domingo, 4 de noviembre de 2007

La legendaria Mata Hari: La espía que no fué.

"Amo a los militares. Los he amado siempre y prefiero ser la amante de un oficial pobre que de un banquero rico". Mata Hari

No hay, en la historia del espionaje mundial nadie más conocido que la Mata Hari, que en el imaginario colectivo ocupa un primerísimo lugar, antes y por encima de todos los agentes secretos reales y ficticios conocidos.

Ello, quizás porque su nombre exótico de Mata Hari en malayo significa ojo del día, o sea Sol, lo que sumado a su historial de super espía, cortesana y doble agente, tiene ingredientes de erotismo, intriga, amor y aventuras peligrosas, una mezcla explosiva que la gente ama y que en todos los tiempos ha dado al cine y la literatura muchas satisfacciones.
Sin embargo, los antecedentes de su proceso judicial y sus entretelones, develados años después y desarchivados de los servicios secretos de Francia y Alemania, revelan sin lugar a dudas dos cuestiones indesmentibles.
Primero, que la famosa bailarina hindú, aclamada en París, en Berlín y en Montecarlo y que irrumpía como un suceso en europa, no era hindú, sino solo una mitómana fantasiosa, una arribista empedernida y una aventurera liviana de cascos afecta a las aventurillas sexuales. Y que como espía, no pasó de ser una agente muy mediocre que vendía secretos de alcoba al mejor postor.

Y segundo, que esta bailarina voluptuosa fue una víctima, fruto de una mentira patriótica o lo que se conoce como un “chivo expiatorio” ante la opinión pública, creado por los militares por los fracasos de Francia en el frente de guerra.
El escándalo de su proceso y su condena a muerte no fue sino una distracción políticamente oportuna, que reunía los requisitos del momento para calmar las protestas populares, poniendo al descubierto a esta mujer extranjera y libertina, acusada de alta traición y de engaño al estado. Lo cierto es que ella misma se encargó durante años de urdir la inextricable red de rumores y fantasías que la envolvieron en una nebulosa de bailarina exótica, apasionada, amante de un batallón de caballeros influyentes y de misterioso pasado.

Margaretha Geertruida Zelle que era su nombre verdadero, estudió en la Escuela Normal de la ciudad holandesa de Leiden. Posiblemente allí partió su fama de seductora ya que en esos años pasó huyendo del acoso sexual y de los castigos del director de la institución, un tal Wibrandus Haanstra, senil enamorado que no tuvo miramientos para confesarle su pasión, arrastrarse a sus pies y gimotear en público, dedicándole horrendas poesías con tal de conseguir sus favores.
Una mañana de 1895 encontró este anuncio salvador en el periódico Her Nieuws Van Der Dag: "Oficial destinado en las Indias Orientales holandesas desearía encontrar señorita de buen carácter con fines matrimoniales". Sólo se pedía una carta con referencias, pero Margaretha añadió una fotografía, convencida de impresionar al capitán.
De temprano su obsesión por los militares fue una de sus características. No fue extraño entonces que el capitán Rudolf McLeod, de 39 años de edad, algo viejo para ella, apareciera ante sus ojos como la antesala de un sueño. La joven Zelle tenía entonces 18 años y muchas ganas de zafarse de la vigilancia de su tío en La Haya, con quien se había refugiado tras escapar del colegio y del baboso profesor Wibrandus.
Habiendo quedado embarazada desde el primer encuentro con su príncipe azul, no hubo tiempo para una boda de blanco y por todo lo alto como quería Rudolf.
Pronto Mac Leod es nombrado comandante del primer batallón de infantería en Java y allí se trasladan ambos esposos con su hijo Norman. En las Indias Orientales holandesas se fraguará la aventura de Mata-Hari Allí nació su segunda hija, Louise y empezaría Margaretha a interesarse por las danzas nativas, que le iban a proporcionar largas horas de placer ante el espanto del comandante que empezó a acusarla de disoluta y viciosa.

Margaretha, no solo bailaba, sino que encontró comprensión y consuelo en brazos de sus eventuales compañeros de danza. Estas sesiones duraban muchas horas, incluso días. En retribución de sus favores, aceptaba dinero y presentes que no lograba justificar ante su esposo.
En la pareja, lo que antes era hechizo, ahora era perversión y animosidad mutua. En este infierno conyugal en que el oficial debía cuidar las apariencias, se perdió el respeto y el amor. En más de una ocasión Mac Leod se quejó a su hermana justificando la animadversión hacia su consorte: "¿Cómo puedo hacer para quitarme de encima a esa maldita sin perder a mis hijos?... ¡Ay! Si tuviera dinero para comprar su consentimiento, pues la maldita hace todo por dinero".

