lunes, 29 de octubre de 2007

Idi Amín, el calígula ugandés.

«Me gusta la carne humana porque es más blanda y salada y al Corán por religión» IDI AMIN.

La especie de los tiranos es un fenómeno mundial. Por alguna razón que corresponde probablemente explicar a la sociología, los pueblos caen a merced de estos monstruos sin dios ni ley que aherrojan a sus semejantes, sumen al pueblo en el terror y dejan una estela de muerte, miseria y desolación en su afán de aferrarse al poder, esa herramienta que el pueblo pone en manos de sus dirigentes buscando justicia social, progreso colectivo y paz duradera.
Este proceso cíclico nunca ha cesado desde los albores de la aparición del hombre en la tierra, pero a veces queda disimulado bajo excusas de guerras, ofensas, interés nacional y otros trastornos y conflagraciones que tienden a disfrazar la personalidad congénita de estos caciques, tiranos, dictadores, déspotas, reyezuelos y autócratas totalitarios que abusan del poder político sin limitaciones legales, utilizando la fuerza y el poder que ella otorga, para subyugar en forma cruel y hasta sanguinaria a sus enemigos.


Todos sin excepción, caen bajo la denominación de criminales, sin olvidar que junto con dilapidar y agenciarse los fondos del erario nacional para su parentela, amasan fortunas personales inconmensurables, que generalmente disfrutan asilados en algún país extranjero donde compran su libertad, lo que les coloca a la par de los bandoleros.
Curiosamente, esta gente tiene partidarios, que celebra su comportamiento cavernario y que encuentran en estas actuaciones un sentido de íntima satisfacción y regocijo personal, lo que nos indica que no podemos sino colegir, que existe un porcentaje apreciable de la humanidad proclives a la criminalidad y el bandolerismo.

Algunos de estos sujetos que se nos vienen a la memoria, fueron Leopoldo II de Bélgica, que en 40 años de explotación del Congo, mermó de 20 a 10 millones su población. Antes, Tiberio el perverso, Calígula el tartamudo, Nerón el loco, Claudio, Mussolini, los Somoza en Nicaragua, padre e hijo, Machado y Fulgencio Batista en Cuba, Trujillo en Santo Domingo, Leguía y Sánchez Cerro en Perú, Duvalier en Haití, Porfirio Díaz en México, Stroessner en Paraguay, Noriega en Panamá, Melgarejo en Bolivia, Pérez Jiménez en Venezuela, Franco en España, Pinochet en Chile, Videla en Argentina, Efraín Ríos Montt en Guatemala, Guillermo Rodríguez en Ecuador y tantos y tantos otros, escondidos generalmente bajo imponentes charreteras y medallas inmerecidas, discursos altilocuentes, protegidos por una aristrocracia mercenaria y que utilizaron los ejércitos de sus países para matar al propio pueblo que pagaba sus sueldos.

Nadie mejor que Idi Amín Dada, de Uganda para personificarlos a todos, inculto, golpista, cínico, marrullero, obsequioso con los poderosos, polígamo, supersticioso, traidor, asesino y desquiciado mental.

Quizás el único distingo en que Idi Amín difiere de sus colegas sátrapas a través de la historia, es su antropofagia, esa costumbre tribal de comerse a sus enemigos, aunque de ello no se puede estar tan seguro.

Se calcula en medio millón de personas el número de víctimas inocentes que murieron durante los nueve años, de 1971 a 1979, que Idi Amín Dada sembró el caos en Uganda como gobernante único, la mayor parte de ellos, bajo su propia mano o en su presencia y por órdenes directas entregadas a su selecta guardia personal, un verdadero grupo dedicado al exterminio, que lo protegía las 24 horas del día celosamente.
La historia de Amín es también reconocible en muchos caudillos populares y dictadores uniformados.
Nació muy pobre en el poblado de Koboko en 1925. Ya en el 46 lo encontramos como pinche de cocina en el regimiento de las fuerzas coloniales británicas “King´s African Rifles” (Fusileros Africanos del rey). Su gran envergadura física, 110 kilos de peso y 1,95 de estatura y su afición a las peleas lo ayudó a ser popular entre los soldados, convirtiéndose en el 51 en el campeón de peso pesado de Uganda, título que mantuvo por nueve años consecutivos.
Enviado con el grado de cabo a Kenya, a combatir a los rebeldes Mau Mau, se destacó por su sanguinaria ferocidad, impugándosele ya en ese tiempo el asesinato de civiles, la tortura y homicidio de prisioneros y la indiscriminada violación de mujeres de los lugares donde transcurrían estas guerrillas.

Allí, en parte gracias al boxeo ascendió a teniente y cuando Gran Bretaña concedió la independencia a Uganda en 1962, el gobernador saliente, Walter Couts le dijo al nuevo primer ministro ugandés, Milton Obote: "Le advierto que este oficial puede causarle problemas en el futuro".
Su primera misión conocida de oficial fue el desarme de los ganaderos del noreste de Uganda. Las denuncias de torturas por los británicos en aquella operación cayeron en saco roto. Idi Amín fue tan eficaz en su misión que Obote le ascendió a capitán en 1963 y un año más tarde a coronel y segundo jefe del Ejército. Al año siguiente, dirigió el ataque al palacio del rey de Buganda, quien había denunciado corrupción en el regimen de Obote. Lo hizo con tanta eficacia que fue nombrado jefe del Estado Mayor. Idi Amín ya era Jefe del Ejército y de la fuerza Aérea.

Pero la relación entre Amin y Obote, presidente desde 1966, se deterioró en una atmósfera de mutuas sospechas.
Sus problemas con Obote no vinieron de sus excesos -daba la nota en todas las fiestas oficiales tirándose a la piscina en uniforme y cruzando Kampala a 150 por hora en su deportivo rojo- sino del asesinato de Pierino Okoya, brazo derecho de Obote. Este había llamado cobarde a Amín por escapar a una base militar tras el intento de asesinato de Obote en diciembre del 69.

Amin, a punto de ser detenido y enjuiciado por apropiación indebida de dineros del Ejército, llegó al poder en 1971 con un rápido y sangriento golpe contra el presidente Milton Obote. Aprovechó la ausencia del mandatario, que fue a una reunión de la Commonwealth que se celebraba en Singapur, para derrocar a aquel que nueve años antes había hecho lo mismo con el Rey Mutesa.

El cambio de Gobierno fue visto en los primeros días con alivio y causó una sensación de liberación. El nuevo Gabinete recibió incluso el reconocimiento de Londres, deseoso de ver instaurada una democracia.
Pero el engaño no fue duradero y las promesas no se cumplieron. «Big Daddy» se erigió en verdugo de su propio pueblo, imitando a su predecesor que había asumido todos los poderes y derogado la Constitución para construir una a su medida.
Así comenzó un reino del terror como no se había visto en África desde el fin de la era colonial. Amin ordenó rápidamente la ejecución de cientos de soldados de las etnias en las que no confiaba. La mayoría fue asesinada en masa por escuadrones de fusilamiento. Algunos de sus enemigos más violentos fueron decapitados y la leyenda afirma que el dictador guardaba las cabezas en un congelador.

