viernes, 26 de octubre de 2007

La leyenda negra de las películas malditas.

Aunque parezca increíble, las supersticiones, por más que se llamen populares o se crea que están enraizadas solo en los sectores marginales o de escasa cultura, afectan por parejo aún en nuestro tiempo de modernismo cibernético, a todos los niveles sociales.
No hay mejor ejemplo que lo que pasa en el mundillo de la cinematografía, donde los amuletos, los conjuros y la ciega creencia en un sino sobrenatural y mágico domina la vida de actores, actrices, productores y técnicos. Así se han creado las leyendas malditas que rodean muchas películas.
Una de las "maldiciones" más conocidas es la famosa saga de Superman. En la década de los 50, George Reeves que interpretó al superhéroe en TV, apareció muerto de un disparo en la cabeza; oficialmente fue considerado suicidio, pero según otros, el hecho ocurrió jugando borracho a la ruleta rusa, y también hay quien dice que fue víctima de un delirium tremens causado por su alcoholismo el que le llevó a creerse inmortal como su personaje.
El Supermán moderno, Christopher Reeve, permaneció cerca de diez años tetrapléjico por una caída montando a caballo, para morir el 10 de octubre de 2004 por una falla cardíaca; dos años después fallece su abnegada esposa Dana Reeve de cáncer al pulmón. Margot Kidder, que interpretó a Lois Lane, sufrió graves desórdenes psicológicos, que provocaron incluso su internamiento en un sanatorio mental; Richard Pryor, que intervino en Supermán III es víctima de una esclerosis múltiple y muere el 10 de diciembre de 2005.

La trágica noche del 30 al 31 de marzo de 1993, durante el rodaje de una escena de la película El Cuervo, que protagonizaba el hijo de Bruce Lee, Brandon, un disparo acabó con su vida. En la escena, Brandon acudía a rescatar a su novia en la ficción y recibía un disparo en el abdómen. Los efectos especiales habían dispuesto al "malo de la película" con una pistola con balas de fogueo y al actor con una bolsa de sangre que llevaba bajo su ropa. Sin embargo y para asombro de todos los presentes, el arma disparó una bala de verdad que hirió mortalmente al actor. No ha quedado rastro de las imágenes de aquel rodaje, pues el director las mandó destruir en un intento por preservar aquel desdichado acontecimiento del morbo del público.

20 años antes, en la breve pero extraordinaria vida de la estrella marcial del recordado Bruce Lee, una de sus películas quedó registrada como una temible profecía que iba a cumplirse años después de su muerte.
El film en cuestión era El juego de la muerte,(1978) en donde en un papel autobiográfico, Lee hace de un actor famoso que sufre la persecución de una organización mafiosa y por lo tanto decide fingir su muerte durante un accidente en el set de filmación.

Fatalmente, Lee muere antes de completar la película, en circunstancias que dieron lugar a numerosas teorías. Una de ellas aseguraba que Bruce Lee fue asesinado por las Triadas de Hong Kong: Esta teoría mantiene que las mafias chinas se confabularon para acabar con la vida del actor por no colaborar con ellas ni ceder a sus chantajes. Pero también se dijo que Bruce Lee fue asesinado por Los Maestros de las Artes Marciales: Según esta tesis al actor pudo ser envenenado como venganza por haber revelado los secretos de los Maestros.
Esto dió pábulo a lo que se conoce como "la maldición de los Lee".

En la vida real no existe un trabajo totalmente seguro y el cine no es desde luego una excepción. En un rodaje trabajan un buen número de personas y cuando se filman escenas complicadas, existe el riesgo de accidentes.
En esos casos los que mayor riesgo corren son los especialistas que interpretan acciones arriesgadas o doblan a los actores principales. Por ejemplo, durante el rodaje de la famosísima carrera de cuádrigas de Ben-Hur murieron dos de los especialistas que intervenían en ella; y otros dos en el rodaje de la persecución en el tren de La Conquista del Oeste.


Incluso en España, hace algún tiempo murió un especialista mientras se rodaba la película La Gran Vida. Tampoco se libran de estos sucesos los "extras", también conocidos como "los que hacen bulto". La grabación de la "carga de Pickens" en El Nacimiento de una Nación (1915), produjo un gran número de heridos y según algunas fuentes, varios muertos.
Tres extras murieron ahogados en el rodaje de El Arca de Noé (1928) y otro en la primera versión de Quo Vadis... ¡devorado por un león!. Sin embargo, tampoco los actores principales se libran de accidentes. Y en una escena de En los Límites de la Realidad, un accidente de helicóptero le costó la vida al actor Vic Morrow y a dos niños. Todos estos hechos, aunque luctuosos, quizás entran en el campo de lo corriente. Sin embargo existen películas que han sido tachadas de "malditas" porque la desgracia ha perseguido a diversas personas que intervinieron en ellas, especialmente sus protagonistas. También la mítica Rebelde sin Causa (1955) ha recibido este apelativo de "maldita": sus tres principales protagonistas murieron prematuramente y de muertes no naturales.