Ella, por su parte, le tachaba de borracho y violento y le culpa de la muerte del hijo, acaecida en circunstancias extrañas. Años más tarde, Mata-Hari declaraba que no mostraba sus pechos totalmente desnudos porque su ex marido, en un ataque de furia, le había arrancado el pezón izquierdo de un mordisco. El caso es que en 1902 se separaron. La pequeña Louise se quedó con el padre y la señora Mac Leod se esfumó sin dejar rastro, hasta que reapareció en París convertida en la danzarina hindú Mata-Hari.
"Mi madre, gloriosa bayadera del templo de Kanda Swany, murió a los catorce años, el día de mi nacimiento. Los sacerdotes me adoptaron y me pusieron Mata-Hari, que quiere decir “pupila de la aurora'", contaba impávida. Decía que en la pagoda de la diosa Siva aprendió los sagrados ritos de las danzas secretas.
Con este currículo completamente amañado, unas contorsiones sensuales y misteriosas y un cuerpo hermoso prácticamente desnudo, a excepción de las cúpulas de bronce que cubrían los senos, se dispuso Mata-Hari a conquistar el mundo desde el Museo de Arte Oriental de París, en una función promovida por el coleccionista Guimet. Basta con leer la crónica del 18 de marzo de 1905, de "La Presse", para saber que los parisinos quedaron fascinados: "Mata-Hari es Absaras, hermana de las ninfas, de las Ondinas, de las walkirias y de las náyades, creadas por Indra para la perdición de los hombres y de los sabios…"
Ella, entretanto, fomentaba su leyenda relatando su “biografía” de mil maneras diferentes, hasta que nadie sabía muy bien quién era ni de dónde salía. Como toda mujer fatal tuvo muchos protectores ricos y contratos suculentos en las grandes capitales europeas, aunque fue rechazada para bailar en el teatro Odeón de París, que dirigía el célebre Antoine.
Su mala fortuna hizo que estuviera actuando en Berlín cuando estalló la guerra del 14, conocida como la primera Guerra Mundial. Y lo que es peor, tuvo la mala suerte de ser en esa fecha la amante del jefe de policía de la ciudad y un poco más tarde de Kraemer, cónsul alemán en Amsterdam y jefe del espionaje de su país. Los franceses no se lo perdonarían.
Lo cierto es que Kraemer piensa en ella para sonsacar información a los militares franceses. A cambio naturalmente, de sumas considerables. Tras el regateo, Mata-Hari acepta y se convierte en la agente H-21. Pero la bailarina era ambiciosa e inconstante en sus afectos y tal como había hecho siempre con los amores, decidió jugar a dos barajas y convertirse en agente doble. Ni corta ni perezosa se ofrece en París al capitán Ladoux, a quien sabe al frente del Servicio de Espionaje y Contraespionaje francés. A partir de ese momento, Ladoux se dedica a seguir todos sus pasos y a vigilarla de cerca. Una mujer que no puede pasar desapercibida, resulta ser una pésima espía. Si además es propensa a la mentira, al embrollo y a acostarse con cualquier apuesto caballero con tal de que tenga un par de galones, las cosas pueden complicarse mucho.
Pese a estar muy enamorada por aquel entonces del oficial Vadim Masslov, varios años más joven que ella, sus intrincados asuntos de alcoba entre Madrid, Amsterdam y París, acelerarán su caída y su detención acusada de espionaje. En el interrogatorio se volverían contra ella sus últimas andanzas con la milicia: "Desde junio de 1916 habéis entrado en relación con los militares de todas las nacionalidades que estaban de paso en París” le enrostraba el fiscal acusador: “Así el 12 de julio habéis almorzado con el subteniente Hallaure. Del 15 al 18 de julio habéis vivido con el comandante belga De Beaufort. El 30 de julio salisteis con el comandante de Montenegro, Yovilchevich. El 3 de agosto con el subteniente Gasfield y el capitán Masslov. El 4 de agosto os citabais con el capitán italiano Mariani. El 16 almorzabais con los oficiales irlandeses, Plankette y O'Brien, y el 24, con el general Baumgartem…" El listado continuaba y aquí fue cuando Mata-Hari aseguró que amaba a los militares de todos los países y que sólo se acostaba con ellos por placer, no para sacarles información.