Expulsó a los asesores israelíes y se echó en brazos del coronel libio Gadafi, que no dudó en intervenir. Idi Amín se convierte así en el primer dirigente africano que tras la purga militar, inició una purga civil. Organizó una fuerza pretoriana para recorrer pueblos y aldeas saqueando, violando y generando un clima de terror que todavía no se ha olvidado en la región. Era frecuente en aquellos años, encontrar cuerpos sin genitales, narices u ojos tirados en las cunetas y decenas de miles de ugandeses sufrieron torturas en campos de concentración.

"Amin no tenía idea de cómo gobernar. Era casi analfabeto, su inglés era pobre, leía muy mal y sólo firmar documentos ya preparados le resultaba difícil", dijo alguna vez su secretario privado, Henry Kyemba. Entretanto, Idi Amin se autoproclamó mariscal de campo, presidente vitalicio, conquistador del imperio británico y rey de Escocia, y se condecoró a sí mismo con la Cruz de la Victoria, la Cruz Militar y la Orden al Servicio Distinguido. Sus medallas eran tantas que llenaban su uniforme hasta cubrir su generosa barriga. En 1972 aseguró que Dios le dijo en un sueño que debía expulsar del país a todos los descendientes de indios y paquistaníes, cosa que hizo, para luego traspasar los negocios de los expulsados a sus amigos. La marcha de los más de 90.000 asiáticos y británicos que ocupaban importantes sectores financieros, representó una puñalada para la economía de un país cada vez más aislado del exterior.
Convencido de que grupos extranjeros podían intentar algo en su contra, se rodeó de más de 23.000 guardaespaldas, no abandonó la jefatura del Ejército y fue expulsando o matando a todos los que veía como posibles enemigos, incluyendo la de varios ministros , la máxima autoridad de la Justicia ugandesa, el titular del Banco Central, el arzobispo anglicano y el vicerrector de la Universidad de Makerere.
Calificado por sus críticos de «paranoico» y «megalómano», Amin se convirtió en el primer líder africano negro que rompió relaciones con Israel, hasta entonces principal aliado de Uganda, realizando repetidas declaraciones antisemitas. En una carta a la entonces primera ministra israelí, Golda Meir, lamentó que Hitler «no hubiera eliminado a todos los judíos».
En 1974 se dejó filmar por Barbet Schroeder. El retrato que nos dejó es un espejo fiel del personaje, mitad payaso de circo, mitad criminal sin escrúpulos, inconsciente de sus atrocidades. En una secuencia del documental hace de guía en un crucero en barca espantando cocodrilos (a los que luego echaba los cuerpos de sus víctimas) y saludando a los elefantes. Al minuto siguiente le vemos riéndose a carcajadas de haber criticado a Hitler «por no haber matado a suficientes judíos»: un retrato exacto de la banalización del mal. En el libro A State of Blood (Un Estado de sangre), el único relato de aquellos años desde dentro, Henry Kyemba, ministro en todos los gobiernos del ex dictador, describe con todo lujo de detalles muchos de los crímenes más horrendos. «Acabó con la delincuencia callejera aplicando a rajatabla el método wahabí de cortar las manos o linchar en público a los ladrones», escribe.Cuando EEUU, Israel y el Reino Unido se negaron a aumentar la ayuda militar, rompe relaciones y toma partido abiertamente a favor de los árabes en la guerra árabe-israelí del 73. Su popularidad en el mundo árabe no dejaba de crecer por sus intentos de convertir Uganda, con sólo un 6% de población musulmana, en el primer país islámico del Africa negra. Esto le sirvió más tarde para ser ser protegido por el emirato de Dubai.

Durante su etapa en el poder tuvo cerca de siete esposas y más de cincuenta hijos. En 1973, una de sus esposas, Kay, fue repudiada por Amin estando encinta. Para no quedar fuera de la ley, intentó un aborto. Amin la secuestró de la clínica, ejecutó al médico y a las enfermeras y la llevó a su Palacio. Allí, en presencia de cien de sus funcionarios, fue descuartizada a hachazos por un verdugo, a la vista de dos de sus pequeños hijos que fueron llevados por Amin "para que sepan lo que les pasa a las malas esposas".

Idi Amin ordenaba además la retransmisión televisada en directo de la decapitación de sus oponentes. En una ocasión, su ministro de Justicia llegó a contradecirlo públicamente. El funcionario, después de ser sometido a fuerte reprimenda televisada y a una tortura despiadada, se convirtió en el plato fuerte de un banquete que se ofrecía en palacio. Conocido también como el «Hitler africano», Amin instauró la violencia por sistema, el Corán por religión y el sexo promiscuo por ley al implantar en el país la poligamia. Además ordenó matar a todos los elefantes de su país para «mantener su vigor sexual», recomendación que le hacían sus chamanes.

Sus delirios de grandeza le llevaron finalmente a mandar un contingente de soldados para invadir a su vecino Tanzania. Una decisión que le costó la muerte política. Julius Nyerere, presidente de este país, lanzó un contraataque de una fuerza conjunta de tropas tanzanas y exiliados ugandeses que consiguió desbancar a Amin del poder. El dictador huyó rápidamente de Uganda. En su refrigerador aún había restos del cuerpo de uno de sus recientes ministros destituidos.
Se constituyó un Gobierno el 11 de abril de 1979, inmediatamente reconocido por Gran Bretaña, la CEE y demás organismos internacionales. Ese año el Gobierno libio había retirado su apoyo militar al dictador. A mediados de 1995, el presidente ugandés Youeri Museveni declaró que Idi Amin no sería amnistiado ni siquiera en aras de la reconciliación nacional. «Big Daddy» había consiguido escapar de los tribunales y de la cárcel. Cuando fue destituido, Idi Amin huyó primero a Libia y luego a Iraq, para finalmente instalarse en Arabia Saudí en diciembre de 1980. Allí comenzó un exilio dorado en un lujoso palacio de Yeda, ciudad portuaria a orillas del Mar Rojo, rodeado de varias de sus mujeres, al menos 30 de sus hijos y... una extensa corte de cocineros, criados y chóferes. El déspota ugandés, a quien la Familia Real saudí impuso el silencio como condición a su estancia repleta de privilegios económicos, prohibiéndole dedicarse a cualquier asunto político, iba a orar con frecuencia a una mezquita cercana a su residencia y paseaba a diario por la playa. En la única entrevista concedida desde su exilio al periódico ugandés Sunday Vision, del presidente Museveni, en 1999, el carnicero de Africa decía: «Llevo una vida muy tranquila, dedicado a la religión, a Alá y al Islam». "El carnicero de Kampala" murió en Arabia Saudita el 16 de agosto de 2003.

viernes, 26 de octubre de 2007

La leyenda negra de las películas malditas.