James Dean murió en un accidente de tráfico ese mismo año; Natalie Wood, en 1981 en un confuso accidente náutico; y Sal Mineo en 1976, alcanzado por una bala perdida procedente de un enfrentamiento entre bandas callejeras. Al poco de terminar el rodaje de Vidas Rebeldes (1961) murió su protagonista Clark Gable de un ataque al corazón, cinco meses antes del nacimiento de su primer hijo. Sus compañeros de reparto tuvieron también muertes trágicas:
Marilyn Monroe murió aparentemente por suicidio año y medio después y Montgomery Clift murió en 1966, enfermo, casi ciego, con problemas psicológicos y de drogadicción de un infarto. Otra película con mal halo es Poltergeist. Poco después de su estreno, la actriz Dominique Dunne, que interpretaba a la hermana mayor, murió estrangulada por un ex novio celoso; después del estreno de Poltergeist II murieron los actores Will Sampson y Julian Beck; y después del estreno de Poltergeist III murió Heather O'Rourke, la niña protagonista de la saga con tan sólo 12 años. Su muerte nunca fué aclarada totalmente.
Dos películas que tradicionalmente se han catalogado como malditas son El Exorcista y La Semilla del Diablo. En realidad, en el caso de la primera todo lo "maligno" se reduce a numerosos fallos técnicos, achacables a la complejidad de determinadas escenas y a un incendio provocado por un técnico que había sido despedido y quería vengarse. Sin embargo, el productor exageró y difundió esos y otros rumores (que la gente se desmayaba en las salas, por ejemplo) como parte de una inteligente estrategia de marketing. En el caso de la segunda, sabido es que la mujer del director Roman Polansky fué asesinada tras el rodaje por la secta del chiflado Charles Manson; pero en este caso, de existir maldición, sería del edificio Dakota, en Nueva York, donde se rodó la película: se dice que fué escenario de ritos satánicos y en 1980 John Lennon, que vivía en él, fué asesinado por un perturbado cuando salía a la calle.
Por último, un caso de maldición con base real. Después del rodaje de la mediocre película de aventuras El Conquistador de Mongolia (1956), y a lo largo de varias décadas, fueron muriendo de cáncer el director Dick Powell, los actores John Wayne, Susan Hayward, Pedro Armendáriz y Agnes Moorehead, y diversos trabajadores que intervinieron en el rodaje, hasta un total de más de noventa personas. ¿El motivo? Parece ser que, buscando un paisaje que se pareciese lo más posible a la Mongolia donde se ambientaba la historia, el director y productor Howard Hughes decidió que el rodaje se llevase a cabo en una remota zona del desierto de Utah, donde el Ejército norteamericano había llevado a cabo pruebas nucleares, algo que desconocían. Muy probablemente fué la radiactividad la que acabó llevando a la tumba a tanta gente.

Otra curiosidad de las leyendas negras de algunas films, son aquellos que se empezaron a rodar pero nunca se estrenaron. Se les conoce como las películas que nunca existieron ni que jamás nadie vió su rodaje hecho una realidad.

Existen dos tipos de films de este tipo; aquéllas que tras rodarse e invertirse en ellos auténticas fortunas, casi siempre con rodajes traumáticos, fueron despreciadas por el público y por la crítica. Y, las películas con guiones definitivos, con un casting ajustado a sus posibilidades que no se llegaron a concluir o ni siquiera empezar a filmar.
Es un hecho no exento de dramatismo que tiene muchos ejemplos a lo largo de la historia del Séptimo Arte. El más reciente, The Man who killed Don Quixote, de Terry Gilliam, ambiciosa producción marcada por la fatalidad de un clima torrencial y despiadado, una enfermedad que impidió montar a caballo a Jean Roquefort y una inexplicable adversidad reflejada después en el documental Lost in La Mancha.
Detener una producción siempre es un drama, aunque a veces sea necesario debido a los altos costos que pueden arruinar una gran productora. La puerta del cielo, de Michael Cimino, arruinó a la United Artist por su elevado coste. Es un caso ilustrativo de la megalomanía de algunos directores que hambrientos de aventuras épicas, se embarcan en un viaje sin retorno con superproducciones que difícilmente recuperaron su inversión.