Es muy probable que esa fuera la única verdad que dijo en su vida. El tribunal francés la acusó de alta traición y la condenó a muerte sin pruebas concluyentes. Tenía 41 años de edad. En parte, para subir los ánimos de un país en guerra, al que se le ofrecía una sensacional ejecución con intenciones edificantes.
Durante su juicio se la consideró responsable de la muerte de al menos 50.000 soldados franceses, tras pasar a los alemanes informaciones secretas de oficiales aliados.
Además de romances secretos con numerosos funcionarios militares e incluso políticos de alto nivel, tuvo incontables amantes, entre los que destacaron el mayor Arnold Von Kalle, alto jefe militar alemán, Adolphe Pierre Messimy, ministro de guerra francés, Alred Kiepert, un latifundista alemán, el compositor Giacomo Puccini, el Barón Henri de Rothschild que le dió varias pulseras de rubies y diamantes y Tadea Mirszlac, la gitana amante de Francisco Jose I de Austria y de su hijo Rodolfo.

Mata Hari fue declarada culpable sin pruebas concluyentes y basadas en hipótesis no probadas que hoy en día no se sostendrían en un juicio moderno. De hecho, en el 2001, abogados holandeses pidieron al Ministerio de Justicia francés que abriera un nuevo juicio, alegando que ella fue víctima de una conspiración estatal y en el 2002, a 85 años de su fusilamiento, la Fundación Mata Hari también pidió a la justicia francesa reabrir el juicio y rehabilitar su memoria. Hasta ahora los tribunales franceses han guardado silencio.
El escritor Tomas Ross relativiza su importancia como espía y nos la describe de una manera muy distinta: “Todavía existe la idea de que Mata Hari era una súper espía, una mujer fatal que seducía hombres y les sacaba información que luego vendía. Como una especie de James Bond femenina, sabía salvar todos los escollos. Esto no es verdad. Mata Hari, o más bien Margaretha, era bastante necia, indiscreta, avarienta y se iba a la cama con todo el mundo. Era la peor espía que uno podría imaginarse."

La escritora Pat Shipman, en su libro “Mujer fatal: Amor, mentiras y la desconocida vida de Mata Hari” dice qué ésta era hermosa, mentirosa compulsiva y amoral, pero no fue una espía y padeció una sífilis contraída de su marido, no de su promiscuidad” y que según su investigación “hay sólidas evidencias de que era completamente inocente de espionaje”. Shipman, profesora de antropología en la Universidad del estado de Pensilvania dice además que "el estatus de mata Hari era similar al de Marilyn Monroe en la decada de 1960; era reconocida como la mujer más atractiva y deseada de Europa. Cuando fue arrestada la guerra iba muy mal para los franceses y ella era extranjera, tenía relaciones con todo el mundo y vivía con ostentación, mientras los parisinos no tenían pan".
Los secretos que rodearon este juicio y la intriga por los archivos sobre Mata Hari, que no pueden hacerse públicos hasta 100 años después de su muerte, han sido motivo de que se haya creado sobre ella este halo misterioso de personaje de leyenda. Los servicios secretos franceses ya han desclasificado bastante documentación relativos al juicio a partir del año 1999, pero los archivos originales completos sobre Mata Hari estarán disponibles en el año 2017. Solo en ese momento sabremos si la famosa Mata Hari, fue en realidad la intrigante doble espía que pagó con su vida esta aventura.

Fue ejecutada por el pelotón de fusilamiento el 15 de octubre de 1917. La leyenda sostiene que la escuadra tuvo que ser vendada para no sucumbir a sus encantos, sin embargo, son probados los hechos de que lanzó un beso de despedida a sus ejecutores y que, de los 12 soldados que constituyeron el pelotón de fusilamiento, sólo acertaron curiosamente 4 disparos, uno de ellos en el corazón que le causó la muerte instantánea. El oficial a cargo, como así se disponía en estos casos, ultimó el acto innecesariamente con un disparo de gracia en la sien.
La fotografía, que se muestra, perteneciente a una película fechada en 1920 muestra la escena, con absoluto realismo, de los momentos previos a su ejecución, justo enfrente del pelotón de fusilamiento, cuando el oficial está leyendo los cargos.
Su cuerpo, que no fue enterrado, se empleó para el aprendizaje de anatomía de los estudiantes de medicina, como era precepto para los considerados criminales y ajusticiados en aquella época. Su cabeza embalsamada, que tenía el pelo teñido de rojo, como atestiguan quienes la vieron, permaneció en el Museo de Criminales de Francia hasta que en 1958, desapareció seguramente robada por un admirador.

1 comentario:

Vivianne dijo...

Que vida la de ella, no estuvo ausente la pasión, el placer a veces esquivo, yo creo que vivió lo que quería vivir a sus anchas, quizás era enferma y qué,cuantos hombres no hacen lo mismo y no se les cuestiona, dame una historia de uno que contenga lo mismo de esta damicela, seguro no te atreverías, susurros sureños!!!!