Aunque parezca increíble, las supersticiones, por más que se llamen populares o se crea que están enraizadas solo en los sectores marginales o de escasa cultura, afectan por parejo aún en nuestro tiempo de modernismo cibernético, a todos los niveles sociales.
No hay mejor ejemplo que lo que pasa en el mundillo de la cinematografía, donde los amuletos, los conjuros y la ciega creencia en un sino sobrenatural y mágico domina la vida de actores, actrices, productores y técnicos. Así se han creado las leyendas malditas que rodean muchas películas.
Una de las "maldiciones" más conocidas es la famosa saga de Superman. En la década de los 50, George Reeves que interpretó al superhéroe en TV, apareció muerto de un disparo en la cabeza; oficialmente fue considerado suicidio, pero según otros, el hecho ocurrió jugando borracho a la ruleta rusa, y también hay quien dice que fue víctima de un delirium tremens causado por su alcoholismo el que le llevó a creerse inmortal como su personaje.
El Supermán moderno, Christopher Reeve, permaneció cerca de diez años tetrapléjico por una caída montando a caballo, para morir el 10 de octubre de 2004 por una falla cardíaca; dos años después fallece su abnegada esposa Dana Reeve de cáncer al pulmón. Margot Kidder, que interpretó a Lois Lane, sufrió graves desórdenes psicológicos, que provocaron incluso su internamiento en un sanatorio mental; Richard Pryor, que intervino en Supermán III es víctima de una esclerosis múltiple y muere el 10 de diciembre de 2005.

La trágica noche del 30 al 31 de marzo de 1993, durante el rodaje de una escena de la película El Cuervo, que protagonizaba el hijo de Bruce Lee, Brandon, un disparo acabó con su vida. En la escena, Brandon acudía a rescatar a su novia en la ficción y recibía un disparo en el abdómen. Los efectos especiales habían dispuesto al "malo de la película" con una pistola con balas de fogueo y al actor con una bolsa de sangre que llevaba bajo su ropa. Sin embargo y para asombro de todos los presentes, el arma disparó una bala de verdad que hirió mortalmente al actor. No ha quedado rastro de las imágenes de aquel rodaje, pues el director las mandó destruir en un intento por preservar aquel desdichado acontecimiento del morbo del público.

20 años antes, en la breve pero extraordinaria vida de la estrella marcial del recordado Bruce Lee, una de sus películas quedó registrada como una temible profecía que iba a cumplirse años después de su muerte.
El film en cuestión era El juego de la muerte,(1978) en donde en un papel autobiográfico, Lee hace de un actor famoso que sufre la persecución de una organización mafiosa y por lo tanto decide fingir su muerte durante un accidente en el set de filmación.

Fatalmente, Lee muere antes de completar la película, en circunstancias que dieron lugar a numerosas teorías. Una de ellas aseguraba que Bruce Lee fue asesinado por las Triadas de Hong Kong: Esta teoría mantiene que las mafias chinas se confabularon para acabar con la vida del actor por no colaborar con ellas ni ceder a sus chantajes. Pero también se dijo que Bruce Lee fue asesinado por Los Maestros de las Artes Marciales: Según esta tesis al actor pudo ser envenenado como venganza por haber revelado los secretos de los Maestros.
Esto dió pábulo a lo que se conoce como "la maldición de los Lee".

En la vida real no existe un trabajo totalmente seguro y el cine no es desde luego una excepción. En un rodaje trabajan un buen número de personas y cuando se filman escenas complicadas, existe el riesgo de accidentes.
En esos casos los que mayor riesgo corren son los especialistas que interpretan acciones arriesgadas o doblan a los actores principales. Por ejemplo, durante el rodaje de la famosísima carrera de cuádrigas de Ben-Hur murieron dos de los especialistas que intervenían en ella; y otros dos en el rodaje de la persecución en el tren de La Conquista del Oeste.


Incluso en España, hace algún tiempo murió un especialista mientras se rodaba la película La Gran Vida. Tampoco se libran de estos sucesos los "extras", también conocidos como "los que hacen bulto". La grabación de la "carga de Pickens" en El Nacimiento de una Nación (1915), produjo un gran número de heridos y según algunas fuentes, varios muertos.
Tres extras murieron ahogados en el rodaje de El Arca de Noé (1928) y otro en la primera versión de Quo Vadis... ¡devorado por un león!. Sin embargo, tampoco los actores principales se libran de accidentes. Y en una escena de En los Límites de la Realidad, un accidente de helicóptero le costó la vida al actor Vic Morrow y a dos niños. Todos estos hechos, aunque luctuosos, quizás entran en el campo de lo corriente. Sin embargo existen películas que han sido tachadas de "malditas" porque la desgracia ha perseguido a diversas personas que intervinieron en ellas, especialmente sus protagonistas. También la mítica Rebelde sin Causa (1955) ha recibido este apelativo de "maldita": sus tres principales protagonistas murieron prematuramente y de muertes no naturales.

James Dean murió en un accidente de tráfico ese mismo año; Natalie Wood, en 1981 en un confuso accidente náutico; y Sal Mineo en 1976, alcanzado por una bala perdida procedente de un enfrentamiento entre bandas callejeras. Al poco de terminar el rodaje de Vidas Rebeldes (1961) murió su protagonista Clark Gable de un ataque al corazón, cinco meses antes del nacimiento de su primer hijo. Sus compañeros de reparto tuvieron también muertes trágicas:
Marilyn Monroe murió aparentemente por suicidio año y medio después y Montgomery Clift murió en 1966, enfermo, casi ciego, con problemas psicológicos y de drogadicción de un infarto. Otra película con mal halo es Poltergeist. Poco después de su estreno, la actriz Dominique Dunne, que interpretaba a la hermana mayor, murió estrangulada por un ex novio celoso; después del estreno de Poltergeist II murieron los actores Will Sampson y Julian Beck; y después del estreno de Poltergeist III murió Heather O'Rourke, la niña protagonista de la saga con tan sólo 12 años. Su muerte nunca fué aclarada totalmente.
Dos películas que tradicionalmente se han catalogado como malditas son El Exorcista y La Semilla del Diablo. En realidad, en el caso de la primera todo lo "maligno" se reduce a numerosos fallos técnicos, achacables a la complejidad de determinadas escenas y a un incendio provocado por un técnico que había sido despedido y quería vengarse. Sin embargo, el productor exageró y difundió esos y otros rumores (que la gente se desmayaba en las salas, por ejemplo) como parte de una inteligente estrategia de marketing. En el caso de la segunda, sabido es que la mujer del director Roman Polansky fué asesinada tras el rodaje por la secta del chiflado Charles Manson; pero en este caso, de existir maldición, sería del edificio Dakota, en Nueva York, donde se rodó la película: se dice que fué escenario de ritos satánicos y en 1980 John Lennon, que vivía en él, fué asesinado por un perturbado cuando salía a la calle.
Por último, un caso de maldición con base real. Después del rodaje de la mediocre película de aventuras El Conquistador de Mongolia (1956), y a lo largo de varias décadas, fueron muriendo de cáncer el director Dick Powell, los actores John Wayne, Susan Hayward, Pedro Armendáriz y Agnes Moorehead, y diversos trabajadores que intervinieron en el rodaje, hasta un total de más de noventa personas. ¿El motivo? Parece ser que, buscando un paisaje que se pareciese lo más posible a la Mongolia donde se ambientaba la historia, el director y productor Howard Hughes decidió que el rodaje se llevase a cabo en una remota zona del desierto de Utah, donde el Ejército norteamericano había llevado a cabo pruebas nucleares, algo que desconocían. Muy probablemente fué la radiactividad la que acabó llevando a la tumba a tanta gente.

