brutal a todo lo largo del siglo diecinueve.

Para las noveles Repúblicas de Chile y Argentina, la invasión y toma de posesión de tierras mapuches significaba lisa y llanamente la incorporación a su territorio de vastas extensiones geográficas con amplio potencial de explotación de riquezas naturales, la solución a sus constantes enfrentamientos por diferencias limítrofes con estos indígenas y la consolidación definitiva de sus líneas fronterizas. A su vez, potenciaban de manera importante las zonas de siembras de trigo en el caso chileno y la crianza de ganado lanar en el caso de Argentina, que constituían en esa época, a la altura de 1858, los productos exportables que sostenían la economía de estas naciones.

En cambio para el Pueblo Mapuche la invasión republicana invasora de estos dos países que actuaban al unísono, implicaba la pérdida de su indiscutida soberanía de las tierras de sus antepasados, el saqueo de sus bienes y riquezas, el desmoronamiento de sus estructuras de poder, ver diezmada considerablemente su población y el sometimiento a un ordenamiento legal que les asignaba un nuevo status, no ya como orgullosa raza libre y altiva sino como indígenas, condición subalterna que implicaba incorporación forzosa a un sistema distinto de vida, de cultura, religión, lengua, reproducción y costumbres familiares, lo que les aseguraba una nula participación en la vida ciudadana y la discriminación por parte de aquellos que ahora decidirían sus destinos. Los mapuches ya no serían la cabeza del león, sino la cola del ratón y ya no serían más araucanos o mapuches, sino chilenos.

En aquel climax arribó al puerto de Coquimbo el ciudadano francés Orélie Antoine de Tounens, joven romántico y emprendedor de indudable espíritu aventurero, abogado de profesión, quien vendiendo parte de sus posesiones, con las dificultades de viaje existentes en ese tiempo venía impulsado por el vehemente deseo de conocer personalmente la realidad de esta gesta única en el mundo de esta raza indomable resistiendo por siglos encarnizadas luchas contra cuatro naciones, el imperio inca, los conquistadores españoles, el Gobierno de Chile y el de Argentina. Además, en Europa se aprecia y admira que la Independencia Nacional del Pueblo Mapuche ocurre más de un siglo antes de la primera Constitución Democrática del mundo(1776) y de la Declaración Universal de los Derechos del Hombre y del ciudadano (1789).

Pero dejaremos este relato al señor R. Marhikewun, recopilador de la tradición mapuche, perteneciente al Centro de Documentación Mapuche-Inglaterra, descendiente de esta etnia y fervoroso cultor de la historia no contada de su pueblo, quién en el Boletín Aukiñ No. 13, de esa organización nos dice: (Más antecedentes en http://www.mapuche-nation.org/espanol/indice.htm

“En 1858 llegó a Chile un ciudadano francés, quien atraído por la valiente y heroica resistencia del Pueblo Mapuche, en la defensa de su soberanía y autodeterminación (resistencia conocida en Europa); se trasladó al territorio Mapuche (entonces independiente) y quedó fascinado de la historia, hospitalidad y el carácter apacible de su gente. Rápidamente se integró en su sociedad, aprendió el mapu-dugún (idioma mapuche), vistió, usó el poncho y hasta se dejó crecer el cabello al estilo Mapuche, comió y compartió en el hogar de los Toqui (jefes máximos) y los Lonko (jefes locales), logrando conquistar la confianza, el respeto y el cariño de las autoridades máximas de nuestro pueblo.
En su condición de abogado y conocedor de la diplomacia occidental, asesoró a los más respetables Toqui de la época, Kilapan y Calfucura -entre otros- sobre la forma mas eficaz de negociar con las autoridades chilenas y argentinas, que entonces confabulaban la ocupación definitiva del territorio Mapuche. Su nombre, Antoine de Tounens; consecuente como pocos, demostró lealtad, tanto en la teoría como en la práctica y fue un fiel y seguro aliado de la Nación Mapuche. Con el visto bueno y participación activa de los Toqui y Lonko (nuestras autoridades) sentó las bases de un reinado que culminó el 17 de noviembre de 1860, con la aprobación de una Constitución que dió origen a dicho Reinado en la Araucanía y Patagonia. Parte del documento que se emitió, señala:

"Considerando que la Araucanía no depende de ningún otro Estado, que se halla dividido por tribus y que un Gobierno Central es reclamado tanto en interés particular como en el orden general; decretamos lo que sigue:
ARTICULO 1: Una monarquía constitucional y hereditaria se funda en la Araucanía; el Principe Orélie Antoine de Tounens es designado Rey.
Además la Constitución contemplaba la creación de: Un Consejo del Reino, Ministerios, un Cuerpo Legislativo nominado por sufragio universal, un Consejo de Estado encargado de redactar los proyectos de ley, etc. También se garantizaba en ella, el respeto como derechos naturales y civiles; las libertades individuales y la igualdad ante la ley. El Toqui Kilapan fue nombrado Ministro de Guerra, Montril, Ministro de Relaciones Exteriores; Quilahueque, Ministro del Interior; Calfouchan de Justicia; Marihual de Agricultura, ademas de los Lonkos Lemunao, Huenchuman, Magnuil, Huentecol, entre otros, quienes participaron activamente en la creación del Reinado.
Cuando los criollos chilenos y argentinos veían con beneplácito los preparativos del Ejercito para ocupar por la fuerza de las armas la Araucanía y Patagonia, Orélie Antoine se preparaba para la defensa, luchó junto a los mapuches y los defendió públicamente. Argumentaba con justa razón que la independencia de Chile y de Argentina no afectaba la soberanía territorial de la Araucanía y la Patagonia, pues estos eran territorios independientes antes y lo eran entonces, al mismo tiempo que denunciaba ante la opinión pública nacional e internacional el cobarde genocidio que los estados chilenos y argentino preparaban contra la nación Mapuche.
Las autoridades y medios de comunicacion criollos lo tildaban de "loco", de "aventurero", de un "chiflado", " iluminado", etc.y los historiadores, antropólogos, sociólogos, acorde y a perpetuidad continúan hoy repitiendo la misma "pieza desentonada", en un vano intento de desacreditar el real alcance del evento histórico y su implicancia jurídica, en las normas del derecho internacional. ¿Es que podemos honestamente suponer algo distinto? Me parece una ingenuidad asumir que los winkas (criollos) injuriasen y gratuítamente persiguieran a un "loco", especialmente si se toma en cuenta que la campaña contra él partía de altas esferas de ambos gobiernos, me parece dudoso que el Coronel Cornelio Saavedra (el "Roca" chileno)
ofreciera recompensa al que lo matase, con dinero de su bolsillo.
La visión positiva sobre el mapuche, su cultura y sociedad por Orélie Antoine, rompía con los estereotipos creados por la sociedad opresora; estereotipos necesarios pues justificaría el genocidio que se preparaba contra nuestro pueblo, que luego les traería generosas recompensas. Había que deshacerse del "intruso", después de todo no podía ser "normal" (se convencían así mismos), un "blanco", reivindicando los derechos de los "salvajes" de los "bárbaros"; en la mente cuadrada de los criollos constituía absolutamente una "anormalidad, una aberración, una "locura". El siguiente es un fragmento de una publicación que diariamente vertía veneno racista y pedía la pronta ocupación del territorio Mapuche que nos ilustra el carácter histérico y rabioso de la prensa chilena de la época que en nada puede envidiar a la Bonaerense; el 24 de mayo de 1859 el diario "El Mercurio" de Valparaíso escribía: "El Araucano de hoy es tan limitado, astuto, feroz y cobarde al mismo tiempo, ingrato y vengativo, como su progenitor del tiempo de Ercilla; vive, come y bebe licor con exceso como antes; no han imitado, ni inventado nada desde entonces, a excepción de la asimilación ... del caballo, que singularmente ha favorecido y desarrollado sus costumbres salvajes".


El Rey Orelie Antoine, protegido por los mapuches evadió una muerte segura, hasta que finalmente en enero de 1862 fue tomado prisionero por Cornelio Saavedra. El proceso lo convirtieron en un "show publicitario" barato, fue insultado y vejado, el "caso" era presentado por la civilizada sociedad criolla, como el “gran chiste del año.”
Durante el interrogatorio Orelie Antoine, puso en jaque a jueces y médicos siquiatras (al parecer no era tan loco) que habían llevado para reforzar su basura propagandista simulando un examen del estado mental del acusado. Encarcelado y posteriormente expulsado de Chile, la entrada en ambos estados le fue prohibida, a pesar de ello entra tres veces, su último viaje lo hace en 1876.
El Rey Orélie Antoine 1º, muere ostentando esa alta embestidura en Perigord su tierra natal, el 17 de septiembre de 1878. Su Reinado fue reconocido por numerosos Gobiernos y Monarquías de Europa y el mundo. Su deceso significó para la nación Mapuche una gran pérdida, el Rey Orélie Antoine fue sin duda, un gran aliado y fiel amigo de nuestro pueblo en los momentos mas cruciales de su existencia como nación independiente y en víspera del más víl e inhumano genocidio que conoce la historia americana, que en nombre de la "civilización" y el"progreso”, se cometiera contra nuestra nación.
La memoria del Rey Orelie Antoine, deberá ocupar un lugar destacado en los anales de nuestra historia aun no escrita. A su muerte, lo sucedió, pasando a ocupar el trono del Reino en el exilio, Su Majestad el Rey Achile 1º . Hoy a poco mas de un siglo de su muerte, el Príncipe Philippe D'Araucanía y Patagonia, mantiene viva la tradición de sus ancestros. Con profundo respeto, cariño y admiración por la capacidad de sobrevivencia de la nación Mapuche, solidariza y en la medida de sus posibilidades contribuye en la causa humana y común por un futuro de justicia y libertad para nuestro pueblo.