Paradigmático es el caso de Cleopatra, de Mankiewicz, que hundió a la Fox durante algunos años y Apocalypse Now, de Coppola, macabro viaje a los infiernos reales de Joseph Conrad que tienen su funesta extensión tragieconómica en ‘Fitzcarraldo’, de Werner Herzog, rodaje donde se tuvieron que sufrir casi los mismos contratiempos y obstáculos para acabar su film que el personaje central de esta epopeya. Por ejemplo, Einsenstein fue despedido por el millonario Upton Sinclair del costoso proyecto Que viva México, perdiéndose el control sobre el material rodado y utilizado después en un documental tras las acusaciones de Stalin al cineasta de traición y desviacionismo. Un hecho que se repetiría después en El prado de Bejin, otro proyecto inacabado. Titanic de James Cameron, estuvo a punto de deambular de productora en productora por su elevado presupuesto que tuvo que unir por primera vez en la historia, a dos grandes ‘majors’ como Paramount y a la Fox para culminarla y Forrest Gump, de Robert Zemeckis, que se quedó sin capital para la promoción, son otros dos ejemplos.

Posiblemente si alguien en la historia del cine supo la verdadera tragedia que supone interrumpir una película sin finalizarla, ése era Orson Welles, un cineasta de genialidad inalcanzable que nunca supo terminar sus gestas artísticas. Si el cine no hubiera sido industria, la obra de Welles hubiese avanzado hacia límites insospechados. Pero la cruda realidad es que Welles jamás pudo acabar El Quijote, un ambicioso proyecto que varios años después intentó acabar Jess Franco sin mucha fortuna. ‘It’s all true’, ‘The Deep’ y ‘The other side of the wind’, con John Huston como protagonista, son cintas que Welles comenzó dándoles forma de celuloide, pero que desgraciadamente nunca vieron la luz. También es célebre el drama epopéyico que vivieron Joseph Von Sternberg como director y Chaplin como productor en La golondrina, por la negativa del director alemán a darle favoritismos a Edna Purviance o Yo, Claudio, mitológica producción que cayó en el vació por la meticulosidad de Sternberg y los caprichos de su estrella Charles Laughton. Y es que ni los grandes maestros del cine se han visto librados de este mal que muy de vez en cuando, dejan a medias el rodaje de una película. Alfred Hitchcock también trató de rodar dos obras que no tuvieron el esperado final feliz. Una, con Audrey Hepburn, sobre una abogada que defiende a su padre acusado de la muerte de una prostituta, donde la protagonista de Desayuno con diamantes fue la causante del desastre por negarse a interpretar una secuencia de violación y otra, la más conocida, Kaleidoscope, un ejercicio de cambio de ‘Hitch’ al más puro estilo Antonioni en Blow up arriesgando con secuencias muy subidas de tono que la Universal se negó a seguir produciendo debido a su alto voltaje sexual y violento.
David Lean nunca pudo ver hecho realidad Nostromo, carísimo proyecto que nadie quiso producir, Los 900 días fue el sueño más preciado de Sergio Leone (en su tiempo costaba 70 millones de dólares) que firmó para rodar dos días antes de su muerte. John Ford tampoco pudo comenzar The White Company, adaptación de una novela de Arthur Conan Doyle o The first deadly sin, la película que dejó preproducida Roman Polanski con De Niro como protagonista antes de que tuviera que escapar de Estados Unidos por violar a una menor. En el caso de Something’s got to give, George Cukor se quedó contemplando una y otra vez a Marilyn saliendo desnuda del agua porque la gran estrella de Hollywood moriría sin poder consumar su actuación y despedida de la película.

5 comentarios:

Javiera A Vega Gutiérrez dijo...

hola, que ombre tan llenos de historia eres! Felcitaciones, dices haber sido detective, yo pienso que siemprehas sido periodista.

Javiera A Vega Gutiérrez dijo...

Enrique,que hombre tan lleno de historia eres, dices que fuiste detective, yo pienso que siempre has sido periodista, Felicitaciones!

Vivianne dijo...

Muy interesante tu post, me jactaré de mis conocimientos adquiridos en tu blog este fin de semana en una reunión con amigos, concuerdo con la persona de arriba, periodista de tiomo y lomo, vamos que se puede!!! abrazos desde el sur de Chile!!!

Unknown dijo...

Hola Enrique... leyendo sobre películas malditas en un pop-up de hotmail, he llegado a tu blog.
Parece que han plagiado lo que tú escribiste.
Si tu texto es original, yo pediría daños y perjuicios a hotmail.
SAludos
Sue

Unknown dijo...

Genial el post. Os recomiendo un programa de radio genial, en La sombra del espejo, dedicado al tema. ¡Más de una hora! La verdad es que el programa es bastante desmitificador y muy divertido, y a la vez interesantísimo.

http://www.lasombradelespejo.com/modules.php?name=Downloads&d_op=getit&lid=81

Creo que os va a encantar, si os gustan estos temas. ¡Enhorabuena por el blog!