Otra curiosidad de las leyendas negras de algunas films, son aquellos que se empezaron a rodar pero nunca se estrenaron. Se les conoce como las películas que nunca existieron ni que jamás nadie vió su rodaje hecho una realidad.

Existen dos tipos de films de este tipo; aquéllas que tras rodarse e invertirse en ellos auténticas fortunas, casi siempre con rodajes traumáticos, fueron despreciadas por el público y por la crítica. Y, las películas con guiones definitivos, con un casting ajustado a sus posibilidades que no se llegaron a concluir o ni siquiera empezar a filmar.
Es un hecho no exento de dramatismo que tiene muchos ejemplos a lo largo de la historia del Séptimo Arte. El más reciente, The Man who killed Don Quixote, de Terry Gilliam, ambiciosa producción marcada por la fatalidad de un clima torrencial y despiadado, una enfermedad que impidió montar a caballo a Jean Roquefort y una inexplicable adversidad reflejada después en el documental Lost in La Mancha.
Detener una producción siempre es un drama, aunque a veces sea necesario debido a los altos costos que pueden arruinar una gran productora. La puerta del cielo, de Michael Cimino, arruinó a la United Artist por su elevado coste. Es un caso ilustrativo de la megalomanía de algunos directores que hambrientos de aventuras épicas, se embarcan en un viaje sin retorno con superproducciones que difícilmente recuperaron su inversión.

Paradigmático es el caso de Cleopatra, de Mankiewicz, que hundió a la Fox durante algunos años y Apocalypse Now, de Coppola, macabro viaje a los infiernos reales de Joseph Conrad que tienen su funesta extensión tragieconómica en ‘Fitzcarraldo’, de Werner Herzog, rodaje donde se tuvieron que sufrir casi los mismos contratiempos y obstáculos para acabar su film que el personaje central de esta epopeya. Por ejemplo, Einsenstein fue despedido por el millonario Upton Sinclair del costoso proyecto Que viva México, perdiéndose el control sobre el material rodado y utilizado después en un documental tras las acusaciones de Stalin al cineasta de traición y desviacionismo. Un hecho que se repetiría después en El prado de Bejin, otro proyecto inacabado. Titanic de James Cameron, estuvo a punto de deambular de productora en productora por su elevado presupuesto que tuvo que unir por primera vez en la historia, a dos grandes ‘majors’ como Paramount y a la Fox para culminarla y Forrest Gump, de Robert Zemeckis, que se quedó sin capital para la promoción, son otros dos ejemplos.

Posiblemente si alguien en la historia del cine supo la verdadera tragedia que supone interrumpir una película sin finalizarla, ése era Orson Welles, un cineasta de genialidad inalcanzable que nunca supo terminar sus gestas artísticas. Si el cine no hubiera sido industria, la obra de Welles hubiese avanzado hacia límites insospechados. Pero la cruda realidad es que Welles jamás pudo acabar El Quijote, un ambicioso proyecto que varios años después intentó acabar Jess Franco sin mucha fortuna. ‘It’s all true’, ‘The Deep’ y ‘The other side of the wind’, con John Huston como protagonista, son cintas que Welles comenzó dándoles forma de celuloide, pero que desgraciadamente nunca vieron la luz. También es célebre el drama epopéyico que vivieron Joseph Von Sternberg como director y Chaplin como productor en La golondrina, por la negativa del director alemán a darle favoritismos a Edna Purviance o Yo, Claudio, mitológica producción que cayó en el vació por la meticulosidad de Sternberg y los caprichos de su estrella Charles Laughton. Y es que ni los grandes maestros del cine se han visto librados de este mal que muy de vez en cuando, dejan a medias el rodaje de una película. Alfred Hitchcock también trató de rodar dos obras que no tuvieron el esperado final feliz. Una, con Audrey Hepburn, sobre una abogada que defiende a su padre acusado de la muerte de una prostituta, donde la protagonista de Desayuno con diamantes fue la causante del desastre por negarse a interpretar una secuencia de violación y otra, la más conocida, Kaleidoscope, un ejercicio de cambio de ‘Hitch’ al más puro estilo Antonioni en Blow up arriesgando con secuencias muy subidas de tono que la Universal se negó a seguir produciendo debido a su alto voltaje sexual y violento.
David Lean nunca pudo ver hecho realidad Nostromo, carísimo proyecto que nadie quiso producir, Los 900 días fue el sueño más preciado de Sergio Leone (en su tiempo costaba 70 millones de dólares) que firmó para rodar dos días antes de su muerte. John Ford tampoco pudo comenzar The White Company, adaptación de una novela de Arthur Conan Doyle o The first deadly sin, la película que dejó preproducida Roman Polanski con De Niro como protagonista antes de que tuviera que escapar de Estados Unidos por violar a una menor. En el caso de Something’s got to give, George Cukor se quedó contemplando una y otra vez a Marilyn saliendo desnuda del agua porque la gran estrella de Hollywood moriría sin poder consumar su actuación y despedida de la película.

miércoles, 17 de octubre de 2007

Las Animas Milagrosas, Santos informales del pueblo.

Curiosamente yo no soy religioso ni creyente. No obstante, y ésto es lo curioso, siempre he sentido fascinación por las grandes catedrales, por las iglesias olvidadas de los pueblos lejanos y muy especialmente por los santos populares. Pero por sobre todas las cosas, siempre me he sentido cautivado por la veneración de que son objeto “las animitas”, esa idolatría del pueblo por estos muertos anónimos atropellados en cualquier carretera o victimados en los campos, en el desierto desolado o la fértil montaña, en valles escondidos del mundanal ruido y en las pampas lúdicas y silenciosas de cualquier lugar de América.