El Tribunal de Instancia de París reconocio al Príncipe Philippe 1º, por Sentencia del 4 de junio de 1971, como el legítimo sucesor con categoría de Alteza Real, al Trono de la Araucanía y la Patagonia en el exilio.
Referencias: Archivo Centro de Documentación Mapuche-Inglaterra.-


En un ligero resúmen vemos que el Reino de la Araucanía y Patagonia duró entre 1860 y1878 habiendo sido fundado el 17 de noviembre de 1860. El 20 de noviembre del mismo año el Reino anexó toda la Patagonia.
En enero de 1862, Orélie Antoine de Tounens fue capturado por el Gobierno de Chile y enviado a un manicomio antes de ser deportado a Francia.
La campaña de la invasión Argentina ocurre entre 1879 -1881.
El rey volvio a su territorio en los años 1869, 1874 y 1876 falleciendo el 17 de septiembre de 1878.
Un mes más tarde Argentina por Por ley del 11 de octubre de 1878 creó la Gobernación de la Patagonia al mando del coronel Alvaro Barros con jurisdicción en todos los territorios fuera de las provincias hasta el cabo de Hornos.
Se puede decir que aunque de forma desorganizada el Reino de la Araucanía y Patagonia existió real y legalmente de 1860 a 1878 pero fue invadido por la Argentina en el año 1878. Como muestra el mapa 1879, Argentina toma el norte de la Patagonia luego de haber invadido a sangre y fuego los territorios de la Nación Guaycurú y otros pueblos aborígenes del norte en 1876. Efectivamente, en el año 1881 Argentina toma toda la Patagonia, invadiendo no solo el Reino sino a la Naciones: Mapuche, Pampa, Tehuelche, Pehuenche y Ranquel, eliminando los últimos bastiones de la Nación Het o Querandíe emparentados con los Charrúas o Chonik Orientales.

Este triste episodio constituye un verdadero "genocidio" contra estas naciones indígenas, ya que sin atender al compromiso de los acuerdos y tratados, hizo posible que la invasión por fuerzas de ejércitos regulares, el saqueo y la persecución cultural, religiosa e ideológica permitiera a la Argentina y Chile anexionar sin piedad los territorios de la naciones libres y soberanas del Reino de la Patagonia.

Los cálculos más conservadores señalan que las guerras de ocupación europea en Sudamérica en contra de sus habitantes primigenios, así como aquellas ocurridas durante la colonización y florecimiento de nuevos estados, produjo la muerte de SESENTA MILLONES DE INDIGENAS.

6 comentarios:

christian dijo...

hola soy christian creador de futbolargentinosolo.blospot.com y queria proponerte un intercambio de link haci nos visitamos mutuamente bueno espero que me agreges a tus enlaces avisame asi te agrego
nos vemos.saludos

Vivianne dijo...

Excelente columna!quedé embobada con tanta información que se desconoce totalmente, me da rabia que esto no se transmita a los educandos pero bueno que va no se puede pedir peras al olmo, un fuerte abrazo querido amigo!!!

Anónimo dijo...

Aunque muchos se nieguen a creer esta realidad, los antecedentes históricos avalan esta verdad.
Hubo un Reino y mientras exista un príncipe seguirá existiendo pese a la negación del Gobierno.

Ireth

kpp dijo...

aquí el enlace a la web del reino de Araucania y Patagonia:

http://www.araucania.org

kpp dijo...

aquí el enlace a la web del reino de Araucania y Patagonia:

http://www.araucania.org

Anónimo dijo...

EXELENTE COLUMNA, QUEDA EN EVIDENCIA VARIAS ARISTAS ACERCA DE ESTA HISTORIA VERIDICA Y OCULTADA POR LOS GOBIERNOS ARGENTINO Y CHILENO...
RESULTA MUY ADMIRABLE Y CASI INCREIBLE LA VISION ADELANTADA DE ORIELE ANTOINE SUSTENTADA EN LA ENORME PROEZA DE LOS PUEBLOS MAPUCHE Y DE LAS PAMPAS.