Para mucha gente, las animitas son los patronos, los intermediarios e interlocutores válidos con su Dios en el que confían todas sus cuitas y miserias morales. También es el cartabón de su fé y esperanza . Poco les importa que la iglesia católica desapruebe este culto o que mire con desconfianza tales veneraciones. Son cientos de miles y tal vez millones de seres en el mundo los que piden, rezan, reclaman y bendicen los favores recibidos. Los que agradecen la respuesta a sus súplicas diarias y cumplen las encomiendas y promesas de prenderles un cirio, poner una placa de agradecimiento o llevarle flores de por vida a ese desventurado de su propia clase, que sufrió en carne propia las mismas humillaciones de la gente común y cuya alma en pena todavía vaga entre dos vidas sin encontrar el lecho de su legítimo descanso eterno.

En Chile, el famoso bandolero y asesino serial de los campos, el Chacal de Nahueltoro y también Emilio Dubois se convirtieron en animitas porque la gente consideró sus muertes injustas. En el caso del primero se le disculpa porque no sabía lo que hacía y una vez que tomó conciencia, se arrepintió; respecto del segundo, porque jamás se comprobó realmente su culpabilidad. No obstante haber sido ajusticiados por crímenes salvajes, son para el pueblo verdaderos mártires populares.

La historia del Chacal de Nahueltoro surge cuando a mediados de la década del 60 ocurre un impactante crimen, hito de la crónica roja o policial de entonces, que da cuenta de la detención de José del Carmen Valenzuela Torres, en la localidad de Nahueltoro, Chillán, por el asesinato de su conviviente y sus cinco hijos menores de edad, a quienes victimiza usando una guadaña con la que destroza sus cuerpos, luego de lo cual los entierra amontonando piedras sobre ellos. Por la brutalidad del crimen fue apodado el chacal.
Durante los tres años que duró el proceso y que estuvo en la cárcel, Valenzuela se arrepintió de los crímenes y abrazó la religión católica. Además, aprendió a leer, a escribir y a fabricar guitarras. Sin embargo, el indulto presidencial nunca llegó. No se tomó en cuenta que el hombre había dejado atrás su salvajismo.

El 30 de abril de 1963 las balas acabaron con su vida. Desde esa época hay una animita en el Cementerio de San Carlos. Este hecho significó un permanente cuestionamiento de la justicia chilena y de la pena de muerte, en especial por cuanto el hombre que murió fusilado, ya no era el mismo campesino analfabeto y alcohólico que cometió este salvaje crimen, sino un hombre que aprendió a leer en el encierro y por ende a comprender su equivocación buscando en el arrepentimiento y estudio rehacer su vida. Su vida y obras dieron origen a una película dirigida por el famoso director Miguel Littin, llamada justamente El Chacal de Nahueltoro.
Famosos son los versos de un cantor popular que rezan:
“Ha dado mucho que hablar / crimen tan premeditado / y a muerte lo han condenado / por esta causa al Chacal. Según el juez del lugar / la culpa la tuvo el vino / el que sigue este camino / con frecuencia se embrutece / y es peor que martes 13 / el que tiene este destino”.

Emile Dubois, también conocido como Emilio Dubois, Emilio Morales o Emile Murraley fueron los alias del inmigrante francés Louis Amadeo Brihier Lacroix, hijo de José Brihier y María Lacroix, nacido en Étaples, Pas-de-Calais, el 29 de abril de 1867. Dubois se hizo famoso en Chile a comienzos del siglo XX al ser acusado y posteriormente condenado por los crímenes de cuatro comerciantes extranjeros y el asalto e intento de homicidio de un quinto, el dentista norteamericano Carlos Davies.
Los hechos que le hicieron tristemente célebre tuvieron lugar en la ciudad de Valparaíso (salvo el primer asesinato, el del pagador Enrique Lafontaine, que ocurrió en Santiago) y fue en esta misma ciudad donde Dubois fue capturado, juzgado y finalmente ejecutado por un pelotón de cuatro fusileros el día 26 de marzo de 1907. La cultura popular desde entonces lo ha elevado al status de santo popular, transformándose su tumba - ubicada en el cementerio Playa Ancha de Valparaíso - en una venerada Animita llena de innumerables placas de agradecimiento por favores concedidos.

En la madrugada del fusilamiento, el 26 de marzo de 1907, Dubois recibió en la cárcel a su señora Úrsula Morales y a su pequeño hijo para el último adiós. Sólo el día anterior se habían casado, tras 14 años de convivencia. Aparecieron dos religiosos por su celda, pero los despachó. "Con Dios me confesaré, no con sus representantes", les dijo.
Minutos más tarde salió tranquilo de su lugar de reclusión y engrillado. Fumaba un puro.
Como si se tratara de un trámite, se sentó en el banquillo. Se le acercó el receptor para leerle la sentencia, pero le pidió que "abrevie... pase a la conclusión".
Enseguida lo amarraron, pese a su protesta. El público que repletaba la cárcel esa fría mañana se inquietó. De repente Dubois habló: "Público, tengo que hablaros algo. Deciros que muero inocente y que el primer culpable de mi muerte es el juez señor Santa Cruz, que tergiversó mis declaraciones, cambiando los hechos y suponiendo cosas que nunca he hecho".

Y agregó ordenando a los cuatro fusileros: "Ejecutad". Quisieron vendarle la vista, pero se negó. Con sosegado tono solicitó al pelotón: "Sólo les pido que apunten bien al corazón". El oficial bajó el sable y la simultánea tronadura lo derribó del asiento.

La gente humilde siente que es más fácil que le escuche y le comprenda una animita, generalmente tan humilde como el peticionario.
Los entendidos dicen que el culto de una animita es un lugar de veneración religiosa o mitológica. A veces son veneraciones locales transmitidas de generación en generación, algunas de origen precolombino. Generalmente está allegada a una especie de casita, templete, ermita, capilla o pequeño santuario construido en un espacio público en los que se venera personajes a los que se atribuye alguna característica extraterrenal.

Estas construcciones en recuerdo de estos muertos queridos y venerados, que simulan criptas de cementerio, no son considerados obras de arte ni tampoco pertenecen al denominado “arte popular”. Se les considera más bien un “fenómeno estético” en el entendido de que es una expresión plástica que tiene pretensiones y objetivos distintos a los de la obra de arte y que nace espontánea y voluntariamente en la gente, por admiración, respeto y creencia religiosa. Generalmente es construido por manos anónimas, que ocupan materiales de desecho, como fierros, maderos ladrillos, piedras y cemento.
Algunos nombres que reciben estas construcciones y lo que significan: templo mínimo, mausoleo a la muerte anónima, albergue vacuo, iglesia sin Dios, prisión del alma en pena, iglesia al viento, oráculo mudo...

En Sudamérica, producto de una combinación de creencias como el animismo, politeísmo y religiones convencionales, es habitual reconocer estos espacios en plena vía pública. De hecho, algunas animitas ya han alcanzado dimensiones inimaginables como ocurre en Argentina con La difunta Correa, cerca de San Juan, localidad de Vallecito Allí fue encontrada muerta una mujer en plena pampa, con un hijo vivo apegado a su pecho. Quienes la encontraron pusieron en su tumba una tosca cruz señalando su tumba.

Un arriero que tenía perdido su ganado por haber sido dispersado una noche de tormenta, se encontró con la cruz y la seña escrita "Difunta Correa". Su primera reacción fue rezarle: "ánima bendita, por tu muerte quizás más cruel que mi vida, ayúdame, hazme el milagro de que aparezca el ganado ...Yo te prometo construir aquí mismo una capillita y venir a rezarte hasta el fin de mis días". El arriero al otro día miró hacia el valle y vió reunidas todas las vacas.
Desde ese día la difunta Deslinda Correa fue considerada una milagrera y la fé popular amontona botellas de agua en su tumba como ofrenda y desafío a la sequedad eterna del valle que la mató. Hoy su santuario, con una casona con más de veinte piezas llegan los promesantes de Bolivia, Chile, Paraguay, Uruguay y Venezuela a dejar placas, ofrendas en cobre, oro, plata, fotografías, automóviles y dinero. En el año 1982 había en el Banco cien kilos de oro y muchísimos otros valores controlados por la Fundación Vallecito, con un interventor del gobierno que se ocupa de su administración.

En Paraguay, en la tradición guaireña de Curuzu Cedro se encuentra la figura de un joven, Antonio Berreto, predilecto de las mujeres de Tuyutimi, departamento de Villarrica, que fue ultimado después de un baile por una partida policial dirigida por el hijo del comisario y a raíz de una incidencia. La mujer que lo amaba sepultó su cadáver y puso sobre él una hermosa cruz de cedro, de ahí el nombre de Curuzú Cedro. Los vecinos del lugar la veneran, y las jóvenes saben hacer peregrinaciones hasta la misma el día de la Cruz, porque les da suerte en el amor y resuelve las dificultades más apremiantes de los mozos envueltos en aventuras amorosas


En Venezuela, en Pueblo Hondo está la momia de un joven de nombre Jorge Aldana, que fue enterrado a los dieciséis años, el 13 de octubre de 1945 y cuyo cadáver momificado fue hallado en el cementerio años después. El asombro popular se transformó pronto en fama de milagros atribuidos al joven, con el consiguiente corolario de romerías, ofrendas y flores, especialmente los domingos. El cadáver fue puesto en nicho especial, cerrado con vidrio, de modo que pudiera verse. Los devotos de la "Momia San Jorge", como le dicen algunos, ha ido aumentando lo mismo que su fama, al punto que en la actualidad vienen personas de muchos lugares a rendirle ofrendas. El pueblo explica este caso diciendo que, como era un alma pura, Dios lo conservó intacto.

Casos Emblemáticos en Chile:
El reflejo que habla de la identidad de un respeto especial hacia los muertos, es algo así como una sed de justicia que brota inmediatamente en el pueblo cuando sienten que se traicionado lo que el sentido común resolvería en algún momento dado. Muertes injustas que han pasado aformar parte de la cultura y tradición popular son las de Romualdito y Marinita
Sobre el primero, se cuenta que Romualdo venía saliendo del hospital tras tratarse una grave tuberculosis, cuando fue asaltado y asesinado por salvajes delincuentes para robarle sus pertenencias. Su cadáver habría sido encontrado justo en el muro donde hoy se lo venera: uno de los sectores más populares de Santiago, la Estación Central, específicamente en la calle san Borja. Otras versiones afirman que Romualdito no era adulto, sino un niño que murió asesinado en ese lugar tras ser violado por unos vagabundos. Tan poderoso es este culto popular, tanto respeto existe aún en esferas gubernamentales por la opinión de sus seguidores, que recientemente, con ocasión de una gran remodelación urbanística que afectó al sector donde todo fue removido y renovado, nadie osó destruir esta vieja muralla ni retirar los cientos de miles de placas y floreros incrustados por años en su ladrillaje por el fervor popular.

La veneración hacia Marina Silva Espinoza es algo común en el sector del Parque O´Higgins. Se dice que es milagrosa porque murió degollada el 28 de mayo de 1945 por su padrastro, a quien luego del incidente lo tomaron preso. La creencia popular cuenta que luego fue asesinado por los reos de la cárcel donde se encontraba recluido. La Marinita, así la llama la gente, era sordomuda y su animita está llena de juguetes. Dicen que es muy milagrosa.

En Argentina,otro de estos santos populares es Gauchito Gil. Tan solo su nombre despierta la fe de su gente y de quien descubre en él a un amigo, un hermano, un salvador, un intermediario para las buenas causas ante Dios, un santo!!

Antonio Mamerto Gil Núñez, Gauchito Gil simplemente es hoy uno de los santos populares más difundidos entre la gente, de boca en boca, de milagro en milagro podría decirse.

Por todos lados, en Corrientes, Entre Ríos, en la Provincia de Buenos Aires, bien al sur, a la vera de los caminos, en las casas de sus promeseros y creyentes hay una insignia, un altar, una señal de la fe que nace con el Gauchito. En el Departamento Mercedes, en la Provincia de Corrientes, a pocos kilómetros de la planta urbana de la ciudad, está su santuario. Allí permanentemente va su gente a rezarle, a pedirle y a agradecerle. Cada 8 de enero se conmemora su muerte y se agradece su bendición y milagro. Con alegría, como él quería, se celebra su ayuda y se pide protección.

Cementerios sin cadáveres.
En las cercanías de Talcahuano, Los Lobos, se encuentra sobre un acantilado un pequeño cementerio, en el que no se entierra a difunto alguno. Este camposanto es obra de los deudos de pescadores que naufragaron en alta mar y cuyos cadáveres no fueron devueltos a la playa.
Después de intensas búsquedas y angustiada espera, los familiares hacen en su casa el velatorio, de sólo el traje del desaparecido, el que es colocado en un pequeño ataúd. En otras ocasiones se lleva la ropa a la iglesia y sobre el ataúd se oficia un responso, partiendo de allí al cementerio inmemoriam, donde es sepultado, se reza y se clava una cruz blanca, que ostenta el nombre del desaparecido y el de la embarcación.
Este culto a los muertos, establecido por la razón del corazón, se realiza desde hace más de sesenta años en la zona.
Sobre estos cementerios simbólicos, Juan Guillermo Prado Ocaranza, investigador del folclor, en su trabajo "Los rituales de la muerte", informa que "el profesor Roberto Contreras Vaccaro, afirmó que estos entierros se hacen en diversos lugares de la zona. A eso se debe que en Tumbes, Lota, Tomé, San Vicente y Punta Lavapié, en Arauco, existen cementerios donde no hay muertos.

sábado, 13 de octubre de 2007

Piratas de ayer y Corsarios de hoy.

Las historias de piratas, corsarios, bucaneros, filibusteros y bandoleros siempre han tenido gran interés para gran parte de la humanidad sencillamente porque además de ser parte de nuestro pasado, en este respecto el mundo ha cambiado muy poco, y todas estas denominaciones calzan como anillo al dedo con las actuaciones y personajes de nuestras vidas cotidianas dentro de nuestra sociedad consumista y globalizada. Piratas hay en todas partes.

Como bien lo dice el escritor Eduardo Galeano en uno de sus artículos denominado Criminología: "Cada año los pesticidas químicos matan a no menos de 3 millones de campesinos. Cada día los accidentes de trabajo matan a no menos de 5 mil obreros. Cada minuto la miseria mata a no menos de 20 niños menores de cinco años. Estos crímenes, cuyas cifras provienen de las estimaciones más moderadas, figuran en los informes de diversos organismos internacionales, pero no tienen publicidad. Son actos de canibalismo autorizados por el orden mundial. Como las guerras.

Mucho cuidado: los delincuentes andan sueltos. Pero los más temibles no son los que provocan la histeria pública y dan a ganar millonadas a los fabricantes de alarmas, a las empresas que venden seguridad privada y a la prensa que vende inseguridad pública. No: los peligrosos de veras son los presidentes y los generales que destripan gentíos, los reyes de las finanzas que secuestran países, los poderosos tecnócratas que roban salarios, empleos y jubilaciones." "Mi país, Uruguay, está en la ruina. Ha sido desvalijado por los banqueros, no por los carteristas"....

El concepto moderno de piratería es que ésta es una práctica, probablemente tan antigua como la navegación misma, que consiste en que una embarcación privada o una estatal amotinada, ataca a otra en aguas internacionales o en lugares no sometidos a la jurisdicción de ningún Estado, con el propósito de robar su carga, exigir rescate por los pasajeros, convertirlos en esclavos y muchas veces apoderarse de la nave misma.
Su definición según el Derecho Internacional puede encontrarse en el artículo 101 de la Convención de las Naciones Unidas sobre el derecho del Mar o Convención del Mar, a veces también llamada CONVEMAR. Es considerada uno de los tratados multilaterales más importantes de la historia desde la aprobación de la Carta de las Naciones Unidas, siendo calificada como la Constitución de los Océanos.

Como decía magistralmente don Teodosio Muñoz Molina (Q:E:P:D:) en un escrito de piratas, "El pirata clásico, de parche en el ojo, pata de palo, sable y pistolones en la cintura, donde ondea la bandera negra con la calavera y las tibias cruzadas, es una tarjeta postal de Hollywood".
"El pirata hidalgo y generoso, que despierta las adhesiones románticas de la adolescencia, porque (aunque es un marginal) libera a los oprimidos, realiza hazañas increibles para proteger señoritas indefensas y triunfa sobre una flota de galeones, es otra faceta folclórica de La Meca del cine".

Uno de los primero piratas de la historia fue Polícrates, tirano de la Isla de Samos, poseedor de una gran escuadra quien junto a sus capitanes y sus veloces trirremes, abordaban las pesadas naves mercantes de ese tiempo sometiéndolas a un tributo o incautándoles la mercadería, convirtiendo a la isla de Samos en un próspero sitio que atrajo a muchos artistas, aventureros e inversionistas del mundo antiguo, lo que parece demostrar que ya en épocas tan remotas prosperaba y se defendía el arte y la cultura con el lavado de dinero.

El descubrimiento de América supone una serie e cambios y novedades en el mundo conocido. Ocurre un feroz intercambio de información entre el Viejo y Nuevo Mundo. Supone cambios para la población autóctona americana que se encuentra ante nuevas costumbres, un vestuario extraño, una religión que difiere de sus creencias, una lengua que no entienden, armas nunca vistas, animales como el caballo que no conocen y enfermedades a las que no eran inmunes, pero en ese tiempo todos, empezando por Colón, creen que este nuevo mundo son Las Indias.

En esta nueva sociedad caracterizada por el mestizaje, se van fundando y estableciendo asentamientos y ciudades, algunas de las cuales no tenían nada que envidiar a las ciudades europeas. Se generan riquezas y se satisfacen una serie de necesidades para estos habitantes de Las Indias. Así se crean nuevas rutas comerciales que recorren naves españolas y portuguesas cargadas de mercaderías que despiertan desde el primer momento la codicia tanto de reyes como de patanes. No hay que olvidar que el Papa Alejandro VI, por el Tratado de Tordesillas del 7 de Junio de 1494, había dividido al mundo por descubrir y saquear entre las potencias de Castilla y Portugal, encomendándoles la misión, además de agenciarse con sus riquezas de las cuales el Papado recibiría un diezmo, de evangelizar a estas gentes de las Indias que adoraban a sus ídolos.
Para muchos, el origen de la piratería en el Caribe, hay que buscarlo en esta famosa Bula del Papa cuando fijó una línea trazada 100 leguas al oeste de las islas del Cabo. En ese lado todo lo que se descubriera sería para España, en el lado este, todo sería para los portugueses. Francisco I de Francia protestó airadamente. "Quisiera ver, le contestó al Papa, el testamento de Adán, por el que se me excluye a mí de esa parte del mundo".
Inglaterra, todavía sin marina, no podía intervenir en ese litigio, pero años más tarde, ya con una de las flotas más poderosas de Europa, el pirata Drake diría como amenaza: "Ninguna paz al otro lado de la línea".

La primera nación en reaccionar fue Francia. Como Francisco I carecía de Marina, estimuló a los armadores particulares y hacia 1537 el Caribe estaba infestado de piratas franceses. Posteriormente, Inglaterra comenzó también a fijar su atención en América y soñando en el botín, aparecen los primeros piratas ingleses en el Caribe, bajo la protección de la reina Elizabeth. La mayoría eran nobles, y si no lo eran, la reina les daba entrada en la nobleza. En cierta ocasión, el embajador de España pidió a la reina de Inglaterra la ejecución de Drake, por pirata, después de que éste asaltara diversas plazas. En respuesta la reina Elizabeth esperó en el Támesis al corsario... para armarle allí mismo Sir, "caballero del reino".

La llegada a occidente de las riquezas del Nuevo Mundo, el desarrollo del comercio y sobre todo la llegada del oro y la plata revolucionan el panorama económico en el viejo Mundo. En 1546 se descubre la mina de plata de Potosí y a partir de ese momento comienza a ser llevada a España y desde allí esa riqueza pasará al resto de europa. En 1547 son descubiertas las minas mexicanas de Zacatecas y dos años más tarde las de Guanajuato.

Los reyes europeos mandan aceleradamente expediciones a descubrir nuevas tierras para poder enriquecerse como lo estaban haciendo las monarquías ibéricas. Pero existe una forma más rápida y facil de enriquecerse: el robo. Y así van apareciendo cada vez más piratas en los océanos que actúan por su propio interés y otros que, con una patente de corso, actúan bajo las órdenes directas de monarcas europeos.
Estos barcos cargados de riquezas son una tentación para bandidos comunes, reyes y potencias, sobre todo Inglaterra, Francia y Holanda. La piratería surge en cuanto comienza el tráfico marítimo comercial en esa parte del mundo.
Se tiene ya noticias de ataques piratas en la época de los fenicios. Las embarcaciones son asaltadas por bandidos en busca de botín o rehenes para exigir rescate.
En el siglo VII se sabe de piratas sarracenos que actuaban en el mediterráneo asaltando naves genovesas y venecianas. En el siglo IX eran sobre todo los Vikingos quienes atacaban en el norte a las naves de la Liga Hanseática y con sus drakkars llegan a las islas irlandesas.

En la Edad Media cobra protagonismo la piratería barberisca en el mismo mediterráneo, pero hay una novedad. No se trata de bandidos que actúan a nivel particular, sino que están a las órdenes del Sultán de Constantinopla, Solimán el Magnífico. Así surge la figura del Corsario, al que se le otorga una Licencia para sus fechorías.
Destacan en esta época los hermanos Barbarroja. Los turcos hostigarán las naves cristianas y capturarán rehenes. Entre los cautivos hay que recordar al propio Cervantes, que fue redimido en Argel por frailes trinitarios. El genial Cervantes reflejará su propia experiencia en su obra "Los baños de Argel" y los piratas estarán también presentes en algunos capítulos de su "Quijote".

Otro punto donde se concentra la piratería es el Canal de La Mancha. En Inglaterra, en la zona de Cornualles, la mayor parte de sus habitantes, a la sazón compuestos por aventureros y mercenarios de distintas nacionalidades, viven del saqueo de los naufragios y del asalto a naves menores.
Enrique VIII e Isabel I alientan la piratería con el claro fin de enriquecerse y son muchos los nobles ingleses que participarán en estas correrías financiando las expediciones a cambio de una parte del botín.

A partir del Descubrimiento, los piratas ingleses dirigen sus objetivos hacia las naves y posesiones españolas procedentes de América y hacia aguas caribeñas. Uno de los primeros capítulos de que se tiene noticia es un ataque inglés en el Puerto de Santo Domingo en 1527 y muy poco tiempo después comienzan ataques holandeses con Cornelius Jol entre otros y también franceses con Jean Terrier, Jean d´Ango y Jean Fleury. Este último logró apresar un valiosísimo cargamento: el tesoro de Moctezuma, que Hernán Cortés enviaba a Carlos V. Fleury, corsario al servicio de la monarquía francesa, acabó sus días en la horca.
Importa decir que las actividades de piratas, corsarios, bucaneros y filibusteros son muy similares. Son todos bandidos, ladrones y asesinos del mar.

La palabra pirata procede del griego "pirates", aventurarse, intentar. Estos aventureros actúan por su cuenta sin depender de ningún gobierno. Su fin, obtener un botín atacando naves de cualquier país.
Corsario viene del latín "cursius", carrera. Se diferencian de los piratas porque actúan para un gobierno por lo que solo atacan naves de determinada nacionalidad entregando parte del botín a quienes financiaban sus expediciones. Actúan con una licencia, la Patente de Corso.
Existen tres tipos de Patente de Corso. a) Permiso de Pase. b) Carta Patente. c) Carta de Represalia.
Estos eran contratos entre el pirata y el gobierno o monarca donde se estipulaba las condiciones, obligaciones, formas de actuación y reparto del botín.
En el caso de América, son muchos los piratas que actuaron apoyados y protegidos por Inglaterra, Francia y Holanda, pero sin Patente de Corso explícita.
Los Bucaneros actuaron solo en la zona del Caribe especialmente en el siglo XVII. Eran aventureros de varias nacionalidades que se asentaron en el norte de la isla La Española, en las islas deshabitadas de Las Antillas. Su principal actividad era preparar carne ahumada, de gran duración y capacidad nutritiva, que luego vendían o cambiaban con los capitanes piratas y contrabandistas, alimento que éstos usaban en sus expediciones y correrías. Al mismo tiempo, estas islas proporcionaban todo lo que estos piratas y aventureros del mar requerían. Protección, vituallas, seguridad, mujeres y descanso.

Del origen del término bucanero se dice que es la deformación de "karib", o de "arawak", palabra ésta con que los indios lugareños denominaban esa forma de preparar carne. La palabra podría también devenir del término francés "boucán", que designa una especie de barbacoa en las que se secaba y ahumaba carne. Estos bucaneros se caracterizaban por actuar solidariamente como una hermandad.
Los filibusteros, al igual que los bucaneros tuvieron su zona de actuación circunscrita al caribe y su principal asiento fue la Isla de La Tortuga, ubicada también cerca de la famosa isla La Española, llamada así por tener la forma de una tortuga o galápago de mar.
La etimología de filibustero no está clara. Algunos la atribuyen al término holandés "vrij buiter", el que captura el botín o, "vrie boot", embarcación ligera y de aquí derivaría a filibustero. Estos sujetos fueron siempre protegidos por Francia, Inglaterra y Holanda, porque aceptaban hacer incursiones atacando solo posesiones españolas.
Tanto bucaneros como filibusteros se caracterizaron por conformar sociedades altamente unidas, con reglas propias y su propio código de honor, que los obligaba a ayudarse y compartirlo todo, sean posesiones, mujeres, riquezas o botines. Así surge la Confederación de los Hermanos de la Costa.

Hoy la palabra piratería resulta incluso confusa porque hay decenas de actividades donde uno se percata de la acción de estos piratas con patente de corso del mundo moderno. A los que copian películas y videos de internet se les llama piratas. Son piratas los secuestradores de aviones. Lo son quienes contrabandean en los puertos con mercancías robadas de las bodegas de los buques.
Personalmente, cada vez que paseo mi mirada por las calles de cualquier metrópoli donde menudean los negocios caros, las grandes tiendas, y las cadenas bancarias, creo ver flamear en la parte más visible de sus edificios la bandera negra y la famosa calavera de sus antecesores.
Creo firmemente, en el antiguo adagio que asegura que detrás de toda fortuna, existe un pirata.
Piratas con patente de corso de primera son los abogados que defienden a las maffias y a los criminales. También merecen ese calificativo las instituciones financieras que cazan bobos y les roban su dinero a plazos hasta la tercera generación.

Piratas, corsarios, bucaneros, filibusteros, contrabandistas, bandoleros, pistoleros, traficantes y ladrones es lo que más producen nuestras sociedades, por desgracia.